martes, 1 de enero de 2013

Capítulo 13: Te lo Tienes Muy Creído Biebs


Me desperté sintiendo el roce de unos dedos en mi mejilla. Abrí los ojos perezosamente y vi a Justin con una hermosa sonrisa y todo su pelo desordenado.
  • ¿Qué tal dormiste mi amor?
  • Muy bien – dije girándome para abrazar la almohada y seguir durmiendo.
  • ¡Eh! - me abrazó por detrás – ¿no quieres desayunar?
  • Quería continuar mi precioso sueño – me incorporé y le miré mal – pero por tu culpa se ha desvanecido – él se rió. Cogí la almohada y le di en la cara – eso por despertarme.
  • Oye, que te pedí el desayuno – me señaló la mesilla de noche.
  • ¿Eso son gofres? – se me hizo la boca agua.
  • Si, con chocolate, pero tu sigue durmiendo, ya me los comeré yo solo – cogí la almohada y le di otra vez – vale, vale, compartiré – sonrió – pero ponte algo de ropa, sino los dos tardaremos en desayunar.
Me puse roja como un tomate, me levanté y me puse las bragas y una camiseta larga que había en mi mochila.

Justin había puesto los gofres entre sus piernas, partió un trozo y me lo llevó a la boca.
  • ¿Rico? - preguntó.
  • Mucho – respondí al tragar – ¿que vamos a hacer hoy?
  • ¿Te apetece un baño en la playa?
  • Em... no traje bañador.
  • ¿A no? - sacudí la cabeza y me dio otro trozo de gofre – Habrá que ir a comprar uno.
  • Hace tiempo que no voy de tiendas …
  • Oh, no …
  • ¡Venga, será divertido! - retiré los gofres de la cama y lo tumbé poniéndome sobre él – te duchas, yo terminó de desayunar y nos vestimos. Por cada tienda que vayamos me probaré un conjunto que tu quieras – le animé.
  • Me parece justo – alzó el cuello y me besó – ¿me das un trozo de gofre?
  • No, es mío – le saqué la lengua.
Justin fue a ducharse y mientras, yo comía. Cogí la ropa de mi mochila y la metí en el armario que había junto a la cama. Después cogí la de Justin y también fui colgando sus camisas mientras las ojeaba. Justin salió de la ducha con una toalla enrollada en la cintura, parecía un dios griego. Me mordí el labio inferior mientras lo veía entero.
  • ¿Te gusta alguna en especial? – me señaló las camisas, cogí una blanca. Me encantaba como le sentaba el blanco en contraste con el tono de su piel. Se acercó al armario y tomó unos pantalones para combinar – algo me dice que preferirías que me quede así.
  • Te lo tienes muy creído Biebs – dije girándome para elegir mi ropa.
  • Vamos, es la verdad – rió pícaro.
  • Ya veremos quién prefiere a quién con poca ropa – dije para mí.
  • ¿Has dicho algo?
  • Que espero que me ayudes a elegir bikini – sonreí.
Me puse un vestido y unos zapatos planos para caminar cómoda.

