martes, 1 de enero de 2013

Capítulo 16: ¿Tienes Miedo?


Pasamos los días dando paseos, viendo la tele, en la piscina del hotel y entreteniéndonos juntos todo lo que podíamos para matar el tiempo. Pronto repetiríamos todas las formas de pasatiempo. Miré a Justin, ya no escuchaba lo que emitían por televisión, estaba en su propio mundo. Me senté en sus piernas y despertó de su ensimismamiento.
  • ¿Hacemos algo?
  • Estaba pensando en bajar esta noche a la fiesta del hotel.
  • Pues ya podemos empezar a arreglarnos, queda menos de una hora para las diez – dije mirando el reloj.
  • Empieza tú, yo voy a pedir que suban los trajes – me besó la mejilla.
Acababa de ducharme, mi pelo aun estaba húmedo. Fui al baño para secarmelo con el secador y después me lo alisé. Salí del baño y me puse en el tocador de la habitación para empezar a recogerlo de alguna manera.

Justin había dejado la ropa tendida en la cama y se había metido en el aseo.

Tardé bastante en peinarme, Justin ya se estaba vistiendo con su traje y yo empecé a maquillarme.

Después cogí el vestido y los zapatos y me los llevé al vestidor para cambiarme. Allí había un espejo de cuerpo entero, había quedado perfecta. Salí de allí en busca de Justin, estaba guapísimo.
  • ¿Me subes del todo la cremallera? - le pedí dándome la vuelta.
  • Claro cielo – sonrió.
Justin se acercó por detrás, primero pasó sus manos por mi cuello colgándome una fina gargantilla y terminó de subir el cierre del vestido. Puse en la palma de mi mano el colgante en forma de corazón con un pequeño brillante. Me giré y lo miré alarmada.
  • Dime que no te has gastado mucho dinero en esto.
Justin ya había hecho varios gastos en ropa, invitarme a comer y en taxis para salir a pasear. Era cierto que disfrutaba con él, pero no me gustaba que el pudiera derrochar tanto y yo no pudiera darle nada. Lo último que me faltaba era un lujo en joyas.
  • No ____, es de plata. No sabía lo que te gustaría así que me decidí por algo sencillo.
  • Me gusta mucho – suspiré tranquila mientras sonreía – pero no hacía falta.
  • Si que hacía falta, ese cuello no puede quedar vacío con un vestido como ese.
  • Bueno, es cierto – me colgué de su cuello – gracias.
  • Además, hoy hacemos un mes juntos … me apeteció regalarte esto – sacó un estuche donde quedaban unos pendientes y una pulsera a conjunto del collar.
  • No pensé que le dieras importancia a cumplir un mes …
  • El primero siempre es especial – me dio un beso fugaz. 
Me puse los pendientes y la fina pulsera y estuvimos listos para bajar al salón de eventos. Habían muchas personas sentadas en varias mesas y músicos al otro lado. Un camarero nos llevó a una mesa para dos y retiró mi silla para que me sentara. Justin pidió un buen vino blanco para beber y pedimos el menú especial de esa noche. Había una serie de cubiertos a los lados del plato, los miré tratando de recordar para que era cada uno y las normas de la mesa. Justin rió.
  • Hay que utilizarlos de adentro hacia fuera – me dijo.
  • Lo sé. Alguna vez los he utilizado, pero sigo pensando que tanto cuchillo y tenedor es complicarse la vida.
  • Lo mismo pienso yo – rió – aunque ya estoy acostumbrado …
El camarero llegó con una botella de vino, la abrió y nos sirvió en las copas. Dejó lo que quedó en la mesa y se marchó. Justin tomó su copa y yo la mía.
  • ¿Por qué brindamos? - le pregunté.
  • Por ti, por mí … y por la escapada de lujo que estamos teniendo sin que nadie se entere.
