domingo, 13 de enero de 2013

Capítulo 4: ¿Asustada?



Despertar con sus dedos trazando líneas por mi espalda fue lo más agradable que pudo haber en cualquier mañana de mi vida. Las suaves sábanas tapaban hasta la altura de nuestra cadera ocultando nuestras piernas entrecruzadas. Mi cabeza reposaba sobre el pecho de Justin y podía escuchar el acompasado ritmo de su corazón. Alcé la vista para encontrarme con sus ojos.
  • Hola – sonreí, aún un poco soñolienta.
  • Buenos días nena – besó mi frente – ¿qué tal dormiste?
  • Mejor que nunca – respondí bostezando – ¿qué hora es?
  • Mediodía – sonrió – ¿aún tienes sueño?
  • Un poco – reí girando sobre mí misma para ponerme boca abajo abrazando una almohada.
  • Eres increíble – suspiró inclinándose hacia mi espalda y acariciando mi cintura – voy a ducharme – besó mi hombro.
  • Después te acompaño – bromeé.
  • Y yo que creía haberte dejado abatida esta noche – rió levantándose.
Se fue al baño y me dejó sola. Me quedé en un estado de semi-consciencia por el cansancio, medio dormida y medio recordando la noche que habíamos pasado. Era difícil borrar la sonrisa de mi boca. Diez minutos después Justin salió con una toalla entorno a su cintura con ligeras gotas de agua cayendo desde su pelo. Me mordí el labio inferior conteniendo un suspiro por lo erótica que era la imagen. Daban ganas de repetir todo lo que había pasado en la cama hacía horas.

Me levanté enrrollándome las sábanas alrededor del cuerpo y pasé a su lado para tomar mi turno en la ducha. Justin me detuvo cogiéndome de la muñeca. Lo miré interrogante.
  • No viniste a hacerme compañía – reí por lo bajo – y para que lo sepas, con esa sábana despiertas mi apetito.
  • ¿No te cansas?
  • De ti no – rozó nuestros labios – y apuesto que tú tampoco.
  • Para ser justos, mojado y con una toalla dan ganas de hacerte muchas cosas. Pones a prueba mi imaginación – Justin echó su cabeza hacia atrás riéndose. Me mordí el labio … no podía ser más sexy.
  • ¿Y que esperas a ponerlo en práctica?
  • Esperaré a esta noche, no te lo voy a dar todo en un solo asalto.
  • Estaré impaciente – respondió en su tono más juguetón.
  • Come ansias – me burlé dirigiéndome a la ducha.
Tras varios minutos relajándome en el agua caliente salí del baño envuelta en una toalla y con el pelo en una coleta. Al cabo de un momento me acorde de que el bolso con mi ropa se había quedado en el maletero del coche. Fui hacia la cocina. Justin estaba preparando algo para comer.
  • Biebs, se me olvidó la ropa en tu coche – le comenté poniéndome a su lado para ver que cocinaba – ¿patatas fritas y carne?
  • Sí, siempre es un acierto – sonrió – ponte algo mío si quieres para estar por casa. Voy ahora a por tu ropa – me besó – vuelvo en cinco minutos.
  • Gracias.
Justin cogió las llaves del recibidor y salió por la puerta disparado. Mientras le esperaba fui a su dormitorio para rebuscar entre su ropa y ponerme una camiseta que quedaba por debajo de mis nalgas. Aproveché para organizar un poco el desastre que habíamos generado alrededor de la cama.

Recogiendo la ropa del suelo y metiéndola en un cesto, encontré el móvil en el bolsillo del pantalón. Miré las novedades. 00:07<<Gatita, te has pasado con esa chica>> 00:44<<Tus chillidos se oyen desde aquí, ¿a que jugáis? x)>>02:13 <<Yo soy mil veces mejor que el mi*erda de Justin>>12:25 <<Buenos días nena, ¿sabes cuál es mi plan de hoy? Seguir observando por donde mueves tu cu*lo ;)>> Todos los mensajes procedían de un número oculto. Tiré el móvil con frustración a la cama llevándome las manos a la cabeza y tirando ligeramente de las raíces.

