Habíamos viajado en el coche durante una hora. La playa no estaba precisamente cerca pero el viaje se había acortado con la gran velocidad a la que conducía Jason su Porsche.
Apenas habíamos cruzado palabra desde que salimos de su piso. No supe bien que pasaba o lo que había hablado con su padre cuando yo salí.
Lo había esperado en la entrada del piso sentada en el último escalón de las escaleras durante algo más de diez minutos y al volver estaba tenso. Había fingido sonrisas para tranquilizarme, pero algo no iba bien … era extraño, pero por primera vez estaba viendo a Jase carcomerse la cabeza y algo me decía que yo estaba en medio de todas sus reflexiones.
Salimos del coche y empezamos a caminar por el camino de acera que había cerca de la playa. El mar estaba tranquilo y casi no había gente paseando. Aún era mayo y a aquella hora, las nueve de la
mañana, poca gente salía a dar una vuelta salvo algunas personas mayores que salían con sus perros.
Jason sujetaba mi mano al tiempo que paseábamos en silencio. La brisa con el olor salado de la costa sopló en nuestras caras y agitó mi pelo.
– ¿Tienes hambre?
Me preguntó mirando una de las cafeterías que acababa de abrir y colocar las mesas en una terraza.
A decir verdad, tan solo me había tomado un zumo en el departamento del padre de Jason y no había tenido mucha hambre hasta ese momento en que me lo recordó.
Asentí con energía y Jase sonrió mientras cruzábamos la carretera hasta llegar al lugar.
– Jase, ¿de qué hablaste con tu padre? – le pregunté mientras nos sentábamos.
– Cosas sin importancia – hizo un gesto con la mano para restarle interés.
– Estás muy serio desde que salimos del apartamento.
Cogí la carta de la cafetería para echarle una ojeada mientras esperaba su respuesta, como siempre, no me iba a decir detalles, pero me estaba cansando de ello. Iba a forzarlo un poco a que me contara lo que de verdad sucedía.
– Tan solo discutí con mi padre. Nada fuera de lo habitual – bufó rodando los ojos.
– A tu padre no le gusta que estés conmigo, ¿verdad? – me aventuré. Por su reacción pareció que acerté.
– No es eso – sacudió la cabeza – Él tan solo no se fía de nadie y está exagerando con sus advertencias.
– Y yo estoy dentro de esas advertencias – afirmé.
Un camarero llegó para tomarnos nota y ambos pedimos un café con un croissant de mantequilla. El chico se fue enseguida a preparar nuestro desayuno.
– No se cree que vamos en serio – dijo Jase. Lo miré enarcando una ceja – mi padre, quiero decir. Y está haciendo estúpidas suposiciones sin saber nada.
No sabía a que se refería exactamente con “ir en serio” pero entendí que era algo profundo.
Interiormente medité que yo me preocupaba por él y viceversa, es decir, no importábamos el uno al otro, eso era ir en serio, ¿no?
Por otra parte, llegué a la conclusión de que aquellas suposiciones de Justin eran advertencias en mi contra para que Jason tuviera cuidado conmigo.
– No sé que te ha dicho, pero créeme, tú a mí me importas.
El camarero nos trajo nuestros cafés junto con nuestros croissants y se marchó. Jason dio un trago al café y lo dejó a un lado sin soltarlo en la mesa. Su nuez subió y volvió a colocarse en su sitio
mientras tragaba.
– No quiero hablar de esto, ____ – dijo rechazando mirarme a la cara – Yo sé lo que hay entre nosotros, no voy a hacer caso de lo que diga mi padre sobre ti.
Parte de aquello me tranquilizó pero tampoco me agradaba que evitara hablar de nosotros, aún así lo respeté y dejé aparcado el tema empezando a desayunar.
Devoré mi croissant en cinco minutos. Estaba demasiado bueno. Miré las vistas desde la terraza, me encantaba ver el mar. Había ido muy pocas veces a la playa en toda mi vida. Tan solo unas cuantas
veces con mis abuelos cuando era pequeña. Recordando aquello sentí ganas de tener explicaciones por parte de ellos …
– ¿Qué hacemos ahora? – di los últimos tragos de mi café al ver que Jason ya había terminado su propio desayuno.
