Cuando llegamos a casa con la compra, Jason se acercó a saludar mientras salíamos del coche y nos ayudó a sacar todas las bolsas del maletero para llevarlas a la cocina.
Fuimos juntos y estuvimos colocando cosas mientras Janelle saludaba a Christian, quien estaba revisando el garaje. Me apoyé contra la encimera mirando como de concentrado estaba Jase y
sonreí. Él volcó su atención en mí cuando vio que lo observaba con atención y torció sus labios.
– ¿Te gusta lo que ves?
Me acerqué a él lentamente agachando la vista por lo sonrojada que estaba. No me gustaba que me pillara mirándolo embobada. Jase rodeó mi cintura aproximando nuestros cuerpos y yo enrosqué
mis brazos en su cuello alzando levemente mi cara para coincidir con su hermosos ojos mieles.
– Me gusta mucho lo que veo, para ser sinceros.
Rió y me besó apretando sus dedos en mi cintura. Bajé las manos acariciando sus marcados bíceps.
Jason pasó su lengua por el filo de mis labios pidiéndome entrada. Se la negué mordisqueando su labio inferior. Jase bajó sus manos de mi cintura hacia mis caderas. Se separó un poco para que
recuperásemos nuestro aliento y en un momento me cogió de mis muslos y me alzó para sentarme en la encimera. Di un grito inesperado y Jason rió sobre mis labios. Su cuerpo se colocó entre mis piernas mientras seguíamos besándonos. Sus manos me acariciaban las piernas de arriba a abajo haciéndome soltar un jadeo. Jase aprovechó para colar su lengua dentro de mi boca y sentí el deseo crecer en mi interior. Lo atraje hacia mí tirando de su cuello y revolviendo su pelo cuando sentimos a alguien toser en la entrada de la cocina.
– ¿Pasándolo bien? – Janelle se cruzó de brazos sin ninguna vergüenza desde la puerta – Parece que siempre soy la que os interrumpe – sonrió.
Jason se apartó de mí riendo entre dientes. Tenía calor, mucho calor. Ya fuera por la subida de temperatura que Jase había provocado en mí o por la vergüenza al ser pillados en aquel momento, quizás por ambas cosas. Me bajé de la encimera sin ser capaz de alzar la vista.
– Sí, da la impresión de que lo haces apropósito – se quejó Jase.
– No es mi culpa – alzó las manos inocentemente – Iba a preguntarle a _____ sobre colocar su ropa en el armario.
– Emm, sí – titubeé aún nerviosa – Vamos.
– Te veo luego, nena – me agarró la muñeca y me dio un suave beso antes de dejarme ir.
Janelle bufó y rodó los ojos mientras salía de la cocina y yo iba tras ella. Sabía que a ella le divertía y que no le molestaba lo que hubiera visto, pero aún no dejé de sentirme incómoda. Todavía me
resultaba como si estuviera invadiendo un espacio que no me correspondía, tanto por estar con su hermano menor como por mudarme a su casa.
Llegamos a la habitación de Jase. Todo estaba recogido y sobre la cama Jason había dejado el oso de peluche que me había conseguido en mi cumpleaños. Sonreí tontamente mientras nos dirigíamos al armario y abríamos las puertas para ver el espacio que había dejado Jason.
– Vaya, mi hermano ha sido generoso haciéndote sitio – rió Janelle – Debes de gustarle mucho.
Una vez más provocó que me salieran los colores. ¿Alguna vez iba a acostumbrarme a hablar de Jase y de nuestra relación sin mandar toda la sangre a mi cara? Probablemente, no.
– _____ – me llamó Janelle mientras abría una de mis maletas – ¿Por qué esta decisión tan repentina? – preguntó curiosa sabiendo a que se refería – Quiero decir, no es que llevéis tanto tiempo juntos, sois muy jóvenes y decidirlo de un día para otro …
– Sé que es extraño – admití – Créeme yo misma me siento rara, aquí. No es mi intención molestar a nadie, yo …
– Oh no, a mí no me molesta – sonrió mientras cogía ropa del equipaje y la colgaba en perchas – De hecho sé que si mi padre ha consentido esto debe haber un buen motivo.
– Es por problemas con mi familia – dije sabiendo que ella quería una explicación.
Me sentía en confianza con ella. Mientras organizábamos todas las prendas y accesorios en el armario fui contándole todo lo que había pasado en los últimos días. Todos los secretos revelados hasta el último momento de mi vida. Al principio era un poco incómodo porque no sabía como explicarlo, sin embargo ella me escuchaba con atención y hacía preguntas cuando no entendía algo.
Se sorprendió como cualquiera persona con mi historia y finalmente me dio un abrazo.
– Me alegra que tú y Jase os juntarais – se encogió de hombros – Estoy segura de que nuestras madres también estarían felices de veros unidos.
– Hmm … no creo que les gustase tener que interrumpirnos como tú – bromeé.
– Oh, sí. Eso sería divertido – carcajeó – Pero ya sabes, yo soy su hermana y nosotras amigas, así que no hay bronca. Es divertido ver como de roja te pones tú y como se irrita Jase.
Rió confirmando mis sospechas y reí con ella. Sí, Janelle y yo nos estábamos haciendo amigas.
Algo especial tenían los hermanos Bieber para hacerme sentir cómoda con ellos.
Los Bieber tenían una conexión conmigo desde antes de que yo naciera cuando ayudaron a mi madre … y era cierto que de Justin no había tenido una gran primera impresión, pero al fin y al cabo me estaba dejando vivir en su casa en el momento más crítico de mi vida. Sí, se lo tenía que agradecer en cuanto lo viera y posiblemente aquello cambiaría nuestra forma de vernos como a Jase le hacía ilusión. Recordé que íbamos a ir a comer con sus abuelos y con su padre. No sabía que iba a hacer o como debía comportarme, pero tenía el presentimiento de que todo iba a ser agradable.
Era increíble ver como estaba cambiando todo tan rápido. Mis emociones no estaban del todo mal en ese momento, me estaba manteniendo ocupada … pero estaba segura de que toda las buenas
situaciones que estaba ganando con Jase y su familia iban a quedar en el olvido cuando la tormenta regresara a hacer su segundo asalto. Y sin saber porqué, tenía el presentimiento de que sucedería pronto.
* * *
Habíamos recogido todo. Se acercaban la una y media del medio día y nos dirigíamos a casa de los abuelos de Jason. Jase acariciaba mi pierna con una mano mientras conducía y yo miraba por la
ventana pensando en lo que iba a pasar.
– Relájate, ____ – me dio un apretón – Es solo una reunión informal.
– Me vas a presentar a tu familia – fue mi única explicación.
– Les gustarás, como a mí – sonrió.
– Vamos a visitar los padres de tu madre, ¿no? – él asintió tragando saliva – ¿Dónde están los de tu padre?
– Oh … bueno, mi padre no habla de ellos. Él creció solo – dijo con un poco de molestia – ¿por? – me miró.
– Curiosidad – me encogí de hombros.
Pasamos varios minutos de silencio entre el murmullo del coche. Janelle y Christian nos seguían detrás. No podía evitar notar como Jase iba superando cada vez más el límite de velocidad.
– Vas a hacer que nos estrellemos – mascullé. Él rió.
– Creo que en tu trabajo de ética apuntarás “chico temerario” – bromeó.
– Oh, no lo dudes – aseguré – Sabes que es para dentro de una semana, ¿verdad?
– Sí – asintió – por fin vamos a acabar el maldito curso.
Sonreí. Jason odiaba el instituto, no había persona más desesperada que él por las vacaciones de verano. Me miró atento.
– Tengo muchos planes para nosotros – su mano encontró la mía y bajó la velocidad del coche mientras me acariciaba el dorso.
– ¿Debería asustarme por si es una locura?
– No … – dijo serio – ¿o quizás sí? – se burló.
Reí con ganas hasta que vi que habíamos llegado a casa de sus abuelos y él aparcaba el coche.
Salimos del coche y esperamos a que llegaran Janelle y Christian para entrar juntos. La puerta de la hogareña casa se abrió y de allí salió Justin.
– Os vimos por la ventana del salón – explicó acercándose a nosotros – Hola chicos – Justin me dio un beso en la mejilla y después saludó a su hijo con un choque de manos.
– Esperábamos a Janelle – dijo cuando apareció el coche.
Justin asintió y me dedicó una mirada. Al principio serio haciendo que me pusiera firme, finalmente suavizó sus rasgos y esbozó una sonrisa hacia mí.
– Me alegro de verte, ____ – comentó.
– Yo también señor Bieber – respondí educadamente.
