Pasamos
los días dando paseos, viendo la tele, en la piscina del hotel y
entreteniéndonos juntos todo lo que podíamos para matar el tiempo.
Pronto repetiríamos todas las formas de pasatiempo. Miré a Justin,
ya no escuchaba lo que emitían por televisión, estaba en su propio
mundo. Me senté en sus piernas y despertó de su ensimismamiento.
- ¿Hacemos algo?
- Estaba pensando en bajar esta noche a la fiesta del hotel.
- Pues ya podemos empezar a arreglarnos, queda menos de una hora para las diez – dije mirando el reloj.
- Empieza tú, yo voy a pedir que suban los trajes – me besó la mejilla.
Acababa
de ducharme, mi pelo aun estaba húmedo. Fui al baño para secarmelo
con el secador y después me lo alisé. Salí del baño y me puse en
el tocador de la habitación para empezar a recogerlo de alguna
manera.
Justin
había dejado la ropa tendida en la cama y se había metido en el
aseo.
Tardé
bastante en peinarme, Justin ya se estaba vistiendo con su traje y yo
empecé a maquillarme.
Después
cogí el vestido y los zapatos y me los llevé al vestidor para
cambiarme. Allí había un espejo de cuerpo entero, había quedado
perfecta. Salí de allí en busca de Justin, estaba guapísimo.
- ¿Me subes del todo la cremallera? - le pedí dándome la vuelta.
- Claro cielo – sonrió.
- Dime que no te has gastado mucho dinero en esto.
Justin
ya había hecho varios gastos en ropa, invitarme a comer y en taxis
para salir a pasear. Era cierto que disfrutaba con él, pero no me
gustaba que el pudiera derrochar tanto y yo no pudiera darle nada. Lo
último que me faltaba era un lujo en joyas.
- No ____, es de plata. No sabía lo que te gustaría así que me decidí por algo sencillo.
- Me gusta mucho – suspiré tranquila mientras sonreía – pero no hacía falta.
- Si que hacía falta, ese cuello no puede quedar vacío con un vestido como ese.
- Bueno, es cierto – me colgué de su cuello – gracias.
- Además, hoy hacemos un mes juntos … me apeteció regalarte esto – sacó un estuche donde quedaban unos pendientes y una pulsera a conjunto del collar.
- No pensé que le dieras importancia a cumplir un mes …
- El primero siempre es especial – me dio un beso fugaz.
Me
puse los pendientes y la fina pulsera y estuvimos listos para bajar
al salón de eventos. Habían muchas personas sentadas en varias
mesas y músicos al otro lado. Un camarero nos llevó a una mesa para
dos y retiró mi silla para que me sentara. Justin pidió un buen
vino blanco para beber y pedimos el menú especial de esa noche.
Había una serie de cubiertos a los lados del plato, los miré
tratando de recordar para que era cada uno y las normas de la mesa.
Justin rió.
- Hay que utilizarlos de adentro hacia fuera – me dijo.
- Lo sé. Alguna vez los he utilizado, pero sigo pensando que tanto cuchillo y tenedor es complicarse la vida.
- Lo mismo pienso yo – rió – aunque ya estoy acostumbrado …
- ¿Por qué brindamos? - le pregunté.
- Por ti, por mí … y por la escapada de lujo que estamos teniendo sin que nadie se entere.
- Me gusta – choqué mi copa con la suya – salud.
- ¿Te gusta? Has puesto una cara rara – sonrió.
- Sí, es que no estoy acostumbrada a beber – traté no pensar en el gesto que podría haber hecho.
- Vas a tener que hacerlo si quieres ir a futuras reuniones de empresa – me guiño el ojo.
- Ya, pedir un refresco sería muy cutre, ¿no?
- Me gustaría ver la cara del camarero si lo haces – empezó a reír.
- Claro, tú ríete – me crucé de brazos.
- Oh, no te enfades – alargó su brazo y cogió mi mano – ¿que bebidas te gustan?
En
ese momento llegó el camarero con los platos en una bandeja. Nos
sirvió el primer plato, era una ensalada muy completa con un toque
tropical. Mientras aliñábamos las verduras seguimos hablando.
- Dime, ¿sidra? ¿champagne? ¿Cocktails? O quizás, ¿cerveza? - me dio una lista de bebidas.
- Todos menos la cerveza con alcohol. El vino es que no lo aguanto a no ser que sea muy dulce, no sé por qué – me encogí de hombros.
- Vale, ¿que quieres pedir para ahora?
- No, Justin. No pidas nada, todavía tenemos vino.
- Ya ____, pero quiero pedir algo que a ti te guste.
- En serio Justin, no hace falta, este vino no es muy fuerte. Además, tienes razón, me tengo que acostumbrar – dije dando un trago después de probar la ensalada e intentando no hacer ningún gesto de desagrado – ¿que hay de segundo?
- Cocktail de gambas. Yo estoy deseando llegar al postre – dijo impaciente.
- ¿Qué hay?
- Soufflé de chocolate – sonrió – tienes que probarlo.
- Sabes que me pierde el chocolate – ambos reímos.
Seguimos
hablando de temas al azar mientras comíamos todos los platillos. La
música del ambiente era relajante, de estilo clásico y jazz. Poco
después llegó una cantante que se incorporó entre los músicos y
empezó a cantar “Broken Strings”. Mis ojos debieron empezar a
brillar, adoraba esa canción. Justin se limpió la boca con la
servilleta y se levantó para ponerse a mi lado y ofrecerme su mano
sonriente.
- ¿Bailamos?