Salimos por la calle y fuimos a mi tienda favorita, H&M. Fuimos a la parte de arriba, allí estaban los trajes de baño. Cogí un traje blanco y otro azul, Justin fue a por uno rojo muy provocativo. Lo miré mal y el sonrió pícaro, cogí la percha y fui al probador. Me probé primero el azul. Era algo deportivo, con la parte superior en triángulo y un cinturón en la prenda inferior. Justin se asomó abriendo un poco la cortina.
  • ¿Que te parece? – posé para él.
  • Te favorece el azul. Me gusta.
  • Sal, me voy a probar otro.
  • ¿El mío? - sonrió con alegría.
  • Sí – cerré la cortina.
Me quité el bikini azul y lo remplacé por el rojo. El sujetador no llevaba tirantes por el cuello, definía la forma de mis pechos y marcaba canelillo. Las braguitas se ataban a la cadera con unos lazos. Llamé a Justin para que entrara, abrió los ojos como platos. Cerré la cortina cuando estaba a mi lado.
  • Me encanta – comentó arrinconándome contra el espejo y besando mi cuello.
  • Alto fiera – puse mi mano en su pecho – todavía no hemos terminado.
  • Tu atractivo es un peligro para los dos, que lo sepas.
  • Uno más y nos vamos. Hay que ver más tiendas.
  • Te espero fuera …
  • Sí, ve preparándote para lo que viene – reí.
Me puse un trikini blanco con detalles dorados. Marcaba todas mis curvas, trasero, cadera, cintura y pecho. Toda la espalda estaba descubierta salvo por un fino cordón. Saqué la mano del probador y tiré de Justin para que pasase.
  • Dime, ¿cuál me quedo? – hice posturitas con el nuevo atuendo.
  • Felicidades _____, me estas poniendo contento – instintivamente miré abajo. Se notaba como algo había cobrado vida allí.
  • ¡Ups! - sonreí – y, ¿que hacemos?
  • Pues esperar o …
Justin tomó mi cintura y me besó mientras bajaba sus manos a mi culo. Me agaché a desabrochar su pantalón mientras lo miraba con una sonrisa picante. Justin suspiró conteniendo un gemido, la situación era de lo más morbosa. Era una locura, lo más seguro era que hubiera gente fuera esperando. Justin me cogió de las muñecas y me alzó a la altura de su cabeza. Pegó su erección a mi vientre.
  • Esto es un poco …
  • Ssh, no gritaremos mucho.
Daba por hecho que no volvería a aquella tienda. En el justo instante que Justin desató el cordón del trikini escuchamos a alguien toser de manera forzada. La cortina estaba algo abierta. Separé a Justin inmediatamente y salí del probador.
  • ¡Helga!
  • ____, hola – dijo tímida – yo …
Si hubiera tosido cualquier otra persona hubiera cerrado la cortina sin más, pero si era Helga corríamos peligro. No podía decirle a nadie que estaba con Justin en N.Y y mucho menos lo que había visto. Mi padre empezaría a buscarme por cielo, mar y tierra.
  • ¿Te contó Trudy como están las cosas en mi casa?
  • Sí … ella está preocupada. Parece que no debería – rió con sarcasmo.
  • Por favor, no le digas nada a nadie. Por favor … - rogué juntando las palmas.
  • Tranquila ____, soy tu amiga. No contaré nada a nadie. Trudy nos explicó por todo lo que estás pasando, ojalá todo te salga bien.
  • Gracias – le abracé.
  • Bueno, te dejo. Parecías … ocupada.
Me sonrojé y me di la vuelta. Encontré a Justin sentado en el banquillo del probador, había escuchado todo. Ya se le había pasado el calentón, me sonrió.
  • ¿Te advertí del peligro que corríamos?
  • No, pero era consciente de como te provoco, lo hice aposta.
  • Eres una chica muy mala – respondió saliendo del probador.
Me vestí con mi ropa y puse los trajes de baño en sus perchas. Iba a quedarme el rojo para contentar a Justin. Cuando fui a dejar el bikini azul en su sitio Justin me detuvo.
  • ¿Qué haces?
  • Me gustan los tres – se encogió de hombros.
  • Ya, pero yo no tengo tanto dinero.
  • Ah, ¿es que tú crees que te voy a dejar pagar? – asentí – cielo, a mí me sobra el dinero, yo pago.
  • ¿Cómo crees? No. No quiero aprovecharme de ti.
  • _____, nunca he tenido nada en que gastarme lo que ganaba con mi padre, en serio, quiero comprarte todo lo que necesites.
  • Pero …
  • Piensa que yo también me aprovecho de esto. Así cada día te veo diferente – dijo cogiendo las tres perchas y dirigiéndose al cajero.
No me dejó reprocharle más. Sacó el dinero y se lo dio a la chica que estaba en la caja registradora.

 

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