martes, 9 de julio de 2013

Capítulo 18: ¿Lista Para el Mejor Día de tu Vida?

La cara de mi padre se desencajó. Su mirada fue de él a mí para después regresar a él y estudiarlo.
No dudaba del motivo por el cual se presentó como McCann, aquel nombre ya tenía su reputación y seguramente mi padre había oído hablar con él. Como si su simple nombre fuera una amenaza lo
utilizó en el mismo contexto utilizando un posesivo para mí. “Su novio”. Un aleteo me avisó de las mariposas en mi estómago … no podían ser más inoportunas.
La presentación de Jason se podía traducir por: “Has oído hablar de mí, soy peligroso. No toques a mi chica”.

– Impresionante – asintió mi padre con su tono irónico – ¿Quién iba a decir que mi preciosa hija conseguiría esto?
– Si con “esto” te refieres a tener pareja se llama conseguir una vida sin que te enteres – contesté.
– No, niña, no. Sabía que eso pasaría perfectamente – torció sus labios en disgusto. Su mirada me hizo sentir sucia – Pero ya te enterarás de lo que sucede – se burló de mí – Si te quedas a
dormir, disfruta de la estancia – dijo con sarcasmo – Me voy a mi guardia.

Dicho aquello pasó por el lado de Jason y Jase se apartó haciéndome a mí retroceder para que Greg no me pudiera tocar ni lo más mínimo. Greg entró en el coche de policía que tenía aparcado en la acera y se marchó.

– Esto ha sido raro – reconocí.
– ¿Qué tu padre se acojone solo de oír mi nombre? – alzó las cejas – No, no lo es – respondió orgulloso de sí mismo – Creo que nunca me he sentido tan bien por usar ese pu*to apellido.
– Se ha ido demasiado tranquilo … – dije insegura ignorando sus festejos – ¿Y a qué demonios se refiere con lo que he conseguido? ¿De qué hablaba?
– No lo sé … pero lo más probable es que yo tenga que ver con ello – sus ojos encontraron los míos asustados. Colocó las manos en mis mejillas y su frente sobre la mía – No tengas miedo, ¿vale? No te hará nada.
– Gracias – susurré sobre sus labios.
– No me las des – negó ligeramente.
– No, Jason. Si te lo agradezco. Desde que estamos juntos no haces otra cosa que protegerme y hacerme sentir bien.
– Eso es porque me importas, _____ – besó mis labios suavemente – ¿Te acompaño adentro?
– No es necesario, Biebs – rodeé su cuello y colgué mi mirada en sus brillantes ojos mieles – Sé que tienes cosas que hacer, pero intenta descansar esta noche. No quiero a mi novio cansado en nuestra primera cita oficial – sonreí.
– Deja tu ventana abierta por si no puedo dormir – me guiñó un ojo – Vendré para que me tranquilices.

Asentí divertida y recibí un último beso de despedida. Separarme de él fue difícil después de todo el tiempo que habíamos pasado juntos. La distancia entre nosotros me hizo sentir extraña y vacía. Me
quedé en la puerta viendo como subía al coche y arrancaba para irse. Suspiré y cerré la puerta tras de mí cuando entré al corredor. Había tenido un día muy intenso.


* * *

La alarma del despertador sonó a las siete y media y yo me estiré perezosamente para apagarlo por cuarta vez en esa mañana. Me retorcí en la cama y miré por la ventana, hacía un sol radiante que me deslumbró los ojos. Los cerré y los volví a abrir intentando acostumbrarme a la luz.
Un sonido llegó desde mi mesita de noche. Al coger el móvil vi que había recibido un mensaje.
Buenos días, nena. Amaneciste bien? No olvides que hoy es tu cumpleaños ;)” 
Sonreí como una tonta mirando la pantalla. Realmente si me encontraba muy cansada para levantarme aquello había arreglado mi despertar. Era hora de ponerse a trabajar.
Miré mi habitación y vi sobre la silla la ropa que había planeado utilizar el día anterior. Sí, era de la que compré con Janelle y de la que tenía que utilizar con Jason aquel día. Corrí a darme una ducha
para quitarme la cara de sueño y espabilarme. No me hacía especial ilusión cumplir diecisiete años, más bien estaba inquieta por lo que habría preparado Jase.
Me vestí con unas mallas negras y un vestido azul marino que caía ampliamente por debajo de mi trasero. Era con mangas cortas y de escote rectangular. No era ceñido, pero si definía parte de mi
cuerpo, y Janelle estaba segura que a Jason le gustaría. Yo me encontraba bien con aquel estilo y no consideraba que estuviera demasiado fuera de lugar para ir al instituto.
Viendo el reloj empecé a darme prisa en peinarme y ponerme algo de maquillaje. Cogí la mochila y corrí escaleras abajo para coger cualquier cosa de desayuno. En la mesa vi a mi padre comiendo
unas tostadas y un vaso de leche.

