domingo, 30 de diciembre de 2012

Capítulo 10: No Sabes Como Te Necesito


  • Justin – me acerqué, no se digno a mirarme – eres un idiota, ¿sabes lo preocupada que estaba? – le reclamé, no dijo nada – te hemos llamado mil veces, he venido a buscarte, ¿quieres decir algo por Dios?
Justin se levantó del suelo, no dejó de mirar la punta de sus zapatos pero aún así noté que estaba abatido. Sin siquiera abrir la boca, ni mover los brazos, dio pequeños pasos hasta quedar a veinte centímetros de mí y apoyó su frente en mi hombro. Al principio me quedé parada, después pasé mi brazo por su espalda y moví la mano de arriba a abajo. Pude notar que mi camiseta empezaba a humedecerse, Justin estaba llorando. Algo grave debió de ocurrir. Con mi otra mano cogí la suya, estaba helado, la noche había empezado a enfriarse y a saber cuanto tiempo llevaba quieto allí sentado. Me separé de él y retiré las gotitas de agua de sus ojos.
  • Si seguimos aquí te vas enfermar cielo – susurré.
  • Necesitaba despejarme – respondió ronco.
  • Vamos a tu coche, ¿quieres? – el asintió, se le veía triste.
  • Siento haberte preocupado, me he portado como un crío … - respondió mientras íbamos a su coche cogidos de la mano.
  • Ya no importa, estás bien, me asustaba que tuvieras un accidente.
Justin abrió la puerta trasera de su coche y me invitó a pasar, después se puso a mi lado. Durante un rato se mantuvo distante, hasta que al final vino a colocarse sobre mis piernas. Le acaricié el pelo durante un rato, Justin respiraba tranquilo mientras jugueteaba con los dedos de mi otra mano.
  • Gracias por estar aquí – dijo rompiendo el hielo – no sabes como te necesito ahora.
  • Justin, ¿que ha pasado? - el negó con la cabeza – quizás te venga bien desahogarte.
  • Lejos de la familia feliz que aparentamos ser, mis padres discuten muy seguido. Cada vez que lo hacen yo me encierro para no escucharlos, pero hoy … mi padre dijo que sino fuera por mí ya se habría ido y mi madre respondió que no podían hacerme eso a mí, que no lo soportaría … me siento un estorbo entre mis padres.
  • No eres eso, Justin, tus padres te quieren. Pattie estaba en mi casa destrozada y tu padre salió a buscarte por la ciudad.
  • No sé por qué no me lo dijeron antes, no está bien que vivan así por mí … ni siquiera sé como no me di cuenta antes – se recriminó a sí mismo.
  • Ya, deja de culparte. Tus padres lo decidieron así, no tú.
  • ¿Y por qué? Muchos matrimonios acaban con o sin hijos. Si no eran felices …
  • Justin – clavo sus ojos en los míos cuando le interrumpí, se estaba enredando – ¿ves el chico que eres ahora? Lo más probable es que tus padres temieran que te descarrilaras y sufrieras como les pasa a algunos niños, gracias a ellos, este eres tú.
  • Mi padre nos dejó solos a mí y a mi madre en Irlanda durante un mes, se fue por trabajo a Inglaterra. Allí empezó todo, desde entonces empezaron las discusiones – quedé callada, no sabía a donde quería llegar – ¿recuerdas lo que dijo John? El amor va y viene, más si hay negocios de por medio.
  • ¿John sabía el tema de tus padres? – dije asombrada.
  • Antes de que naciéramos, nuestros padres eran amigos, trabajaban en la misma empresa, hasta que discutieron por un nuevo proyecto. Tu padre acabó yéndose a la empresa rival para no ver al mío todo el día. Antes de aquello, John y Alice ya vivían juntos en tu casa, mi madre quedó embarazada de mí por accidente, y John le recomendó la zona a mi padre para cuando se casaran.
  • ¿Sabías que tus padres te concibieron antes del matrimonio?
  • Sí, pero de pequeño el cuento era más bonito – rió irónico.
  • Hay algo que no me cuadra, ¿por qué John te dijo aquello si lo que quería era separarnos?
Justin se incorporó y cogió mis manos con las suyas.
  • Tu padre siempre se negó a hacer viajes que lo separaran de su familia, el mío no. Se supone que yo voy a seguir el camino de mi padre, él no quiere que sufras como mi madre.
  • ¡Pero las cosas son diferentes!
  • No tanto, en parte, él tiene razón … aunque jamás te dejaría. Yo te quiero ____.
  • Lo sé – le besé – tenemos que hacer que esto funcione, sea como sea.
  • ¡Larguémonos! Vayamos lejos – dijo sin meditarlo, ¿podía hablar en serio? – estoy harto de todo esto, es nuestra vida. No quiero oír más a tu padre ni a los míos.
  • Justin, eso sería irresponsable … tus padres están preocupados.
  • Todo me da igual – resopló. Le rodee con mis brazos y lo llevé hasta mi pecho.
Justin se estaba comportando como un niño que quería huir de todos aquellos problemas, y era comprensible. Su situación era horrorosa. Necesitaba que le apoyaran en algo, lo que menos quería es que se sintiera solo. Unos minutos después lo vi respirar despacio con los ojos cerrados, se había dormido, no debían quedarle energías. Cogí mi móvil y le mandé un mensaje a Pattie y a mi madre: << Estoy con Justin, no os preocupéis, estamos bien>>

