domingo, 23 de diciembre de 2012

Apologize (Harry y tú)


Las últimas palabras que escuché salir de su boca fueron “lo siento”. Pero, ¿cuantas veces en la vida una persona a podido decir que lo sentía sin ser cierto? Al decir “lo siento”, ¿no se supone que entiendes por la situación que está pasando la otra persona? Dudo mucho que él realmente sintiera lo qué yo poniéndose en mi lugar, si es que lo hizo.

Esas dos palabras son algo que se puede decir por educación al chocar con alguien por la calle, por intentar arreglar una discusión o simplemente por cumplir, como si fuera una disculpa sincera pero en realidad no te importa lo más mínimo lo que digan, piensen o sientan los demás.

No era justo que esas dos palabras pudieran arreglarlo todo y que me dejaran con tantas dudas. No me miró a los ojos, no quiso darme explicaciones y no volvió a cruzarse en mi camino.

Durante todo el tiempo que había pasado me pregunté que quería hacer. La respuesta era: encontrar a Harry Styles y hacerle sentir de verdad lo que pasé yo.
* * *

Un día soleado, era extraño asomarse por la ventana y encontrar rayos de sol tras casi una semana de lluvia y cielo oscuro. Era estupendo para poder salir a dar una vuelta y despejarse un poco de las cuatro paredes que estaba aburrido de ver.

Me vestí rápidamente y salí a la calle sin rumbo definido, dejándome llevar por la voluntad de mis pies. Extrañamente aquellas calles se me hacían más familiares de lo que recordaba; seguí andando hasta que encontré un parque donde sentarme bajo un árbol y pensar. Hacía días que sentía echar de menos algo y no sabía que era, tenía la sensación de que se me había perdido algo.
  • Paranoias, necesito unas vacaciones – dije para mí mismo.
Eché la cabeza hacia atrás cerrando los ojos en busca de tranquilidad, sin embargo, un cachorro se acercó a mí muy contento, con ganas de jugar. Era pequeño, de pelaje marrón y suave y las orejas caídas junto a una carita muy graciosa.
  • Hola chico – le acaricié la cabeza – ¿de dónde has salido? – miré alrededor, una chica con gafas de sol venía hacia mí.
  • Perdona, se vuelve loco cuando viene al parque – comentó cuando estaba cerca.
  • No importa, es muy simpático – volví a acariciarlo.
  • Ven aquí Gary – llamó al perro – ¡vamos chico! – pero Gary no le hizo caso y se sentó a mi lado.
  • Vaya Harry, parece que le has caído bien.
  • Si, eso parece – sonreí. Entonces caí en la cuenta de que me había llamado por mi nombre – ¿nos conocemos? – pregunté al tiempo que me levantaba.
  • No sé, ¿tú que crees? – inquirió al tiempo que se quitaba las gafas de sol.
Quedé impactado cuando vi su rostro, era imposible no reconocer aquellos ojos, pero no pude evitar pensar que algo había cambiado en ellos. Toda ella había dado un cambio.

  • ¿_____? Dios, estás muy distinta.
  • Ha pasado más de un año … – suspiró – las cosas cambian.
  • Sí, ya lo creo – me quedé recordando la última vez que la vi – ¿que haces tú por aquí?
  • Eso debería preguntarlo yo, ¿no crees? Yo vivo aquí al lado y siempre traigo a Gary.
  • Se me olvidó – me llevé la mano detrás de la cabeza.
  • Sí, eso es obvio – dijo molesta – bueno, nos vamos ya – ____ cogió a Gary en sus brazos.
  • Espera – di dos pasos hacia ella – me gustaría que hablásemos.
  • ¿Después de tanto tiempo? – bufó, pero lo consideró – bueno, mas vale tarde que nunca.
  • Bien, ¿vamos a tomar algo?
  • No – atajó – ahora tengo cosas que hacer.
  • Entonces... – pensé en decirle que ya nos veríamos otro día y no volver a pasar por allí pero algo me dijo que debía insistir – ¿te apetece venir a mi apartamento? Allí estaremos tranquilos – ella se sorprendió con la idea.
  • ¿Qué quieres que hablemos? - se acercó a mí y me miró fijamente a los ojos.
  • Sabes que del pasado – le mantuve la mirada – supongo que recuerdas el sitio, te esperaré, tengo toda la tarde libre.
  • Pues allí nos vemos – se despidió.

Me giré para tomar el camino de vuelta a casa, a lo lejos escuchaba los ladridos del pequeño Gary.