– ¿No desayunas? – preguntó viendo mis acelerados movimientos buscando comida en las estanterías.
– No, llego tarde a clase – expliqué. Cogí una barrita de cereales y un zumo de frutas tropicales para comer rápidamente.
– ¿De dónde has sacado esa ropa?
– La compré el otro día – dije cortante.
– ¿Con qué dinero? – frunció el ceño.
– Bueno, me la regaló Jason, ¿algún problema con ello? – respondí irritada.
– No, no – sonrió para sí mismo, como siempre para irritarme – Hoy hace diecisiete años que tu madre murió – me recordó más serio.
– Lo sé – contesté con voz seca – también es mi cumpleaños – Greg bufó y me miró con asco.

Lo ignoré

 – Volveré tarde a casa – avisé – Que tengas un buen día – me despedí con amargura.

Di un último bocado a mi barrita de cereales y tiré el paquete de aluminio a la papelera mientras salía de la cocina sin mirar atrás.

Coloqué mi mochila en mi hombro y salí de mi casa cerrando la puerta. Al girarme vi el flamante Porsche de Jason y a él apoyado sobre el capó mirándome con su sonrisa torcida. Me sorprendí al
verlo, no pensé que me fuera a recoger.
Se aproximó a mí al tiempo que yo caminaba hacia él. Jason retiró la mochila de mis hombros y la metió en el coche junto con la suya de manera descuidada. Cuando me miró sus ojos eran realmente
intensos. Rodeó mi cintura y me besó con ansias. Cuando menos lo esperaba apretó mi cuerpo contra el suyo y despegó mis pies del suelo para darme un par de vueltas en el aire. Di un pequeño
grito sorprendida y después reí. Jason sonrió sobre mis labios cuando me dejó sobre mis pies de nuevo.

– Feliz cumpleaños preciosa.

Me emocioné al escuchar aquellas palabras. Palabras que creía que no tendrían ningún sentido me hicieron emocionarme porque nunca las había recibido y adoré la forma en que él las había pronunciado.

– ¿Lista para el mejor día de tu vida?
– No lo sé – reí – No tengo idea de que esperar de ti.
– Mejor – rió abriéndome la puerta del coche – Siéntese, señorita.

Negué con la cabeza riéndome de su comportamiento y me senté en el interior del coche. Cuando se puso a mi lado en el asiento del conductor sacó una caja pequeña envuelta en papel plateado. Me la
tendió con la mayor de las ilusiones en su rostro. Sonreí por su entusiasmo.

– ¿Me vas a dar tan temprano mi regalo? – bromeé.
– Oh, es solo el primero – sonrió triunfante.
– ¿El primero? – pregunté incrédula – ¿Cuántos hay?
– Hmmm … lo descubrirás a lo largo del día.

Suspiré. Su entusiasmo pasaba los límites de la felicidad al verme tan sorprendida y confusa con todos sus planes. El hecho de verlo tan feliz a él hizo que yo compartiera el sentimiento, y si sorprenderme a lo largo del día alargaría su buen humor haría todo lo posible para entusiasmarme tanto como él con mi cita de cumpleaños.
Miré la caja entre mis manos y desenvolví el papel con cuidado para que quedara en mis manos la caja mediana de terciopelo. La abrí y un fino reloj relució con los rayos de sol de la mañana. Era de
esfera ovalada, todo plateado y la pulsera de aros entrelazados entre sí.

– ¿Te gusta? – preguntó mirándome atentamente.
– Es muy bonito, Jase – sonreí – Gracias.

Me incliné en el coche alargando mi mano a su mejilla y lo besé tiernamente.

– Nunca llevas nada en las muñecas y cuando lo vi pensé que te quedaría bien.

Saqué el reloj de la caja y me lo coloqué. Me quedaba realmente bien.

– Es perfecto – admití en voz alta.

Jason asintió alegre de mi reacción y encendió el coche para empezar a conducir. Cuando llegamos al instituto aparcó en el parking de alumnos. Salimos del coche a la misma vez y Jase se acercó a mí para coger mi mano. Empezamos a caminar juntos hacia el edificio mientras varios alumnos nos miraban por la cercanía que había entre nosotros. No era raro que se extrañaran, Jason nunca había sido visto con chicas en el instituto y mucho menos cogido de la mano de alguien.

– ¿No te importa que nos vean juntos? – pregunté.
– ¿Debería? – se encogió de hombros – A mí me gusta presumir de la chica tan hermosa que tengo por novia – soltó mi mano y me apretó contra su costado. Observé los ojos voraces de los alumnos mirando nuestras acciones y me sentí incómoda – ____ … no te avergonzarás de estar conmigo, ¿verdad? – se separó de mí con el ceño fruncido.

Arqueando las cejas mostré mi sorpresa. Jamás me hubiera avergonzado de estar a su lado. No tenía idea de como había podido llegar a aquella conclusión y estaba segura de que con solo palabras no lo sacaría de dudas.
Sin pensármelo mucho rodeé rápido su cuello y lo besé fervientemente. Risitas y silbidos se escucharon de fondo mientras nos besábamos. Jason mordió mi labio separándose de mí mientras
reía.