– Vamos a la playa.
Se levantó de la mesa y dejó un billete sobre la mesa para irnos rápido. El camarero iba a tener una buena propina por todas las prisas de Jason.
Jase cogió mi mano y entramos a la playa por un entablado de madera. Me quité las sandalias y las sujeté en mis manos para caminar mejor por la arena. Él hizo lo mismo y empezamos a caminar por la orilla dejando que el mar refrescara nuestros pies.
– ¿Estás bien? – me preguntó rodeando mi cintura.
– Sí – sonreí – Me encanta esto – señalé nuestro alrededor – Hacía años que no venía a la playa. Me gusta que hayamos venido y esté casi para nosotros solos.
– Es muy temprano – se encogió de hombros.
En ese instante Jason me soltó y se sentó al límite de la orilla mirando el ligero oleaje. Extendió los brazos y me senté entre sus piernas. Me rodeó por la cintura y apoyó su barbilla en mi hombro. Nos quedamos mirando el brillo del sol sobre el agua en silencio escuchando las olas y nuestras respiraciones.
– ____ – susurró mi nombre con dulzura – ¿Qué has hecho conmigo, eh? – lo sentí sonreír.
– ¿Yo? – pregunté divertida – ¿A qué te refieres?
– Has hecho que te quiera – explicó como si fuera lo más obvio del mundo. Una parte de mí se deshizo por completo – Te quiero – colocó un beso en mi hombro.
Me giré entre sus brazos y me coloqué de rodillas frente a él para mirar sus hermosos ojos mieles.
Me perdí en ellos al darme en cuenta de la intensidad con la que brillaban. El viento sopló y revolvió mi melena. Jase retiró los mechones de mi cara acariciando mi mejilla y con media sonrisa.
¿Se estaba volviendo tímido? Sonreí ante aquel chico que me acababa de decir las palabras que yo menos oídas tenía.
– ¿Tú me quieres? – preguntó bajando su mano a mi cintura.
Sin saber porqué sentí el temor y la inseguridad en su voz. ¿Realmente no lo sabía? ¿Qué demonios pensaba que estaba haciendo con él si no?
– Jase – ahuequé su mejilla con mi mano – Yo también te quiero – susurré acercándome a sus labios – muchísimo – añadí.
Sus labios se aproximaron rápidamente y con ansias hacia mí. Su boca moldeó la mía con suavidad.
Saboreamos el beso lentamente. Mis dedos se enredaron en su cabello, era tan sedoso …
Jase tiró de mí hacia un lado y caí sobre la arena al tiempo que el se colocaba sobre mí. Sus manos reposaban en mis cadera y mi cuello. Un gemido escapó de mi interior. Jason deslizó su lengua rozando la mía. Sentí todo mi cuerpo queriendo más de él.
Nos separamos dos centímetros para recuperar la respiración. Su cálido aliento chocaba contra mí haciéndome estremecer.
– ¿Sabes una cosa? – murmuró – Nunca he creído en el destino, pero esto …
No acabó la frase. Sin embargo sabía lo que quería decir, lo entendía porque yo sentía lo mismo.
Era como si estuviéramos hechos el uno para el otro, como si nuestras vidas estuvieran conectadas en más de un sentido.
– Yo no creo en las coincidencias. Siempre he dicho que las casualidades tienen más de un significado – sonreí.
– Desde el principio hemos tenido un lazo – susurró sobre mis labios – Si no hubiera sido por el estúpido trabajo de ética, tú y yo hubiéramos acabado juntos de cualquier manera. Estoy seguro de eso.
– Eso es bonito – ladeé la cabeza.
– ¿No te lo crees? – preguntó incorporándose y tendiéndome una mano para levantarme – ¿O crees que alguien pueda quererte más que yo?
– Lo que sé – dije levantándome y poniéndome frente a él – es que yo no voy a poder querer a nadie más de lo que te quiero a ti.
– Eso es un alivio – siseó contento abrazándome por la cintura.
