Capítulo 5: Siempre Entrometiéndote en mis Decisiones

>>Dedicado a mi hermana perdida por su cumpleaños :))

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Johnny volvió a sobresaltarme por detrás con una sonrisa traviesa. Le miré seria.

• ¿Qué? ¿Te aburres?
• Un desconocido me acaba de invitar a una bebida, pero apostaría que es el psicópata que me sigue.
• Esa es una buena apuesta – asintió en un tono irónico. – Le he visto irse por detrás, no creo que esté muy lejos. Probablemente se haya quedado para ver cuando sales.
• El camarero dice que es moreno con tatuajes en el brazo.
• Sabes que eso no ayuda mucho aquí … vamos, juguemos al billar.
• ¿En serio?
• Sí, relájate. Confío en tu buena puntería – me guiñó el ojo juguetón.
• No soy especialmente buena.
• Da lo mismo.

Johnny cogió mi mano y tiró de ella hasta que llegamos a la gran mesa de billar. Dos tipos y una chica embutidos en cuero se estaban preparando para empezar una partida. Johnny sacó dos billetes grandes y los puso frente a ellos para entrar en la apuesta.

El tipo más grande golpeó el triángulo esparciendo todas las bolas. La chica que lo acompañaba era ágil en el juego, sin embargo Johnny se las arregló para sacarles ventaja y yo colaboré metiendo también un par de bolas fáciles.

Acabamos ganando en menos de lo que yo pensaba. Nuestros rivales nos miraron asqueados y con odio al vernos coger su dinero. Johnny puso su típica cara de orgulloso y prepotente lo que provocó una discusión entre los dos tíos y mi acompañante.

• ¿De qué mierda te ríes niñato?
• ¿Yo? De vuestras caras de perdedores – les vaciló Johnny.

Di un paso atrás sabiendo que aquello iba a ponerse a peor. Busqué a Justin con la mirada. Los gritos que había empezado a lanzar uno de los tipos a Johnny alertaron a todo el local. Johnny no se anduvo con rodeos, no era de alzar la voz. Cogió al pandillero más grande del cuello y lo arrinconó contra la pared provocando que su cabeza diese un gran golpe. Lo sacudió varias veces para que su cráneo se diera fuertemente mientras le decía cosas ininteligibles para la audiencia, probablemente le estaba describiendo el infierno en su oído.

El otro pandillero sacó un cuchillo y fue a por Johnny. A partir de ahí todo fue muy rápido. Justin se levantó tirando la silla y corrió hasta el tipo que iba a apuñalar a Johnny por la espalda. Justin le dio un puñetazo en la cara y bloqueó el brazo de su contrincante para atestar otro golpe en el estómago que hizo que se inclinara. Lucas fue para separar a Johnny del tipo medio inconsciente tirado en el suelo. Nadie más se metió, aquello era asunto de pandillas y la de Justin era jodidamente conocida por ir a por todas sin temor a nada. Estaban acostumbrados a lo peor.

Cuando parecía que los chicos habían dado por acabada la pelea el chico reclinado sobre sus rodillas se levantó introduciendo la navaja en el costado de Justin. Un grito ahogado salió de mi boca. Lucas dio dos zancadas hasta aquel desgraciado y le dio una patada en el pecho que lo tiró al suelo, Justin a duras penas le dio otra en las costillas dejándolo sin respiración.

Johnny pasó el brazo de Justin por encima de sus hombros para que se apoyara y se lo llevó de allí. Lucas me cogió a mí mientras íbamos tras ellos. Justin se sacó el cuchillo por el camino maldiciendo a todo lo que pasaba por su cabeza.

Abrí la puerta trasera del coche de Justin y Johnny lo ayudó a sentarse. Lucas se puso de copiloto y Johnny se puso de conductor a la vez que yo me puse al lado de Justin.

• ¿Estás bien? - me preguntó Justin.
• ¿Me lo preguntas a mí? El herido eres tú – dije alzando su camisa – Madre mía, deberíamos ir al hospital.
• No. Preguntarían que ha pasado - replicó Justin.
• Inventamos una historia, un accidente en la cocina y punto. Johnny ve al hospital.
• He dicho que no. Conduce a mi casa – puse mala cara – no pasa nada.
• Eso no se va a curar solo – le reproché.
• No es la primera vez que pasa ____. Tengo un botiquín en casa. Eso bastará.
• ¡Joder Justin!
• ¿Por qué tienes que ser tan tozuda?
• Dejad de pelear – interrumpió Lucas – sangrarás más rápido. Llamaré a mi hermana, ella está haciendo prácticas de enfermera y a mí ya me curó una vez una herida parecida.

No dije nada más. Mientras Johnny conducía lo más rápido que podía yo iba limpiando la herida con un pañuelo. La sangre era muy escandalosa. Justin hacía presión sobre ella apretando los dientes y echando el cuello hacia atrás.

En un cuarto de hora llegamos al departamento de Justin. Johnny se fue con Lucas para traer a su hermana. Justin se quedó sentado en el sofá con los ojos cerrados. Fui a por el botiquín que había en el baño y me puse a su lado. Le ayudé a quitarse el suéter por encima de la cabeza.