– Justin – me corrigió una vez más como la primera vez que nos vimos. Me sonrojé. Aquel hombre era intimidante – Espero que te sientas bien en la casa.
– Sí … yo, quería darle las gracias – Jase apretó mi cintura de forma consoladora al ver mi nerviosismo.
– No las des – Justin me sonrió abiertamente – Entre tú y yo, Jason se hubiera vuelto loco si no lo hubiese permitido – trató de bromear y Jason bufó – y sé lo desagradable que es estar sin casa y alguien que te ayude, así que … que importa si la casa estaba vacía.
Se encogió de hombros intentando restarle importancia pero me dio la impresión de que sus palabras querían decir algo más. Jason me acababa de decir que su padre había crecido solo, ¿sin padres? De alguna manera aquel hombre se compadecía de mí, estaba muy cerca de saber por lo que estaba pasando porque además tenía conocimiento de datos de mi vida que pocas personas sabían.
Me di cuenta de que Jase podía ser una copia de su padre, no solo físicamente, sino también el aspecto de mostrar sus lados más duros pero además ser personas que sienten y padecen por dentro.
Justin Bieber había pasado por muchas cosas malas que le habían dejado mella en la vida y podría actuar de manera radical ante sus problemas, pero había formado una familia, lo que indicaba que
debía tener una fibra sensible.
Jase admiraba a su padre, se notaba por su mirada en él. Janelle lo abrazó con cariño. Sí … Justin Bieber tenía que ser una buena persona para haber tenido a aquellos dos hijos increíbles. Su madre
no pudo hacer todo el trabajo.
Solo de pensar en aquello me sentí mejor estando cerca de él y me relajé. Jason besó mi mejilla interrumpiendo mis meditaciones y sonreí. Por Jase estaba descubriendo cosas nuevas y cambiando
mi vida en lo que parecía por entonces un giro para bien.
* * *
Habíamos pasado toda la tarde en casa de los abuelos Bolton. Eran personas muy amables. Lo había pasado bien en la cocina con la abuela Janelle y la nieta Janelle. Era divertido que tuvieran el
mismo nombre. Más de una vez habían hecho bromas con Christian cuando llamaba a su novia y respondía la abuela. Justin, Jase, George y Christian estuvieron jugando pocker y haciendo apuestas. Reían y bromeaban. Justin y George fumaban de vez en cuando.
La abuela me acogió con su nieta mientras nos contaba historias de su juventud y un viaje que hizo con su marido en una caravana para celebrar sus bodas de plata.
Hablar de cosas al azar fue lo predominante en aquel día. No hubo preocupaciones, no hubo problemas. Todos estábamos a gusto en aquel ambiente.
Jason me sorprendió una vez abrazándome por detrás dándome un beso en la mejilla delante de su abuela y su hermana produciéndome un respingo. Jase rió sobre mi hombro y las mujeres sonrieron enternecidas.
– Jase siempre ha sido un niño muy dulce – comentó la abuela cuando él se retiró.
No pude hacer otra cosa que sonreír tímidamente sintiéndome orgullosa de tener una persona como él a mi lado.
Cuando abandonamos aquella casa Jason condujo hasta la mansión donde ahora vivíamos. Jase abrió la puerta y me invitó a que yo pasara primero.
Nos teníamos que arreglar para ir a una fiesta con su hermana. Definitivamente aquel día no iba a parar.
– Me voy a duchar – comenté subiendo por las escaleras.
– Oh, no. Yo voy primero – dijo Jason.
– Já – me burlé empezando a correr hacia arriba.
Jason carcajeó siguiéndome escaleras arriba, justo cuando llegué al cuarto me cogió por la cintura alzándome del suelo mientras pateaba en el aire riéndome provocando que se me cayeran los
zapatos desperdigados por la habitación. Jase caminó hasta que entró conmigo en sus brazos en el baño. Me dejó en el suelo y tiró de su camiseta arriba luciendo su perfecto torso.
– ¿Te unes a mí? – preguntó divertido.
– Ni lo sueñes – bufé.
– ¿Cómo sabes que lo soñé? – rió colocando sus manos en el borde de mi camisa y tirando hacia arriba hasta sacarla – Te quiero en la ducha. Conmigo. Ya.
Me crucé de brazos y negué con la cabeza. Jase enarcó una ceja y en un ágil movimiento me cogió y me colocó en su hombro para entrar juntos en la ducha. Grité dándole un golpe en el cu*lo y él rió
mientras abría el paso del agua.
Me colocó sobre mis pies y me arrinconó contra la pared al tiempo que se lanzaba salvajemente a besar mi cuello. Sus manos bajaron por mi cintura y viajaron a mi espalda dando ligeras caricias como yo acariciaba su pecho. El agua nos empezaba a mojar enteros.
Sentí el sujetador caer y Jason lo lanzó fuera de la ducha. Su boca fue bajando de mi cuello a mi clavícula para besar los puntos
sensibles de mis senos haciéndome gemir. Su lengua lamía las puntas de las zonas extremadamente estimuladas mientras sus manos seguían bajando a mi cadera y deshacían el broche del pantalón. En nada me quedé desnuda y expuesta frente a él. Jase sacó un paquete de aluminio del bolsillo trasero de su pantalón y lo aproximó a mi boca para que lo cogiera entre los dientes.
Él se deshizo de sus pantalones quedando en igualdad de condiciones que yo. El agua de la ducha repiqueteaba en nuestros cuerpos. Una de sus manos me quitó el paquete de la boca y acarició mi mejilla mientras la otra me recorría el costado provocándome un ligero escalofrío.
Me acerqué a él para besar sus labios pero él se alejó con una sonrisa torcida. Fruncí el ceño. Sus manos bajaron por mis muslos y sentí su erección contra mi vientre. En un momento Jason me
cogió para sostenerme contra la pared.
– Te deseo, _____ – siseó con voz ronca en mi oído.
Sus palabras me produjeron un remolino de emociones. Me agarré fuertemente a sus fornidos hombros y apoyé mi frente sobre la suya. Con una mano me sostuvo mientras con la otra abría el
envase de aluminio entre sus dientes y deslizó el preservativo en su miembro.
– ¿Preparada? – rozó sus suaves labios sobre los míos.
Asentí y lo noté deslizándose dentro de mí. Apreté mis uñas en su espalda dejando escapar un gemido. Jase se movió despacio y delicadamente para no hacerme daño. Sus labios besaron los
míos lentamente haciéndome saborear el momento y todas las sensaciones en mi cuerpo.
Jason salió y se impulsó hacia dentro agarrándome con fuerza las piernas para no dejarme caer. Sus pulgares trazaban círculos allá donde estaban. Pegué mi pecho contra él sintiéndolo mojado por la
ducha y como se deslizaba su piel con la mía. La suavidad de nuestro tacto me hizo enloquecer. Los labios de Jason besaron mi hombro mientras entraba y salía dentro de mí.
– _____ – susurró con los ojos cerrados deleitándose de nuestro contacto.
Incliné mi cabeza para besar su cuello. Jase gimió como nunca mientras seguía realizando los movimientos con su cadera. Saboreé su piel mojada de su cuello haciendo círculos con mi lengua.
Jason me embistió fuertemente y jadeé ante la sorpresa aferrándome a su cuerpo.
– ¿Estás bien? – preguntó preocupado – ¿Te hice daño?
– No – dije en un murmullo – Sigue, Jase – insté.
Él me hizo caso continuando sus movimientos. No podía evitar retorcerme de gusto entre sus manos. Jason sonrió besándome mientras entraba dentro de mí. Contuvo mis gemidos con su boca.
Le besé tirando de su cabello. Mis piernas se tensaron sobre sus manos y Jase me apretó contra la pared acelerando sus movimientos.
Su aliento chocaba contra mí boca. Jadeé su nombre. Eché mi cuello hacia atrás sintiendo como llegaba al punto más alto.
– Oh, Dios, ¡Jase! – grité. Sus manos apretaron mis nalgas sin parar de moverse en mi interior
– J-Jason – gemí.
Jase soltó un gemido gutural desde su garganta mientras dejaba descansar su frente sobre mi hombro.
– Joder, _____ – siseó.
Con cuidado me dejó sobre el plato de ducha y sus ojos miraron los míos al tiempo que sus manos se posaban en mis caderas. Sus labios presionaron los míos y se quitó el condón.
El agua de la ducha seguía cayendo sobre nosotros. Todo el pelo de Jason dejaba caer gotitas sobre su frente. Sonreí acariciando sus sonrojados labios y alcé la mano para retirarle el pelo hacia atrás.