Me pregunté que podría haberla hecho cambiar tanto en un año, me negué a mí mismo que yo fuese el responsable. ____ era una chica fuerte, pero su inseguridad siempre había sido algo innegable. Ella nunca había tenido mal cuerpo pero daba la sensación de que había adelgazado, sus ojos alegres parecían más grises y su dulce tono de voz se había vuelto hosco.

Sin más remedio recordé el día en que lo nuestro acabó.

Acababa de acompañarla a su casa tras volver de una fiesta. Habíamos pasado el rato rodeados de sus amigos y más de uno miraba a ____ de arriba abajo. Ella seguía como si nada, tan coqueta como de costumbre. La situación me resultó tan irritante que decidí irme un rato a alguna otra esquina donde beber solo una cerveza. No sé de donde salió aquella chica, ella simplemente se acercó a mí y de un momento para otro empezó el juego de seducción. Ni siquiera pensé que ___ seguía por algún otro lado con sus babosos amigos y podría verme, tan solo quería divertirme por poco tiempo.

Aquella rubia y yo no llegamos a nada, _____ llegó seria, mirándome desde lejos como si fuera un desconocido, no daba crédito. Cuando posó su mirada en la rubia, tan solo negó con la cabeza y se giró para salir del recinto a toda prisa. La seguí corriendo por la calle, me puse frente a ella pero me esquivó, cogí su mano.
  • ¡Suéltame! - bramó – ¡No quiero verte! – aquel grito estaba cargado de ira, sin embargo escapó como un sollozo que me hizo trizas.
____ siguió su camino como si yo no estuviera, aún así, la seguí, no quería dejarla sola por la calle a esas horas de la noche. Cuando estuvimos en la puerta de su casa y metió la llave en la cerradura la detuve. Las cosas no podían quedar así.
  • ____ por favor, no te vallas de esta manera – supliqué.
  • ¿Para qué? ¿Qué vas a decirme? ¿Qué te aburrías y decidiste tirarle los tejos a la tía que se tira a todo estúpido que pilla?
  • No, no, NO. Yo ni la vi llegar, ni la conozco. Cielo …
  • No me llames así, ¿que hice yo para esto, eh?
Al principio pensé en la razón que tenía ella, era un estúpido, pero recordé el motivo por el que me había ido de su lado y yo también me enfadé.
  • ¿Y yo qué? Te lo estabas pasando genial mientras tus amiguitos te admiraban …
  • ¿De qué demonios hablas? ¡Tú eres el que lo pasaba bomba con otra! - replicó.
  • Está bien – busqué la forma de tranquilizarme y agaché la mirada – lo siento – dije desesperado.
  • Permíteme que lo dude – respondió indignada.
Dicho aquello entró en su casa dando un portazo. Esa fue la última noche que la vi; intente enterarme que era de su vida, cómo estaba … pero no tuve noticias suyas y yo no me atreví a dar la cara. Estaba avergonzado.

Con el tiempo seguí mi vida, conocí a otras personas y me olvidé de ____. Verla de nuevo había sido un golpe que no esperaba darme.

Una vez en mi apartamento me encargué de organizar el piso para que fuera digno de visitas. Después me preparé una comida improvisada y me quedé sentado en sofá, viendo la tele, haciendo tiempo hasta que ____ llegase. No sabía como iba a empezar, ¿que debía decirle? Estaba claro que una disculpa no era suficiente.