Guardé el móvil y empecé a acariciarle el pelo. Pensé que se dormiría un rato y se despertaría pronto para después irnos a casa. Verle durmiendo sobre mí me llenó de ternura, se le veía hermoso con la boca entreabierta y abrazado a mi cintura. Sin darme cuenta me empezó a entrar el sueño, reposé mi cabeza pesadamente sobre la ventana y cerré los ojos.

* * *

Los gritos de unos niños correteando por la calle me despertaron. Me di cuenta que las posiciones se habían invertido, ahora yo estaba abrazada a Justin. Habíamos pasado toda la noche en el coche. Me puse recta, Justin estaba despierto. Miré el reloj, habían pasado las nueve y media, en casa me iban a matar.
  • Buenos días cielo – saludó él.
  • Buenos días – hice media sonrisa – ¿listo para volver a casa?
  • No, pero no me queda más remedio que enfrentarme a mis padres.
Ese era el Justin que solía reconocer, valiente, razonable y que sabía asumir la realidad, aunque estaba segura de que si regresaba el chico impulsivo de la noche anterior, no me resistiría mucho a seguir sus extravagantes ideas. Ganas no me faltaron de aceptar irme con él, pero no era el momento.

Justin condujo callado hasta nuestras casas, estaría pensando que les iba a decir a Pattie y Jeremy y concienciándose de lo que podrían decirle. Nos despedimos dentro del coche.
  • Suerte – le desee.
  • Gracias – suspiró – Te llamaré cuando esté todo aclarado.
  • Bien. Yo espero que mi padre se quede hasta tarde en el trabajo, seguro que sabe que no pase la noche en casa … me echará una buena bronca.
  • Un día u otro tendrás que verle – me acarició – siento haberte metido en este lío. Debí traerte anoche.
  • No me arrepiento de nada que haya hecho contigo Justin. Ayer tenía que estar a tu lado, me da igual lo que diga mi familia – le besé y salí del coche.
Encontré a mi madre en la sala de estar, mirando al vacío y agitando el pie. Pasé adelante y saludé a mi madre. Ella estaba muy seria, supuse que nunca imaginó que haría algo como la noche anterior. Yo era su niña buena y Trudy la más rebelde, y de todos modos Trudy nunca se fue toda una noche con un chico, o por lo menos no nos enteramos.
  • ¿Dónde estuviste? - preguntó seca.
  • En el coche de Justin … lo encontré en el parque.
  • Tienes diecisiete años y vives en mi casa, ¿crees que puedes salir así por las buenas a pasar toda una noche con un chico?
  • Mamá, yo no pretendía quedarme toda la noche. Nos quedamos dormidos sin darnos cuenta.
  • ¿En serio piensas que te voy a creer eso?
  • Por Dios mamá, Justin estaba fatal. ¿Qué crees que hice? En todos los malos momentos que he pasado, él ha estado junto a mí, yo no podía quedarme aquí a esperar.
  • Di lo que quieras, no vas a salir en lo que queda de verano.
  • ¿Qué? No puedes hacerme eso, tú no – Alice nunca era tan radical.
  • ¿Y qué crees que hará tu padre? No te vas a ir de rositas, él si que será severo.
Si mi madre ya había decidido aquello, mi padre sería brutal. Me quedé en mi cuarto con el móvil en la mano esperando a que Justin me llamara. Di vueltas con nerviosismo, traté de relajarme con música, nada funcionaba.