Eché
la silla hacia atrás y cogí su mano. Estaba bastante nerviosa …
sentía que en cualquier momento me caería desde los altos tacones
que llevaba. Fuimos al centro del salón entre otras parejas.
- Justin, yo no sé bailar – inclinó la cabeza – bueno, no de manera clásica – sonrió.
- Tú, déjate llevar – puso sus manos en mi cintura – y no te preocupes.
- Agárrame fuerte, creo que me tambaleo – dije con una risita nerviosa.
- No te voy a soltar – puso sus labios en mi oreja – relájate.
Puse
mi mano sobre su hombro y unimos nuestras manos. Empezamos a movernos
de un lado a otro, de vez en cuando bajaba la mirada a mis pies,
rezaba para no pisarle. Sus ojos iban acordes a su resplandeciente
sonrisa. Elevó su brazo y me guió para dar una vuelta sobre mí
misma. Íbamos a un ritmo bastante rápido. Cuando terminó aquella
canción empezó “When You Believe”. Aminoramos el ritmo, pasé a
poner ambos brazos sobre su cuello y a acercarme a su cuerpo
colocando mi cara sobre su pecho. Justin rodeo mi cintura y pasamos a
mecernos y dar vueltas lentamente. Aquel momento era nuestro, nos
olvidamos del mundo, no existían problemas, solo estábamos
él y yo. Alcé la barbilla para ver su rostro cuando terminaba la
melodía. Sus labios buscaron los míos. Me sentía como en una nube.
Justin
cogió mi mano salimos del hotel a dar un paseo. No decíamos nada,
tan solo disfrutábamos de nuestra presencia. Era una noche
estrellada y empezaba a refrescar. Nos sentamos juntos en un banco.
Justin pasó su brazos por mis hombros y echó el cuello hacia atrás
para ver el cielo.
- Creo que soy demasiado feliz – susurró Justin repentinamente.
- ¿Por qué?
- Acabo de ver una estrella fugaz, y no supe que pedir – rió.
- Yo desearía que al volver a casa todo vaya bien … - alcé la vista al cielo oscuro con la esperanza de ver una estrella fugaz.
- ¿Tienes miedo?
- Un poco … no sé lo que me espera.
- Todo irá bien – depositó un beso en mi frente – ¿regresamos al hotel?
- Sí, hace frío – me levanté.
Fui
al baño para desmaquillarme y soltarme el recogido. Todavía había
un conjunto de lencería que no había utilizado. Tras darme una
ducha rápida me puse las piezas de ropa interior y el liguero, verme
de esa manera excitaba de manera rápida a Justin. Me puse por encima
el fino albornoz que había colgado al lado de la bañera y regresé
a la cama. Justin, solo con un pantalón, estaba junto a la mesilla
de noche con dos copas y una botella sobre una bandeja.
- ¿Que es eso?
- Pedí champagne – se acercó a mí ofreciéndome una copa alargada medio llena – dijiste que te gusta – afirmé con la cabeza – tenía ganas de festejar.
- ¿Y que festejamos? – tomé la copa.
- Que volví de Europa a tiempo – pasó su brazo por mi espalda pegándose a mí – que pasamos de ser amigos a pareja – me besó – y que sigamos juntos después de todo lo que hemos pasado – chocó su copa con la mía y dimos un tragos.
- Me encanta sentir las burbujas en la boca.
- Y a mí me encanta sentirte a ti – sin percatarme Justin tiró de la cinta del albornoz y desveló mi sorpresa – ¿podemos brindar por lo mucho que me encantas? - dijo contemplándome.
- Podemos brindar o … - rocé mis labios con el lóbulo de su oreja – puedes demostrarme cuanto te gusto pasando a la acción – dije con sensualidad.
Justin
cogió mi copa y la dejó en la mesilla de noche. Enseguida volvió a
mí para besarme y llevarme a la cama. Lo alejé de mí y lo empujé
para que se sentara en el filo del colchón. Puse mi pie entre sus
piernas para que me retirara la liga. Empezó el recorrido de sus
manos desde mis ingles hasta el tobillo. Adoraba sus manos, firmes,
alargadas, suaves y fuertes. Me puse de rodillas sobre él provocando
el roce de nuestros genitales. Justin se tumbó apoyando la espalda
en la cama y yo me desabroché el sujetador. Fui retirándolo
despacio y después lo lancé al otro lado de la habitación. Me
aproximé a él, besando su pecho y su cuello hasta su boca. Justin
llevó sus dedos hacia la orilla de mis braguitas y las fue bajando.
Al final, él se puso sobre mí y se encargó de que ambos quedáramos
como cuando habíamos llegado al mundo. Me pidió que me pusiera a
cuatro patas y de espaldas a él. Aquello me hizo sentir insegura, no
sabía lo que llegaba. Justin se puso el preservativo y me penetró
desde atrás mientras me agarraba por la cadera. Aquella nueva
postura hacía que me sintiera más plena. Escuchaba sus jadeos a la
vez que yo cogía aire. Las embestidas eran cada vez más
placenteras. Me quedé apoyada sobre un solo brazo y empecé a
masajearme el clítoris. Justin empujaba más y más rápido. Yo
llegué primero, después salió un leve gruñido de la garganta de
Justin y me abrazó por la cintura. Tiró de mi cuerpo hasta que
quedamos tumbados, yo sobre su pecho, escuchando el acelerado
golpeteo de su corazón.
- Te propongo un brindis – dije al ver las copas aún con líquido.
- ¿En honor a qué?
- A ésta gran noche – solté el aire retenido y me incorporé para darle su copa y yo coger la mía – Por nosotros – dijimos al unisono.

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