Cantamos varias canciones al azar hasta que me dijo que parase el
coche, claro, el camino se había acabado. Estábamos en medio de la
nada, era preocupante. No se oía ni se veía nada que diera signos
de humanidad. El paisaje era hermoso. Se veían metros de campo
amarillento por la hierba seca y al fondo árboles que formaban un
pequeño bosque. Miré mi móvil, ni una línea de cobertura.
- Parece que me has secuestrado – bromeé.
- No lo parece – se acercó hasta ponerse frente a mí – esto es un secuestro – sonrió torciendo los labios a un lado. Era un gesto travieso que me estaba enloqueciendo.
- Mi hermano sabe que estoy contigo. Si desaparezco te culparán – le seguí el rollo.
- No muerdas tu labio – tiró de mi barbilla haciéndome soltar el labio inferior.
- ¿Por qué? - le provoqué volviendo a morderlo, esta vez apropósito.
- Porque puedo hacer algo en contra de ir despacio en nuestra relación – relajé mi boca – eso está mejor – torció su sonrisa.
- No me dejes sola – me quejé.
- Lo siento – seguía teniendo el punto de humor en la disculpa.
- Y no te rías de mí – le miré mal.
- No es de ti, son las caras que pones.
- ¿Hago caras raras? - me extrañé.
- Muchas – sonrió de manera natural – son divertidas, no te enfades – pasó su brazo por encima de mis hombros acercándome a él.
Entramos en el bosque y caminamos esquivando ramas y piedras en el
suelo.
- ¿Qué pasa? - agachó su vista para encontrar la mía mientras caminábamos.
- Acabo de descubrir que tengo una faceta divertida.
- ¿Conmigo? - sonrió. “Creído” pensé. Mi cara debió mostrar lo que pensaba – la noche en que te conocí pensé que eras una chica muy seria, la verdad.
- No veas, una amargada – ironicé.
- No, mas bien una chica inaccesible, muy sexy – agregó maliciosamente.
- ¡Zayn! - le empujé del costado en protesta poniéndome roja.
- ¿Qué? ¿Creía que lo sabías? - se rió. Negué con la cabeza, un gesto que quería decir, “¿por qué a mí? - ¿o no te gusta que te lo diga?
- Puedes ser sincera conmigo ____. Sea lo que sea, no te voy a juzgar.
- Creo que necesito … más tiempo.
- ¿Para qué?
“Eso, nena. ¿Por qué retrasas lo inevitable?” Ruge la diablesa
interna recién despertada de una larga siesta. Sentí que me sudaban
las manos. “Esto es ridículo. No me tengo que poner nerviosa”.
- Para asimilar todo, Zayn.
- ¿Todo? - quería algo específico.
- Sí, todo. Dejar atrás el pasado. Acostumbrarme a lo que siento. Incluso aceptar que te gusto.
- ¿Y como puedo ayudar con eso?
- No puedes. Solo yo puedo hacerme a la idea de las cosas … tiempo.
- Confianza – agregó.
- También – acepté.
- ¿Es pronto para preguntarte que sientes?
- Te basta con saber que contigo estoy bien … más que bien – admití.
- Vale – sonrió – no quiero presionarte. Solo quería saber si lo estoy haciendo bien.
- Todo bien – curvé un poco los labios por amabilidad.
Seguimos caminando hasta encontrar un río.
- Tenemos que cruzarlo – me señaló.
- ¿Sabes? Estos zapatos no se llevan bien con los largos paseos de campo – indiqué mis pies – ¿a dónde me llevas?
- No seas impaciente – se acercó a mí y se dio la vuelta – sube a mi espalda.
- ¿Estás de broma? - giró el cuello y se agachó.
- No tenemos todo el día, ____. Da un salto.
- ¿Está fría?
- Un poco – rió – ¿vas bien?
- Yo estoy muy cómoda – pasé mis brazos alrededor de su cuello para estar más segura de no caerme – ¿y tú?
- No pesas nada – siguió caminando hasta la otra orilla. Cuando ya estábamos en tierra seca siguió caminando como si nada.
- Me puedes bajar ya – le recordé que seguía sobre él.
- Falta poco – ajustó mis piernas a su cintura para agarrarme mejor – No quiero que te caigas o te hagas daño con esos zapatos. El camino está lleno de piedras y ramas.
- Gracias – susurré inclinando mi cabeza y apoyando mi barbilla en su hombro – todo esto es muy bonito. Me llevas al lago, ¿cierto?
- Sí – suspiró – al final te diste cuenta. Estamos en Hoopes Dam. Pero hemos entrado por un sitio que nadie lo hace. Bueno, solo yo – rectificó.
- ¿Vienes a menudo?
- Cuando quiero estar solo. Tengo una historia con este sitio – sentí que se puso tenso – creo que gustara verlo. ¿Has venido antes?
- No. Las excursiones no son lo mío – sonreí – pero creo que me pueden llegar a gustar.
- Siempre que te lleve a caballo, ¿no? - ironizó.