Jason se veía hermoso con sus ojos caramelo fijos en mí. Extendió un brazo y me mostró un bote de gel con una sonrisa divertida.
– Bueno, ahora … ¿nos duchamos?
Reí rodeando su cuello y lo besé dulcemente. Jase aprovechó espació un poco de jabón por mi espalda acariciándome con sus largas y grandes manos. Su tacto produjo corrientes eléctricas por
mi cuerpo al tiempo que nuestros pechos rozaban.
De manera delicada fue bajando por mis nalgas y mis muslos enjabonando toda mi parte de atrás.
Se echó más gel sobre las palmas de sus manos y las frotó sobre mi cintura mientras me miraba a los ojos con media sonrisa. Empezaba a sonrojarme más de lo que debía estar con el calor de la ducha. Sus manos fueron bajando a medida que se agachaba para cubrir mis piernas de una ligera capa de espuma. Besó mi vientre siguiendo casi hasta mi pubis, pero se detuvo. Solté un suspiro por todo el aire que había contenido. Jason se alzó y besó mis labios mientras lavaba mis brazos y acariciaba de nuevo mis pechos bajando por mi barriga. Gemí cerrando los ojos y deleitándome de su toque. Le quité el bote de jabón y me decidí a hacer lo mismo que él había hecho conmigo.
Su piel era suave y tersa. Pasé mis manos por sus brazos, subiendo desde sus bíceps a su cuello y bajando por sus marcados pectorales. Pellizqué ligeramente sus pezones y soltó aire entreabriendo los labios. Me miró con picardía y yo agaché la mirada continuando con mi tarea, lavando y acariciando cada cuadradito que se formaba en su abdomen.
Lo miré a los ojos sin atreverme a bajar más por su cuerpo y tras sonreírme se dio la vuelta para que frotara su espalda. Sonreí mientras extendía otra capa de jabón por su perfecto cuerpo. Los
músculos de su espalda estaban duros bajo mis dedos. Colocando mis manos sobre sus hombros fui apretando con mis pulgares en círculos para hacerle un pequeño masaje bajando por sus omóplatos.
Jason se giró otra vez para coger mis manos y besarlas suavemente en el centro del dorso mientras me miraba con sus brillantes ojos mieles.
– Eres un ángel – sonrió sosteniendo mis manos mientras se acerba a darme un beso – Mi hermoso ángel – susurró dándome un pequeño empujón hacia atrás hasta que todo el agua cayó sobre nosotros aclarando nuestros cuerpos del jabón – Mía – sentenció profundizando en un beso.
Tras la íntima ducha habíamos salido envueltos en unas toallas. Jason sonreía feliz mientras ambos mirábamos que ponernos en el armario. Sin dudarlo mucho yo saqué el vestido de rojo que había
comprado para mi cumpleaños y que aún no había utilizado. Lo presioné contra mi pecho para que Jase no viera como era y busqué mi ropa interior en un cajón para después darme la vuelta en
dirección al baño.
– _____ – me llamó Jase. Enseguida me di la vuelta y lo vi mirarme de una forma que no llegué a identificar – Te quiero – dijo alto y claro tras tragar saliva.
Sonreí ampliamente y me acerqué a él para darle un rápido beso en los labios poniéndome de puntillas. Jason sonrió con ternura viendo mi pequeña estatura y se agachó para devolverme el beso.
– Yo también te quiero, Jase – me separé de él apretando la toalla contra mí – Ahora arreglate que yo voy a hacer lo mismo.
– No uses maquillaje – arqueé una ceja – Me gustas así. Con tu pelo revuelto y natural. Es sexy. No necesitas nada más. Eres preciosa.
– Gracias – me colgué de su cuello y volví a dejar un beso en sus labios que él recibió gustoso
– Eres único haciéndome sentir así, ¿sabes?
Di un pequeño mordisco a su labio inferior y me separé para finalmente irme al baño, no sin antes dedicarle un guiño coqueto. Lo escuché reír mientras cerraba la puerta tras de mí.
Me quité la toalla y me puse mis bragas negras de encaje. Me coloqué el vestido rojo y lo abroché
por la cremallera del costado. Era un vestido muy ceñido a cada parte de mi cuerpo. No había ni una
arruga ni una zona que no se marcara con el material que se pegaba a mi cuerpo como una segunda piel. El vestido tenía transparencias desde el pecho, cubierto por relleno cosido en interior, hacia los
tirantes finos que cubrían mis hombros uniéndose en mi cuello con un broche. Mi espalda superior quedaba expuesta de manera provocadora.
Me humedecí el pelo y lo peiné con un poco de espuma para que las ondas quedaran definidas cuando cayeran por mi pecho. Me mordí el labio mirándome al espejo. Nunca me había visto tan
provocativa … y eso que no llevaba maquillaje. Tenía dudas sobre lo que opinaría Jason pero aquel vestido me lo había comprado para él, así que se lo tenía que enseñar.
Dudosa salí descalza del cuarto de baño para ver a Jase frente al espejo mientras se acicalaba el pelo en punta. Sonreí al verlo con unos pantalones bajos, unas Supras y una camisa que torneaba sus
músculos. Iba todo vestido de negro … me gustaba.
Se giró al sentir mi mirada y abrió los ojos recorriendo mi cuerpo de arriba abajo hasta que sonrió al ver mis pies desnudos. Me sonrojé mientras reía por mi descuido y me acercaba a él.
– Te ves muy bien – comenté pasando un dedo por encima de su pecho – De negro, muy misterioso. Me encanta – dije mordiéndome el labio dándole un repaso.
– Hmm … – sonrió pícaramente cuando me alzó el mentón para recuperar el contacto visual.
Cuando cogió mi mano y me hizo dar una vuelta sonreí – Tú te ves … – soltó un suspiro – endiabladamente sexy.
– ¿No era un ángel? – protesté bromeando poniendo los brazos en jarras.
– Ahora eres mi diablesa vestida de rojo – sonrió y me rodeó la cintura – Me encanta, ____, pero no te alejes de mí esta noche, por favor.
– Me compré este vestido por ti – admití – Jamás llevaría esto para dedicárselo a otra persona.
– Eres mía – sonrió torciendo los labios hacia arriba.
– Te estás volviendo muy posesivo – señalé acusándolo hincando mi dedo en su pecho. Él sonrió de manera traviesa y sentí mi corazón acelerarse. Adoraba su sonrisa.
– Cuido lo que es mío, ¿sabes?
– Lo sé – asentí poniéndome de puntillas para presionar mis labios contra los suyos.
– Eres tan pequeña – se burló de mi estatura.
Lo miré mal y me giré para buscar unos zapatos en el armario. Encontré unos negros de plataforma que me elevaban unos diez centímetros del suelo. Me acerqué a él y apoyé mi brazo en su hombro en su hombro sin dificultad.
– ¿Decías? – me mofé cuando quedé casi a su altura.
– Me gustas más cuando estás abajo – rió. Puse mala cara – Mentira, me gustas de cualquier
manera – corrigió – Es solo que me encanta inclinarme para besarte, es la costumbre – se encogió de hombros.
– Bueno, ahora me puedes besar a la altura de mis ojos – consolé pasando mi mano por su nuca mientras juntaba nuestros labios. Al separarnos nos miramos y sonreímos.
– Será mejor que salgamos hacia la fiesta. Janelle se volverá loca si llegamos tarde.
Asentí mientras el agarraba mi mano y salíamos de allí para ir a la discoteca.
Desde la calle podíamos oír la vibración de la música retumbar en las paredes del local. Había luces de montones de colores iluminando la zona entre el cartel que ponía el nombre del negocio. Había una cola increíble para entrar. Gemí al pensar en mis zapatos.
Jase me pasó la mano por la cintura dirigiéndome directamente hacia la puerta saltándose toda la fila de personas que esperaban por entrar.
– ¿Recuerdas el trabajo de ética? – me preguntó mientras nos acercábamos al portero – Bueno, pues esta noche vas a conocer una parte de mí que no has visto antes.
Sonreí con entusiasmo hasta que a mi cabeza llegó la idea de que aquello podía ser algo malo y me puse más seria. Jason saludó con un choque de manos y habló animadamente con el hombre de
seguridad que vigilaba la entrada al local. Nos dijo que Janelle ya estaba dentro que su pareja.
Asentimos mientras entrábamos y escuché los bufidos de todos los que aún esperaban. En cierta manera me sentí mal por ellos, pero me consoló no tener que aguantarme parada y alzada sobre los
zancos que me había decidido a usar esa noche.
