Su brazo se atravesaba sobre mi espalda y su
mano caía cerca de la mía. Sonreí al recordar lo larga que había sido la noche a
su lado.
Entrelacé mis dedos con los suyos, él enseguida
hizo presión para que encajaran a la perfección.
-
Por fin despiertas – murmuró apasionadamente.
-
¿Qué hora es? - pregunté estirándome y poniéndome de lado.
-
A pasado mediodía – dijo depositando un beso en mi hombro y poniendo su mano en mi cintura.
-
Es tu culpa – río levemente – me dejaste agotada.
-
Pues debes saber que la fiesta no ha acabado – declaró girándome, haciendo que quedara sobre él. Mi espalda se pegaba por completo a su torso. Llevé mi mano hasta su nuca, me encantaba revolverle el pelo. Sus dedos acariciaron mi feminidad y yo no pude hacer otra cosa que gemir.
-
Oh cielos, ¿por qué yo? - musité exhausta de placer.
-
Porque me encanta verte gozar.
Justin empezó a masajear mi monte de Venus
haciendo algo de presión. Tras aquella excitación otra mano llegó para hacer
movimientos circulares sobre mi clítoris. Mi respiración empezaba a ser
irregular … Justin resbaló sus dedos por los labios vaginales ya hinchados y muy
sensibles.
-
Aah – gemí – Dios Justin – solté un suspiro – n-no pa..res – deliré.
-
¿Quieres más?
-
Sí – musité. Sus dedos frotaron y pellizcaron mis labios superiores antes de colocarse para abrirlos.
-
Vas a tener que pedírmelo con más ganas – dijo dejando su cálido aliento en mi cuello y produciendo un leve roce en la apertura de mi feminidad. En acto reflejo alcé la pelvis, invitándolo a que profundizara.
-
Quiero más – aullé.
-
Así me gusta – respondió satisfecho.
La fricción que empecé a sentir en mi interior
producía un placer arrollador. Justin no se molestó en hacer ir despacio ni un
momento, ya estaba muy excitada. Cada vez que entraba y salía apretaba más mis
manos alrededor del cuello de Justin. Faltaba poco para que llegara al clímax.
-
Ya, ya … ah!! - exclamé arqueando la espalda sobre el pecho de Justin. Él enseguida me rodeo la cintura pegándome de nuevo totalmente a su cuerpo – no puedo más – supliqué – a este ritmo me vas matar – reí.
-
Esta bien – reprochó alargando cada palabra a la vez que me soltaba. Enseguida giré sobre mí misma y me senté sobre el borde de la cama – ¿nos duchamos juntos? - dijo pícaro.
-
Tengo una idea mejor – me levanté para asomarme por la ventana. Las vistas del mar desde ese hotel eran preciosas – ¿que te parece ir a la playa?
Me giré entusiasmada esperando ver un rostro de
aprobación, sin embargo, su rostro no podía ser más serio. Entonces caí en la
cuenta, era imposible que saliéramos juntos a la playa, corríamos el riesgo de
ser fotografiados por los paparazzis.
-
Lo siento – volví a asomarme a la ventana mirando al infinito mar – se me olvidó que nadie puede enterarse de lo nuestro.
-
Más lo siento yo cielo – se levantó y me pasó un camisón – será mejor que te pongas algo de ropa si no quieres que te tire de nuevo a la cama – me guiño un ojo mientras se giraba para agarrar sus boxers.
-
¿Hasta cuando Justin? – pregunté irritada – es tu vida, todos tenemos derecho a enamorarnos. ¿Por qué ocultarlo más? Llevamos así meses y apenas nos vemos – las últimas palabras, sin voluntad propia escaparon como un sollozo.
-
Porque si te expongo nos criticaran, seremos el nuevo centro de atención. Tan solo quiero protegerte …
-
¿De quién? ¿De la prensa? ¿De las fans? - abrí bien los ojos.
-
De todo _____, no lo entiendes … la gente es muy mal pensada.
-
No estoy contigo por conveniencia, ni por fama, lo sabes, ¿cierto? - clavé mis pupilas en las suyas, él asintió – estoy contigo porque te quiero. Tarde o temprano, eso es lo que se reconocerá.
-
Escúchame _____, por el momento, esto es lo mejor – matizó haciendo espacios entre cada palabra – te prometo que esto cambiara – acarició mi mejilla con el dorso de su mano. A los dos segundos aparté la cara.
-
Sí, mientras tanto vivamos encerrados en un hotel – exclamé dirigiéndome al baño – me voy a duchar.