- Si venimos otra vez vendré mejor preparada. No tendrás que cargarme.
- No me importa, _____. Llega a ser divertido. Estás con miedo a caerte, siento como aferras tus piernas a mí – me sonrojé – pero te tengo bien sujeta.
- ¿Has preparado un picnic?
- Sí, bueno … en una de las cestas tan solo hay algo de fruta y unos sandwiches. No es nada del otro mundo – dijo tímido.
- Es perfecto – le sonreí – y, ¿la otra?
- Ve a ver – me indicó con la barbilla.
- No me lo puedo creer. ¡Gracias!
Regresé la mirada a Zayn. Una sonrisa natural protagonizaba su cara.
La alegría llegaba a sus ojos, brillantes por la luz del sol. Se
veía hermoso.
- ¿Te gusta?
- Me encanta. Mis padres nunca me dejaron tener mascotas, después me olvidé de esa idea, ¡pero me encanta! – sonreí. Tenía el impulso de volver a abrazarlo, pero reprimí las ganas.
- No sabes cuanto me alegra – bajó la vista a la cesta – se ha despertado – sonrió.
- Es un Beagle. La perra de mi prima tuvo crías hace unos días … pensé que sería un buen regalo de cumpleaños.
- Es precioso – dije acariciando la suave cabecita del pequeño – de verdad Zayn, me gusta mucho – no sabía si entendería cuán agradecida estaba.
- ¿Cómo lo llamarás?
- No lo sé – el cachorro escapó de mis manos y fue hasta Zayn, él lo recibió cogiéndolo y colocándolo sobre su pecho al tiempo que se tumbaba por completo sobre el suelo – ¿cuando preparaste todo esto? – me tumbé junto a él boca abajo, apoyando los codos en la sábana y acunando mi cabeza en mis manos – No dejarías a mi “cosita” aquí sola mucho tiempo, ¿verdad?
- No – sonrió. El Beagle bajó de su pecho al suelo y se puso tumbado entre nuestros cuerpos – vine aquí justo antes de ir a recogerte. Antes de marcharme le di de comer. Suele ser muy tranquilo. ¿Cosita? - repitió riéndose.
- Ya – reí – no sé como llamarlo.
- Por el momento “cosita” – volvió a reír – ¿tienes hambre? - preguntó cogiendo la otra cesta y sacando un sandwich envuelto en papel.
- No mucha – me asomé a la cesta y escogí una manzana – y, ¿cuando planeaste traerme?
- Anoche, después de que colgaras – Zayn alargó la mano fuera de la sábana y arrancó un diente de león abierto – pide un deseo y sopla – puso frente a mí la flor.
- No hace falta – sonreí. Zayn arqueó las cejas – mis padres ya me hicieron soplar las velas y pedí un deseo.
- Nunca viene mal pedirlo varias veces. Más que nada por insistir – bromeó.
- No hace falta – repetí – ese deseo ya se cumplió – estiré mis brazos y me tumbé del todo. El pequeño cachorro paseó por mi espalda.
- ¿Qué pediste?
- No quedarme sola …
- Nunca pasé un cumpleaños sin mis amigas. Pensé que este sería un día más, que estaría estudiando. Nada de diversión … que la gente se olvidaría de mí – él iba a decir algo pero no le dejé – pero con mi familia he estado mejor que nunca, y después has llegado tú – Zayn luchó por aguantar una sonrisa, pero no le salió bien – y me has traído aquí y me has regalado esta “cosita” – reímos juntos – éste perro va a ser mi héroe para no sentirme sola.
- No lo estás – me miró serio – están tu hermano, tus padres … yo.
- Lo sé – sonreí abiertamente – por eso no quiero tentar a la suerte pidiendo más deseos – Zayn sopló el diente de león – ¿tú lo pediste?
- Sí, pero no te lo diré – me guiñó un ojo. Cogió el cachorro de mi espalda y lo puso entre sus brazos empezando a jugar con él – así que, ¿este bicho es un héroe?
- Dime tus super-héroes favoritos – sonreí.
- Hmm … no sé. Spiderman, Superman, Batman, Hulk … ¿por?
- ¿Peter Parker o Clark Kent? - hice caso omiso.
- Clark Kent – rió – ¿qué pasa?
- Acabamos de bautizar a la “cosita” - reí.
- ¿Clark Kent?
- Dejémoslo en Clark.
- Hulk hubiese molado – echó su cabeza hacia atrás y dejó salir una carcajada – pero me gusta Clark. ¿A ti te gusta?
- Sí, si que le ha gustado el nombre – seguí riéndome.
- ¿De qué te ríes?
- De ti – me incorporé y me puse frente a él aún sonriente – pero no te enfades.
- ¿A cambio de qué?
- ¿Qué es lo que quieres? - miré sus preciosos ojos color avellana.
- Hay muchas cosas que quiero de ti – susurró en un tono seductor – pero las conseguiré poco a poco, ya lo verás.