Sin aviso previo, alguien tocó al timbre de la puerta. Abrí sin más. Allí estaba ella.
  • Hola – saludé anonadado. ____ iba con un vestido espectacular que dejaba ver sus largas y finas piernas.
  • Hola Harry – dijo tranquila – ¿puedo pasar?
  • Claro – me apresuré – adelante. ¿Cómo llegaste aquí arriba?
  • Un chico muy majo me dejó pasar en la puerta de abajo – sonrió resplandeciente.
  • Ah – asentí – ¿te apetece tomar algo? – ofrecí mientras se sentaba en el sofá.
  • No, gracias – se aclaró la garganta – en realidad vine solo para aclarar las cosas.
  • Bien – me senté a su lado manteniendo la distancia – Yo … - dejé pasar unos segundos, ella esperó pacientemente hasta que supe que decir – Me gustaría saber, que pasó después de … aquella noche – medio tartamudeé, estaba demasiado nervioso.
  • Seguí mi vida y conocí a otras personas. ¿Me has traído para esto? - giré la cara tratando de no encontrarme con sus ojos – Harry, no muerdo – bromeó posando su mano sobre la mía.
  • Deberías … - suspiré – al menos un poco – rectifiqué.
  • Ha pasado tiempo, ya no me importa ese episodio – quedé impresionado – prefiero recordar los buenos momentos que pasamos juntos – me guiñó el ojo.
  • ¿A sí? - vacilé - ¿como cuáles?
  • Como de los que es testigo éste sofá … tu apartamento en general – dejó escapar una pequeña risa.
En mi apartamento habíamos pasado demasiadas cosas juntos, con ella más que con ninguna otra persona. El sofá era el principal protagonista, allí empezábamos a ver películas, nos enredábamos en besos y terminábamos desnudos, pero sino, nos quedábamos abrazados y ahí nos estábamos acariciándonos hasta que nos entrara el sueño y nos íbamos juntos a la cama para descansar.
  • Éramos felices – susurré para mi mismo, sin embargo, ___ alcanzó a escuchar.
  • Sí, lo éramos – se levantó rumbo a la puerta – si esto era todo …
  • No, no puedo dejar que te vayas así sin más, no otra vez.
  • ¿Y qué me vas a decir ahora? - apoyó los muslos en la mesa y se cruzó de brazos
  • Que lo siento de verdad – me aproximé a ella y puse las manos en el tablero a ambos lados de su cadera, cerrando el espacio entre nosotros.
  • ¿Crees que con eso basta? - reclamó resentida.
  • No, pero estoy arrepentido.
En ese instante me dio la sensación de que sus ojos volvieron a ser como yo los conocí en un principio. Me mordí el labio inferior mientras saboreaba el momento antes de liberar la tensión. Su mirada abandonó la mía para fijarse en mis labios. Poco a poco se fue acercando, pero no se atrevía, y si no lo hacía yo, temía que se fuera corriendo en el último segundo.

La besé, sus labios estaban húmedos y yo tan solo podía sentir como ardían nuestras bocas al contacto. El cuerpo de ____ seguía quieto. Lleve una de mis manos a su cuello, acariciándole con delicadeza, mientras con la otra entrelazaba nuestros dedos. Me separé un poco de ella, _____ tan solo me observó y en un parpadeo se abalanzó sobre mí, uniendo de nuevo nuestras bocas, acabando con nuestras ansias de comernos el uno al otro. Sus brazos se enlazaron sobre mi cuello. Una cosa llevó a la otra y yo ya estaba sin camiseta y ella encima de la mesa con varios botones de su vestido desabrochados.

No podía parar de besarle por todas partes. Fui bajando la parte superior de su vestido hasta que quedó tan solo con una provocativa lencería. Sus mejillas se encendieron como siempre le solía pasar, y esta vez lo acompañó de una sonrisa inocente mientras tiraba de los tirantes del sujetador. Aquello me encendió más aún. Me deshice de mis pantalones, quedando así en boxers.

Minutos después de caricias y besos, los dos nos quedamos sin ropa. La tumbé sobre la mesa del salón y poniéndome sobre ____, tras profundizar en un suave y apasionado beso, hallé en su interior la entrada al lugar más íntimo, húmedo y cálido de una mujer.

El tiempo que estuvimos allí entregándonos parecía eterno acompañado del placer de estar juntos de nuevo. Nada de eso había cambiado, la atracción entre nosotros nunca desparecería.
Quedamos tumbados sobre la mesa. Por suerte no la habíamos roto ni nos habíamos caído. Me incorporé, ____ se veía hermosa desde aquella posición, aunque por otro lado, volvía a estar seria, había desaparecido su cara de gozo. Pude notar como una fina gota de agua colmaba la base de uno de sus preciosos ojos.