Justo en ese momento Justin entró dejando el bolso en el suelo.
  • Hey, ¿qué pasa?
  • Un pu*to psicópata es lo que pasa – dije sin alzar mi vista.
Justin enseguida vio el móvil en la cama, lo cogió y comprobó lo que yo ya había leído. Su sangre palpitaba en su cuello, hervía de ira. Noté que estaba farfullando y entendí algo como “lo mataré”. Mi piel se erizó ante esa amenaza. Justin podía meterse en muchos líos y peleas, pero hasta donde yo sabía, no era un asesino. Sí, llevaba una pistola y amenazaba a la gente con ella, la podría haber disparado más de una vez, pero no mató a nadie, no.

Sus ojos se posaron en los míos.
  • ____, ¿estás bien? – asentí sin creérmelo ni yo – No te puede hacer nada. No es lo suficientemente valiente como para dar la cara. Pero yo me voy a encargar de encontrarlo – dijo un punto de veneno en sus palabras.
  • ¿Cómo? Justin no quiero meterte en problemas.
  • ¿Crees que me voy a quedar quieto con esta situación? Ayer mismo ya hablé con los chicos en la discoteca sobre lo que pasaba.
  • ¿Para qué?
  • Porque ese hijo de p*uta te sigue de muy cerca y alguien tiene que verlo. Además, parece que también me conoce a mí.
  • ¿Qué vas a hacer Justin?
  • Que se arrepienta de haber nacido.
Justin salió del cuarto y llamó por teléfono a alguien. Iba a averiguar sus planes cuando el tono de llamada de mi móvil empezó a sonar. Justin y yo cruzamos una mirada de tensión, justo antes de que Justin me arrebatara el teléfono lo aparté porque vi que era mi madre.
  • ¡Hola mamá! - saludé mirando a Justin. Él asintió y fue a su cuarto para seguir con la llamada que tenía pendiente – ¿qué tal por casa?
  • Todo tranquilo, como siempre. ¿Y tú? ¿Cómo fue la fiesta?
  • Bien, fue bien. Nos cansamos pronto y fuimos a casa de Ally para charlar. Ahora íbamos a cocinar algo para comer.
  • Oh, de acuerdo, solo quería comprobar que estás bien.
  • Lo estoy, no te preocupes.
  • Tu padre te manda un saludo. Diviértete.
  • Un beso para los dos.
La línea se cortó. Me asomé al cuarto, Justin seguía hablando entretenidamente con alguien. No quise meterme, prefería que él me contara después lo justo y necesario.

Fui a la cocina para seguir con la comida que Justin había dejado a medias. Terminé de cortar las patatas y de aliñar la carne y puse cada cosa en una sartén para que se cocinara. Justin apareció por detrás dándome un beso en la mejilla.
  • Vístete – me ordenó – Después de comer tenemos reunión con los chicos.
  • ¿Dónde?
  • ¿Importa? - rodó los ojos – Quedé con ellos aquí, pero después nos iremos a algún local de juego. ¿Satisfecha?
Asentí. Justin estaba de mal humor. La presión le descontrolaba y en esos casos era mejor no meterse con él. Salí de la cocina americana y fui hasta el dormitorio para vestirme.

Tras quitarme la camisa de Justin y ponerme ropa interior limpia me introduje en un vestido blanco con un cinturón beis ancho en la cintura. Me calcé unas botas a juego con el cinturón y regresé al salón. Justin ya había puesto la comida en la mesa junto al sofá.