-
Te espero en la cafetería de abajo, después comeremos en el restaurante, ¿que te parece? - sonrió dulcemente pero no fue suficiente para borrar mi amargura.
-
Bien – cerré la puerta del baño de un portazo.
-
Tu mal genio se sobrepasa – comentó tras la puerta. No dije nada; abrí el grifo de la ducha – aun así me encantas – sonó como si estuviera riendo, yo también sonreí.
-
Estaré lista en menos de una hora – grité desde la ducha.
-
Te estaré esperando.
Mientras el agua fresca discurría por mi cuerpo
me pareció que todos los problemas iban despareciendo, fui relajándome y me puse
a recordar el día en que conocí a Justin.
FLASHBACK
Yo me estaba hospedando en un hotel de Los
Ángeles, iba a tener una sesión de fotos al día siguiente para la exposición de
los nuevos modelos Ferrari. El trabajo pintaba muy bien, estaba feliz porque
cobraría más que nunca y esa experiencia iba a ser mejor que cualquier otro
modelaje que hubiese hecho en toda mi mísera carrera de modelo.
La suerte de ser contratados la tuvimos tres
chicos y un par de chicas además de mí. Todo fue bien, distintas poses en el
capó, en la puerta, dentro del coche, sola, con pareja … y después, en el último
momento, se presentó Justin. Tuve que controlarme, por no saltar a abrazarle
entre gritos. Tras presentarnos con un saludo informal, el director nos informó
de que él también promocionaría el coche y que debíamos irnos para trabajar a
solas con Justin.
No podía dar crédito a lo que veían mis ojos;
tantas veces había soñado con conocerlo y en ninguna de mis ilusiones imaginé
una situación así.
Regresamos todos juntos al hotel y después cada uno fue
a su habitación. Había conocido a Justin Bieber y no había podido decirle nada
de lo que hubiese querido, lo había conocido y ni si quiera tenía pruebas …
aquella frustración hizo que me sintiera ahogada entre aquellas cuatro paredes y
salí al patio del hotel. Ya era de noche, las antorchas iluminaba la zona y me tumbé en una de las tumbonas que había cerca de la piscina. Cerré los ojos … necesitaba desconectar, pero pasados unos minutos una voz interrumpió mi estado de desconexión.
-
Tú estabas en la promoción de Ferrari, ¿no? - abrí los ojos y lo vi plantado en frente de mí con una sonrisa – ¡hola! - saludó cuando me quedé mirándolo por la sorpresa – soy Justin.
-
Lo sé – reí – ¿quién no lo sabe? - dije para mí, pero él también sonrió.
-
Y tu eres … - se sentó en una tumbona al lado de mí.
-
¡______! - exclamé - Me llamo _____ - dije más relajada.
-
Bien ______, ahí dentro nos están esperando. Al parecer, vamos a cenar todos los del anuncio juntos.
FIN FLASHBACK
Desde aquel momento empezamos a hablar, ambos
encajamos de manera natural. ¿Acaso las fans y Beliebers no podrían entenderlo?
Yo lo era, y si hubiese encontrado cualquier otra chica que lo hiciese feliz lo
hubiera aceptado. Seguro me hubiese puesto celosa, Justin es un gran chico que
sabe cómo tratar a una mujer, pero hubiese respetado su decisión de entregar su
corazón y me alegraría por su felicidad.
Salí de la ducha dándole vueltas a la cabeza,
cogí un vestido del armario y unos zapatos planos para vestirme y en cuanto
estuve lista salí de la suite para ir a la cafetería. Justin estaba en la barra
conversando con el camarero animadamente, hasta que llegué yo. Pasó su brazo por
mi cintura y se levantó.
-
Ven, sentémonos en una mesa, pedí tu comida preferida – me guiñó un ojo.
-
Justin … siento que hayamos discutido – comenté mientras él retiraba una silla invitándome a sentar como un caballero.
-
Era algo que no habíamos hablado nunca – me dio un beso en la mejilla desde atrás cuando me senté. Después se sentó frente a mí – no me gusta nada que te enfades conmigo.
-
No me llegué a enfadar … es solo que, pasamos mucho tiempo separados y cuando podemos estar juntos no podemos ni tomar el aire.
-
_____, sé que no es fácil pero …
-
No Justin, no lo es – le interrumpí – tú tienes una vida increíble en la que yo apenas encajo – hice una pausa – tan solo soy una simple modelo de revistas desconocidas.