De repente, sonó el tono de llamada de un móvil. ____ se levantó corriendo para cogerlo antes de colgaran. En cuanto contestó habló de forma seca y cortante.
  • Sí, estaré allí enseguida ... No te interesa .... ¿Qué te importa? - acabó bloqueando el teléfono malhumorada.
  • ¿Quién era? - me interesé aún sonriente.
Ella empezó a vestirse rapidamente, yo también me puse las prendas inferiores pero con tranquilidad. No contestó a mi pregunta hasta que no se ajustó el último botón de su escote.
  • Mi novio – respondió mirándome a los ojos, fría y manteniendo la compostura.
Los sentimientos que se mezclaron en mi interior hicieron que se me callera el alma a los pies. Quedé sin habla, sentí una especie de hinchazón en el pecho y empecé a marearme, eran los síntomas de bienvenida al dolor que ocupaban el lugar de la reciente felicidad, ya esfumada.
  • No es cierto – intenté convencerme de que era una broma.
  • Sí que lo es – aseguró – me está esperando en el parque.
  • ¿Cómo has podido ... ?
  • Te recuerdo que yo no fui la que empezó todo esto.
  • ¿En serio? ¿Quién te crees que eres? Eres ...
  • ¿Lo peor? - adivinó – sí, yo también pensé eso de ti. Lo bueno, es que ahora ambos sabemos lo que se siente.
  • Lo tenías todo planeado – musité dandome cuenta de lo ingenuo que había sido.
  • No, al menos no todo. Tú fuiste el que me traicionó primero, tú fuiste quien vino al parque, tú fuiste el que me invitó, tú fuiste quién inició el beso y ... - hizo una pausa – tú solito te buscaste esto.
  • Ahora estamos en paz, ¿no? - asintió – pues lárgate – abrí la puerta para que se fuera.
  • Está bien – agachó la mirada – lo siento.
Cerré la puerta de un golpe, cogí un jarrón de cristal y lo tiré con fuerza. Cuando cayó contra el suelo se hizo añicos formando un gran estruendo. Seguí dando golpes a todo lo que encontraba, hasta que me metí en el baño, me eché agua a la cara y me miré en el espejo. Toda esa rabia, era fruto del dolor, dolor provocado por una sola persona.

Primero me había dejado confiar en ella, después me hizo creer que quería lo mismo que yo y por último se fue con una falsa disculpa. Caí en la cuenta de aquello mismo fue lo que le hice yo hacía un año, realmente estaba pasando por lo mismo que ella había sentido. Le di un puñetazo al espejo lleno de horror, aunque yo no hubiera querido creerlo al principio, _____ había cambiado y había sido por mi culpa. Varios pinchazos en la mano me alertaron de que me había hecho cortes en los nudillos. Grité. Necesitaba gritar para desahogarme.

Salí del baño, el apartamento había quedado hecho un desastre, cristales, sillas tiradas ... tenía que calmarme sino quería preocupar a los vecinos mucho más. Seguro que había montado un escándalo increíble sin percatarme. Regresé al baño en busca de algo para la mano. Después de echarme un poco de agua fría me la enrolle en una venda y regresé al salón para recoger los cristales rotos y los muebles.

Al terminar me eché sobre la cama. Necesitaba pensar pero aquellas paredes parecían cada vez más cercanas, me estaba asfixiando. Me puse la camiseta y salí en busca de aire fresco.

Analizar cómo había pasado todo era una mera forma de torturarme. Habíamos vuelto a estar juntos, ____ había sido feliz, sin embargo luego todo resultó ser una actuación. No, no todo había sido actuación. Yo vi sus ojos cuando le dije que estaba arrepentido y cuando terminamos de hacer el amor. Aquella lágrima que no llegó a derramarse era una señal. Algo no había salido como tenía previsto ... lo único que me pregunté durante ese paseo era que estaría pensando ella o si estaría satisfecha habiéndose vengado. Incluso se había dado el lujo de irse como lo hice yo para recordarme lo irónicamente bien que me despedí.

Pasé por la entrada de un parque, me dio la impresión de escuchar los mismos ladridos que de esa mañana, estaba seguro de que me estaba obsesionando, pero de todos modos entré.

Cuando tan solo había caminado unos metros hacia el interior un animalito vino corriendo hacia mí, Gary. Lo cogí en brazos recibiendo una bienvenida a base de lengüetazos en la cara.
  • Yo también me alegro de verte – susurré, ____ se acercaba poco a poco.
  • ¿Harry? ¿Eres tú? - dijo ensegura.
  • Sí, soy yo – me quedé quieto, ella también mantuvo la distancia.
  • No te reconocí en la oscuridad. Yo ... - se fijó en la mano – ¿Qué te ha pasado?
  • Nada importante – le acerqué el perro – mejor me marcho – dije volviéndome.
  • ¡No! – puso una mano sobre mi hombro, alguien por detrás empezó a acercarse – Sácame de aquí – rogó.
  • ¿Qué? - me alarmé.
  • Por favor, te lo explicaré después – sus ojos estaban lacrimosos.
  • ¡Nena! ¿Pasa algo? - un chico se acercó poniéndose al lado de ___ y le besó la sien.
  • Sí, me voy – se apartó de su cuerpo – con él – aclaró.
  • ¿Y quién es éste? - me señaló con la barbilla – me suena su cara – siguió como si yo no estuviera – Ah, espera, ¿éste no es Harry? Chaval, _____ ahora es mía – presumió, parecía ebrio.
  • Ya basta Peter, ¡yo no soy de nadie!
Peter, era entre todos los colegas de ____ el más descarado y uno de los que más me disgustaba ver a su lado, como sucedió en la fiesta de hacía más de un año. Por lo general era un chico fuerte y que imponía, pero la acción del alcohol lo dejaba en ridículo.
  • Pues lo siento Peter, ____ se viene conmigo – advertí tomando la mano de ____.
  • No – dijo agresivo – esta nena ya me ha tratado muy mal con el rollo de ser "super amiguitos" – ironizó – ahora me toca a mí gozarla – me empujo del hombro para que la soltara.
Hice todo lo posible por controlarme, no permitiría que me tocara ni una vez más. ____ por su parte quedó petrificada con las palabras de Peter, él tan solo quería utilizarla. Pasé mi brazo por los hombros de _____ alejándola de aquel hombre que lo único que quería era burlarse un rato más de nosotros.

