Justin llegó a las cinco en punto de la tarde, no esperaba verle
entrar por la puerta de mi dormitorio así sin más. Yo ya estaba en
el escritorio echando una ojeada a mis apuntes de clase antes de que
viniera el nuevo profesor. Justin llevaba unos vaqueros y una camisa
blanca que se ajustaba a su cuerpo, me mordí el labio, ser tan sexy
debía ser un crimen, acabaría desmayada o muerta. Yo para
provocarle seguía con el pijama que tanto resultó gustarle. Me
levanté para darle un beso, él se alejó de mí sonriente y sacó
una hoja.
- Son las normas de clase – cogí el folio y empecé a leer.
- Número 1, queda prohibido cualquier contacto físico con el profesor, 2, quedan restringidas las provocaciones, 3, No se admiten temas de conversación que no traten sobre economía, 4, las palabras de afecto y halagos quedan fuera del horario de clase y 5, el profesor decide cuando acaba la clase – sonreí revisando cada una de las reglas y volví mis ojos a su altura – ¿qué pasa si incumplo alguna?
- Todavía no lo sé – admitió – pero si las cumples habrá recompensa.
- ¿Un buen aprobado el año que viene? – ironicé.
- Exactamente – sonrió.
- Menos mal que eres sexy – suspiré – ups, acabo de romper la número 4, que pena …
- Y la 2, esa ropa me desconcentra – me miró entera.
- Lo siento profe, pero no tenemos uniforme – le guiñé el ojo – ¿empezamos ya?
- Debería haber puesto otra norma para que no me mirases de esa manera – se hizo el gracioso.
- La hubiese roto a la primera … admirarte es algo inevitable. Se te da genial esto.
- ¿Quieres que lo dejemos por hoy? - asentí y apoyé mi cuerpo cansado sobre sus piernas.
- ¿Me he portado bien profe?
- Eres una buena alumna – acarició mi brazo.
- Quiero mi recompensa, ya – me incorporé y le miré.
- ¿Que es lo que quieres? - me acerqué a su rostro despacio.
- A ti – musité desesperada. Justin me besó, con sus normas lo único que habíamos hecho era comer ansias y comprobar nuestra fuerza de voluntad – hoy he sido buena chica, pero con el tiempo seré muy mala – le advertí.
- No sé por qué me da que terminaras rompiendo el folio de las normas – rió.
Después de un rato salimos de mi habitación y nos pusimos a
merendar en la mesa de la cocina. Saqué unos panecillos y la manteca
de cacao, estuvimos disfrutando de aquella dulce tarde a solas hasta
que llegó mi padre inesperadamente temprano.
Alice, como el día anterior, había ido a trabajar por la tarde al
hospital y Trudy se había ido con las chicas y los chicos. Ambas
iban a regresar tarde, se suponía que John también, pero el destino
quiso que aquello saliera mal.
Mi padre entró en la cocina malhumorado cuando debió escuchar
nuestras voces y risas desde la puerta de entrada a la casa.
- Será mejor que te vayas Justin – le dije asustada.
- Sí, será lo mejor – repitió John.
- Papá, Justin vino a ayudarme con economía, te lo juro.
- Descarada – alzó la mano y me golpeó en la cara, grité ante el impacto y caí al suelo – ¿como te atreves a traerlo a casa mientras estás sola? ¡Eres una ofrecida!
- ¡No! - grité encogiéndome y rodeando mis piernas en el suelo mientras lloraba.
- Te dije que te alejaras, te dije que no salieras con él y no haces más que lo que te da la gana – John me cogió del pelo y me levantó – lárgate de aquí, no quiero verte, ¿me oyes?
- Ssh, tranquila – me abrazó – no podemos quedarnos aquí cielo.
Tenía razón, estábamos en frente de la puerta, John podía salir
en cualquier momento, pero no podía irme, estaba paralizada por el
miedo, mi cuerpo no respondía, lloré aún más.
- N-no pu-puedo moverm-me – tartamudeé.
- Tranquila cielo – repitió con suavidad.
- Espérame aquí, por favor intenta calmarte – Justin bajó corriendo y regresó dos minutos después con una pastilla y un vaso de agua – trata de tomártelo.