-
Tú eres una de las personas más importantes para mí, ¡claro que encajas! - reprochó – y no eres una simple modelo, eres una modelo increíble, ¡yo lo he visto!
-
Estuve pensando en dejarlo todo para poder estar contigo más tiempo … aunque tampoco quiero ser una carga – suspiré.
-
Jamás serías … - el camarero llegó con los platos y nos sirvió – muchas gracias – agradeció Justin cuando terminó su tarea – tú nunca serías una carga _____, pero tampoco quiero que dejes tus sueños por mí.
Justin también empezó a comer, ninguno volvió a
hablar y yo perdí todo el apetito. Deje los cubiertos a un lado y me quedé
mirando las parejas bailando que había al otro lado de la sala. Encima de un
pequeño escenario había un grupo de músico que tocaban y cantaban distintos
estilos. Sin darme cuenta, Justin se puso a mi lado, tomó mi mano y nos llevó
entre las otras parejas para bailar. Nunca habíamos bailado juntos; sus manos
fueron a mi cintura y yo apoyé las mías en sus hombros. Su mirada era tan
intensa que no pude aguantar mucho tiempo observándola, me apegué a él y posé mi
cara en su pecho mientras ambos nos balanceábamos de un lado a otro sin apenas
movernos del sitio. Cuando la canción terminó nos separamos y él se acercó a mi
oído.
-
Siéntate por allí – me señaló la barra de la cafetería – vuelvo enseguida.
-
¿A dónde vas? - me extrañé.
-
He decido que voy a pasar el resto del día intentando convencerte de lo especial que eres para mí – me besó la frente – ve allí – me volvió a indicar.
Fui a sentarme, no tenía idea de lo que podía
rondar por la cabeza de Justin. Cuando me senté en uno de los taburetes, giré
sobre mi misma para comprobar por qué los músico habían dejado de sonar. Entre
los músicos se encontraba Justin, que poco después cogió una guitarra y se sentó
frente a un micrófono. No dijo nada, tan solo me miró cuando empezó a tocar los
primeros acordes, su sonrisa era triunfante.
No dejó de mirarme ni un solo momento, me estaba dedicando “Be Alright” delante
de un montón de gente. Gente que miraba hacia donde iban sus ojos, hacia mí.
Justin terminó y los espectadores le dedicaron
sus aplausos. Él dio las gracias y bajó del escenario para regresar conmigo.
-
Gracias Justin – sonreí ampliamente – me encantó.
-
Eso es lo que quiero – pellizcó mi barbilla – verte contenta.
-
Vamos a la playa – anunció en cuanto colgó.
-
¿Qué? ¿Ahora? - miré el reloj, él tomó mi mano antes de que viera la hora.
-
No vamos a poner límites de tiempo ahora que estamos juntos.
Aquella idea me encantaba. Rápidamente me puse
el bikini y un vestido playero. Bajamos cogidos de la mano; estaba siendo el
mejor fin de semana que habíamos pasado juntos.
En la playa habían preparado un porche con unas
antorchas y velas, una mesa con comida y algunas flores alrededor. El ambiente
no podía ser más romántico, todo era para nosotros solos.
-
Justin, todo esto es … perfecto – me giré y miré sus labios, dibujaban una linda sonrisa.
-
¿Sabes lo que hay de cena? - sacudí la cabeza y miré de nuevo la mesa servida – Eso que hay en medio es una fuente de chocolate – río – y tenemos varias frutas.
-
Te amo – dije emocionada.
-
Y yo a ti, amor.
Estuvimos probando fresas, manzana, naranja,
plátano, cerezas... entre risas acabamos jugando con el chocolate, él me manchó
la nariz y yo le llené la cara. Al ver su cara malintencionada salí corriendo
pero Justin me alcanzó rápido y con sus manos llenas de chocolate fundido me
cubrió ambas mejillas. Después besó mi cara y saboreó mi cara con su lengua.
-
Estás más dulce que de costumbre – rió. Yo froté mi otra mejilla contra la suya, llenándolo también de chocolate – tramposa – susurró.
-
Es para que los dos seamos igual de dulces – me burlé.
Justin me ajustó sus brazos a mi cintura y me
aupó unos centímetros del suelo. Al darme cuenta de sus intenciones pataleé.
-
No, no, Justin. Al agua no – reí – sal con azúcar no es buena mezcla.
Pero no me hizo caso y con vestido y todo me
tiró al mar. Cuando él se quitó la camiseta y los pantalones se metió conmigo.
Nadamos juntos y jugamos juntos pero tardamos pocos minutos en salir porque
empezaba a hacer frío.