Me senté a su lado mientras cogía una patata frita y me la llevaba a la boca. Justin rodeo mi cintura mientras apoyaba la cabeza en su hombro. En la televisión aparecían Los Simpson, uno de tantos capítulos repetidos. Apenas tenía apetito por todos los nervios.
  • ____, come rápido, los chicos estarán aquí pronto.
  • ¿Quieres dejar de mandarme? - dije algo irritada sin alzar la voz.
  • Idiota – dijo levantándose y encerrándose en el cuarto dando un portazo.
  • ¡Tú lo eres más! - grité.
Corté un trozo de carne y lo mastiqué. Me obligué a comer por el simple hecho de que en menos de un día solo había tomado las bebidas alcohólicas de la noche anterior. En cinco minutos terminé y fui al cuarto de Justin para coger mi neceser con mi cepillo de dientes y el maquillaje. Justin estaba tumbado en la cama mirando a través de la ventana. Se había cambiado de ropa: unos pantalones vaqueros muy desteñidos, un suéter gris con una gorra y un chaleco por encima. No podía tener más aspecto de chico malo. Pasé de él sin dirigirle la palabra y fui directa al baño. Me encerré y me di unos ligeros retoques con iluminador. Después me eché algo de perfume y Justin abrió la puerta del baño.
  • ¿No sabes llamar? - le acusé. Bufó con sarcasmo en respuesta – ¿que quieres?
  • Lucas está abajo esperando.
  • Genial, yo ya estoy lista – dije con sequedad pasando por su lado.
  • _____.
  • ¿Qué? - me giré cruzando los brazos.
  • Lo siento.
  • ¿El qué? ¿Ser un idiota? - me mofé. Sus labios se tensaron en una línea – De acuerdo, perdona. Los dos estamos muy irritables …
  • Cierto – asintió y quedó pensativo – aún así, no debí hablarte mal. Eres la última persona con quien pueda desquitarme.
  • Puedes contarme todo lo que pienses Justin – cogí su mano – siempre y cuando no me insultes – reí por aflojar la incomodidad.
  • Lo sé – llevó mi mano a sus labios – de verdad que lo siento.
  • Ya no importa – me encogí de hombros – Vamos, nos están esperando.
Bajamos a la calle sin decir nada. Aunque nos hubiéramos disculpado seguíamos tensos. Lucas nos esperaba tomando un café en la cafetería de la esquina.

Justin y yo nos sentamos juntos en la mesa donde estaba Lucas. Él era mi compañero de clase desde hacía tiempo y desde que coincidimos en alguna fiesta congeniamos. Poco después me presentó a Justin porque pensaba que éramos muy parecidos, y no se equivocó.

Pedimos un café para acompañarlo mientras esperábamos a alguien. Justin empezó a hablar con Lucas como si yo no estuviera.
  • ¿Convenciste a Johnny?
  • No hizo falta, tan solo tuve que decirle que pasaba y se ofreció – Justin asintió serio mientras mantenía su mirada fija en Lucas.
  • ¿De qué habláis? - interrumpí.
  • Cosas nuestras – replicó Justin. Me crucé de brazos chasqueando con la lengua – ¿tienes que saberlo todo?
  • Vamos Biebs, no es para tanto – medió Lucas – de todos modos nos hemos reunido por ella.
  • Gracias Lucas. A Justin le encanta el secretismo, ¿me ayudas?
  • No dramatices – se quejó Justin mirándome mal – el plan es mirar con detalle quién está siempre a tu alrededor.
  • Exactamente. Los sitios públicos son perfectos para ver quién se acerca a ti. Me he sentado en el sitio más alejado de la ventana para algo.
  • ¿Y Johnny que tiene que ver?
  • Más ojos, más protección para ti – Justin se encogió de hombros – además, le necesitamos para ir al Topsham.
  • ¿A qué vamos a jugar?
  • Nosotros a poker, tú te mantendrás cerca y punto – sentenció Justin.
  • Que bien – bufé.
  • Yo me encargo de que no te aburras – dijo Johnny por detrás – hola chicos – alzó la mano.
  • Tan puntual como siempre – masculló Justin girando la cara.
  • Oh, Biebs está de malas pulgas – se burló – ¿a qué esperamos para irnos?
  • ¿Has mirado ya quién hay cerca? - le preguntó Lucas.
  • Obviamente, tengo cada cara grabada en mi cabeza.
  • Vayámonos de una vez entonces – dijo Justin levantándose de un golpe.
Justin salió por delante de todos, yo los seguí de cerca por detrás. Lucas aminoró su paso para ponerse a mi lado y pasar su brazo por mis hombros para hacerme sentir mejor, como si supiera lo que estaba pensando.
  • No le hagas caso. Se pone así siempre que se preocupa por algo y no sabe bien que hacer.
  • Lo sé … gracias por ayudar Lucas.
  • Bah, no es nada. A demás, hace tiempo que no nos metemos en líos – reí rodando los ojos – y hablando de líos, por ahí se habla de lo bien que peleas.
  • Ya lo sabes, no te metas conmigo – bromeé.
  • Fff, no, jamás, que miedo – reímos rompiendo la tensión.
Justin se giró malhumorado cuando abrió el coche. Decidí no prestar atención a sus malos gestos, Lucas y yo nos pusimos en la parte trasera del coche riéndonos aún.

