Eran las seis y media. Mi móvil empezó a sonar, lo había dejado en
el salón. Si Justin no se había llevado el móvil, bien podría
estar llamando desde la cabina del parque. Nuevas lágrimas empezaron
a correr por mi cara. Él estaría esperándome para lanzarnos a la
aventura y yo no tenía escapatoria alguna para reunirme con él
Pasé una hora entera hundida en mí misma, aporreando de vez en
cuando la puerta, hasta que empecé a escuchar unos pequeños
golpecitos. Miré por toda la habitación en busca de algo que se
moviese. Otro golpecito. Me asomé a la ventana. Vi a Justin en mi
jardín con la cabeza alzada para verme, estaba tirando unas
piedrecitas. Separé las cortinas y abrí las puertas
apresuradamente.
- ¿Se puede saber por qué no has venido? - preguntó en voz baja.
- Estoy encerrada, no puedo salir – me lamenté.
- ¡Salta!
No voy a
cambiar de opinión y no viviré encerrada para siempre en mi cuarto,
así que me voy de casa. Espero que cuando vuelva os hayáis dado
cuenta de que solo pido que me dejéis vivir mi vida ...
Dejé
la nota sobre la cama y regresé a la ventana. Me senté sobre el
marco temerosa. Justin alzó sus brazos para cogerme. Cerré los ojos
y salté. Un pequeño gemido salió de mi interior al quedar en el
aire, Justin me atrapó por debajo de los brazos, después puso una
mano sobre mi boca y se llevó un dedo sobre los labios para que no
hablara. El sol se estaba poniendo, pronto sería de noche.
Justin
cogió mi mano y me guió hasta la calle paralela a la nuestra, allí
nos esperaba un taxi.
- ¿Y tu coche? - me extrañé.
- Hubiese llamado la atención.
Justin
estaba siendo muy cuidadoso en todo y aunque le hubiera complicado
los planes no tardó mucho en ajustarlos. Metió la mochila en el
maletero y me abrió la puerta para que entrara en los asientos
traseros, después entró conmigo.
Justin
le dijo el nombre del hotel al conductor y el taxi empezó a moverse.
Reposé mi cabeza en el hombro de Justin.
- Gracias por venir a buscarme. Creí que te irías …
- ¿Sin ti? – preguntó con sarcasmo – No, no tendría sentido. Estaría muy solo – sonrió besando mi frente – ¿por qué te encerraron?
- John pilló unas marcas en mi cuello – susurré en su oreja para que no escuchara el taxista – se puso histérico.
- ¿Marcas? – asentí. Se señaló a si mismo alzando las cejas.
- Si Biebs, aquí el único que me ha dado un chupetón eres tú – mascullé. Él sonrió y me apretó contra su cuerpo.
- Ahora da igual, eres mía, vamos a estar los dos solos.
- ¿Por qué decidiste irte de casa?
- Mis padres y yo empezamos a hablar sobre el tema de que se separaran … dicen que me lo iban a contar antes de irme a la universidad … el caso es que ya van a empezar los trámites de divorcio.
- ¿Tan rápido? - me sorprendí.
- Mi padre admitió que cuando se fue a Inglaterra conoció a otra mujer – dijo apoyando la cabeza sobre la mano – al parecer no fue nada pasajero …
- Oh Dios mío – musité.
- _____, tengo un hermano de cinco años – contuve la respiración cuando me dijo aquello – mi padre va a regresar a Inglaterra una semana y va a traer a su amante con su hijo durante un tiempo. Quiere que yo los conozca.
- Vaya … - no sabía que decirle. Imaginé la cara de Justin cuando Jeremy le contó aquello, sin duda nunca lo hubiera pensado – y, ¿qué harás?
- No lo sé ____. Se supone que esa mujer arruinó el matrimonio de mis padres.
- Pero el niño no tiene culpa de nada.
- Lo sé, pero no tengo idea de que haré cuando los tenga frente a frente.
- Bueno, despreocupate de eso ahora. Nos vamos para centrarnos en nosotros, ¿no?
- Tienes razón – me besó – para mí, ahora solo existes tú.
Pasamos
el resto del viaje en silencio. Yo miraba por la ventanilla viendo
los grandes edificios llenos de luces, de vez en cuando se veían
oficinistas.
A
mi mente vino la imagen de Justin siendo el fundador de una empresa
con gran éxito. Ese era su destino … triunfar. Y para eso tendría
que esforzarse y viajar mucho. Recordé las viejas telenovelas que
veía con mi madre, las secretarias siempre hacían de las suyas para
enredarse con el jefe.
Me
di cuenta de que mi padre tenía razón, Justin ya lo había
admitido, incluso me habían puesto el ejemplo de Jeremy, pero hasta
que no vi aquellos rascacielos y a la gente trabajando no me di
cuenta ni me puse en situación. Nunca había sabido con tanta
exactitud lo que quería hacer en mi futuro y ahora lo tenía claro.
Ni Justin ni yo queríamos distanciarnos pero tendría que suceder si
era por negocios, porque yo no iba a permitir que la persona que más
quería no cumpliera sus sueños. Solo quedaba una solución. Una que
nadie había previsto, una que me costaría lo mío.
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