Me quité el vestido empapado y me sequé con una
de las toallas que había preparadas.
-
Toma mi camiseta – me prestó Justin que ya se había puesto los pantalones.
-
¿Qué van a pensar los del hotel de mí cuando me vean, eh? - le miré mal.
-
Qué estas muy sexy – rió. Miré su torso desnudo, si yo estaba sexy, él era un Dios.
Recogimos nuestras cosas y volvimos a nuestro
dormitorio intentando pasar desapercibidos por los trabajadores del hotel.
Afortunadamente, era tarde y no había mucho personal.
Ya en nuestra suite me quité la camiseta y se la
devolví a Justin.
-
Estoy helada – comenté.
-
Yo sé una táctica para entrar en calor – se acercó a mí y me mordió el lóbulo de la oreja. Un estremecimiento recorrió todo mi cuerpo.
-
Yo había pensado en darnos una ducha – repliqué mientras él besaba mi cuello.
-
No hay problema.
Sus manos se pusieron bajo mis muslos y me
levantó, yo rodeé su cuerpo con mis piernas. Justin se dirigió a la ducha y
aprovechando que yo estaba bien sujeta a él llevó un brazo a mi cintura y otra a
mi nuca. Me abracé a su cuello y fue dando leves mordiscos, la parte superior
del bikini se desprendió. Justin me arrinconó contra la pared y encendió la
ducha, por la cuál salía agua de todas partes. Justin tiró de mi pelo hacia
atrás para que me separara de él y obtener la vista de mis senos. Tomó uno de
ellos con la boca, yo me sujeté a alguna parte de la ducha. Las piernas se me
empezaban a cansar, así que puse los pies sobre el suelo. Me agaché y le quité a
Justin los pantalones a la vez que bajaba su bañador.
Su erección era enorme, Justin quitó los lazos de las braguitas del bikini. Ambos estábamos desnudos en la ducha, su brazo se ajustó a mi cintura e hizo que girara, quedando de espaldas a él. Estaba muy duro, su virilidad chocaba contra mi muslo. Una de sus manos masajeaba mi pecho y la otra el monte de Venus. Justin me penetró desde atrás y a la vez tocó mi clítoris. Los jadeos de los dos eran ocultados por el sonido del agua al chocar por todas partes. Por muy mojada que estuviera, era imposible no sentir que estaba ardiendo por dentro. Las embestidas de Justin eran majestuosas.
Jadeé, grité su nombre y cuando llegamos al
orgasmo me dejé caer en sus brazos.
Justin apagó la ducha y me llevó hasta la cama,
donde caí rendida a un profundo sueño.
* * *
Apreté los ojos cuando empecé a ser
consciente de la realidad. Abrí los párpados tan solo un poco pero los volví a
cerrar, la luz era cegadora. El ruido del televisor fue lo que me despertó, sin
embargo no prestaba atención a lo que decía.
-
¿Qué hora es? - dije estirándome por toda la cama hasta que choqué contra Justin.
-
Han pasado las diez – respondió tenso. Abrí los ojos para ver su cara. Llevaba el pelo revuelto de una manera demasiado erótica para mí.
-
¿Has desayunado? - pregunté inocentemente – Quizás te venga bien para animar tu cara – me apoyé en el codo y le di un tierno beso en la cara.
-
_____, mira las noticias – me ordenó. Volví la vista a la televisión y salía una periodista hablando sobre una foto. Después pasaron a otra y después otra, todas de nosotros.
-
Son de anoche – dije para mí – bueno, por lo menos no se ve bien mi cara – dije para tranquilizar a Justin.
-
¿Sabes?, yo también estoy harto de esconderme – dijo serio – no voy a negar más que tengo novia – me miró – además, ¿por qué reservar a alguien de quién estoy orgulloso de tener como pareja? - una sonrisa surgió de la nada – Se acabó, vamos a vestirnos.
-
¿A dónde vamos a ir?
-
A desayunar – me guiñó un ojo – y a dar un paseo por la calle para que esta vez se vea bien el rostro de la mujer que es mi vida.
-
Justin, ayer mismo dijiste que lo mejor era …
-
No vamos a negar lo innegable, _____ - puso sus manos a ambos lados de mi rostro – tanto si le gusta a la gente, como si no, voy a estar contigo y te voy a proteger de lo que haga falta.
-
Entonces, demos un paseo cogidos de la mano.
-
Como una pareja normal – sonrío y me besó firmando así un nuevo comienzo para nuestra relación.
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