Apoyé mi mejilla sobre su pecho. Jason colocó su cabeza sobre la mía y plantó un beso sobre mi coronilla sin soltarme en ningún momento. Sentí que podía quedarme en aquella posición para el
resto de mi vida. Oliendo su aroma mezclado con el olor del mar. Sintiendo que éramos solo él y yo solos hasta el fin de nuestros días.
* * *
Narra JasonJamás había tenido tantas dudas … no estaba acostumbrado a decir lo que sentía, no, jamás le había dicho “te quiero” a nadie salvo a mi familia, y hacía bastante tiempo desde la última vez que lo dije
a alguien. Si a mí me pasaba eso, estaba seguro de que en el caso de ____ era peor.
Recordé lo que me dijo mi padre. Si era cierto que ella estaba muy sola y que conmigo se sentía refugiada, pero también necesitaba el cariño que no había recibido ni en un ambiente familiar. Era
sensible y frágil por momentos, pero también se recuperaba rápido y se mostraba fuerte. La admiraba por ello … y si necesitaba ayuda en los malos momentos yo iba estar con ella.
Me lo había dicho y me lo había demostrado. Me quería. Ella me aceptaba como era, siendo el chico que la llevaba a todas partes o siendo Jason McCann, la persona que le escondía cosas y se
volvía salvaje.
Recibir su confianza y sus muestras de afecto era lo que mejor me hacía sentir y parecía que no necesitaba nada más para ser feliz.
Habíamos comido juntos un helado y en ese momento regresábamos a la ciudad. Ella ya estaba decidida a enfrentar la realidad y ya me sentía capaz de callar a mi padre diciéndole que tenía a la mejor novia que podría haber encontrado. Sí, tenía que demostrarle que estaba muy seguro de ello, sino jamás me iba a dejar en paz.
Y si tenía que pelear por protegerla lo haría. Los miedos y las inseguridades se había acabado para mí … sin embargo ella seguía temerosa por lo que fuera a escuchar de sus abuelos. No era para
menos. Dependiendo de lo que se enterase esa misma tarde iba a tener que tomar ciertas medidas.
Me pidió que la llevara a la casa de campo de sus abuelos, y eso estaba haciendo. La música inundaba el coche mientras nosotros no decíamos nada. Sabía que ella tenía muchas dudas que pocas personas podrían aclarar, entre ellas mi padre. Parecía que ella no tuviera presente aquello.
– ____ – la llamé para interrumpir sus meditaciones mirando a través de la ventanilla – ¿Quieres hablar con mi padre sobre lo que pueda saber de tu familia?
Por un instante se quedó paralizada y dio la impresión de asustarse, después pareció considerarlo, por último sacudió la cabeza en negación.
– No te ofendas pero … no me gusta mucho tu padre.
No pude evitar reírme un poco. Puso cara de disgusto, ella se estaba tomando aquello muy en serio.
– No me ofendo, tranquila – traté de borrar la sonrisa de mi boca – Es normal que no te guste. Lo extraño es que yo te guste … somos iguales en muchos aspectos.
– Jase – bufó protestando – No es lo mismo. Bueno … no lo conozco, pero sinceramente no tengo ánimo de conocer a nadie en este momento.
– Me gustaría que os conocierais de verdad – suspiré – es horrible que ambos desconfiéis tanto el uno del otro con haberos visto una vez.
– Podemos probar otro día – se encogió de hombros – yo no me niego.
Volvió a dirigir su mirada al paisaje. Estábamos cerca de la casa de campo.
– ¿Quieres que le pregunte yo a mi padre y después te cuente lo que sepa? – me ofrecí.
Ella devolvió la mirada en mí con puro agradecimiento. Fue como si ella hubiese estado pensando en la misma idea y le hubiera salvado de un gran momento incómodo al tener que presentarse frente
a mi padre para hacerle una entrevista sobre su propia familia. Realmente era una locura.