• Nena, quita esa cara. Parece que vas a potar. ¿Tanto asco doy? - se rió de sí mismo.
• No, idiota – me arrodillé frente a él y empecé a desinfectar la herida. Inconscientemente las lágrimas sumergieron de mis ojos. Las retiré a toda prisa con el dorso de mi mano.
• ¿Por qué lloras?
• No lo sé – gemí – supongo que porqué esto es mi culpa, porque estoy impotente, me siento una inútil – seguí limpiando la herida evitando mirar sus ojos.
• ¿Qué? ¡No! Esto ha sido por defender al imbécil de Johnny, ¿que tienes que ver en eso?
• Fuimos al Topsham por si nos seguía el acosador.
• Y el muy desgraciado no apareció … pero ___, yo voy siempre allí, si no hubiera pasado hoy hubiese sido otro día que no estuvieras, esos sitios son así. Tú no tienes nada que ver con esto, ¿de acuerdo? - asentí pesadamente – y ¿Sabes lo mejor que puedes hacer ahora por mí?
• ¿Qué?
• Venir aquí para ayudar a que me relaje.

Justin abrió el brazo de su costado sano y me recosté con él acariciando su pecho. Su respiración era pausada y profunda tal y como lo necesitaba para que su corazón bombeara despacio.
Minutos después sonó el timbre y tras la puerta estaban Johnny, Lucas y su hermana.

• Hola Rebecca – le saludé.
• Hola – me devolvió el saludo secamente y pasó dentro junto a Justin – ¿en que lío te has metido ya?
• Salvando el culo de Johnny – respondió Justin con un toque de humor.
• Ya bueno – se quejó el aludido – esa va por todas las veces que te lo salvé yo.
• Mentiroso, me debes una buena – la ironía no desparecía de su voz – ¿cómo me la vas a pagar?
• Posiblemente cazando al pretendiente de ____.
• Me parece un buen trato – dijo Justin conforme – ¿algún sospechoso?
• Tengo dos, uno de ellos lo es seguro. Pero no me decanto por ninguno – hizo una pausa – todavía.
• Todavía – repitió Lucas – pero hay que darse prisa. Esta pelea nos ha descentrado.
• Podríamos haberle cogido al salir de Topsham – dije yo – pero claro, esto es más importante.
• ¿De qué hablas?

Justin hizo un gesto de dolor mientras Rebecca le cosía la herida.

• El tipo éste invito a nuestra amiga ___ a un refresco – aclaró Johnny.
• No me lo has dicho – me acusó Justin.
• No tuve ocasión.
• Justin ¿quieres estarte quieto? – le reprendió Rebecca empezando a vendar.
• El tío es moreno con tatuajes en un brazo – le expliqué. Justin quedó meditabundo mientras apretaba el puño – ¿que pasa?
• Troy.
• ¿Quién es Troy? - preguntó Lucas.
• Uno de mis sospechosos – respondió Johnny – ligó con ____ en la disco y tuvo un pequeño encuentro con Justin.
• En menudos líos os metéis – bufó Rebecca negando con la cabeza.
• Nadie ha pedido tu opinión – replicó Justin.
• Ya, pero me ha dado la gana de darla ya que he dejado todo lo que estaba haciendo por ti.
• Yo no te he pedido nada.
• Se lo he pedido yo por ti – contestó Lucas – deberías ser un poco más agradecido con mi hermana, Justin.
• Te lo agradezco profundamente – dijo Justin a Rebecca con sorna mientras se levantaba y hacía una pequeña reverencia – Espero que tengas noticias pronto sobre el psicópata – se dirigió a Johnny – Pronto – enfatizó.
• Confía en mí – ambos asintieron como si acabaran de firmar un trato.
• Vámonos ya, Lucas – se quejó Rebecca.
• Sí – miró a Justin – te veo pronto.

Todos se fueron y nos dejaron a mí y a Justin solos de nuevo. Cuando se cerró la puerta me giré para mirar donde se había ido Justin. Lo vi yendo al frigorífico para coger una cerveza. Fui rápido hacia él y le quite la lata de las manos.

• ¿Qué haces?
• Tiene alcohol, estás herido, deberías tomarte algún medicamento.
• Tonterías, esto lo cura todo. Además, tengo sed – intentó quitarme la cerveza de las manos, yo la quité de su alcance.
• Si tienes sed, bebe agua – me reí.

Su cara severa y de desaprobación fue desvaneciéndose al verme reír. Pensé que volvería a montar un drama y se enfadaría conmigo, pero extrañamente se lo había tomado bien.