  • Me gusta – choqué mi copa con la suya – salud.
Tomamos un trago de aquel líquido casi transparente, era un vino muy suave, me alegré … no es que me gustara mucho el vino. Justin me miró curioso.
  • ¿Te gusta? Has puesto una cara rara – sonrió.
  • Sí, es que no estoy acostumbrada a beber – traté no pensar en el gesto que podría haber hecho.
  • Vas a tener que hacerlo si quieres ir a futuras reuniones de empresa – me guiño el ojo.
  • Ya, pedir un refresco sería muy cutre, ¿no?
  • Me gustaría ver la cara del camarero si lo haces – empezó a reír.
  • Claro, tú ríete – me crucé de brazos.
  • Oh, no te enfades – alargó su brazo y cogió mi mano – ¿que bebidas te gustan?
En ese momento llegó el camarero con los platos en una bandeja. Nos sirvió el primer plato, era una ensalada muy completa con un toque tropical. Mientras aliñábamos las verduras seguimos hablando.
  • Dime, ¿sidra? ¿champagne? ¿Cocktails? O quizás, ¿cerveza? - me dio una lista de bebidas.
  • Todos menos la cerveza con alcohol. El vino es que no lo aguanto a no ser que sea muy dulce, no sé por qué – me encogí de hombros.
  • Vale, ¿que quieres pedir para ahora?
  • No, Justin. No pidas nada, todavía tenemos vino.
  • Ya ____, pero quiero pedir algo que a ti te guste.
  • En serio Justin, no hace falta, este vino no es muy fuerte. Además, tienes razón, me tengo que acostumbrar – dije dando un trago después de probar la ensalada e intentando no hacer ningún gesto de desagrado – ¿que hay de segundo?
  • Cocktail de gambas. Yo estoy deseando llegar al postre – dijo impaciente.
  • ¿Qué hay?
  • Soufflé de chocolate – sonrió – tienes que probarlo.
  • Sabes que me pierde el chocolate – ambos reímos.
Seguimos hablando de temas al azar mientras comíamos todos los platillos. La música del ambiente era relajante, de estilo clásico y jazz. Poco después llegó una cantante que se incorporó entre los músicos y empezó a cantar “Broken Strings”. Mis ojos debieron empezar a brillar, adoraba esa canción. Justin se limpió la boca con la servilleta y se levantó para ponerse a mi lado y ofrecerme su mano sonriente.
  • ¿Bailamos?
Eché la silla hacia atrás y cogí su mano. Estaba bastante nerviosa … sentía que en cualquier momento me caería desde los altos tacones que llevaba. Fuimos al centro del salón entre otras parejas.
  • Justin, yo no sé bailar – inclinó la cabeza – bueno, no de manera clásica – sonrió.
  • Tú, déjate llevar – puso sus manos en mi cintura – y no te preocupes.
  • Agárrame fuerte, creo que me tambaleo – dije con una risita nerviosa.
  • No te voy a soltar – puso sus labios en mi oreja – relájate.
Puse mi mano sobre su hombro y unimos nuestras manos. Empezamos a movernos de un lado a otro, de vez en cuando bajaba la mirada a mis pies, rezaba para no pisarle. Sus ojos iban acordes a su resplandeciente sonrisa. Elevó su brazo y me guió para dar una vuelta sobre mí misma. Íbamos a un ritmo bastante rápido. Cuando terminó aquella canción empezó “When You Believe”. Aminoramos el ritmo, pasé a poner ambos brazos sobre su cuello y a acercarme a su cuerpo colocando mi cara sobre su pecho. Justin rodeo mi cintura y pasamos a mecernos y dar vueltas lentamente. Aquel momento era nuestro, nos olvidamos del mundo, no existían problemas, solo estábamos él y yo. Alcé la barbilla para ver su rostro cuando terminaba la melodía. Sus labios buscaron los míos. Me sentía como en una nube.