Pasaron dos horas hasta que empezó a sonar la melodía de mi móvil. Imaginé que la conversación de Justin con sus padres se había prolongado mucho. Presioné el botón de aceptar la llamada con torpeza. Me llevé el móvil a la oreja y contesté hablando bajo.
  • Justin, ¿qué ha pasado?
  • _____, escúchame. Ayer no me tomaste en serio cuando te dije que nos fuéramos, pero créeme, ahora tengo la mente bien fría, me voy de casa y quiero que me acompañes.
Su voz sonaba firme. Había pasado algo nuevo con sus padres para que quisiera irse y aislarse. No podía creer lo que iba a hacer en ese momento, pero lo hice.
  • ¿Y a dónde iremos?
  • No muy lejos. Tengo un amigo que maneja un hotel al lado de la costa, estoy seguro de que no le importara darnos una suite.
  • ¿Para cuando?
  • Hoy mismo. Tengo que salir de esta casa cuanto antes.
  • ¿Me vas a contar que te han dicho?
  • ¿Vendrás? - afirmé – entonces quedamos en la puerta del parque a las seis, no quiero que nadie de alrededor nos vea salir juntos. Yo saldré sin que se enteren mis padres después de comer y mientras te espero llamaré a algunos contactos. Te lo contaré todo por el camino.
  • ¿No les vas a decir nada?
  • Dejaré una nota, para cuando se den cuenta de que no estoy, ya no me encontrarán.
  • Entonces yo haré lo mismo … ¿que nos llevamos?
  • Lleva algo de ropa en una mochila, del resto me encargo yo. Y otra cosa más, dejemos el móvil en casa, tan solo nos molestarían.
  • Está bien – suspiré – nos veremos en el parque. Te quiero.
  • Y yo a ti – sentí que en medio de toda esa tensión sonrió.
Todo era muy precipitado, pero Justin lo había planificado todo a la perfección. Fui a mi armario, saqué mi mochila del instituto y empecé a introducir ropa doblada. Me metí debajo de la cama, allí tenía mis ahorros, algo de dinero acabaríamos necesitando.

En la cocina, las tres comimos en silencio. Parecía que era una intrusa. Se me quitó el hambre y me fui al salón a ver la televisión, por la venta vi a Justin salir por la parte trasera de su casa, el plan había comenzado …

Seguí viendo la tele, cambiaba de canal cada dos por tres. No había manera de decidirme por un programa, y cuando lo hacían empezaba la publicidad … asqueante.

John entró por la puerta dando un portazo para hacerse notar, me giré asustada, había venido con ganas de guerra. Se puso frente al televisor y lo apagó para tener la máxima atención.
  • Pasas algo más de una semana sin ver al niñato ese y a la mínima oportunidad, vas y sales corriendo a por él.
  • No tengo porque darte explicaciones.
  • Ni te las voy a pedir, tu palabra ya no tiene valor. Como no haces caso te quedarás en tu cuarto hasta que cambies sinceramente de opinión, me importa poco si tardas una semana que un año. Solo podrás salir para comer e ir a tus clases.
  • Se te ha ido la cabeza, John – enfaticé en su nombre.
  • Soy tu padre – cerró los puños
  • Será por sangre, pero no de corazón – le acusé mientras me levantaba para ir a mi cuarto.
  • Aún no he terminado – John me cogió del pañuelo que llevaba a atado el cuello, las marcas quedaron al descubierto – ¡¿te revolcaste con él?! - gritó – eres una … - vi como alzaba la mano con fiereza, por impulso cerré los ojos fuertemente y me cubrí la cara con los brazos, “otra vez no” pensé. Pasé varios segundos esperando una paliza, pero John lo único que hizo fue cogerme del brazo y jalarme hasta mi dormitorio.
Cuando cerró la puerta escuché como pasaba la llave. Me había encerrado en mi cuarto. No había nada que pudiera hacer desde allí. Golpeé la puerta con los puños.
  • ¡Ábreme! No puedes hacerme esto – grité llorando de rabia - ¡Que me abras! ¡Mamá! ¡Trudy! Abridme – rogué – ¡ABRIDME!
Nadie hacía ningún ruido, ni se acercó para desencerrarme. Me apoyé contra la puerta y fui arrastrándome hasta el suelo. Empecé a llorar desconsolada, si no podía salir de mi cuarto no podría ir al parque con Justin. Parecía que el mundo se iba a acabar.

Miré el reloj, faltaban diez minutos para las seis. Justin habría planeado todo para nada, o quizás se iría solo. Ya nada importaba, no volvería a sentir la luz del sol hasta que empezase el nuevo curso.


 

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