- Intenta respirar despacio y mantener el aire todo lo que puedas – me besó en la sien. Hice lo que me aconsejó, poco a poco fui calmándome, pero otra vez vinieron las imágenes de mi padre alzando la mano, volví a agitarme – ____, estoy aquí, no te voy a dejar sola.
* * *
Cuando me desperté supuse que era un nuevo día, los rayos de sol
empezaban a asomar entre las rejillas de la persiana. Me di cuenta de
que había pasado la noche en la cama de Justin, pero él no estaba
allí a mi lado. Me incorporé un poco y lo vi acurrucado en el sofá
que había bajo la ventana. Era tierno verlo de aquella manera, daban
ganas de abrazarlo. Me sentí mal por haberle robado su cama. Al
intentar sonreír sentí un pinchazo en la cara. Me levanté de la
cama con cuidado de no hacer ruido y me dirigí al baño que había
en el mismo dormitorio. Al verme en el espejo me asusté, una zona
bajo el ojo estaba muy enrojecida y algo violácea. Pasé dos dedos
por encima presionando un poco, dolía. ¿Qué habría pasado cuando
me quedé dormida?
Seguí mirándome al espejo haciendo todo lo posible por reconocerme.
Escuché mi nombre desde el dormitorio. Justin se asomó al baño
desesperado, cuando me vio se relajó y vino a abrazarme.
- Me asusté al despertarme y no verte, llevo toda la noche vigilándote. ¿Cómo te encuentras? – se separó para ver el daño, acarició delicadamente la zona afectada, cerré los ojos tratando de olvidar el dolor – ¿te duele mucho?
- Solo un poco – quise aliviarlo – Justin … siento mucho todo esto – agaché la cabeza – ¿saben tus padres que estoy aquí?
- Sí, y tu madre también, no te angusties – me tomó de la cintura y me llevó a la cama para sentarnos juntos – le dije a mis padres que había pasado algo y que no te encontrabas bien, no les di detalles, mi madre avisó a Alice. Ella se preocupó y quiso despertarte, pero yo le dije que era mejor que descansaras. Supongo que le pidió explicaciones a tu padre. Te trajo algo de ropa, si quieres date una ducha …
- Gracias – me quedé sin palabras, Justin había sabido manejar la situación muy bien y yo no sabía que decir, le debía mucho.
- ____, ¿tu padre te había pegado antes? - negué con la cabeza - ¿fue mi culpa?
- ¡No! – me apresuré a responder – John es que … tiene rabia porque tú y tus padres habéis tenido éxito, está amargado por seguir igual que cuando empezó su carrera. No os traga y no quiere que nos acerquemos a vosotros – le expliqué.
- ¿Y eso es desde siempre? - preguntó atónito.
- Con tus padres sí y cuando éramos niños no le dio importancia, pero ahora …
- Fue mi culpa – afirmó mirándome apenado.
- No Justin, tú no sabías nada, yo fui la que lo enfrentó. Esto es mi responsabilidad.
- ____, yo estoy de por medio, además, si te afecta a ti me afecta a mí y no voy a dejar que vuelva a hacerte daño. Hablaré con tu padre, él tiene que entender lo nuestro – dijo firme.
- ¡No, no vayas! – me alarmé.
- Bueno, tranquilízate – me besó en los labios – todo irá bien.
Justin me dio la bolsa con la ropa limpia que había traído mi
madre, me prestó una toalla y me dijo que usara su baño.
Me desnudé poco a poco antes de meterme en la ducha tratando de
evitar el espejo, no quería verme más la herida. Quería saber que
había pasado en casa, pero por otro lado no quería regresar,
hubiese pasado el resto de mis días allí encerrada con los
vecinos, claro está, eso no era posible.
Cuando terminé de ducharme me vestí con el pantalón largo y la
camiseta que me había traído Alice. Dejé caer mi pelo para ocultar
un poco el moratón.
Salí del cuarto de baño, Justin me esperaba tumbado en la cama
ojeando su móvil. Volví su vista a mí y sonrió.