Peter me agarró fuertemente del hombro, tiré de ___ hacia delante y en cuanto me giré no le di ocasión a Peter de hacer ningún movimiento, le di un puñetazo en la cara. No hizo falta más, el alcohol hizo que perdiera el equilibrio fácilmente y callera al suelo.
  • ¡Vamos! - apresuré a ____ volviéndo a coger su mano libre. Gary no paraba de ladrar.
  • Lo siento Harry, yo no quería meterte en ningún lío. Soy una imbécil.
  • Ssh ... – le insté – céntrate en que ese capullo no nos encuentre y monte un escándalo – la guié por la calle.
  • No creo que nos siga ... está muy borracho – paró y se sentó en uno de los bancos que había cerca mientras abrazaba al pequeño Gary.
  • ¿Y ese es el novio del que alardeabas esta tarde? – me mofé.
  • Bah, te mentí. Yo ... bueno, lo tuve para pasar el rato. Parece que le hice sufrir siendo "amigos" – simuló comillas con los dedos – jamás pensé que se pondría así de posesivo.
Me senté a su lado, parecía frustrada y a punto de llorar. No pude evitarlo, pasé mi brazo por encima de sus hombros para atraerla hacia mí. Ella no rechazó la invitación y apoyo su cabeza sobre mi pecho buscando algo de seguridad. Lloró en silencio, no me di cuenta hasta que noté mi camiseta algo húmeda. Alcé su cara y retiré el agua con mis dedos pulgares. Todo el dolor que había sentido por su culpa despareció al darme cuenta de que todo era una farsa, ella era la que aún sufría más que nadie y no tenía idea de como encajar lo que estaba pasando.

  • Harry ... gracias, pero no merezco tu compasión.
  • No te compadezco – acaricié su mejilla con el dorso de mi mano – ¿no has pensado que debería compensarte por lo mal que lo pasaste?
  • No – volvió a hundir la cara en mi cuerpo – tan solo pensé en venganza – sollozó.
  • ¿Y te sentiste mejor?
  • Una mínima parte de mí interior disfrutó de hacerte daño, el resto ... se me removieron recuerdos de lo feliz que fui junto a tí durante el tiempo que estuvimos juntos.
  • Fue culpa mía ...
  • Durante meses tuve la esperanza de que vinieses a buscarme, estaba deseando volver a verte, pero tú no llegaste nunca y yo fui demasiado orgullosa para llamarte. Tú eras la única persona en la que confiaba por completo – cogió aire – cuando te vi con otra chica sentí que todo había acabado, que ya nada iba a tener sentido y que nunca más podría verte a los ojos, pero después te eché tanto de menos ... me sentí tan sola ...
  • Escúchame – hice que me mirara a la cara – no voy a decirte más veces lo mucho que lo siento, ahora soy un poco más consciente de todo por lo que has pasado, lo único que puedo hacer para demostrarte que de verdad no quiero volver a verte sufrir es pedirte otra oportunidad para estar a tu lado y protegerte de todo lo que haga falta.
  • Tan solo dime que no me dejarás sola – dijo con los ojos brillosos – quiero volver a ser la de antes...
  • Te lo prometo, yo solo quiero verte feliz.
_____ quedó pensativa, asimilando todo lo que habíamos resuelto. Tras varios minutos su voz volvió a resonar en el ambiente.
  • Harry Styles ... cuanta falta me hiciste – suspiró esbozando una sonrisa.
  • Yo también me sentía algo perdido hasta ésta mañana – reí.
No teníamos ni idea de que pasaría después de esa noche, lo único que sabíamos es que queríamos estar juntos. Desde ese entonces, ella era mi mapa y yo su brújula, jamás perdimos el rumbo y nunca nos desviamos de nuestro camino unidos.


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