– Espero que esto responda a tu pregunta – dije jadeante de aire.
– Oh, seguro que sí – rió pasándose los dedos por los labios.
– Menudo espectáculos habéis montado – dijo una voz tras de mí en tono burlón. Me giré y vi a Peyton – Feliz cumpleaños, prima.
– Gracias – asentí tímidamente – ¿Cómo lo sabes? – pregunté curiosa.
– Oh, Jason ha estado muy preocupado de planear algo para hoy. Ha estado insoportable estos últimos días – suspiró sobreactuando.
– Cállate ya, Peyton – saltó Jase pareciendo enfadado. Sin embargo, algo me decía que aquel era el royo que ellos dos solían tener. Jase enfadado por las burlas de Peyton y Peyton picándole con más bromas – Nos vamos a clase, ya mismo comienzan.
– Sí, corre chico bueno. No te vaya a regañar el profe – se burló su amigo.

Reímos mientras nos dábamos la vuelta y entrábamos en el pasillo del instituto. Nos separamos y nos dirigimos a nuestras respectivas clases. Más tarde nos reuniríamos para seguir estando juntos.


* * *

Terminamos el día en el instituto. Jason y yo nos estuvimos viendo en los pasillos entre clase y clase hasta que pudimos salir tranquilos. Salí tranquilamente por la puerta de mi clase de latín y cuando alcé la vista vi a Jase torcer la esquina corriendo hasta que llegó a mí.

– Te encontré – me dio un pico – justo a tiempo. Vámonos de aquí.

Cogió mi mano con energía y tiró de mí para que corriéramos fuera del instituto. Prácticamente corrimos hasta su coche mientras yo no paraba de reír por su entusiasmo de salir de aquella prisión.
Dejamos las mochilas en el maletero y después entramos cada uno en nuestros asientos.

– Estuve pensando … tú sueles ir al cementerio los viernes.
– Me gustaría ir … después de todo, un día como hoy también murió la mujer que decidió darme la vida en contra de todos.
– Lo sé – cogió mi mano y besó mis nudillos – te llevaré.
– ¿Podemos ir antes a algún puesto de flores?
– Claro, nena – me miró con dulzura.

Jason condujo por las calles y antes de que llegara al cementerio nos detuvimos para que yo comprase un ramo de flores variadas en el que predominaba el blanco.
Cuando llegamos al cementerio Jase me dijo que me esperaría en el coche para que pudiera visitar la tumba de mi madre en la intimidad.
Caminé con el ramo de flores entre las distintas lápidas y vi el nombre de ____ Bieber, la madre de Jason. Con pena por la mala suerte que corríamos tanto mi chico como yo al no tener nuestra figura materna, seguí andando hasta la piedra que ponía “Rebecca Cooper”.

– Hola mamá – saludé sentándome frente a ella – Hoy me di el lujo de comprarte flores – sonreí – A decir verdad, creo que hoy va a ser un día de varios lujos … Jase está loco por hacerme regalos – ladeé la cabeza mirando el firmamento – Nunca he tenido un verdadero
cumpleaños feliz, hoy parece que va poder ser posible. Sé que hoy también es el aniversario de tu muerte, pero no vengo a llorar. Vengo a darte las gracias, mamá.
Diste tu vida por mí, solo para saber lo que era tener un hijo y verme por unos segundos antes de abandonar tu cuerpo. Admiro el valor que tuviste al tomar esa decisión … Creo que no he vivido como tú hubieras querido, no recuerdo haber sido feliz hasta que conocí a Jason, y supongo que eso es amor.
He decidido aprovechar la vida que me diste, mamá. No voy a hacer más lo que la gente quiera o espere de mí, voy tomar mis decisiones para ser feliz sin importarme lo que tenga que cambiar para ello. Tú luchaste por mí y yo lo único que he hecho ha sido dejar que mi vida se desperdiciara, así que ahora voy luchar por mí misma.
Espero que estés bien donde sea que estés … ojalá tú también me pudieras desear un feliz cumpleaños – un sollozo escapó de mi garganta y me contuve para no empezar a llorar – Te quiero, mamá.

Cogí una de las rosas blancas que había entre el ramo y me levanté para marcharme de allí. Antes de salir del cementerio me paré delante de la tumba de la madre de Jase e inclinándome dejé la rosa
sobre ella.

– Gracias por ayudar a mi madre cuando se quedó embarazada. Gracias por tener un hijo
como Jason. Gracias de verdad – susurré sonriendo.

Me volteé satisfecha por lo que había hecho. Me sentí mucho más tranquila después de haber hecho todo aquello … fue como quitarse un peso de encima al agradecer en voz alta todo lo que había
recibido sin darme cuenta, más con las personas adecuadas aunque estuvieran más allá.
Di un suspiro saliendo del cementerio y entré de nuevo en el coche de Jason, aparcado frente a mí.
Jase estaba entretenido con su móvil cuando alzó la vista y me miró.

– ¿Lista? – sonrió.

Simplemente asentí para lo que fuera que él tuviese preparado.

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@itsBieberFanfic

1 comentario:

  1. Dioooooooos genial,esque escribes chapó ,me encanta,no puedes escribir
    más mejor y la historia preciosa,queeee mono jase y cooper ya se hace notar *-*
    By:MJCS

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