• No puedes evitarlo, ¿no? - incliné la cabeza en respuesta a mi confusión – siempre entrometiéndote en mis decisiones.
• Supongo que tienes razón, no lo puedo evitar – me encogí de hombros – tan solo me preocupo por ti.
• Deberías preocuparte de ti misma. Yo solo me las arreglo bien – alcé una ceja.
• ¿Por eso no querías que Rebecca te curase?
• No. Ella está por mí, pero yo nunca he querido nada con ella.
• Por eso ha sido tan antipática … – comprendí. Justin asintió – Bueno, si te las arreglas bien solo no necesitas que haga de enfermera, ¿no? - sonreí jugueteando con mi pelo.
• ¿Qué te pasa por mente? - me devolvió una sonrisa pícara.
• Bah, poca cosa – hice un gesto con la mano para restarle importancia – tan solo iba a cuidarte el resto del día – me acerqué a su oído – y de la noche.
• Mmm … ahora que lo pienso – pasó su brazo por mi cintura pegando nuestros cuerpos – quizás necesite un extra de mimos.
• Necesitas relajarte – rodeé su cuello y lo acaricié cariñosamente.
• No estoy acostumbrado a eso, mucho menos a que alguien me trate con la delicadeza que lo haces tú. Ya sabes que mis padres nunca estuvieron cuando los necesitaba, y eso me hizo más fuerte … por eso me fui. Desde entonces solo he confiado en los chicos, ellos son los únicos que no me traicionarían, pero ya sabes, cada uno vamos a nuestra bola. Y ahora estás tú, queriendo evitar cualquier mal menor que yo pasaría por alto – suspiró – Créeme, no es fácil que de repente alguien te preste tanta atención. Me siento como un niño.
• ¿No te gusta? Necesitas espacio – reflexioné alejándome un poco de él.
• No, no, no. Es raro, pero a la vez sienta bien – volvió a juntar nuestros cuerpos y remetió un mechón de pelo detrás de mi oreja – Siento haberte hablado tan mal hoy, me vuelve loco la idea de que te preocupes por mí cuando siento que tu corres más peligro que yo, me cabrea que no lo entiendas. Por cursi que suene, eres demasiado importante para mí.
• Vas a hacer que me emocione Justin – dije apoyando mi cara en su hombro – no sé que decir después de todo eso.
• Con que te quedes conmigo es suficiente – me apretó más contra él y yo me puse tensa. No porque él me molestara, no por su culpa, sino porque mi móvil empezó a sonar desde mi bolso. – Pon el manos libres – dijo tomando la misma postura que yo.

Ambos sabíamos quien era. La misma mala espina nos dio a los dos. Durante todo el día habíamos estado peleados y el acosador había estado tranquilo, pero quién sabía si nos estaba mirando por las ventanas. Aquello hizo que un escalofrío me recorriera por cada rincón erizando mi vello. Saqué el teléfono del bolso y apreté el botón de aceptar la llamada con torpeza. No dije nada, tan solo deje salir todo el aire contenido desde que escuché el tono de mi móvil.

• Hey, baby. ¿Asustada? - rió – Espero que tomaras el cubata en mi honor.
• Si lo hubiera hecho me hubiesen dado nauseas – contesté.
• Eso es porque no me has visto todavía. Yo te podría dar mucho más que tu novio anoche, ¿sabes?
• Maldito cabrón – gritó Justin quitándome el móvil – dime donde estás y voy ahora mismo a matarte. Deja a _____ si aprecias tu vida porque si no acabas tres metros bajo tierra te haré pasar la peor de las pesadillas.
• Tiemblo de miedo Justin – se burló – ya veremos quién acaba siendo la víctima en este triángulo si tú no te separas de mi nena.
• Dime un sitio y una hora, Troy – me sorprendí de que lo llamara así sin estar seguro de que era él – te aseguro que tus segundos están contados.
• ¿Quién te dijo que soy Troy? - rió – yo no soy Troy, ¿o si lo soy? No sé, ahora hasta a mí me has confundido – ironizó – ____, ¿cómo aguantas un tío tan enredoso?
• No le vuelvas a hablar, ¿te enteras? Te voy a encontrar, te voy a torturar y vas a maldecir el día en que te fijaste en mi chica. Te lo juro por mi vida.

Justin apretaba cada vez más el móvil entre sus dedos. Sus nudillos estaban blancos y su cara roja. Su cuerpo entero irradiaba ira, parecía una bomba a punto de explotar. Le quite el teléfono despacio y me alejé de él. Yo ya estaba más tranquila para hablar.

• Dime una cosa, si tan seguro estas de ser mejor que Justin ¿por qué no sales de la madriguera y lo demuestras? Tengo curiosidad por saber quién eres. Si te gusto, en algún momento tendrás que dejarte ver y comprobar que tú me gustes.
• Yo le gusto a todas, nena. Sé que a ti también, tú también lo sabes.
• Pues a mí esto no me gusta nada. ¡Dime quién co*ño eres!
• No te alteres. Tan solo dale tiempo a tu chico para hacerse a la idea de que lo dejes por mí – colgó.
• Pu*to psicópata – grité aunque ya no me escuchase.

Vi a Justin ponerse una camiseta limpia y meterse una pistola detrás del pantalón. Se agachó para ajustarse sus zapatillas. Abrió la puerta y me lanzó una mirada llena de emociones: ira, cólera, ganas de tirar todo a su paso, pero al mismo tiempo pánico y terror. Sin cruzar palabra salió del departamento dando un portazo.