Jase me dirigió entre toda la gente apretada entre sí para subir unas escalerillas y llegar a una zona más despejada en la que estaban Janelle y Christian cogidos de la mano de forma acaramelada.
Jason tosió.
– Me tocó interrumpir – dijo triunfante y rió.
La pareja se separó incomoda pero con media sonrisa. Jase se sentó en el sofá de cuero negro al lado de su hermana y me llevó a su regazo haciendo que me sentara en sus piernas. Un camarero
saludó de manera casual cuando entró a preguntar que se nos ofrecía.
– Traenos un cocktail de esos que tú sabes – Jason le guiñó un ojo y el camarero sonrió. El chico me miró y yo me mordí el labio nerviosa sin saber que pedir – Lo compartiremos – agregó Jase y suspiré aliviada.
El camarero asintió y salió cerrando una cortina que nos separaba del resto de clientes. La música resonaba por todo el local. Me di cuenta de que aquel sitio era VIP y solo reservado para nosotros.
– Me bloqueé – me disculpé cuando el camarero se fue.
– No importa, nena – besó mi mejilla – Nunca has tomado alcohol, ¿cierto? – negué con la cabeza tímidamente y él sonrió – Te gustará lo que he pedido, ya verás.
Me encogí de hombros torciendo los labios. No tenía nada en contra de beber, pero nunca había tenido la oportunidad de hacerlo. Bueno, sí … ¿pero para qué hubiera querido beber sola? No tuve
especial curiosidad por probarlo sin más, no le veía sentido. Con Jason y en una fiesta encajaba más que bebiera algo de aquello.
El camarero regresó rápido y nos sirvió una copa llena de una bebida de color rojo y hielo. El borde de la copa estaba decorado con azúcar. Jase cogió el vaso y me lo acercó para que probara yo
primero. Di un trago y lo saboreé. Algo del contenido hizo que mi garganta ardiera ligeramente, sin embargo en mi paladar se quedó un sabor realmente dulce y refrescante. En mis labios aún estaba el
gusto del azúcar pegado a mis labios. Me los lamí inconscientemente y volví a beber.
– ¿Te gustó? – preguntó Jason. Asentí sonriente y él se llevó la copa a su boca para dar dos grandes tragos – Te lo dije – afirmó.
En ese momento empezó a sonar una canción y Janelle saltó del asiento emocionada tirando de la mano de Christian para ir a bailar. Él protestó e hizo una mueca de cansancio a lo que Janelle se
encogió de hombros y cogió mi mano para llevarme con ella a la pista de baile.
Chillé ante la sorpresa mientras reía. Janelle empezó a bailar al ritmo de la canción alzando los brazos y moviendo sus caderas. Ella se puso frente a mí mientras yo movía torpemente mis pies y
alzaba y subía los hombros. Janelle rió y se acercó a mi oído para decirme algo.
– Te ves bien con el vestido pero tienes que mejorar esos pasos de baile – rió.
No era ninguna novedad. No sabía como moverme. Negué con la cabeza con media sonrisa sin saber como contestar, no tenía remedio para bailar. O eso pensaba …
Unas manos me rodearon por la cintura y me tensé. Janelle sonrió al verme y se dio la vuelta para irse a mi lado y encontrarse con Christian. Unos labios rozaron mi oreja.
– Relájate nena – siseó bajando sus manos a mi cadera – Es cuestión de dejarse llevar – sus labios besaron el punto débil en mi cuello – Coloca tus manos en mi cuello – le hice caso y noté su pecho pegarse a mi espalda – Mueve tu cadera hacia atrás – obedecí y rocé mis nalgas con su bajo vientre – Bien nena, ahora lo mismo hacia los lados – susurró. Enredé mis dedos en el cabello de su nuca mientras moví despacio la cadera de izquierda a derecha.
– Eres tan caliente, ____ – susurró con voz ronca.
Su mano encontró una de las mías en la parte posterior de su cuello y la cogió para hacerme girar y coincidir nuestras miradas. Él siguió bailando moviendo sus pies delante de mí mordiéndose el labio de manera sexy. Sus brazos se movían de arriba a abajo y reí mientras los veía disfrutar de la música y el baile. Jason volvió a enroscar sus brazos alrededor de mi cintura y se movió contra mi cuerpo.
Hábilmente deslizó sus dedos por mis brazos hasta llegar a mis manos, provocando una corriente en mi cuerpo al sentir la caricia bajar. Sus dedos se entrelazaron con los míos y subió nuestros brazos haciendo que me moviera como él. Seguí sus pasos yendo hacia delante y hacia atrás en nuestro pequeño espacio. Jase me hizo dar un giro completo y enseguida me llevó hasta su regazo. Mis manos se colocaron sobre sus hombros mientras lo miraba directamente a los ojos.
Moví mi cadera como él me había indicado anteriormente y él sonrió. Poco a poco me fui dejando llevar como Jason había dicho que debía hacer. Justo entonces la canción terminó y Jase cogió mi
mano para ir juntos a la barra. Una mujer servía bebidas a todo el mundo. Ella saludó a mi novio como si lo conociera de mucho tiempo y Jase hice un gesto alzando dos dedos para pedir algún
refresco con hielo que nos sirvieron dos minutos después. Jason chocó su vaso con el mío y bebimos. El sabor era más fuerte que la bebida anterior.
– Es vodka con coca-cola – explicó. Asentí apoyándome en la barra.
– Jase – el me miró enseguida de donde fuera que había distraído su atención – ¿Conoces a toda esta gente? – señalé nuestro entorno y di un trago a la bebida.
– Vengo a menudo – se encogió de hombros – Janelle y yo somos clientes VIP desde hace tiempo. Todos saben lo que solemos pedir a cada uno de ellos. En cuanto a la gente que baila, pues bueno … también – rió – la mayoría son conocidos.
Jase bebió unos tragos volviendo de nuevo su atención más allá de mí. Me giré para ver donde miraba. Había un grupo de chicos riendo entre sí, uno de ellos me miraba atentamente con una
sonrisa que se pronunció mientras alzaba la mano para saludarme cuando lo capté en mi plano de visión. Sentí a Jason gruñir en un instinto animal y lo miré seriamente.
– ¿Lo conoces? – negó con la cabeza – ¿Y qué le pasa? – pregunté inocentemente.
– No deja de mirarte. Hay varios que te han mirado hoy, pero este se está pasando – su ceño se frunció mientras mataba con la mirada a aquel chico.
– Ven – di los últimos tragos al refresco y me levanté de la barra para llevarme a Jase de allí – Estoy contigo, ¿sabes? El que quiera mirar ahora que se joda, estoy con mi novio.
Jason carcajeó mientras me seguía a la pista de baile. Janelle y Christian habían desaparecido por un instante. Me encogí de hombros sin darle importancia y empecé a bailar con Jase como él me había enseñado. Sus manos se colocaron en mi cadera mientras bailábamos y se inclinó para besarme.
– Ahora mismo soy un chico muy envidiado, nena – susurró divertido.
– Cállate – amonesté volviendo a juntar nuestras bocas.
Jase sonrió en nuestro beso divertido por toda la situación. Sus manos bajaron de mi cadera a mis nalgas y me dio un apretón sorprendiéndome. Su lengua se lengua se coló en el interior de mi boca chocando con la mía produciéndome una ráfaga de calor. Sus labios rozaron los míos con urgencia mientras ambos nos comíamos el uno al otro.
De repente sus manos me hicieron girar y apretó mi espalda contra su pecho.
– Baila conmigo, ____.
Sonreí mientras subía mi mano hasta la parte posterior de su cuello y empezaba a mover mis caderas contra la suya. Su boca bajó a mi cuello y me besó, lamió mi piel y la mordió. Tiró con fuerza haciéndome gemir y volvió a besarme para calmar el pequeño dolor que pudo causar. Llevé mi mano a mi cuello y supe que me había dejado marcada. Gemí y me giré para mirarlo seria.
– ¡¿Por qué hiciste eso!? – grité por encima de la música.
Jason se sorprendió al verme enfadada y alzó las manos clamando inocencia.
– Esos ca*brones sabrán ahora que eres mía – dijo en mi oído – solo mía.
Lo empujé desde el hombro lanzando dagas a sus ojos.
– No soy un jodido objeto, Jase. No puedes marcarme así como si fuera un juguete que te pertenece y lo firmas con tu nombre.
– _____ …
– ¡No, Jase! – lo interrumpí – Estoy aquí contigo y con nadie más. Esto – señalé mi cuello – sobraba – me quejé.
