martes, 1 de enero de 2013

Capítulo 15: Que Esto Dure para Siempre


Seguimos pasando el día en la playa jugando con la arena y tomando el sol. Regresamos al hotel cuando ya era de noche, dejé que él se duchara primero, él salió en diez minutos, seguro que yo tardaría más. Estuve más de media hora entre que me lavaba el pelo, me lo peinaba y estuve bajo el agua fría por simple gusto. Salí del baño renovada, me puse las braguitas y un pijama que consistía en un top y un pantalón corto.

Justin estaba en el sofá con su dorso desnudo viendo la televisión. Me abrió sus brazos al verme y me senté en sus piernas acurrucándome en su pecho. Él acarició mi cabello mientras veía las noticias. Aquello no podía hacer otra cosa que aburrirme.
  • Me está entrando el sueño – bostecé.
  • Pues vamos a la cama – apagó la tele y me cogió en brazos sin esfuerzo.
Se sentó en el borde del colchón y se tumbó en el centro sin soltarme. Justin se puso de lado manteniendo mis piernas sobre las suyas y acariciándolas. Apoyó su barbilla sobre mi coronilla, no quedó ningún hueco entre nuestros cuerpos.
  • ¿En qué piensas _____?
  • Quiero que esto dure para siempre – él rió.
  • La gente dice que nada es para siempre – suspiró, alcé la vista y le miré confusa – lo siento – colocó su mano en mi nuca y volvió a colocar su cabeza sobre la mía – no puedo evitar pensar en lo que dijo tu padre.
  • Justin, y si … ¿qué opinas de una mujer de negocios?
  • Suena sexy – bromeó. Le di un pellizco – vale, ¿que tramas?
  • Va a sonar estúpido – dije pensando en como decir lo que había planeado.
  • ¡Vamos, suéltalo! Seguro que me sorprendes.
  • No lo dudes – él rió – creo que podría estudiar empresariales.
  • ¿Tú? Pero si odias la economía cielo.
  • Lo sé, pero … mira, así contento a mi padre estudiando lo mismo que él y por otro lado … quizás así podamos estar juntos.
  • ¿Crees que así tu padre me permita estar cerca de ti?
  • No, pero si su problema es que los negocios separan a las parejas … ¿y si …?
  • ¿Estudiar y trabajar en lo mismo? - entendió.
  • Algo así …
  • ¿Trabajar juntos? – sonó algo entusiasmado.
  • Más bien … - sonreí – parece un cuento de niños.
  • A mí no me parece una tontería – musitó – lo nuestro va en serio, pero … es tu futuro, amor, no debes elegir una profesión a la ligera.
  • Hasta hace poco no sabía que haría después del instituto, no había nada que me llamara la atención … ahora que tengo un motivo estoy segura.
Quedamos en silencio, Justin debía estar imaginando un posible futuro mientras yo veía la cara de mi padre al darle aquella noticia, quién sabía como iba a reaccionar, era imprevisible.
  • Voy a necesitar muchas clases de economía – rompí el hielo.
  • Intentaré ayudarte – me besó en la frente – supongo que si yo no puedo lo hará John, ¿no?
  • Espero, primero tenemos que hacer las paces, mi madre tiene que estar desquiciada.
  • Todo irá bien …
* * *
 
Llevábamos desde la mañana acampados en el sofá viendo películas, ni siquiera nos habíamos preocupado de ponernos ropa nueva. Justin me había hecho un hueco entre sus piernas para que me tumbara con él y comiéramos juntos unas chucherías. Cuando se acabaron fui al pequeño congelador que teníamos en la suite y serví una buena copa de helados variados. Me senté junto a Justin y le di una cucharada, él saboreó con gusto el helado. Una gota de chocolate había resbalado desde la cucharilla al pecho de Justin, era tentador. Me acerqué con descaro hasta donde se había manchado y lo limpié con mi boca. A Justin le había pillado por sorpresa, pero su mirada pasó a estar llena de picardía. A ninguno de los dos nos importaba ya lo que pasara en la pantalla de televisión, había empezado un nuevo juego.

Justin me tumbó sobre el sofá mientras se colocaba sobre mí y cogía la copa de helado. Levantó mi top y vertió algo del helado derretido en mi vientre. El contraste de temperatura de mi piel con la del helado me estremeció y sentir recorrer la lengua de Justin ascendiendo hasta mis pechos, me sobrecogió.
  • Esto es muy pringoso – advertí.
  • También muy dulce, ¿quieres probar? – me besó rozando su lengua con la mía.
Volvió a coger la copa de helado y se echó un poco por sus marcados pectorales. Le besé y saboreé cada parte de su dorso que tenía ese punto de vainilla. Llegué a su cuello, su punto débil, había llegado a percibir la sensibilidad que tenía en aquella zona, se excitó en nada.

El sofá era muy cómodo, no había necesidad de correr a la cama. La ropa desapareció con rapidez, y claro está, hicimos el amor.

Cuando terminamos ya estaban los créditos de la película. Justin apagó el televisor y me miró.
  • Tenemos que estrenar el jacuzzi, ¿te apetece?
  • ¿Ahora?
  • Sí, ahora que estás rica y azucarada – rió – nos relajaremos un rato.
  • ¿En serio nos vamos a relajar?
  • No prometo nada – me guiñó el ojo. Justo en ese instante llamaron al teléfono del hotel – yo contesto. Ve preparando el baño.
Los dos nos levantamos y me dio un cachete en el culo cuando me dirigí al jacuzzi. Le miré mal y rió, negué con la cabeza. Preparé el agua, las toallas y puse en marcha las burbujas. Me metí tal y como estaba, desnuda. Justin llegó enseguida y dentro, se sentó frente a mí.
  • ¿Qué ha pasado?
  • Han traído el traje y el vestido de la tienda – me informó – los guardarán en la tintorería, podemos recogerlos cuando queramos.
  • Genial – eché la cabeza hacia atrás relajándome – ¿cuándo iremos a una de esas fiestas?
  • En un par de noches, ¿te parece bien?
  • Sí … cuando quieras cielo – respondí cerrando los ojos.
  • No te duermas – rió.
  • Esto es una gozada, quiero un jacuzzi en mi casa – reí.
  • Cuando esto acabe, podríamos regresar.
  • ¿Y cuanto duraran estas vacaciones? – me interesé.
  • Volveré … cuando mi padre traiga … a su otra familia – se tensó – supongo que tenemos más de una semana.
  • No sé que le diré a mi familia, ¿crees que sepan que estamos juntos?
  • Nos fuimos el mismo día, es algo evidente ____. Aunque si quieres puedes quedarte tú aquí más tiempo, eso quizás les haga dudar.
  • No, no. Yo vuelvo contigo – Justin se puso a mi lado y yo me puse de rodillas con una pierna a cada costado suyo – esta suite es muy grande para mi sola, ¿no crees? – le besé – Ya veré que les cuento a mis padres.
  • Olvidémonos de eso – me besó pasando sus manos por mi cintura. Empecé a reír – ¿qué?
  • Me haces cosquillas – volvió a acariciar mi piel bajo el agua – No, Justin, bajo el agua son más intensas – volví a reír – no lo hagas.
Y por supuesto, no me hizo caso. Por poco me deja sin aire, y por si fuera poco, entre tanta risa y jueguecitos, desnudos, volvimos a hacer el amor.


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