martes, 23 de julio de 2013

Capítulo 24: Allí Donde Estés Te Encontraré

Noté unos golpecitos en mi ventana. Me había tumbado en la cama y finalmente me dormí. Al abrir los ojos vi a Jason en la ventana. No podía entrar porque estaba cerrada. Me maldije por dentro, la
ventana estaba a unos metros de la cama.

Era de noche, todo mi cuarto estaba a oscuras. Con dificultad me le levanté de la cama tirando de la cadena de las esposas e intentando alcanzar la manivela de la ventana con la mano libre. No llegaba.
Sentía el metal clavarse en mi piel. Jason frunció el ceño y me miró. Desde fuera pude leer sus labios preguntar “¿Qué pasa?”. Lo miré negando con la cabeza con tristeza por no poder abrir.

Jase pareció ver que estaba atada y abrió los ojos de par en par. En un momento bajó por la escalerilla del jardín y volvió a subir. Me hizo un gesto para que me alejara de la venta y me volví a sentar en la cama viendo lo que iba a hacer.

Jason golpeó una piedra contra el cristal y abrió la manivela desde fuera para colarse rápidamente.

– _____ – se aproximó poniéndose de rodillas al lado de mi cama – ¿Qué c*ño ha pasado?
– Greg está loco – señalé las esposas – Quiere hacer conmigo quien sabe que cosa ahora que sé que no soy su hija. Realmente me da miedo. Es un psicópata, solo quiere hacerme daño.
– Mierda – masculló – ¿sabes dónde están las llaves de éstas? – señaló las esposas. Sacudí la cabeza – Debe haber alguna copia, _____. Piensa – me rogó – Tengo que sacarte de aquí, maldita sea.

Se levantó de mi lado y tiró de su cabello hacia atrás. En un instante salió de mi cuarto. Escuché como hacia ruido abriendo y cerrando cajones, moviendo muebles, bajando las escaleras, revolviendo todo hasta que volvió a subir. Y no me importó como encontraría la casa después … Jason solo estaba concentrado en encontrar alguna manera de quitarme las esposas.

– Ese tío me las va a pagar, lo juro – dijo cuando regresó con las manos vacías. Se sentó a mi lado y me acarició la mejilla – ¿Estás bien? – asentí débilmente. Jason frunció el ceño – Lo voy a a traer aquí y te va a soltar – aseguró en una promesa – Escúchame bien, es la última vez que te quedas en esta casa.

Se levantó de nuevo. Estaba inquieto. Lo vi dirigirse a la ventana para salir y cumplir lo que me había dicho. Lo detuve.

– ¡Jase! – me miró desde la ventana – Me amenazó con meterte en la cárcel si lo acusaba por malos tratos. Por favor no hagas una tontería.

Caminó de nuevo hacia mí y agarró mis mejillas con sus manos para alzar mi rostro. Gemí por el dolor de cuello cuando Greg me había tirado del pelo. La cabeza también me iba a explotar. Jason hizo una línea con sus labios y marcó su mandíbula.

– Te pegó – afirmó. Tragué saliva y asentí aunque él ya lo supiera – Ese tío, no sabe con quién se está metiendo, Coops – la ira emergió en su voz – Greg no sabe quién es Jason McCann y esta noche se va a enterar – dijo para sí mismo. Parecía que se motivaba para salir a la calle.
– No me llames Coops – pedí de mal humor – Greg Cooper no es mi padre. Nada de él me pertenece. Lo odio y odio su estúpido apellido. Llámame ____. Solo ____ – lo miré a los ojos. Estaba serio – Sé que desde un principio te ha costado porque es el de tu madre, pero no es una casualidad que nos llamemos igual. Me llamo así por ella. ¿Tan difícil es de asimilar? – pregunté incrédula – Es mi nombre – dije con simpleza.
– Lo sé. Lo siento – tiró de su pelo hacia atrás con frustración – Volveré pronto. Te voy a sacar de esto, ¿de acuerdo? – se inclinó hacia mí.
– Ten cuidado – asintió y besó mis labios en un momento para separarse rápido.
– Es él quien debería temer – dijo confiado de sí mismo – Jamás me atrapará.

Salió por la ventana y desapareció dejándome preocupada. Se iba. Iba a ser Jason McCann. Esa noche iba a transformarse en el chico peligroso que pocas veces había visto.
Tenía miedo de lo que le pudiera pasar. Lo único que podía hacer era rezar para que Greg no le hiciera daño y cruzar los dedos para que Jason lo pusiera en su lugar.

Narra Jason
Corrí a mi coche y empecé a conducir a toda velocidad. La sangre hervía dentro de mí y estaba cargado de adrenalina. Ver a ____ de aquella manera me había molestado hasta tal punto que quería
a Greg muerto y bajo tierra para que no la volviera a tocar.
Llamé a mi padre conduciendo a toda velocidad por la autopista. La carretera apenas tenía tráfico, las farolas iluminaban de manera tenue el camino. Quería llegar a donde fuese y darle su merecido a
aquel desgraciado.
Que se hubiera propasado con ella me sentó que si me hubieran golpeado a mí mismo. Siempre defendía a mis seres queridos. Ya había perdido a mi madre. No iba a permitir que mi novia sufriera.
No si yo podía evitarlo. El móvil se descolgó y mi padre contestó.

