jueves, 31 de enero de 2013

Capítulo 13: No Te Voy a Juzgar


Cantamos varias canciones al azar hasta que me dijo que parase el coche, claro, el camino se había acabado. Estábamos en medio de la nada, era preocupante. No se oía ni se veía nada que diera signos de humanidad. El paisaje era hermoso. Se veían metros de campo amarillento por la hierba seca y al fondo árboles que formaban un pequeño bosque. Miré mi móvil, ni una línea de cobertura.
  • Parece que me has secuestrado – bromeé.
  • No lo parece – se acercó hasta ponerse frente a mí – esto es un secuestro – sonrió torciendo los labios a un lado. Era un gesto travieso que me estaba enloqueciendo.
  • Mi hermano sabe que estoy contigo. Si desaparezco te culparán – le seguí el rollo.
  • No muerdas tu labio – tiró de mi barbilla haciéndome soltar el labio inferior.
  • ¿Por qué? - le provoqué volviendo a morderlo, esta vez apropósito.
  • Porque puedo hacer algo en contra de ir despacio en nuestra relación – relajé mi boca – eso está mejor – torció su sonrisa.
Le miré de forma acusadora como una niña enfadada. Echó su cabeza hacia atrás y soltó una carcajada que resonó por todo el prado. Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia los árboles. Corrí tras él.
  • No me dejes sola – me quejé.
  • Lo siento – seguía teniendo el punto de humor en la disculpa.
  • Y no te rías de mí – le miré mal.
  • No es de ti, son las caras que pones.
  • ¿Hago caras raras? - me extrañé.
  • Muchas – sonrió de manera natural – son divertidas, no te enfades – pasó su brazo por encima de mis hombros acercándome a él.
No me importó. No era un gesto excesivo de intimidad y se sentía agradable. No tenía idea de que tenía la capacidad de hacer reír a nadie con mis expresiones faciales. Nadie me lo había dicho antes. Posiblemente porque siempre había estado en relaciones que implicaban más seriedad … solo Ally me había visto hacer el tonto realmente, y fue en contadas ocasiones. ¿De verdad no me había relajado nunca tanto con nadie?

Entramos en el bosque y caminamos esquivando ramas y piedras en el suelo.
  • ¿Qué pasa? - agachó su vista para encontrar la mía mientras caminábamos.
  • Acabo de descubrir que tengo una faceta divertida.
  • ¿Conmigo? - sonrió. “Creído” pensé. Mi cara debió mostrar lo que pensaba – la noche en que te conocí pensé que eras una chica muy seria, la verdad.
  • No veas, una amargada – ironicé.
  • No, mas bien una chica inaccesible, muy sexy – agregó maliciosamente.
  • ¡Zayn! - le empujé del costado en protesta poniéndome roja.
  • ¿Qué? ¿Creía que lo sabías? - se rió. Negué con la cabeza, un gesto que quería decir, “¿por qué a mí? - ¿o no te gusta que te lo diga?
Eso era estúpido, yo me sentía estúpida. Miles de veces había ligado, era frecuente recibir piropos. Sabía que era atractiva, pero por algún extraño motivo empezaba a sentirme tímida e insegura. ¿Por qué con Zayn era distinto? ¿O fue por la pérdida de Justin? “____ concéntrate en Zayn” me recuerda mi subconsciente.
  • Puedes ser sincera conmigo ____. Sea lo que sea, no te voy a juzgar.
Y otra vez las palabras perfectas y lo que necesitaba oír.
  • Creo que necesito … más tiempo.
  • ¿Para qué?
“Eso, nena. ¿Por qué retrasas lo inevitable?” Ruge la diablesa interna recién despertada de una larga siesta. Sentí que me sudaban las manos. “Esto es ridículo. No me tengo que poner nerviosa”.
  • Para asimilar todo, Zayn.
  • ¿Todo? - quería algo específico.
  • Sí, todo. Dejar atrás el pasado. Acostumbrarme a lo que siento. Incluso aceptar que te gusto.
Eso último se deslizó involuntariamente desde mi mente hacia mi boca. Zayn me miró serio sin rastro de sorpresa. No. Mas bien estaba sereno.
  • ¿Y como puedo ayudar con eso?
  • No puedes. Solo yo puedo hacerme a la idea de las cosas … tiempo.
  • Confianza – agregó.
  • También – acepté.
  • ¿Es pronto para preguntarte que sientes?
  • Te basta con saber que contigo estoy bien … más que bien – admití.
  • Vale – sonrió – no quiero presionarte. Solo quería saber si lo estoy haciendo bien.
  • Todo bien – curvé un poco los labios por amabilidad.
Zayn saltó por una rama y me ofreció su mano para que caminara segura. No solo por ese sendero, sino por el resto del pedregoso camino que era mi vida en ese momento.