– Eres mía – dijo con voz ronca – Y quiero que se note que nadie más que yo te puede tocar. ¿Lo entiendes? Mía.
Lo miré atónita mientras enganchaba fríamente sus ojos mieles con los míos verdes. La dureza de nuestra mirada reflejaba como Jason estaba intentando intimidarme y convencerme de que aquello era cierto mientras que yo permanecía impasible ante su intento de influenciar sobre mí.
– Yo no le pertenezco a nadie, Jason. A nadie – remarqué girando sobre mis talones.
Me moví entre la gente. De alguna manera esperé que Jase me agarrara para contestarme, pero no lo hizo. Seguí adelante haciéndome paso hasta que llegué a la salida. Me estaba asfixiando entre tanta gente y tras haber discutido por primera vez con él. No se sentía nada bien pero no iba a cambiar mi opinión sobre lo posesivo que se había vuelto en un momento en aquel sitio. No soportaba que hubiera hecho aquello delante de toda la gente.
El guardia me sonrió cuando me vio salir y yo le sonreí con amabilidad de vuelta. Caminé un poco hasta que encontré un sitio donde sentarme para tranquilizarme y coger aire.
Cerré los ojos dando profundas respiraciones pensando en todo lo que había pasado. Me dieron ganas de llorar cuando me di cuenta de como le podría haber afectado a Jase mis palabras. Sí,
realmente no me había gustado su comportamiento, pero si era cierto que Jason una gran parte de mí. De alguna manera lo había hecho sentir inferior de lo que yo sentía que él era para mí.
Una sombra se proyectó en la carretera. Cuando alcé la vista vi a un chico rubio de ojos grises que miraba con una sonrisa problemática. Era el mismo chico que me miraba en la discoteca y estaba
molestando a Jason. ¿Por qué me había seguido?
– ¿Qué hace una chica como tú aquí tan sola?
– No estoy sola – dije inmediatamente.
– ¿No? – miró a su alrededor cómicamente – Yo creo que sí – dijo acercándose a mí.
– Ni se te ocurra dar un paso más – amenacé.
– ¿O qué? – se burló.
– O … – mis manos sudaban. Me levanté de donde estaba y lo miré sin saber que decir.
– O yo te mataré – sonó una voz desde atrás de él.
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@itsBieberFanfic
Miriam Cooper
Me desperté de repente. Abrí los ojos de par en par sintiéndome desorientada. Estaba en la habitación de Jason. Desde mi posición veía la ventana tapada por una cortina y el escritorio a un
lado. Todo daba una sensación de amplitud impresionante a la vista.
Sentía las manos de Jase descansar sobre mi barriga con su brazo apoyado en mi cintura. Estaba tranquila con él. Su respiración era tenue y cada vez que alzaba su pecho chocaba contra mi
espalda. Seguíamos desnudos como la noche anterior.
Recordé lo que había pasado y me sentí enrojecer. Había sido increíble, tierno pero salvaje a la vez.
“Si te hago daño muérdeme” Recordé. ¿Cómo se suponía que no me iba a morir con aquella frase?
Suspiré entrelazando mis dedos con los suyos delicadamente. Su aliento calentaba mi cuello mientras él dormía. Aquella sensación era realmente plácida. Me dieron ganas de quedarme en aquella cama para el resto de mis días en aquella posición.
– _____ – susurró.
Me estremecí con su voz ronca y cerré los ojos asimilando lo que estaba pasando. Noté el cuerpo de Jason acercarse más a mí apretando nuestros cuerpos. Sentir su piel con mi piel hizo que se me acelerara el corazón.
– ¿Cómo estás? – preguntó en mi cuello.
No me había parado a analizar mi estado físico. Me sentía tan bien emocionalmente que no me importaban las secuelas que hubiera en mi cuerpo. Me paré a autoevaluarme. No parecía que hubiera dolor ninguno, tan solo me sentía pesada … más probable por cansancio que por lo que él quería saber.
– Estoy bien – siseé sin abrir los ojos.
– Todo esto se siente extraño – suspiró – Levantarse en la mañana con alguien a tu lado después de haberlo hecho es increíble.
– ¿Nunca dormiste con una chica? – me sorprendí.
– Tú eres la primera – hizo que me diera la vuelta y miró hacia abajo antes de clavar su ojos en los míos – y la única.
Me sentí tímida. Intenté tapar un poco mi pecho con el brazo y bajé la vista de sus ojos. Sus ojos mieles podían ser muy intimidantes. Sus labios se aproximaron a los míos mientras alzaba mi barbilla con dos de sus dedos. Fue suave y delicado. Se separó de mí sonriente.
– ¿Qué te gustaría hacer hoy?
– Hmmm – pensé. Sentí mi barriga darme un toque de atención – Primero desayunar.
– No hay comida – rió – Te invito a una cafetería – propuso.
– Y después nos vamos de compras – sonreí imaginándome a Jason en un supermercado.
– Hecho.
Besó la punta de mi nariz y se movió quitando las sábanas de encima de su cuerpo para levantarse de la cama. Su cuerpo quedó totalmente a mi vista. El término que lo hubiera definido en ese
instante era majestuoso. “Oh, Jase” suspiré interiormente contemplando su atractivo. Jason cogió los boxers del suelo y se los puso. Cuando alzó la vista y me pilló mirándolo torció los labios hacia arriba y me puse roja como un tomate. Me tapé con las sábanas riéndome como una niña a la que le habían pillado una travesura.
– Voy a darme una ducha – avisó riendo – Si quieres te puedes unir.
Asomé los ojos fuera de la sábana y lo vi caminar hacia la puerta del baño. Tentador, muy tentador.
De espaldas y con aquellos boxers podías decir que Jason tenía un buen culo. “¿En qué demonios estás pensando, ____?” me regañé por aquel lado pervertido que había emergido inesperadamente.
Jase desapareció en el baño y yo de un suspiro mientras miraba el techo tumbada boca arriba en la cama. Me tenía que levantar. Jason no me podía ver así cuando saliera de la ducha.
Me levanté y noté mis piernas flaquear. “Hmm, posiblemente hayas entrenado músculos que nunca usaste hasta anoche” me dije a mí misma colocándome la camisa de Jase que había en el suelo. En
el espejo comprobé que mi pelo era un desastre. Intenté acomodarlo pero no había manera, solo podría arreglarlo con una ducha … en ese instante me conformé haciendo un moño bajo. Varios mechones se soltaban de la goma, pero no me importó.
Me aproximé a la ventana y retiré las cortinas. La luz del sol se coló por completo en la habitación haciéndome revitalizar. Era genial poder abrir las cortinas sin tener que preocuparte de quien te
mirase a través de ella. Aquella casa no tenía vecinos, los únicos que te podían espiar eran los pajarillos que sobrevolaban el jardín de árbol en árbol.
Miré la habitación desde aquella posición y miré la cama. Me acerqué para arreglarla un poco cuando vi una mancha roja sobre la sábana blanca en la que habíamos hecho el amor.
Me quedé paralizada … la prueba de mi virginidad esta ahí. “Lo has hecho con Jase, la única persona que ha mostrado interés verdadero en ti. La persona que te ha defendido y protegido más
que nadie. El chico que ayer mismo confesó que te quiere” me recordó una voz dentro de mí y no pude evitar sentirme orgullosa de a donde había llegado con Jason.
Vi un cuerpo por el rabillo del ojo salir del baño y aproximarse a mí. Cuando vio lo que yo vi me puse más colorada que nunca. Jason estaba cubierto por una toalla en la cintura y enarcó una ceja.
– Lo siento – dije retirando las sábanas de la cama – las lavaré.
– No te preocupes – sonrió y se acercó a mí para quitar la sábana de mis manos – ¿te duele algo? – se preocupó acariciando mi mejilla.
– Tengo agujetas – reconocí sonrojándome.
– Estás tan roja, _____ – sonrió acariciando mi caliente mejilla.
– No es gracioso – lo empujé del hombro.
– Si lo es – me miró con ternura – Esto es normal, ¿vale? – asentí sin abandonar mi timidez.
– ¿Puedo usar el baño?
– Estás en tu casa, cielo – me besó la frente.
Y entonces recordé sus últimas palabras antes de que me durmiera “Bienvenida a casa, cariño”.
Cogí aire profundamente y lo solté despacio para controlar mis emociones.
– Gracias.
Sus labios capturaron los míos acercándome a él colocando su mano detrás de mi cuello. Fue un beso largo y lento que saboreamos con gusto. Mis manos se colocaron sobre sus hombros desnudos y fueron bajando por sus pectorales hasta sus marcados abdominales. Gemí por encontrar tanta perfección en aquel chico y Jason sonrió sabiendo lo que me producía.