- Toca desayunar, ¿bajamos?
- Gracias Justin – me senté a su lado – pero creo que es mejor que regrese a casa.
- ¿Y tu padre? - se puso serio.
- Ya tiene que haberse ido al trabajo, quiero hablar con mi madre.
- Te acompaño – dijo empezando a buscar las zapatillas, abrí la boca – y ni se te ocurra decirme que no te vas a perder. Si te vas sola no me quedaré tranquilo.
- ¿Está John? - mi madre quedó impactada con el golpe, negó con la cabeza. Me giré a Justin, no paraba de apretar mi mano - estoy bien, ¿vale? - dije tiernamente dando un beso en su mejilla, él asintió.
- Vendré a verte más tarde – me dio un beso rápido en la mejilla sana y se giró para irse.
- Gracias por cuidarla Justin – dijo mi madre antes de que se fuera.
- ¿Qué os dijo John?
- Ayer te quedaste a solas con Justin … - empezó mi madre.
- Dijo que eras una furcia, en breves palabras – resumió mi hermana.
- Justin y yo estuvimos estudiando, dije que iba a estar con él. Cuando John entró estábamos descansando tomando una merienda.
- Lo sabemos hija – respondió mi madre – yo se lo dije a tu padre.
- Está muy lejos de que lo considere un padre – recriminé sin pensar – ¿te dijo que me agredió? ¿te dijo que me echó de casa y que no quiere volverme a ver?
- Eso nos lo contó Justin – dijo mi hermana. Mi madre se agachó y se llevó las manos a la cabeza – papá y mamá discutieron hasta la madrugada.
- Cuando regrese te pedirá perdón.
- No aceptaré sus disculpas. Él no aceptó las mías y siento que lo odio más que nunca.
- No digas eso … cuando entró en razón tu padre se sintió mal por lo que hizo.
- No me lo creo.
A las cinco de la tarde, mientras leí una novela relajada en el
sillón, escuché el sonido de un coche aparcar en la calle, John
había terminado de trabajar. Seguí ojeando el libro sin ya
prestarle atención, sentí las llaves entrar en la cerradura y abrir
la puerta. John se asomó por la puerta del salón, por el rabillo
del ojo vi como se acercaba. Consideré la opción de hacerle el
vacío, después lo descarté, sería inútil.
- ____, hija – tragué saliva, empecé a sentir nauseas – siento mucho lo sucedido ayer – se notaba que mi madre le había leído bien la cartilla, había venido directo y puso su mejor cara de arrepentimiento, no me lo tragué.
- ¿Crees que me sirven tus palabras? ¿Has visto lo que me has hecho? Me estás desgraciando la vida – dije con voz neutra clavando mis ojos en sus pupilas – no quiero que me pidas perdón, tan solo quería que me aceptaras tal y como soy y respetaras mis decisiones. Ahora solo quiero que te alejes de mí porque da la impresión de que no quieres que sea feliz.
- Estás muy equivocada, eres mi hija y solo quiero lo mejor para ti.
- Resulta que lo mejor para mí ahora es Justin Bieber – dije con serenidad – respetalo a él y podremos vivir en paz – vi a Trudy por detrás sonreír y hacer un gesto de afirmación, creí ponerle entre la espada y la pared, sin embargo, no dio su brazo a torcer.
- Sueña con ese día porque nunca lo veras – respondió con rabia.
- Señor, he venido a darle la cara – temí que en ese momento recibiera un puñetazo – me gustaría hablar con usted.
- De hombre a hombre, ¿eh? - se mofó mi padre – vamos muchacho, te voy a dar una oportunidad para escucharte. Acompañame a mi despacho.
- ____, como papá se cabree lo …
- No lo digas Trudy, sé que esto puede acabar muy mal.
Quiero otro por favor :)
ResponderEliminarai dios sigue sigue no me dejes asi D: como le pegue mato a ese Jonh
ResponderEliminarDiosss, como lo dejas asiii, quiero el 8 yaaaa
ResponderEliminarDe verdad necesito saber YA, AHORA lo que pudiera pasar venga D:
ResponderEliminarOtro porfabor lo necesito :P
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