– Sería genial – aparqué el coche detrás de otro. Era domingo, parecía que se había organizado una reunión familiar – Mis tíos y Peyton deben estar aquí – asentí – Estaba pensando … – la
miré. Estaba pensando sus palabras para decirlas con cuidado – Prefiero hacer esto sola. No quiere que presencies un buen drama familiar.
– Entonces … – me quedé mirando el coche frente a nosotros – ¿Quieres que te espere aquí o regresarás a casa con Lucas?
– No, no esperes. Ve a casa – se inclinó sobre el asiento hacia mí y me besó – Gracias por todo, Jase – susurró. Negué con la cabeza, hacía todo aquello con gusto por ella.
– Cualquier cosa que pase, si me necesitas … llámame, ¿de acuerdo?
La angustia poseyó mi voz. No me gustaba nada tener que dejarla. Enseguida iba a querer saber como le iban las cosas y me preocupaba que se sintiera mal sin nadie cerca.
– Capicci – respondió en italiano con media sonrisa por aflojar el ambiente – ¿Te veré hoy otra vez? – preguntó poniendo la mano en la manilla para abrir del coche.
– Me pasaré esta noche por tu ventana – sonreí – Nos contaremos todas las novedades, ¿vale?
Ella asintió y salió del coche. Arranqué el coche en cuanto estuvo fuera, antes de que me marchara ella toco con los nudillos en la ventanilla. La abrí con el botón automático y ella se asomó con
media sonrisa.
– Te quiero – dijo con sus mejillas ruborizadas – solo quería decirte eso.
Dicho aquello se dio la vuelta sin dejarme responder. Me vi sonreír como un idiota en el espejo retrovisor. “Estás jodido, Jason” me dije a mí mismo al ver cuanto me afectaba aquella chica.
Salí de allí a toda velocidad en dirección al departamento con mi cuerpo cargado de adrenalina.
Tenía que hablar muchas cosas importantes con el señor Justin Bieber.
Narra ____
Me había hecho la valiente y le había pedido a Jason que me dejara hacer las cosas sola. Aunque no me sentía con todas mis fuerzas, me sentí orgullosa por haber tomado la decisión adecuada sin
importarme los temores. Era mejor evitar que Jase viera el espectáculo que se podría montar. Di gracias a que Peyton estuviera allí … aunque tampoco pensaba que fuera a estar de mi parte.
Caminé por el camino de piedras hasta la puerta de madera y toqué. Mi abuela abrió la puerta de par en par y al verme sonrió.
– ¡_____, cariño! – exclamó abrazándome y haciéndome pasar – ¿Qué tal estás? ¿Cómo has venido? – preguntó alegremente. Todos en la mesa del salón voltearon para verme.
– Me trajo Jason – expliqué cortante – Necesito hablar contigo – fui directa al grano – Sobre el diario, sobre porqué nadie me dijo que Greg no es mi padre, sobre porqué he tenido que estar sufriendo lo que he sufrido sin merecerlo – la rabia se acumuló a medida que iba
pidiendo explicaciones – ¡¿Por qué demonios he vivido una jodida mentira?!
El silencio se hizo en la sala. Todos me miraban sorprendidos. Lo único que podía oír era mi respiración acelerada por el enfado.
– Lo sabías, ¿verdad? Sabías que Greg no es mi padre – la acusé – Por eso estuve aquí de pequeña, ¿por qué permitisteis que me llevara con él?
– ____ nosotros … – mi abuelo intentó detenerme.
– ¿Sabe alguien el infierno que he vivido con ese hombre?
– Rebecca decía en el diario que Greg pensaba que eras su hija y te iba a educar bien.
– ¿Educar? – me mofé – ¿Cómo? ¿A base de amenazas, gritos y golpes? – dije con sarcasmo – Vosotros sabíais lo que iba pasar cuando me llevó con él y no os esforzasteis por encontrarme ni una sola vez. Ni una vez os preocupasteis de ir a verme al instituto para ver como estaba – les reproché a mis abuelos – En ningún momento comprobasteis que Greg estuviera cumpliendo su palabra a vuestra hija.
– Tu padre – empezó mi abuelo.
– No es mi padre – lo corregí asqueada.