Justin condujo por encima del límite de velocidad hacia el local de ocio. Topsham era el sitio favorito de los chicos, siempre ganaban dinero. Nunca había ido, siempre que se reunían iban solo los chicos de la pandilla. Cuando llegamos al aparcamiento me alegré de que Justin nunca me hubiera llevado; solía estar acostumbrada a las malas compañías, a ver peleas, narcotráfico, navajas y pistolas pero en aquel ambiente se respiraba pura delincuencia y gente con las peores intenciones y sumergidos en la miseria.

En cuanto salí del coche Justin se puso a mi lado y me apretó de la cintura. “No te separes de mí”, susurró en mi oído. Pretendía mostrarse duro, pero yo podía notar la angustia en su voz y la alerta en sus ojos. Los bíceps de Justin se notaban tensos alrededor de mi cintura. Me sentí completamente indefensa en aquella situación.
  • ____, no me mires así – Justin bajó su barbilla y niveló su mirada con la mía – ¿asustada?
Debía estar mirándolo como si fuera mi único escudo. Realmente, Justin intentaba cuidarme y mantenerme a salvo, no quería dificultarle las cosas. Sacudí la cabeza para negar estar atemorizada. Era lo único que podía hacer, una sola palabra deslizada desde mi garganta hubiese delatado mi estado de nerviosismo. Justin torció sus labios en una sonrisa burlona. Puso sus manos en mis mejillas mirándome a los ojos.
  • Ya te lo dije, no voy a dejar que te pase nada.
Sus labios presionaron los míos durante dos segundos y después se separó. No podía dejarse ver en plan tierno en aquel momento, no, seguramente tenía ya su fama de chico duro y peligroso como yo lo había reconocido hacía meses, con esa figura que me volvía loca.

Los chicos pasaron por delante de nosotros al Topsham. Justin se fue con Lucas a la mesa de poker para jugar en parejas. Johnny por su parte se fue a jugar con las tragaperras.

Como me dijo Justin, me mantuve cerca de él, a su vista sentada en un taburete de la barra del bar. Me pedí una limonada mientras miraba como iban los juegos. Justin estaba muy concentrado, Lucas y él compartían un lenguaje corporal que nadie descifraba y les ayudaba a ganar casi todas las partidas.

El camarero interrumpió mis pensamientos poniéndome otro refresco en la barra. Le miré confundida porque no había pedido nada más.
  • Le invita un chico que hay a … – se giró hacia otro lado – allí – respondió confundido cuando no vio a nadie – había un tipo que me dijo que te diera el cubata y pagó tu limonada.
  • ¿Cómo era?
  • Mmm, iba con una gorra y apenas se le veía con la visera, pero juraría que era moreno y tenía tatuajes en el brazo.
  • Genial …
Había montones de personas morenas y con tatuajes en este local, sería difícil descubrir a mi acosador con esos datos.


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