Justin cogió mi mano salimos del hotel a dar un paseo. No decíamos nada, tan solo disfrutábamos de nuestra presencia. Era una noche estrellada y empezaba a refrescar. Nos sentamos juntos en un banco. Justin pasó su brazos por mis hombros y echó el cuello hacia atrás para ver el cielo.
  • Creo que soy demasiado feliz – susurró Justin repentinamente.
  • ¿Por qué?
  • Acabo de ver una estrella fugaz, y no supe que pedir – rió.
  • Yo desearía que al volver a casa todo vaya bien … - alcé la vista al cielo oscuro con la esperanza de ver una estrella fugaz.
  • ¿Tienes miedo?
  • Un poco … no sé lo que me espera.
  • Todo irá bien – depositó un beso en mi frente – ¿regresamos al hotel?
  • Sí, hace frío – me levanté.
Justin se quitó la chaqueta de su traje y me la acercó para que introdujera los brazos. Se lo agradecí con un beso. Regresamos a nuestra suite y allí nos desvestimos. Dejamos la ropa colgada en perchas, ya las llevaríamos otra vez a la tintorería.

Fui al baño para desmaquillarme y soltarme el recogido. Todavía había un conjunto de lencería que no había utilizado. Tras darme una ducha rápida me puse las piezas de ropa interior y el liguero, verme de esa manera excitaba de manera rápida a Justin. Me puse por encima el fino albornoz que había colgado al lado de la bañera y regresé a la cama. Justin, solo con un pantalón, estaba junto a la mesilla de noche con dos copas y una botella sobre una bandeja.
  • ¿Que es eso?
  • Pedí champagne – se acercó a mí ofreciéndome una copa alargada medio llena – dijiste que te gusta – afirmé con la cabeza – tenía ganas de festejar.
  • ¿Y que festejamos? – tomé la copa.
  • Que volví de Europa a tiempo – pasó su brazo por mi espalda pegándose a mí – que pasamos de ser amigos a pareja – me besó – y que sigamos juntos después de todo lo que hemos pasado – chocó su copa con la mía y dimos un tragos.
  • Me encanta sentir las burbujas en la boca.
  • Y a mí me encanta sentirte a ti – sin percatarme Justin tiró de la cinta del albornoz y desveló mi sorpresa – ¿podemos brindar por lo mucho que me encantas? - dijo contemplándome.
  • Podemos brindar o … - rocé mis labios con el lóbulo de su oreja – puedes demostrarme cuanto te gusto pasando a la acción – dije con sensualidad. 
Justin cogió mi copa y la dejó en la mesilla de noche. Enseguida volvió a mí para besarme y llevarme a la cama. Lo alejé de mí y lo empujé para que se sentara en el filo del colchón. Puse mi pie entre sus piernas para que me retirara la liga. Empezó el recorrido de sus manos desde mis ingles hasta el tobillo. Adoraba sus manos, firmes, alargadas, suaves y fuertes. Me puse de rodillas sobre él provocando el roce de nuestros genitales. Justin se tumbó apoyando la espalda en la cama y yo me desabroché el sujetador. Fui retirándolo despacio y después lo lancé al otro lado de la habitación. Me aproximé a él, besando su pecho y su cuello hasta su boca. Justin llevó sus dedos hacia la orilla de mis braguitas y las fue bajando. Al final, él se puso sobre mí y se encargó de que ambos quedáramos como cuando habíamos llegado al mundo. Me pidió que me pusiera a cuatro patas y de espaldas a él. Aquello me hizo sentir insegura, no sabía lo que llegaba. Justin se puso el preservativo y me penetró desde atrás mientras me agarraba por la cadera. Aquella nueva postura hacía que me sintiera más plena. Escuchaba sus jadeos a la vez que yo cogía aire. Las embestidas eran cada vez más placenteras. Me quedé apoyada sobre un solo brazo y empecé a masajearme el clítoris. Justin empujaba más y más rápido. Yo llegué primero, después salió un leve gruñido de la garganta de Justin y me abrazó por la cintura. Tiró de mi cuerpo hasta que quedamos tumbados, yo sobre su pecho, escuchando el acelerado golpeteo de su corazón.
  • Te propongo un brindis – dije al ver las copas aún con líquido.
  • ¿En honor a qué?
  • A ésta gran noche – solté el aire retenido y me incorporé para darle su copa y yo coger la mía – Por nosotros – dijimos al unisono.


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