– Greg nos dijo en un principio que te llevaría a un colegio interna fuera de Delaware. Él tiene tu custodia, no pudimos hacer nada para que te quedaras aquí. Nos mintió, cuando viniste a visitarnos lo comprendimos.
– ¡Sí sabíais que no era mi padre podríais haber arreglado las cosas para que él no tuviera la custodia!
– ¡Es policía! – reclamó mi abuela – ¿De verdad crees que hubiera sido tan fácil quitársela? Tu madre estaba muerta, tu verdadero padre ni lo conocemos … ¿qué podíamos hacer? – preguntó desesperada.
– Podrías haberme dicho que él no era mi padre en cuanto me viste, pero en lugar de eso me diste el diario para que … ¿tuviera una sorpresa? – ironicé – No gracias, las odio. ¿Sabes lo ridículo que fue enterarme de que mi vida es una completa mentira en el día de mi
cumpleaños? Por primera vez en mi vida lo había pasado bien celebrando y acabó todo de la peor manera.
– No fue nuestra culpa – dijo mi abuelo – Tu madre lo quería así.
– Mi madre no sabía el cambio de carácter que iba a tener Greg Cooper. Los métodos deben cambiar al igual que las circunstancias. ¡Era una niña! – protesté – Yo era reservada, apenas hablaba y vosotros me dejasteis con un total desconocido que me odia a muerte por el simple hecho de haber nacido – sentí mis ojos pinchar de ira. Quizás iba a empezar a llorar por la frustración acumulada pero iba a contenerme todo lo posible – Ni siquiera vosotros
queríais que naciera. Jamás apoyasteis a mamá cuando quedó embarazada – me di cuenta de que probablemente ellos solo me hubieran cuidado durante mi infancia por ser lo único que
había dejado su difunta hija – Ni siquiera habéis visitado nunca la tumba de mamá porque no aceptáis que diera su vida por mí. Os pareció irresponsable. En cuanto tuvisteis la oportunidad de libraros de mí me disteis, casi me regalasteis sin parpadear. ¡Yo lo único que
he sido siempre es una carga para todos! – exploté.
Nadie lo contradijo. El silencio se hizo protagonista del momento y sentí el aire comprimirse. Salí de allí hecha un remolino. No sabía bien que acababa de hacer. Tan solo me había dado cuenta de lo
enfadada que estaba cuando había llegado allí y había visto la cara de mi abuela. No tenía idea de que mi reacción iba a ser aquella. Me había descontrolado totalmente.
Caminé enfadada dando zancadas hacia el exterior. No sabía a donde iba ni que hacía, estaba enfadada con ellos, conmigo misma y con el mundo.
Una mano agarró mi muñeca fuertemente y me sacudí rápidamente en respuesta, pero no sirvió para nada. Al girarme vi a Peyton con su ceño fruncido.
– ¿Te has quedado a gusto? – preguntó en un reproche.
– ¡Sí, mucho! – contesté orgullosa – Suéltame, me estás haciendo daño – sacudí el brazo y esta vez me soltó.
– ¿A dónde ibas?
– No lo sé, a caminar por ahí – contesté saliendo del terreno de mis abuelos – ¿Qué importa? Si me pierdo será un alivio para todos.
– Creo que no para todos – respondió Peyton volviendo a detenerme – Ven, te llevaré a casa en el coche. De paso podremos hablar.
No tenía muchas opciones … tampoco era que él me hubiera hecho algo malo, pero me había puesto excesivamente irritable con todo el que se acercaba.
Me abrió la puerta del coche y se dirigió hacia el asiento de conductor. Entré con él sin fijarme demasiado en lo lujoso que era el flamante Lexus.
– Yo no sabía nada de esto – dijo introduciendo las llaves en el contacto – Ha sido una total sorpresa tanto para mi padre como para mí que dijeras todo eso.
– Ni idea, ¿eh? – ironicé negando con la cabeza.
– Debe ser duro enterarse de que tu padre no es tu padre …
– En mi caso es más bien un alivio – lo contradije. El me miró estupefacto – Lo que me enfada es haber estado con él cuando no tenía hacerlo. No sé que quiere de mí porque estoy casi segura de que Greg sabe que no soy su hija.
– ¿Y qué vas a hacer ahora?
Suspiré frustrada, era la segunda vez que me lo preguntaban en el mismo día y una vez más no sabía que responder.
– No lo sé … tan solo llévame a casa – le indiqué la dirección y él siguió mis instrucciones.
– ____, ¿te trata muy mal? – preguntó serio.
– Nada a lo que no me haya acostumbrado, ya no es para tanto – contesté con desgana – Nunca ha sido agradable estar con él.
– Mi padre nunca quiso interesarse mucho en ti porque Greg es policía y … bueno ya tú sabes los líos que hay con …
– Sí – lo interrumpí – sé a lo que te refieres, no te preocupes en explicármelo.
– Lo que quería decirte es que si no estás cómoda con él puedes venirte a nuestra casa. Eres de nuestra familia … yo no sé mucho de Rebecca, pero mi padre parece que estaba muy unido a su hermana así que en cierto modo se preocupa por ti.
– Gracias – siseé mirando a través de la ventana – ¿crees que me he pasado con los abuelos?
– ¿Durante cuanto tiempo has estado enfadada con tu vida? – bufé.
Ni siquiera lo recordaba, tampoco es que hubiera pensado en estar enfadada interiormente sin darme cuenta – Pues eso. Tu reacción ha sido más bien normal. Tienes temperamento y hoy no lo has controlado, punto. Pero no creo que ellos te considerasen una carga …
– No dijeron nada – contesté – Prefiero no verlos en mucho tiempo.
En rencor se apoderaba de mí y no podía hacer nada por detenerlo.
Peyton seguía conduciendo en silencio, lo único que podíamos oír era el murmullo del motor del coche hasta que se detuvo frente a mi casa.
Peyton se inclinó y sacó un papel de la guantera junto con un bolígrafo. Apuntó unos números y me lo tendió.
– Si necesitas cualquier cosa llámame, ¿vale? A mí o a mi padre – me miró de manera intimidatoria.
– No quiero molestar … – “ni ser más una carga” añadió mi subconsciente.
– Jason no va estar siempre libre, ¿sabes? Si alguna vez no puedes recurrir a él, acuérdate de esto– sujetó el papel hacia mí hasta que lo cogí.
– Gracias, Peyton – tiré de mi boca hacia arriba – Lo aprecio de verdad.
– No eres una carga para nadie, ¿entendido? No creas que te digo esto por cumplir. Pocas veces me importa la opinión de la gente. Esto va en serio.
Asentí sin saber que decir. Sospechaba que lo que más podía temer ahora alguien por mí era lo que iba a enfrentar contra Greg o lo que pudiese pasar. Sí … Greg era un asunto de cuidado, pero yo ya
me había revelado contra él en alguna ocasión. ¿Decirle la verdad a la cara iba a ser lo más acertado? Seguramente no. Estaba muy segura de que se enfadaría y tendríamos una discusión fuerte, más dura incluso que la que tuve con mis abuelos.
Salí del coche y me dirigí hacia la casa. No sabía muy bien si decir que aquella era mi casa, realmente nunca la había sentido como mi hogar. Solo mi cuarto era mi espacio personal y el único sitio donde pasaba el rato. Por así decirlo era mi madriguera, el lugar a donde escapaba de los demás escuchando la música a todo volumen con mi auriculares.
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TUENTI: Miriam Cooper
Twitter: @itsBieberFanfic
Siguienteee , siguiente , a ver si aparece ya zayn XD Quiero ver como van hiendo las cosas a partir de ahi pero seguramente que para eso todavia queda un poco :) . Tu novela es fantastica , es perfecta y ojala no acabe nunca XD.Bueno lo de siempre que tu novela me encanta y eso , lo que no entiendo es porq sus abuelos no le dijeron que no es una carga `porq estoy segura que no lo es para ellos, porq la dejaron irse enfadada XD Se que les cogio por sorpresa pero sabian que pasaria porq tenia el diario.
ResponderEliminarSIGUIENTE!!!!
XOXO