– No bajes mucho más – advirtió – ¿O quieres que volvamos a la cama? – la mofa era notable en su voz. Si bajaba mis manos un poco más tan solo encontraría la toalla que lo tapaba.
– Voy a darme una ducha – negué con la cabeza sonriendo avergonzada.
Me dirigí a mis maletas y saqué ropa interior junto con un vaquero ajustado para vestirme en el baño cuando terminara de ducharme.
Noté la vista de Jason clavada en mi espalda hasta que cerré la puerta del cuarto de baño tras de mí.
Di un suspiro mientras me deshacía de la camisa de Jase y la dejaba en un cesto de ropa sucia. Me metí en la ducha y me relajé bajo el agua caliente. Usé el champú y el gel de Jason sin poder evitar
pensar como de bien olía en la piel de Jase.
Recordé las caricias de sus manos mientras frotaba mi cuerpo con el jabón. Me estaba perdiendo en la locura … no hacía otra cosa que pensar en Jase, Jase, Jase y Jase. Y cómo para no hacerlo …
Salí de la ducha aclarándome con agua fría para espabilarme. Apenas quedaban magulladuras en mis muñecas. Mi piel estaba sanando rápido.
Me peiné y me vestí quedando solo con unos jeans y mi sujetador negro. El pelo me caía formando ligeras hondas por mi pecho.
Abrí la puerta del baño y me asomé para ver a Jason, ya vestido, terminando de colocar las mantas estiradas en su cama. Me sonrojé al ver la sábana sucia tirada en el suelo.
Jason estaba llevando muy bien toda la situación y yo no hacía mas que ponerme nerviosa por cualquier cosa. Cuando Jase alzó su vista y me miró me dio un repaso de arriba a abajo, fijando su atención en mi abdomen y mi escote hasta subir a mis ojos.
– Empiezo a pensar que lo haces a propósito – comentó.
– ¿El qué? – fruncí el ceño sin entender.
– Provocarme luciendo así de sexy.
– Oh – me miré y sonreí traviesa.
Caminé descalza hasta el equipaje y saqué una de mis camisas de lino de color blanco. Busqué unos zapatos para combinar y estuve completamente vestida y lista para salir.
Lo miré sonriente. Jason llevaba unos pantalones caídos con unas Supra y una camisa de tirantes roja con la que lucía sus bíceps y su llamativo tatuaje en el brazo. Sexy era la palabra que lo definía a él, no a mí.
– He hecho un hueco en el armario para tus cosas – dijo aproximándose a mí – Si falta espacio podemos usar los de las otras habitaciones – se encogió de hombros – Vivimos solos aquí.
Asentí sin saber muy bien que decir. Esta era su casa … decir que vivíamos allí juntos y solos me resultaba muy extraño, era como si no me pudiera acomodar allí.
– Vamos a desayunar, anda – caminó hacia la puerta y la sostuvo para que yo pasara delante de él – ¿Te apetecen croissants? – preguntó – Sé de un sitio que los hacen buenísimos – me dijo mientras caminábamos por el pasillo hacia la escalera. Me encogí de hombros y sonreí – Ya verás, querrás repetir – se animó tirando de mí a la calle.
* * *
Hablábamos por la acera cogidos de la mano mientras hablábamos de tonterías y nos reíamos.
Cuando llegamos a la cafetería que le gustaba a Jason nos detuvimos y miramos la terraza con bastantes clientes. Desde el interior de la cafetería salía el aroma a café y cosas dulces. El hecho de pasear por ahí te arrastraba a tener que sentarte para pedir algo y darte un gusto.
Escuchamos una voz aguda llamar a Jase y me tensé. ¿Qué otra chica aparte de mí lo podía llamar con tanta confianza? Buscamos alrededor y vimos a Janelle saludándonos con la mano. Sentí el
alivio remplazando a los extraños sentimientos que me habían invadido en un instante … ¿celos? Sí, probablemente no quería que Jason se fijara en otra y me dejara a mí.
Nos acercamos hacia Janelle, quien estaba acompañada de su pareja, supuse. Jason y yo le dimos un beso a su hermana y él estrechó su mano con Christian. Era un chico rubio de ojos azules y hombros anchos, corpulento. Tenía aspecto de origen germánico.
– ____, él es Christian – presentó Janelle – Christian ella es ____, la novia de mi hermano.
– Encantado – me sonrió y nos dimos dos besos – ¿Nos acompañáis? – preguntó.
– ¿Por qué no? – dijo Jason retirando una silla para mí esperando a que me sentara.
Me sonrojé al ver las sonrisas de aquellos tres comprobando mi reacción ante la caballerosidad de Jason. Me senté y Jase se colocó a mi lado con otra silla, también junto a su hermana.
La cafetería, me explicó Jason el coche, era un lugar típico al que les gustaba a todos en su familia visitar un domingo cualquiera desde que lo encontraron cuando él era un niño. No fue mucha
coincidencia encontrarse con Janelle.
– Y bien, Jason, ¿has hecho madrugar a ____ para traerla aquí?
– No – rió – en verdad hay algo que te tengo que comentar – dijo nervioso.
– Tú dirás – lo animó. Todos guardamos silencio y miramos a Jase hasta que habló.
– Mmm … ____ y yo vamos a vivir juntos en casa – comentó como si nada. La cara de Janelle pasó los límites de la sorpresa – Lo decidimos ayer por … ciertas circunstancias – explicó.
– Y papá …
– Él lo sabe – cortó Jason – y lo aprueba.
Un camarero llegó a pedir nuestro pedido. Y Jase sonrió al verlo. Parecía que se conocieran de mucho tiempo y hubiese camaradería.
– Lo de siempre para mí y mi chica, Denis – pidió Jase tomando mi mano.
– Wow, esto es nuevo – rió el camarero – Enseguida os lo traigo.
Denise recogió un par de vasos vacíos en la mesa que había utilizado Janelle y Christian antes de que llegáramos con ellos. Jase me miró son una de sus deslumbrantes sonrisas y yo se la devolví.
– Entonces … – habló Janelle – vais a tener que acondicionar la casa.
– Sí, bueno – Jason carraspeó – después iremos a comprar comida y eso.
– ¿Comida solo? – rió su hermana – La casa es un desastre desde lo de mamá. Hay que limpiarla, comprobar las instalaciones … te diría que más de una bombilla se fundió antes de irnos, ¿sabes? Por no hablar del desastre en el garaje y el jardín … A papá ya le daba todo igual antes de marcharse.
– Yo podría ayudaros con las instalaciones – ofreció Christian – No creo que se hayan estropeado … pero puedo echarle un ojo.
– Él entiende porque su padre es fontanero y sabe un poco de eléctrica – explicó Janelle orgullosa de su pareja – Yo os puedo ayudar con la limpieza y te ayudo con tu ropa, ¿no, ____? – me preguntó sonriente.
– Oh, bueno. Si quieres, ¿por qué no? – sonreí.
– Y yo que quería hacer una reunión familiar – suspiró Jason. Todos le miramos expectantes – Sí, ya sabéis … nosotros, papá y los abuelos – dijo mirando a Janelle.
– Hace tiempo de eso – admitió Janelle dando un trago a su café.
Denis llegó con una bandeja y nos sirvió a Jason a mí el mismo menú de un gran croissant con mantequilla y un zumo de naranja. Tras preguntarnos si queríamos algo más y rechazarlo, se marchó para seguir ocupándose de otros clientes.
– Pues podemos llamar a los abuelos y preguntarles – sugirió Janelle.
– Tengo ganas de ver a vuestros abuelos – sonrió Christian – Tu abuela cocina de maravilla.
– ¿Crees que papá pueda venir? – preguntó Janelle – Sería genial … los hombres jugando cartas y las mujeres a lo nuestro – Janelle me sonrió – Estoy segura de que a mi abuela le gustará conocerte.
– Yo también lo estoy – asintió Jason sonriéndome – ¿quieres ir? – se dirigió a mí.
– Claro, suena bien – dije sin poder ocultar mi timidez.
Seguimos hablando y haciendo planes mientras desayunábamos. Jason llamó a sus abuelos mientras Janelle, usando su voz más tiernas, convencía a su padre para hacer aquella reunión.
Era abrumador como improvisaban tantos planes y pensar que yo iba a tener que enfrentar a toda la familia de Jason en el mismo día.
Además de hacer aquella reunión a medio día, Janelle le avisó a Jason sobre una fiesta en un discoteca esa misma noche para ir juntos.