– Papá, ¿dónde está Greg ahora mismo?
– ¿Ahora? – preguntó. Todo debía ser muy inesperado para él – Prueba por Reeping Way, creo que hoy si estaba metido en su trabajo – bufé con ironía – ¿Qué tramas?
– Nada – corté.

No tenía que darle explicaciones. Apagué el móvil y me dirigí hacia donde me había dicho mi padre.
Conduje por el barrio hasta que vi un coche de policía aparcado a las afueras de donde se tramaban todos los puntos de encuentro entre pandilleros.
Aparqué el coche y saqué mi pistola de la guantera para colocarla en la parte trasera de mi pantalón.
Caminé entre la oscuridad como un fantasma. No había nadie a mi alrededor, todo estaba muy silencioso, algo que no me venía nada mal para pasar desapercibido.

Me introduje entre las callejuelas y fui viendo a chicos y chicas fumando en grupos fuera de locales de mala muerte. Escuché como alguien discutía a lo lejos en un callejón. Caminé silenciosamente
para acercarme y escuchar lo que sucedía. Parecía un asunto de prostitutas por las ropas, o la poca ropa que llevaban aquellas mujeres. Discutían con un policía, Greg. Él me daba la espalda y no me veía. Al parecer estaba siendo sobornado … y no con dinero precisamente. El asco y la repugnancia hacia él me poseyeron. Sin pensarlo mucho saqué la pistola y la puse en su nuca.

– No te muevas – amenacé en un susurro quitando el seguro al arma. Esta lista para ser disparada.

Greg se tensó y cuadró los hombros tragando saliva sonoramente. Las chicas corrieron en dirección opuesta a nosotros y desparecieron de la calle. Empujé la espalda de Greg hasta que chocó contra la pared y mantuve mi pistola en su cabeza.

– ¿Qué se siente al ser el acorralado, eh cabrón? – pregunté apretando el cañón contra él.
– ¿McCann? – preguntó con burla.
– Sabes quien soy, ¿no? – saqué la pistola de la funda de su cinturón y la guardé en el bolsillo de mi chaqueta. Le di la vuelta e hinqué la pistola bajo su barbilla mientras lo miraba a los ojos – Sabes lo que has hecho, y que me has cabreado.
– ¡Oh, vamos! ¿Tanto te importa lo que haga con la inútil? – se mofó.

Contuve mis ganas de derribarlo en ese momento. Mantuve la calma y la frialdad en mi cara. No iba a dejar que mis emociones me dominaran en ese momento. Ese tipo era dos veces más grande que yo. Mi única ventaja era que lo había desarmado y tenía un pistola en su cuello lista para matarlo si era necesario.

– Escúchame bien hijo de p*ta. No es tu hija, ella no tiene la culpa de nada. Haremos esto por las buenas … Deja que me la lleve de tu casa sin montar ningún escándalo porque sea menor de edad y yo ni te mato ni te delato por la cantidad de infracciones que estás permitiendo que sucedan por aquí. Eso sí – apreté la pistola contra su barbilla haciendo que alzara el cuello – Vuelve a tocarla o a meterte con ella y te aseguro que vivirás el infierno antes de
que te mande a él. Piénsalo – amenacé con toda la seguridad y orgullo.

– Estás solo – se rió de mí.
– Nunca lo estoy – aseguré – ¿Dónde están las llaves de las esposas?
– Bolsillo derecho – señaló manteniendo las manos hacia arriba. Rebusqué y saqué un juego de dos llaves pequeñas – Hoy ganas tú, McCann. Pero cuando menos te lo esperes, pagarás.

Sin poder aguantar más mis ganas golpeé su cabeza con la pistola transmitiendo todas mis fuerzas.
El golpe fue contundente, tanto que se cayó al suelo perdiendo el sentido del equilibrio. Le di una patada por todas las veces que podría haber hecho sufrir a _____. Gimió de dolor.

– Te tengo en mi lista, McCann – amenazó.
– Créeme, no iré a ninguna de tus fiestas – me burlé – De todos modos asegúrate de que tu nombre no esté en la lista de otros gángsters. Y acuérdate de que si haces algo que no me gusta … allí donde estés, te encontraré.

Me di la vuelta y corrí los mismos pasos que había hecho en sentido contrario. Pedía a mis pies que se movieran lo más rápido posible para llegar pronto con ____.
Iba a sacarla de todo aquel atolladero. Me la iba a llevar conmigo. El pensamiento me produjo una sensación extraña por todo el cuerpo, como un ola abalanzarse sobre mí desde los hombros hacia
los pies. Fue muy raro, pero no malo. Ella y yo íbamos a estar más juntos que nunca.