Seguimos caminando hasta encontrar un río.
  • Tenemos que cruzarlo – me señaló.
  • ¿Sabes? Estos zapatos no se llevan bien con los largos paseos de campo – indiqué mis pies – ¿a dónde me llevas?
  • No seas impaciente – se acercó a mí y se dio la vuelta – sube a mi espalda.
  • ¿Estás de broma? - giró el cuello y se agachó.
  • No tenemos todo el día, ____. Da un salto.
Solté un suspiro y me agarré sobre sus hombros para colocarme sobre su espalda y posicioné las piernas en su cadera. Di un pequeño salto y Zayn me agarró por debajo de mis muslos. Enseguida caminó a través de las calmadas aguas del río llenas de piedras.
  • ¿Está fría?
  • Un poco – rió – ¿vas bien?
  • Yo estoy muy cómoda – pasé mis brazos alrededor de su cuello para estar más segura de no caerme – ¿y tú?
  • No pesas nada – siguió caminando hasta la otra orilla. Cuando ya estábamos en tierra seca siguió caminando como si nada.
  • Me puedes bajar ya – le recordé que seguía sobre él.
  • Falta poco – ajustó mis piernas a su cintura para agarrarme mejor – No quiero que te caigas o te hagas daño con esos zapatos. El camino está lleno de piedras y ramas.
  • Gracias – susurré inclinando mi cabeza y apoyando mi barbilla en su hombro – todo esto es muy bonito. Me llevas al lago, ¿cierto?
  • Sí – suspiró – al final te diste cuenta. Estamos en Hoopes Dam. Pero hemos entrado por un sitio que nadie lo hace. Bueno, solo yo – rectificó.
  • ¿Vienes a menudo?
  • Cuando quiero estar solo. Tengo una historia con este sitio – sentí que se puso tenso – creo que gustara verlo. ¿Has venido antes?
  • No. Las excursiones no son lo mío – sonreí – pero creo que me pueden llegar a gustar.
  • Siempre que te lleve a caballo, ¿no? - ironizó.
  • Si venimos otra vez vendré mejor preparada. No tendrás que cargarme.
  • No me importa, _____. Llega a ser divertido. Estás con miedo a caerte, siento como aferras tus piernas a mí – me sonrojé – pero te tengo bien sujeta.
Llegamos al límite de los árboles. El lago se extendía a lo largo de todo mi campo de visión y en el agua se reflejaban los rayos de sol matutinos. En la orilla había una sábana con dos cestas encima. Me deslicé hasta que mis pies tocaron el suelo. Me puse frente a Zayn.
  • ¿Has preparado un picnic?
  • Sí, bueno … en una de las cestas tan solo hay algo de fruta y unos sandwiches. No es nada del otro mundo – dijo tímido.
  • Es perfecto – le sonreí – y, ¿la otra?
  • Ve a ver – me indicó con la barbilla.
Me puse de rodillas en la sábana blanca frente a las cestas. Zayn se sentó a mi lado con una pierna extendida y una rodilla flexionada donde apoyaba un brazo. Abrí la cesta de mimbre que él me indicó. Un jadeo se me escapó al ver su interior. Regalé a Zayn la mayor de mis sonrisas.
  • No me lo puedo creer. ¡Gracias!
Sin pensármelo dos veces extendí mis brazos alrededor de su cuello para abrazarlo. Durante unos segundos aspiré su aroma y noté la suavidad su piel en su cuello. Me separé y volví la vista a la cesta. Un cachorro dormía arrinconado sobre una tela beis. Era un perrito blanco con manchas marrones en el lomo, y unas orejas caídas del mismo color. Me daba pena despertarlo.