– Podrías usar el vestido que compramos juntas aquel día – me animó – será divertido.
Obviamente no me podía negar. No es que tuviera muchas ganas de festejar … pero era mejor estar pendiente de cosas como aquellas que pensar demasiado en lo que había ocurrido en los últimos dos
días. Todo me sobrepasaba y desconectar con celebraciones y junto a Jason y su hermana era una buena alternativa.
Finalmente, Jason se fue con Christian a la casa para revisar las cosas y Janelle me llevó con ella a su coche para irnos a hacer la compra. Ella sabía perfectamente como su madre organizaba la
comida en el hogar y nos quería ayudar con ello.
Me hablaba sobre su madre y de como eran las cosas cuando ella estaba viva mientras conducía hacia el supermercado. Me contó lo vivo que estaba el jardín cuando ella lo cuidaba y como jugaban
ella y Jason de críos en el parque que Justin había montado en él.
– Todo era para nuestra protección. A papá no le gustaba que nos alejáramos de casa …
– ¿Por sus enemigos? – pregunté antes de pensar.
– Sí – suspiró – Tú sabes en lo que están metidos, ¿no?
– Algo sé – me encogí de hombros.
– Mi madre solía decir, “cuanto menos sepas de donde está metido tu padre, mejor” – sonrió con añoranza – Jason no debió meterse en esto, pero ya que lo está … procura que tú no formes parte de ese lado oscuro, ¿vale?
Asentí sin saber que contestar. Tenía claro que Jason tenía un lado muy peligroso, sin embargo no lo había visto en acción y parecía como si aquello fuera lo mejor. Dejé correr el tema y continuamos
con las compras hablando sobre productos de mejor o peor calidad. Seguramente aquellas compras no hubieran sido lo mismo con Jase … Janelle y yo congeniábamos muy bien. Nos entendíamos.
Mientras metía las cosas imprescindibles en la maleta, Jason y yo fuimos hablando de lo que había sucedido a lo largo del día para ambos. Le dije como fue la discusión con mis abuelos y que Peyton
me había llevado a casa. Por último le conté los detalles de mi gran pelea con Greg.
Él me contó de lo que se había enterado sobre Zayn Malik … vivía en Nueva York y no se sabía si en esos momento tenía familia. Tampoco era que me interesara. Estaba tan cansada de tener
desilusiones familiares que no me quería arriesgar a encontrar nada más que me perturbara.
Habíamos llegado a su casa. Se había hecho realmente tarde durante el rato que habíamos estado empacando mis cosas para traerlas allí.
Me sentía extraña … no había llegado a aquella mansión como una visita para mi novio. No, él me había traído para que me quedara.
Estaba recelosa a la idea. Jason había decidido mudarse conmigo, obviamente yo no iba a vivir sola allí. Íbamos a vivir juntos como una pareja.
La casa se me hizo enorme para vivir nosotros solos y me temí que alguna vez que me quedase sola en aquel edificio me sentiría bastante perdida. No siempre podía estar con Jase, él siempre tenía sus pequeños asuntos. No siempre podía estar a su lado. Tampoco era que yo no quisiera mi propio espacio, pero aquel cambio me daba miedo.
Jase llevaba una maleta en cada mano y yo llevaba mi mochila a la espalda. En el coche habíamos dejado un par de cosas con mis objetos personales, pero vi a Jason tan cansado que preferí no darle
importancia. Podíamos sacarlas de allí al día siguiente cuando hubiéramos descansado.
Jason subió con poca dificultad las maletas por las escaleras y yo lo acompañé detrás. Llegó a su dormitorio y se giró hacia mí con una sonrisa medio torcida.
– Supongo que esta vez no debo equivocarme si no te ofrezco la habitación de invitados.
Sentí mis mejillas arder y agradecí la leve luz que entraba ya por la ventana para que no se notara demasiado.
– Dormiré donde tú quieras que duerma, Jase – respondí a la ligera sabiendo que él elegiría su cama.
Jase sonrió negando con la cabeza y entró en su cuarto tirando del equipaje. Lo dejó en una esquina y se tiró libremente sobre la cama.
Yo entré más despacio. Miré el escritorio vacío a un lado y después volteé para ver otro mueble con cajones y un espejo de cuerpo entero a su lado. Sobre el mueble estaba el porta-retratos que vi la
primera vez que había entrado a aquella habitación, solo que en esta ocasión no estaba vacío.
Una de las fotos que nos tomamos en el día de mi cumpleaños nos mostraba a ambos sonrientes, divertidos y acaramelados.
Jason se sentó en el borde de la cama mirando lo que yo acababa de ver.
– Algunas veces venía aquí para no dormir en el sofá del departamento de mi padre. Vi el marco y lo primero que se me ocurrió fue poner una foto nuestra.
– Me gusta – sonreí mirando la imagen de nosotros.
– Fue una gran cita – se levantó y se aproximó a mí. Torcí los labios agriamente al recordar como terminó mi cumpleaños – Vamos a hacer que terminen los días malos, ¿de acuerdo? – sugirió sabiendo lo que pasaba por mi cabeza.
– Jase … No sé que decir. Estar en tu casa … traer mis cosas aquí, no sé es …
– Ssh – instó – Quiero que te sientas bien aquí, ¿vale? Vamos a estar juntos, eso es lo que nos debe importar. No importa donde, pero es mejor así de cerca – puso sus manos en mi cintura y besó levemente mis labios – Donde te pueda cuidar – susurró sobre mis labios.
Sus labios volvieron a presionar los míos y en mi interior, junto con sus últimas palabras, supe que él esta vez quería ir más allá y cuidar de mí de otra manera. Una voz en la parte trasera de mi mente
me decía pícaramente que me iba a dejar cuidar con mucho gusto mientras fuera entre sus brazos.
Su boca buscó la mía y bajó sus manos de mi cintura a mi cadera sosteniéndome cerca de su cuerpo.
Su pecho estaba contra el mío y sus dedos recorrieron mi espalda sobre mi vestido.
– _____ – susurró sobre mis labios.
– Mmm – medio gemí sin querer despertar de mi ensoñación.
– Estás tensa – dio castos besos en la comisura de mi boca y bajó por mi mandíbula mientras con sus manos cogía con delicadeza las mías. Las guió suavemente hasta su cuello para que
lo rodeara – Así mejor – sonrió.
– Lo siento – susurré nerviosa al darme cuenta de que apenas me había movido hacia su cuerpo cuando él lo único que hacía era buscar el contacto.
– No importa, cielo.
Sus manos fueron bajando por mi costado hasta mis caderas y me pegó a él. Mi lengua perfiló el contorno de sus labios antes de que me diera entrada y pudiera recorrer toda su boca. Su lengua
chocaba contra la mía provocando que gimiera de vez en cuando.
Tiré de los extremos del cabello de su nuca y Jason me empujó levemente para que diera unos pasos hacia atrás hasta que mis rodillas chocaron contra la cama.
Jase recorrió de nuevo mi espalda hasta que encontró la cremallera. Despacio, fue bajándola al mismo tiempo que la yema de sus dedos acariciaba mi columna vertebral. Por último, tiró de mi vestido hacia abajo para que retirara las mangas y cayese al suelo.
Me descalcé y salí del círculo que hacía el vestido alrededor de mis pies dando un paso hacia adelante que me aproximó al pecho de Jason.
Su mirada estaba fija en el escote de mi sujetador. Llevaba el mismo conjunto que me había regalado el día de mi cumpleaños. Remojó sus labios mientras alzaba la vista hacia mis ojos.
Jason se quitó también las zapatillas para quedar descalzo. Su mano fue hacia mi cuello para enredar sus dedos entre el cabello de mi nuca y llevarme hacia su boca.
Agarré el borde de su camiseta y tiré de ella hacia arriba. En un instante Jason se separó de mí para sacársela por la cabeza y tirarla a cualquier lugar de la habitación.
– Siéntate – me pidió.
Doblando las rodillas me senté sobre la cama y miré su fornido pecho desde mi posición. No pude evitar fijarme de nuevo en sus tatuajes y pensar en lo sexy que lo hacían ver.
Rápidamente Jason se deshizo de su pantalón y quedó en boxers. Ambos estábamos ya en ropa interior. Su mano ahuecó mi mejilla y retiró un mechón de pelo de mi cara. Poco a poco se agachó y
me besó en los labios, suave y dulcemente.
Me eché hacia atrás en la cama sujetando sus fuertes hombros para que cayera junto a mí sin separar nuestras bocas. Nos deslizamos hasta el centro de la cama mientras sus labios se fundían en los míos con disimulados roces de su lengua.