Sentí el móvil vibrar en mi bolsillo. Me colé al interior del Porsche y puse las pistolas en la guantera. Saqué el móvil y contesté sin mirar.

– ¿Dónde estás? – me preguntó una voz angustiada – Maldita sea, Jason, ¿qué has hecho?
– Tranquilo papá, no lo maté – la línea se quedó en silencio. Sabía perfectamente que aquello era lo que quería oír y por ello fui al grano – Tan solo lo desarmé y le pegué. Me encontré a ____ esposada en su habitación – arranqué el coche y empecé a conducir para salir de allí hablando con el manos libres – Cogí las llaves para quitarle las esposas. Ahora voy a su casa – expliqué.
– Menudo día llevas … – suspiró – Entonces, ¿sabe quién eres?
– Sí, me conoce. Pero no me ha relacionado contigo – lo noté soltar aire aliviado – Papá – lo llamé. El hizo un sonido con la boca mostrando que seguía ahí – Me llevo a ____.
– Lo sé. Es normal que no quieras que siga allí. Seguramente ella tampoco lo quiera – entendió – Llévala a la casa. Allí estaréis bien por ahora.
Pude notar su tono de voz preocupado y triste al decir aquello. Recordé que él mismo había comprado aquella casa para alejar a mi madre de todos sus problemas. Eso mismo iba a hacer yo.
Posiblemente él estaba viviendo una especie de déjà vu por mi culpa.

– ¿Y si me mudo con ella? – se me ocurrió en ese preciso instante.
– Jason … ella tiene a su familia.
– No confía en nadie, papá. No los conoce. Se ha peleado con sus abuelos y no creo que le guste irse con Lucas cuando apenas lo ha visto dos veces en su vida.
– Está bien, está bien – cedió – Pero ten cuidado con la casa. Y … vigila a ____, Jase. Que vaya a estar más cerca de ti no significa que esté más protegida. Greg te la intentará jugar y también tienes a Drake Richards detrás de ti. Procura que nadie se entere de esto. Recae sobre tus hombros el destino que ella tenga a partir de ahora.
Seguí conduciendo y tragué saliva al escuchar las palabras de mi padre. No tenía ni idea de cuanta
responsabilidad estaba cayendo sobre mí. No era consciente de lo que nos pasaría a partir de ese momento a _____ y a mí.
– Gracias papá – fue lo único que se me ocurrió decir.

* * *

Narra _____
No podía dejar de mirar hacia la ventana. Esperaba impaciente a que Jason regresara. Estaba muy preocupada de lo que pudiera haberle pasado. Cuando sentí pasos subir por la escalerilla me tensé
hasta ver el rostro de Jason.

– ¡Jase! – exclamé con alegría y alivio al verlo regresar.

Él se aproximó hasta mí sacando unas pequeñas llaves de su bolsillo. Las introdujo en la ranura de las esposas y me soltó. Moví la muñeca dolorida. Marcas pardas coloreaban el contorno por los
tirones que había dado. Hice un quejido haciendo círculos con la muñeca. Después miré a Jason, sus ojos brillaban en la noche con un matiz de sentimientos que no podía reconocer. Parte de él seguía
enfadado, la otra … quizás fuera frustración.

– ¿Estás bien? – me preguntó sentándose a mi lado en la cama.
– Más o menos – torcí un poco los labios hacia arriba, no podía llegar a sonreír pero no quería mostrar que estaba tan mal como me sentía por dentro.
– _____ – cogió aire y me miró a los ojos – Recoge lo que necesites. No te vas a quedar ni un día más en esta casa.

Lo miré incrédula. Su tono de voz era serio y autoritario, aunque al mismo tiempo tenía un punto de desesperación por el cuál rogaba que le hiciera caso. Pero no comprendía lo que estaba pasando, o
más bien, no me quería creer lo que pasaba por mi cabeza.

– ¿Y dónde me quedaré? – pregunté dudosa.
– No pensarías quedarte aquí después de esto, ¿verdad? – salió su lado irritado – Te vas a quedar conmigo, nos vamos a mi casa.
– ¿Tu casa? ¿Allí lejos? – el asintió algo más divertido por mi expresión.

Lejos. No es que desagradara. Al contrario, me encantaba. Pero parte de mí no se sentía bien por el hecho de que Jason me estuviera invitando a vivir con él. Algo de eso no se sentía correcto.

– No te lo pienses mucho – me dijo al verme meditar – Te voy a sacar de aquí quieras o no y no creo que quieras quedarte con Lucas, mucho menos con tus abuelos.
– No sabes como enfadé con ellos allí – me incliné hacia mis rodillas ocultando la cara entre mis manos y tirando del pelo hacia atrás – ¿Esto va en serio?
– ¿Vivir juntos? – alzó las cejas – Sí – se encogió de hombros y se levantó de la cama – ¿Te ayudo a recoger tus cosas?
– Buscaré una maleta – respondí al ver la determinación en su comportamiento.
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Miriam Cooper
@itsBieberFanfic

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