Regresé la mirada a Zayn. Una sonrisa natural protagonizaba su cara. La alegría llegaba a sus ojos, brillantes por la luz del sol. Se veía hermoso.
  • ¿Te gusta?
  • Me encanta. Mis padres nunca me dejaron tener mascotas, después me olvidé de esa idea, ¡pero me encanta! – sonreí. Tenía el impulso de volver a abrazarlo, pero reprimí las ganas.
  • No sabes cuanto me alegra – bajó la vista a la cesta – se ha despertado – sonrió.
Miré donde él. El perrito tenía unos ojos negro y brillantes. Estaba con su boca abierta y me miraba fijamente. Parecía que sonreía. Amaba a ese animalito. Lo cogí en brazos y lo acaricié. La respuesta fueron unos pequeños lamidos en mis manos y ladridos agudos. Era un cachorro feliz.
  • Es un Beagle. La perra de mi prima tuvo crías hace unos días … pensé que sería un buen regalo de cumpleaños.
  • Es precioso – dije acariciando la suave cabecita del pequeño – de verdad Zayn, me gusta mucho – no sabía si entendería cuán agradecida estaba.
  • ¿Cómo lo llamarás?
  • No lo sé – el cachorro escapó de mis manos y fue hasta Zayn, él lo recibió cogiéndolo y colocándolo sobre su pecho al tiempo que se tumbaba por completo sobre el suelo – ¿cuando preparaste todo esto? – me tumbé junto a él boca abajo, apoyando los codos en la sábana y acunando mi cabeza en mis manos – No dejarías a mi “cosita” aquí sola mucho tiempo, ¿verdad?
  • No – sonrió. El Beagle bajó de su pecho al suelo y se puso tumbado entre nuestros cuerpos – vine aquí justo antes de ir a recogerte. Antes de marcharme le di de comer. Suele ser muy tranquilo. ¿Cosita? - repitió riéndose.
  • Ya – reí – no sé como llamarlo.
  • Por el momento “cosita” – volvió a reír – ¿tienes hambre? - preguntó cogiendo la otra cesta y sacando un sandwich envuelto en papel.
  • No mucha – me asomé a la cesta y escogí una manzana – y, ¿cuando planeaste traerme?
  • Anoche, después de que colgaras – Zayn alargó la mano fuera de la sábana y arrancó un diente de león abierto – pide un deseo y sopla – puso frente a mí la flor.
  • No hace falta – sonreí. Zayn arqueó las cejas – mis padres ya me hicieron soplar las velas y pedí un deseo.
  • Nunca viene mal pedirlo varias veces. Más que nada por insistir – bromeó.
  • No hace falta – repetí – ese deseo ya se cumplió – estiré mis brazos y me tumbé del todo. El pequeño cachorro paseó por mi espalda.
  • ¿Qué pediste?
  • No quedarme sola …
El silencio se apoderó del momento. Llegó a ser incómodo y sentí la urgencia de darle una explicación.
  • Nunca pasé un cumpleaños sin mis amigas. Pensé que este sería un día más, que estaría estudiando. Nada de diversión … que la gente se olvidaría de mí – él iba a decir algo pero no le dejé – pero con mi familia he estado mejor que nunca, y después has llegado tú – Zayn luchó por aguantar una sonrisa, pero no le salió bien – y me has traído aquí y me has regalado esta “cosita” – reímos juntos – éste perro va a ser mi héroe para no sentirme sola.
  • No lo estás – me miró serio – están tu hermano, tus padres … yo.
  • Lo sé – sonreí abiertamente – por eso no quiero tentar a la suerte pidiendo más deseos – Zayn sopló el diente de león – ¿tú lo pediste?
  • Sí, pero no te lo diré – me guiñó un ojo. Cogió el cachorro de mi espalda y lo puso entre sus brazos empezando a jugar con él – así que, ¿este bicho es un héroe?
  • Dime tus super-héroes favoritos – sonreí.
  • Hmm … no sé. Spiderman, Superman, Batman, Hulk … ¿por?
  • ¿Peter Parker o Clark Kent? - hice caso omiso.
  • Clark Kent – rió – ¿qué pasa?
  • Acabamos de bautizar a la “cosita” - reí.
  • ¿Clark Kent?
  • Dejémoslo en Clark.
  • Hulk hubiese molado – echó su cabeza hacia atrás y dejó salir una carcajada – pero me gusta Clark. ¿A ti te gusta?
Zayn puso al cachorro frente a su cara y le lamió la nariz. Reí rodando por el suelo al ver la cara de Zayn por la sorpresa.
  • Sí, si que le ha gustado el nombre – seguí riéndome.
  • ¿De qué te ríes?
  • De ti – me incorporé y me puse frente a él aún sonriente – pero no te enfades.
  • ¿A cambio de qué?
Obviamente él no estaba enfadado pero retarse era divertido. Me aproximé más a él.
  • ¿Qué es lo que quieres? - miré sus preciosos ojos color avellana.
  • Hay muchas cosas que quiero de ti – susurró en un tono seductor – pero las conseguiré poco a poco, ya lo verás.

3 comentarios: