martes, 1 de enero de 2013

Capítulo 14: Adoro Volverte Loca


Seguimos dando un paseo por la calle viendo escaparates. Justin se detuvo en una tienda de Hugo Boss, había un bonito traje de noche a un precio exagerado.
  • ¿Sabes? Cada noche hay una celebración en el hotel – comentó – Podríamos ir a alguna.
  • ¿Te vas a comprar ese esmoquin?
  • Quizás, y te compraré un vestido.
  • Justin, no quiero que derroches tu dinero en mí.
  • Tonterías, en mi vida me he sentido tan bien haciendo compras – rió – vamos dentro.
A Justin le atendió una mujer que se encargó de darle el traje expuesto y tomar las medidas de su cuerpo. Fui mirando los vestidos de un catálogo, todos eran preciosos pero uno en especial llamó mi atención. Era turquesa con algunas tiras bronces en los extremos, de palabra de honor, corto por delante y largo por detrás. La modelo que lo exhibía se veía deslumbrante. No era un vestido exagerado pero tampoco simple. Justin interrumpió mi admiración por aquel vestido.
  • ¿Qué te parece?
  • Vas hecho un pincel – sonreí – te queda muy bien.
  • ¿Viste algo que te gustara? - miró la revista, agaché la mirada avergonzada, no me acostumbraba a que Justin me diera esos caprichos – Sabes que puedes pedir lo que quieras.
  • Éste – señalé tímida. La dependienta se asomó para ver el modelo.
  • Tiene muy buen gusto señorita – dijo la mujer – yo creo que le vendría perfecto a su figura.
  • ¿Lo tienen aquí para probárselo? - preguntó Justin.
  • Sí, es de la nueva colección. Llegó esta misma mañana – respondió yendo a una habitación para buscarlo.
Cuando regresó, la señora me prestó el vestido y me hizo pasar al probador, mucho más refinado y cómodo que el de la tienda anterior. Me introduje el vestido por arriba y me subí la cremallera todo lo que pude. La parte superior se ceñía a todo mi dorso desde la cintura y después se dejaba caer por abajo formando pliegues a lo largo de la falda. La tela centelleaba un poco. Me coloqué el pelo mirándome al espejo, realmente me veía muy bien. Abrí la puerta del probador, la señora estaba esperándome para darme unos retoques. Me terminó de subir la cremallera por detrás y me dio unos zapatos bronces a juego junto a una cartera de mano. La señora me condujo sonriente hasta donde estaba Justin sentado en un sofá. Él alzó la cara sorprendido.
  • Dios mío, estás … – se levantó – no hay palabras para tanta belleza – Tomó mi mano y me hizo dar una vuelta entera.
  • Espere, le voy a dar una corbata para que vayan combinados – dijo la señora emocionada. Ambos sonreímos, era una mujer muy maja. Regresó con una corbata turquesa que anudó a su cuello, quedaba muy bien con su traje negro – hacen una linda pareja – comentó.
  • Bueno, pues habrá que comprarlo todo – respondió Justin. La dependienta asintió contenta – ¿puede hacer que nos lleven el vestido y el traje al hotel?
  • Por supuesto, los enviaran mañana ¿el bolso, la corbata, sus zapatos y los de la señorita se los lleva ahora? - Justin asintió.
La mujer fue a buscar las cajas para embalar las cosas que nos llevaríamos en bolsas. Mientras tanto Justin y yo fuimos cada uno a un probador para cambiarnos la ropa. Después Justin pagó con una tarjeta de crédito y salimos de allí con tres bolsas más.