Fue bajando su camino hacia mi cuello y junto con sus besos mordisqueó mi clavícula.
– ¿Qué tal te sientes, nena?
– Bien – suspiré con los ojos cerrados.
– ¿Puedo desnudarte esta vez?
– Sí – no dudé.
Sentí su sonrisa pegada a mi piel. Arqueé mi espalda para que Jason pudiera desabrochar el sujetador y él liberó mis pechos. Sus ojos lujuriosos los miraron con deseo.
Jason no dudó en acercarse a mi busto y trazar círculos con su lengua alrededor de mi pezón. Gemí ante la sensación. Lo chupó y succionó cada uno mientras jadeaba de placer.
Volvió a mi boca para besarme arduamente.
– Esto tan solo ha sido el principio – siseó en mi oído dando un ligero mordisco en mi oreja y provocándome un hormigueo por todo el cuerpo.
Sus labios volvieron a bajar, esta vez por mi abdomen. Sentía que mi piel ardía en contacto con su boca. Cada vez estaba más acalorada y excitada. Sus besos no cesaban en mi vientre mientras
colocaba sus manos en mis caderas. Las alcé levemente y Jase aprovechó para bajar las tiras de mis braguitas. Había quedado completamente desnuda ante él.
Jason se colocó a mi lado, pegado a mi costado, piel con piel. Su mirada me recorría de pies a cabeza y me sentí expuesta.
– No me mires así – supliqué cerrando los ojos.
– Lo siento – susurró inclinándose sobre mi cuello y trazando besos hacia mi hombro – es que eres tan hermosa …
Su mano se deslizó desde mi cuello haciendo un ligero roce a través de mi abdomen hasta mi feminidad. Sus dedos juguetearon con mi bello púbico como anticipante de la caricia que llegó posteriormente a mi clítoris. Gemí. Estaba deseosa de placer.
– Estás tan mojada – siseó.
– Jase – abrí los ojos y los suyos coincidieron con los míos – no me tortures.
– Oh, ¿ansiosa?
Moví mis caderas y busqué el rocé de sus dedos aún allí presentes. Jason rió y me alivió con movimientos circulares en aquella zona tan sensible. Metió un dedo y gemí de placer pronunciando su nombre. Introdujo otro y los sacó juntos creando fricción. Repitió el movimiento varias veces mientras jadeaba y me perdía entre sus manos. Los movimientos fueron acelerando hasta el punto en que llegué al orgasmo.
Jase se movió a lo largo de la cama y sacó un paquete plateado de un cajón. En un ágil movimiento se desprendió de los boxers y quedó completamente sin ropa para ponerse el preservativo.
– ¿Preparada?
Preguntó colocándose sobre mí con sus brazos apoyados a cada uno de mis costados. Me miró a los ojos y sonrió dulcemente.
– ¿Tienes dudas?
– No, Jase. Quiero hacerlo – dije segura.
– Lo sé – se colocó en mi entrada y entró levemente mientras me daba un beso – Hemos esperado tanto para esto.
Su miembro entró más profundamente en mí y cerré los ojos aguantando la punzada. Jason paró al ver mi expresión.
– Relájate, cielo – besó mi mandíbula.
– Entra ya – rogué.
– ¿De golpe? – quedó atónito.
Simplemente asentí. No quería alargar el dolor, cuanto antes llegara, antes se iría. Jason me hizo caso y entró de una embestida encajando nuestras caderas. Mis manos fueron de sus hombros a sus musculados bíceps. A pesar de la punzada que sentía por dentro, se sentía bien poder agarrarme a él.
– ¿Estás bien? – preguntó sobre mi cuello.
– Quédate quieto mientras me acostumbro – pedí.
– ____, estás tan estrecha – jadeó como si lo que pedí fuera un imposible.
– ¿Eso es bueno o malo? – pregunté inocentemente.
– Jodidamente bueno para mí.
Exhaló aire sobre mi cuello y se movió hacia fuera para entrar más despacio. Gemimos los dos. Él de placer, yo de dolor. Pasé mis manos por debajo de sus brazos para agarrarme a su espalda. Jason
repitió sus penetraciones y yo hinqué mis uñas en su espalda; lejos de hacerle daño se excitó más.
Sentía su respiración en mi nuca a medida que subía y bajaba. Parte de mí sentía el placer, pero el dolor no había desaparecido del todo.
Jase fue acelerando sus movimientos sobre mí hasta que finalizó llegando al clímax junto con un gruñido. Se colocó a mi lado y me miró frunciendo el ceño mostrando su preocupación.
– No te corriste – se quejó.
– Era la primera vez. Es normal – pasé mi mano por su pecho y acaricié sus marcados abdominales – Aún así no estuvo nada mal – intenté tranquilizarlo.
– Sabes que no me voy a conformar con eso, ¿verdad?
– ¿Qué pretendes?
Jason tiró de mi cintura para que cayera por completo sobre su pecho. Su miembro rozó mi entrepierna y gemí de placer.
– Móntate sobre mi cadera.
Hice lo que me dijo y Jase se incorporó quedando su cabeza a la altura de mis senos. Su boca relamió nuevamente uno de mis sensibles pezones y yo pasé mis manos por su pelo atraiéndolo más
a mí. Su erección rozaba en mi feminidad provocando que gimiera y balanceara mis caderas sobre él. Jason gruñó y me agarró de los muslos mientras se levantaba de la cama sosteniéndome entre sus
brazos. Rodeé sus caderas con mis piernas sujetándome de sus brazos.
Sentí mi espalda pegada a la pared y su pecho pegado contra el mío, subiendo y bajando fuera de control. El calor me abrasaba al rozar su piel.
– No te sueltes de mí, ¿de acuerdo? – susurró besando mi cuello y subiendo por mi mandíbula – si te hago daño muérdeme – dijo sobre mis labios.
Sus caderas se colocaron y entró nuevamente dentro de mí a la vez que me besaba ahogando mis gemidos. No sentí dolor. Jason se quedó dos segundos comprobando mi reacción hasta que volvió a
salir para regresar a mi interior. Me apreté más contra él sujetando con fuerza sus caderas con mis piernas e inclinando mi frente sobre su hombro.
– Te quiero – susurró inclinándose sobre mí provocándome un respingo con sus palabras.
Jase besó mi hombro saboreando mi piel. Una de sus manos me agarraba del culo mientras otra me sostenía la cadera haciendo suaves caricias con sus pulgares al tiempo que me penetraba. Ambos jadeábamos. Mis caderas buscaban las suyas continuamente. Nuestros cuerpos se cubrían de una capa de sudor.
Noté mis piernas tentarse y como algo en mi interior luchaba por liberarse.
– Jason – suspiré en su oído provocando que él gimiera – Oh, Jase – jadeé perdida entre sus embestidas – voy a llegar.
– Espera, ____ – gimió dándome una gran embestida – aguanta – rogó.
Quería gritar que no aguantaba más pero justo con un gran empuje hasta lo más profundo de mí Jason hizo que juntos llegásemos al orgasmo. Me deshice entre sus brazos perdiendo todas las fuerzas que me sostenían sobre él. Jase se dio cuenta y agarró mis muslos mientras caminaba hasta sentarse en el borde de la cama mientras yo respiraba en busca de oxígeno con mi frente sobre su hombro.
– Jase – jadeé.
– Hmm – masculló intentando recuperar el ritmo acompasado de su respiración.
– Yo también te quiero – susurré.
Jason besó mi cuello mientras rodeaba mi cintura con un brazo y con el otro deslizaba caricias por mi espalda. Noté su sonrisa sobre mi piel.
– ¿Estás bien?
– Sí, eso creo – reí levemente ocultando mi cara en su cuello – Solo estoy cansada.
– Ven aquí.
Se volvió a levantar sosteniéndome y se dirigió a un lado de la cama. Antes de dejarme tumbada sobre ella quitó la colcha y me depositó sobre las suaves sábanas blancas de satén. Eran tan suaves
que invitaban más al sueño. Me acomodé sobre la almohada y cerré los ojos encogiendo mis piernas hacia un lado en postura fetal.
Poco después sentí otro peso sobre la cama que se aproximó a mí y me rodeó la cintura haciendo la cuchara. Noté un beso en mi mejilla y sonreí antes de guiarme al sueño. Lo último que escuché fue:
– Bienvenida a casa, cariño.
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@istBieberFanfic
Miriam Cooper
Por favor, comentad!! Han pasado muchas cosas. Me gustaría saber que pensáis :) Sino veo recompensa por la maratón no haré otra hasta dentro de mucho tiempo ...