Seguimos
dando un paseo por la calle viendo escaparates. Justin se detuvo en
una tienda de Hugo Boss, había un bonito traje de noche a un precio
exagerado.
- ¿Sabes? Cada noche hay una celebración en el hotel – comentó – Podríamos ir a alguna.
- ¿Te vas a comprar ese esmoquin?
- Quizás, y te compraré un vestido.
- Justin, no quiero que derroches tu dinero en mí.
- Tonterías, en mi vida me he sentido tan bien haciendo compras – rió – vamos dentro.
A
Justin le atendió una mujer que se encargó de darle el traje
expuesto y tomar las medidas de su cuerpo. Fui mirando los vestidos
de un catálogo, todos eran preciosos pero uno en especial llamó mi
atención. Era turquesa con algunas tiras bronces en los extremos, de
palabra de honor, corto por delante y largo por detrás. La modelo
que lo exhibía se veía deslumbrante. No era un vestido exagerado
pero tampoco simple. Justin interrumpió mi admiración por aquel
vestido.
- ¿Qué te parece?
- Vas hecho un pincel – sonreí – te queda muy bien.
- ¿Viste algo que te gustara? - miró la revista, agaché la mirada avergonzada, no me acostumbraba a que Justin me diera esos caprichos – Sabes que puedes pedir lo que quieras.
- Éste – señalé tímida. La dependienta se asomó para ver el modelo.
- Tiene muy buen gusto señorita – dijo la mujer – yo creo que le vendría perfecto a su figura.
- ¿Lo tienen aquí para probárselo? - preguntó Justin.
- Sí, es de la nueva colección. Llegó esta misma mañana – respondió yendo a una habitación para buscarlo.
- Dios mío, estás … – se levantó – no hay palabras para tanta belleza – Tomó mi mano y me hizo dar una vuelta entera.
- Espere, le voy a dar una corbata para que vayan combinados – dijo la señora emocionada. Ambos sonreímos, era una mujer muy maja. Regresó con una corbata turquesa que anudó a su cuello, quedaba muy bien con su traje negro – hacen una linda pareja – comentó.
- Bueno, pues habrá que comprarlo todo – respondió Justin. La dependienta asintió contenta – ¿puede hacer que nos lleven el vestido y el traje al hotel?
- Por supuesto, los enviaran mañana ¿el bolso, la corbata, sus zapatos y los de la señorita se los lleva ahora? - Justin asintió.
La
mujer fue a buscar las cajas para embalar las cosas que nos
llevaríamos en bolsas. Mientras tanto Justin y yo fuimos cada uno a
un probador para cambiarnos la ropa. Después Justin pagó con una
tarjeta de crédito y salimos de allí con tres bolsas más.
En
la puerta de la tienda me puse de puntillas, pasé mis brazos por el
cuello de Justin y le besé de sorpresa. Él me correspondió de
buena gana en medio de una sonrisa.
- ¿Y ese beso? - tomó mi mano.
- No sé otra manera de agradecerte estos regalos.
- Con que los disfrutes y me beses así más veces seré feliz – sonrió acercando de nuevo nuestras bocas – ¿seguimos con más tiendas?
- ¿Qué más quieres comprar?
- Será una parada breve – señaló una tienda cercana – digamos que te lo pondrás tú y lo disfrutaré yo.
- Victoria's Secret, ¿eh? - dije pícara – ¿no tuviste suficiente con los bikinis?
- Oh, no. Eso no se repetirá. Lo que compremos allí me lo enseñarás cuando estemos solos en nuestra suite.
- Sí, será lo mejor – me mofé.
- Tú has dicho que lo disfrutarás cuando me lo ponga, déjame hacerte el regalo completo – le supliqué – además, yo tampoco me voy a arruinar por comprar esto. No te pongas así.
- Está bien – me besó mientras caminábamos por calle de camino al hotel – ¿estás cansada?
- Un poco, necesito comer – reí.
- Yo también, entramos a ese McDonald's
Justin
y yo comimos nuestras hamburguesas y tomamos unos refrescos para
retomar energías. Cuando terminamos, regresamos al hotel para dejar
las bolsas en nuestra habitación. Dejamos la ropa colocada en el
armario y Justin se puso el bañador que había traído en su
mochila. Empecé a mirar entre los trajes de baño que habíamos
comprado, no sabía cual ponerme. Justin sin pensarlo escogió de
nuevo el rojo.
La
playa estaba a pocos metros de distancia. Fuimos con unas toallas del
hotel y las tendimos en la arena cerca de la orilla. Justin y yo
entramos juntos en el agua poco a poco, él no hacía mas que
quejarse de lo fría que estaba y le salpiqué con la mano. Una ola
venía cuando Justin me cogió de la cintura y me elevó un poco para
que el impacto diera de pleno contra mí y me empapara. Me colgué de
su cuello y Justin nos hundió enteros bajo el agua. Me besó bajo el
agua, fue una sensación extraña pero agradable la mezcla del tacto
del agua y la presión de sus labios salados. Al salir a la
superficie cogimos aire mientras sonreíamos. Le hundí bajo el agua
y empecé a nadar para salir rápido a la arena. Justin salió dos
segundos más tardes que yo y con mucha rapidez se agachó cogiéndome
por las piernas, sujetó mis brazos y me puso sobre sus hombros.
Empezó a dar vueltas sobre sí mismo mientras reía como una niña.
Sentía el viento en mi cara y veía mi pelo suelto volar por los
aires. Entonces Justin entró en al agua y me soltó con suavidad
tras su espalda. Cuando emergí me agarré a su cuello por detrás
dándole un beso en la mejilla. Me encantaba verlo sonreír como lo
estaba haciendo.
Acarició
mi mejilla mientras su otra mano fue bajando hacia mis piernas
enroscadas en su cintura. Nos besamos con furor, sus dedos
deshicieron un lazo de la parte inferior.
- Justin, ¿qué haces?
- Vamos a divertirnos un rato.
- Pero … – me calló con un beso – Justin, aquí no tenemos condón.
- Lo sé, tú disfruta.
Regresé
a apoyar mi frente en el arco de su cuello aún jadeante.
- Estás loco.
- Y por eso adoro volverte loca mi amor – me quedé mirando sus ojos.
- ¿Me acabas de llamar “amor”?
- MI amor – matizó – también te lo dije por la mañana, pero no te diste ni cuenta.
- No me puedes decir esas cosas recién despertada – rocé la punta de su nariz con la mía – te quiero tanto Justin – dije rozando nuestros labios.
- Como yo a ti.
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