En la puerta de la tienda me puse de puntillas, pasé mis brazos por el cuello de Justin y le besé de sorpresa. Él me correspondió de buena gana en medio de una sonrisa.
  • ¿Y ese beso? - tomó mi mano.
  • No sé otra manera de agradecerte estos regalos.
  • Con que los disfrutes y me beses así más veces seré feliz – sonrió acercando de nuevo nuestras bocas – ¿seguimos con más tiendas?
  • ¿Qué más quieres comprar?
  • Será una parada breve – señaló una tienda cercana – digamos que te lo pondrás tú y lo disfrutaré yo.
  • Victoria's Secret, ¿eh? - dije pícara – ¿no tuviste suficiente con los bikinis?
  • Oh, no. Eso no se repetirá. Lo que compremos allí me lo enseñarás cuando estemos solos en nuestra suite.
  • Sí, será lo mejor – me mofé.
En aquella tienda de ropa íntima, Justin escogió dos conjuntos, uno blanco entero y otro rosa y negro. Yo por mi parte elegí un camisón gris claro, algo transparente y con tacto de seda. Aquello no dejé que lo pagara Justin, él se enfadó.
  • Tú has dicho que lo disfrutarás cuando me lo ponga, déjame hacerte el regalo completo – le supliqué – además, yo tampoco me voy a arruinar por comprar esto. No te pongas así.
  • Está bien – me besó mientras caminábamos por calle de camino al hotel – ¿estás cansada?
  • Un poco, necesito comer – reí.
  • Yo también, entramos a ese McDonald's
Justin y yo comimos nuestras hamburguesas y tomamos unos refrescos para retomar energías. Cuando terminamos, regresamos al hotel para dejar las bolsas en nuestra habitación. Dejamos la ropa colocada en el armario y Justin se puso el bañador que había traído en su mochila. Empecé a mirar entre los trajes de baño que habíamos comprado, no sabía cual ponerme. Justin sin pensarlo escogió de nuevo el rojo.

La playa estaba a pocos metros de distancia. Fuimos con unas toallas del hotel y las tendimos en la arena cerca de la orilla. Justin y yo entramos juntos en el agua poco a poco, él no hacía mas que quejarse de lo fría que estaba y le salpiqué con la mano. Una ola venía cuando Justin me cogió de la cintura y me elevó un poco para que el impacto diera de pleno contra mí y me empapara. Me colgué de su cuello y Justin nos hundió enteros bajo el agua. Me besó bajo el agua, fue una sensación extraña pero agradable la mezcla del tacto del agua y la presión de sus labios salados. Al salir a la superficie cogimos aire mientras sonreíamos. Le hundí bajo el agua y empecé a nadar para salir rápido a la arena. Justin salió dos segundos más tardes que yo y con mucha rapidez se agachó cogiéndome por las piernas, sujetó mis brazos y me puso sobre sus hombros. Empezó a dar vueltas sobre sí mismo mientras reía como una niña. Sentía el viento en mi cara y veía mi pelo suelto volar por los aires. Entonces Justin entró en al agua y me soltó con suavidad tras su espalda. Cuando emergí me agarré a su cuello por detrás dándole un beso en la mejilla. Me encantaba verlo sonreír como lo estaba haciendo.

Acarició mi mejilla mientras su otra mano fue bajando hacia mis piernas enroscadas en su cintura. Nos besamos con furor, sus dedos deshicieron un lazo de la parte inferior.
  • Justin, ¿qué haces?
  • Vamos a divertirnos un rato.
  • Pero … – me calló con un beso – Justin, aquí no tenemos condón.
  • Lo sé, tú disfruta.
Al percibir la fricción de sus dedos en mi clítoris me tensé. Sus ojos hicieron conexión con los míos, pronto me relajé y Justin siguió frotando dos dedos entre mis labios vaginales. Cuando los metió en mi interior me agarré a su espalda hincándole las uñas como una gata en celo y soltando mis gemidos al lado se su oreja. Un hormigueo recorrió por el cuerpo de Justin mientras profundizaba y aceleraba los movimientos de sus manos. Me iba a correr, sentía arder todo mi cuerpo. Los estremecimientos, el invite de mis caderas y las ansias de tener a Justin cada vez más próximo iban en aumento. Fui arqueando la espalda y echando la cabeza hacia atrás mientras Justin me sujetaba con su mano en mi espalda hasta que solté el grito de gloria.

Regresé a apoyar mi frente en el arco de su cuello aún jadeante.
  • Estás loco.
  • Y por eso adoro volverte loca mi amor – me quedé mirando sus ojos.
  • ¿Me acabas de llamar “amor”?
  • MI amor – matizó – también te lo dije por la mañana, pero no te diste ni cuenta.
  • No me puedes decir esas cosas recién despertada – rocé la punta de su nariz con la mía – te quiero tanto Justin – dije rozando nuestros labios.
  • Como yo a ti.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario