domingo, 30 de diciembre de 2012

Capítulo 12: Tú y Yo, Solos


El conductor paró frente a un hotel de cinco estrellas, Justin pagó al taxista y salimos a coger nuestras mochilas del maletero. Era algo extraño vernos entrar en un hotel de tanto lujo con mochilas a la espalda …

Fuimos a la recepción y Justin pidió su reserva. La recepcionista nos dio una llave a cada uno y fuimos al ascensor. Un hombre nos dio allí la bienvenida y marcó el botón que nos llevaría a nuestro piso, el último. El ascensor paró un par de veces para recoger a dos hombres trajeados con maletines y una señora mayor. Cuando llegamos y salimos al distribuidor Justin cogió mi mano y buscamos juntos la puerta con el número de nuestra llave. Él hizo el honor de abrir dejarme entrar la primera. Nunca había estado rodeada de tanto lujo. Di unas vueltas por el salón, la televisión era grande, había un equipo de música, máquina de café, bar y una mini-nevera. Miré a Justin sorprendida.
  • ¿Todo esto es para nosotros?
  • ¿No te gusta? – se puso por detrás de mí y cogió mi mochila.
  • ¿No gustarme? ¡Me encanta!
  • Nunca habías estado en un hotel así, ¿eh? - afirmé sentándome en la cama, era enorme y muy cómoda – deberías ver el baño – lo miré fascinada y corrí hacia donde dijo.
  • ¡Tenemos jacuzzi!
  • ¿Sabes la de cosas que haremos aquí? Tú y yo, solos – dijo en mi oreja con sensualidad pasando sus brazos por mi cintura.
  • No – me giré y rodee su cuello con inocencia – pero me encantara descubrirlo – me puse de puntillas y besé sus labios de manera efusiva.
Justin se agachó y me cogió bajo las nalgas para auparme. Entre ese beso cargado de pasión se sentó en la cama dejándome sobre él. Justin tenía las manos en mi culo y me miraba atentamente a los ojos en busca de alguna señal de reproche, no se la di. Quité mi camiseta alzando los brazos y después quité la suya de la misma manera. Justin me fue besando cerca del escote de mi sujetador y pasó las manos por detrás para quitar el broche. Cuando lo hizo puse mis manos sobre su pecho y lo empujé hacia atrás, quedó tendido sobre la cama, terminé de deshacerme del sujetador y me puse a cuatro patas sobre él, su sonrisa no podía ser más picante. Llevó sus manos al botón de mi pantalón vaquero y me lo fue bajando mientras yo besaba su cuello. Después se quitó su pantalón. En un ágil movimiento hizo que yo quedara abajo y él se pusiera sobre mí. Su boca fue a mi pezón, lo succionó y mordisqueó hasta dejarlo enrojecido y muy sensible y dejar mi respiración entrecortada.

Se pegó más a mí, su erección rozó contra mí cuando aún teníamos ropa interior. Un gemido salió de mi garganta y alcé la cadera. Justin rompió la cinturilla de las braguitas para dejarme completamente desnuda ante él. Puse mi mano en su nuca y atraje su boca a la mía, dimos otra vuelta sobre la cama.

Antes de retirar sus boxers acaricié por encima su pene. Justin se sobrecogió y se llevó las manos a la cabeza tirando de su pelo.
  • Dios ____, como repitas eso … - masculló.
Quité la última pieza de ropa que quedaba y envolví su miembro en mi mano creando fricción. Justin echó el cuello más hacia atrás y empezó a disfrutar. Antes de que llegara al orgasmo me cogió de la cintura y me puso sobre él.
  • Te doy el mando – dijo fogoso – hazlo despacio para que disfrutemos los dos.
  • Tú lo has pedido – respondí excitada mordiéndole el lóbulo de la oreja.
Me puse sobre él e hice que ambos encajáramos. Poco a poco fui cubriendo toda su longitud con mis paredes vaginales. Cuando llegué a la plenitud expulse todo el aire que había contenido. Las manos de Justin viajaron por todo mi costado hasta mis muslos y los apretó. Me levanté un poco y volví a penetrar bruscamente. Justin jadeó y me separó un poco para sentarse en el borde de la cama. Aquella postura era más cómoda y Justin tenía la distancia idónea para saborear mis pechos. Eché la cabeza hacia atrás e hice movimientos ascendentes y descendentes con mi cadera. Justin estaba a punto de correrse, yo también. Justin llegó antes y se dedicó a masajear mi clítoris hasta que caí rendida entre sus brazos. Nuestros cuerpos estaban bañados en sudor y lo único que podíamos sentir era nuestra agitada salida y entrada de aire a nuestros pulmones.
  • Cielo … lo hiciste de maravilla – dijo besando mi hombro cuando yo aun estaba pegada a su cuerpo como una lapa.
  • ¿Tú crees?
  • En serio – expulsó aire – pareces una experta.
  • Y eso que es la segunda vez … - susurré con gracia.
  • Miedo me das – comentó tumbándose. Me separé de él volviendo a quedar vacía.
  • Voy a ducharme – dije pasando los dedos por sus abdominales.
  • Ve, luego voy yo – sonrió.
  • No mires en el baño, eh – puse una mirada traviesa.
  • Trataré de resistirlo – me guiño el ojo.
Me dirigí a la ducha y abrí el paso del agua. No tardé mucho, tan solo quería refrescarme. Cuando salí del baño en vuelta en una toalla me di cuenta de que se había encendido el aire acondicionado. Me dirigí a la cama y vi a Justin recostado de lado, dormía pacíficamente. Dejé la toalla colgada en una silla, me puse a su lado y besé su mejilla desde atrás. Él, medio adormilado, tomó mi mano a tientas y la llevó a su pecho entrelazando nuestros dedos.
  • Abrázame ____ – musitó.
Me apegué a su espalda con cuidado y cerré los ojos. Justin tenía que estar cansado, había pasado toda la tarde fuera de casa planeando nuestra fuga y seguramente dando vueltas desesperado cuando no fui al parque, me rescató de mi familia y después de todo habíamos hecho el amor.


Capítulo 11: Ahora Solo Existes Tú


Eran las seis y media. Mi móvil empezó a sonar, lo había dejado en el salón. Si Justin no se había llevado el móvil, bien podría estar llamando desde la cabina del parque. Nuevas lágrimas empezaron a correr por mi cara. Él estaría esperándome para lanzarnos a la aventura y yo no tenía escapatoria alguna para reunirme con él

Pasé una hora entera hundida en mí misma, aporreando de vez en cuando la puerta, hasta que empecé a escuchar unos pequeños golpecitos. Miré por toda la habitación en busca de algo que se moviese. Otro golpecito. Me asomé a la ventana. Vi a Justin en mi jardín con la cabeza alzada para verme, estaba tirando unas piedrecitas. Separé las cortinas y abrí las puertas apresuradamente.
  • ¿Se puede saber por qué no has venido? - preguntó en voz baja.
  • Estoy encerrada, no puedo salir – me lamenté.
  • ¡Salta!
Miré hacia abajo, había tres metros de altura entre el suelo y la ventana. Nunca me gustó saltar, la educación física no era mi especialidad en el instituto y aquello me daba miedo. Sacudí la cabeza. Aquello tenía que acabar, Justin había venido después de darle plantón, no se había rendido, tenía que poner de mi parte, si el había visto esa opción, haría que fuese posible. Cogí la mochila del escritorio y la tiré por la ventana, Justin la cogió al vuelo y se la colgó en la espalda. Entre todos los papeles que había en la mesa, tomé uno en blanco y escribí rápido lo primero que se me ocurrió:

No voy a cambiar de opinión y no viviré encerrada para siempre en mi cuarto, así que me voy de casa. Espero que cuando vuelva os hayáis dado cuenta de que solo pido que me dejéis vivir mi vida ...

Dejé la nota sobre la cama y regresé a la ventana. Me senté sobre el marco temerosa. Justin alzó sus brazos para cogerme. Cerré los ojos y salté. Un pequeño gemido salió de mi interior al quedar en el aire, Justin me atrapó por debajo de los brazos, después puso una mano sobre mi boca y se llevó un dedo sobre los labios para que no hablara. El sol se estaba poniendo, pronto sería de noche.

Justin cogió mi mano y me guió hasta la calle paralela a la nuestra, allí nos esperaba un taxi.
  • ¿Y tu coche? - me extrañé.
  • Hubiese llamado la atención.
Justin estaba siendo muy cuidadoso en todo y aunque le hubiera complicado los planes no tardó mucho en ajustarlos. Metió la mochila en el maletero y me abrió la puerta para que entrara en los asientos traseros, después entró conmigo.

Justin le dijo el nombre del hotel al conductor y el taxi empezó a moverse. Reposé mi cabeza en el hombro de Justin.
  • Gracias por venir a buscarme. Creí que te irías …
  • ¿Sin ti? – preguntó con sarcasmo – No, no tendría sentido. Estaría muy solo – sonrió besando mi frente – ¿por qué te encerraron?
  • John pilló unas marcas en mi cuello – susurré en su oreja para que no escuchara el taxista – se puso histérico.
  • ¿Marcas? – asentí. Se señaló a si mismo alzando las cejas.
  • Si Biebs, aquí el único que me ha dado un chupetón eres tú – mascullé. Él sonrió y me apretó contra su cuerpo.
  • Ahora da igual, eres mía, vamos a estar los dos solos.
  • ¿Por qué decidiste irte de casa?
  • Mis padres y yo empezamos a hablar sobre el tema de que se separaran … dicen que me lo iban a contar antes de irme a la universidad … el caso es que ya van a empezar los trámites de divorcio.
  • ¿Tan rápido? - me sorprendí.
  • Mi padre admitió que cuando se fue a Inglaterra conoció a otra mujer – dijo apoyando la cabeza sobre la mano – al parecer no fue nada pasajero …
  • Oh Dios mío – musité.
  • _____, tengo un hermano de cinco años – contuve la respiración cuando me dijo aquello – mi padre va a regresar a Inglaterra una semana y va a traer a su amante con su hijo durante un tiempo. Quiere que yo los conozca.
  • Vaya … - no sabía que decirle. Imaginé la cara de Justin cuando Jeremy le contó aquello, sin duda nunca lo hubiera pensado – y, ¿qué harás?
  • No lo sé ____. Se supone que esa mujer arruinó el matrimonio de mis padres.
  • Pero el niño no tiene culpa de nada.
  • Lo sé, pero no tengo idea de que haré cuando los tenga frente a frente.
  • Bueno, despreocupate de eso ahora. Nos vamos para centrarnos en nosotros, ¿no?
  • Tienes razón – me besó – para mí, ahora solo existes tú.
Pasamos el resto del viaje en silencio. Yo miraba por la ventanilla viendo los grandes edificios llenos de luces, de vez en cuando se veían oficinistas.

A mi mente vino la imagen de Justin siendo el fundador de una empresa con gran éxito. Ese era su destino … triunfar. Y para eso tendría que esforzarse y viajar mucho. Recordé las viejas telenovelas que veía con mi madre, las secretarias siempre hacían de las suyas para enredarse con el jefe.

Me di cuenta de que mi padre tenía razón, Justin ya lo había admitido, incluso me habían puesto el ejemplo de Jeremy, pero hasta que no vi aquellos rascacielos y a la gente trabajando no me di cuenta ni me puse en situación. Nunca había sabido con tanta exactitud lo que quería hacer en mi futuro y ahora lo tenía claro. Ni Justin ni yo queríamos distanciarnos pero tendría que suceder si era por negocios, porque yo no iba a permitir que la persona que más quería no cumpliera sus sueños. Solo quedaba una solución. Una que nadie había previsto, una que me costaría lo mío.

 

Capítulo 10: No Sabes Como Te Necesito


  • Justin – me acerqué, no se digno a mirarme – eres un idiota, ¿sabes lo preocupada que estaba? – le reclamé, no dijo nada – te hemos llamado mil veces, he venido a buscarte, ¿quieres decir algo por Dios?
Justin se levantó del suelo, no dejó de mirar la punta de sus zapatos pero aún así noté que estaba abatido. Sin siquiera abrir la boca, ni mover los brazos, dio pequeños pasos hasta quedar a veinte centímetros de mí y apoyó su frente en mi hombro. Al principio me quedé parada, después pasé mi brazo por su espalda y moví la mano de arriba a abajo. Pude notar que mi camiseta empezaba a humedecerse, Justin estaba llorando. Algo grave debió de ocurrir. Con mi otra mano cogí la suya, estaba helado, la noche había empezado a enfriarse y a saber cuanto tiempo llevaba quieto allí sentado. Me separé de él y retiré las gotitas de agua de sus ojos.
  • Si seguimos aquí te vas enfermar cielo – susurré.
  • Necesitaba despejarme – respondió ronco.
  • Vamos a tu coche, ¿quieres? – el asintió, se le veía triste.
  • Siento haberte preocupado, me he portado como un crío … - respondió mientras íbamos a su coche cogidos de la mano.
  • Ya no importa, estás bien, me asustaba que tuvieras un accidente.
Justin abrió la puerta trasera de su coche y me invitó a pasar, después se puso a mi lado. Durante un rato se mantuvo distante, hasta que al final vino a colocarse sobre mis piernas. Le acaricié el pelo durante un rato, Justin respiraba tranquilo mientras jugueteaba con los dedos de mi otra mano.
  • Gracias por estar aquí – dijo rompiendo el hielo – no sabes como te necesito ahora.
  • Justin, ¿que ha pasado? - el negó con la cabeza – quizás te venga bien desahogarte.
  • Lejos de la familia feliz que aparentamos ser, mis padres discuten muy seguido. Cada vez que lo hacen yo me encierro para no escucharlos, pero hoy … mi padre dijo que sino fuera por mí ya se habría ido y mi madre respondió que no podían hacerme eso a mí, que no lo soportaría … me siento un estorbo entre mis padres.
  • No eres eso, Justin, tus padres te quieren. Pattie estaba en mi casa destrozada y tu padre salió a buscarte por la ciudad.
  • No sé por qué no me lo dijeron antes, no está bien que vivan así por mí … ni siquiera sé como no me di cuenta antes – se recriminó a sí mismo.
  • Ya, deja de culparte. Tus padres lo decidieron así, no tú.
  • ¿Y por qué? Muchos matrimonios acaban con o sin hijos. Si no eran felices …
  • Justin – clavo sus ojos en los míos cuando le interrumpí, se estaba enredando – ¿ves el chico que eres ahora? Lo más probable es que tus padres temieran que te descarrilaras y sufrieras como les pasa a algunos niños, gracias a ellos, este eres tú.
  • Mi padre nos dejó solos a mí y a mi madre en Irlanda durante un mes, se fue por trabajo a Inglaterra. Allí empezó todo, desde entonces empezaron las discusiones – quedé callada, no sabía a donde quería llegar – ¿recuerdas lo que dijo John? El amor va y viene, más si hay negocios de por medio.
  • ¿John sabía el tema de tus padres? – dije asombrada.
  • Antes de que naciéramos, nuestros padres eran amigos, trabajaban en la misma empresa, hasta que discutieron por un nuevo proyecto. Tu padre acabó yéndose a la empresa rival para no ver al mío todo el día. Antes de aquello, John y Alice ya vivían juntos en tu casa, mi madre quedó embarazada de mí por accidente, y John le recomendó la zona a mi padre para cuando se casaran.
  • ¿Sabías que tus padres te concibieron antes del matrimonio?
  • Sí, pero de pequeño el cuento era más bonito – rió irónico.
  • Hay algo que no me cuadra, ¿por qué John te dijo aquello si lo que quería era separarnos?
Justin se incorporó y cogió mis manos con las suyas.
  • Tu padre siempre se negó a hacer viajes que lo separaran de su familia, el mío no. Se supone que yo voy a seguir el camino de mi padre, él no quiere que sufras como mi madre.
  • ¡Pero las cosas son diferentes!
  • No tanto, en parte, él tiene razón … aunque jamás te dejaría. Yo te quiero ____.
  • Lo sé – le besé – tenemos que hacer que esto funcione, sea como sea.
  • ¡Larguémonos! Vayamos lejos – dijo sin meditarlo, ¿podía hablar en serio? – estoy harto de todo esto, es nuestra vida. No quiero oír más a tu padre ni a los míos.
  • Justin, eso sería irresponsable … tus padres están preocupados.
  • Todo me da igual – resopló. Le rodee con mis brazos y lo llevé hasta mi pecho.
Justin se estaba comportando como un niño que quería huir de todos aquellos problemas, y era comprensible. Su situación era horrorosa. Necesitaba que le apoyaran en algo, lo que menos quería es que se sintiera solo. Unos minutos después lo vi respirar despacio con los ojos cerrados, se había dormido, no debían quedarle energías. Cogí mi móvil y le mandé un mensaje a Pattie y a mi madre: << Estoy con Justin, no os preocupéis, estamos bien>>

Guardé el móvil y empecé a acariciarle el pelo. Pensé que se dormiría un rato y se despertaría pronto para después irnos a casa. Verle durmiendo sobre mí me llenó de ternura, se le veía hermoso con la boca entreabierta y abrazado a mi cintura. Sin darme cuenta me empezó a entrar el sueño, reposé mi cabeza pesadamente sobre la ventana y cerré los ojos.

* * *

Los gritos de unos niños correteando por la calle me despertaron. Me di cuenta que las posiciones se habían invertido, ahora yo estaba abrazada a Justin. Habíamos pasado toda la noche en el coche. Me puse recta, Justin estaba despierto. Miré el reloj, habían pasado las nueve y media, en casa me iban a matar.
  • Buenos días cielo – saludó él.
  • Buenos días – hice media sonrisa – ¿listo para volver a casa?
  • No, pero no me queda más remedio que enfrentarme a mis padres.
Ese era el Justin que solía reconocer, valiente, razonable y que sabía asumir la realidad, aunque estaba segura de que si regresaba el chico impulsivo de la noche anterior, no me resistiría mucho a seguir sus extravagantes ideas. Ganas no me faltaron de aceptar irme con él, pero no era el momento.

Justin condujo callado hasta nuestras casas, estaría pensando que les iba a decir a Pattie y Jeremy y concienciándose de lo que podrían decirle. Nos despedimos dentro del coche.
  • Suerte – le desee.
  • Gracias – suspiró – Te llamaré cuando esté todo aclarado.
  • Bien. Yo espero que mi padre se quede hasta tarde en el trabajo, seguro que sabe que no pase la noche en casa … me echará una buena bronca.
  • Un día u otro tendrás que verle – me acarició – siento haberte metido en este lío. Debí traerte anoche.
  • No me arrepiento de nada que haya hecho contigo Justin. Ayer tenía que estar a tu lado, me da igual lo que diga mi familia – le besé y salí del coche.
Encontré a mi madre en la sala de estar, mirando al vacío y agitando el pie. Pasé adelante y saludé a mi madre. Ella estaba muy seria, supuse que nunca imaginó que haría algo como la noche anterior. Yo era su niña buena y Trudy la más rebelde, y de todos modos Trudy nunca se fue toda una noche con un chico, o por lo menos no nos enteramos.
  • ¿Dónde estuviste? - preguntó seca.
  • En el coche de Justin … lo encontré en el parque.
  • Tienes diecisiete años y vives en mi casa, ¿crees que puedes salir así por las buenas a pasar toda una noche con un chico?
  • Mamá, yo no pretendía quedarme toda la noche. Nos quedamos dormidos sin darnos cuenta.
  • ¿En serio piensas que te voy a creer eso?
  • Por Dios mamá, Justin estaba fatal. ¿Qué crees que hice? En todos los malos momentos que he pasado, él ha estado junto a mí, yo no podía quedarme aquí a esperar.
  • Di lo que quieras, no vas a salir en lo que queda de verano.
  • ¿Qué? No puedes hacerme eso, tú no – Alice nunca era tan radical.
  • ¿Y qué crees que hará tu padre? No te vas a ir de rositas, él si que será severo.
Si mi madre ya había decidido aquello, mi padre sería brutal. Me quedé en mi cuarto con el móvil en la mano esperando a que Justin me llamara. Di vueltas con nerviosismo, traté de relajarme con música, nada funcionaba.

Pasaron dos horas hasta que empezó a sonar la melodía de mi móvil. Imaginé que la conversación de Justin con sus padres se había prolongado mucho. Presioné el botón de aceptar la llamada con torpeza. Me llevé el móvil a la oreja y contesté hablando bajo.
  • Justin, ¿qué ha pasado?
  • _____, escúchame. Ayer no me tomaste en serio cuando te dije que nos fuéramos, pero créeme, ahora tengo la mente bien fría, me voy de casa y quiero que me acompañes.
Su voz sonaba firme. Había pasado algo nuevo con sus padres para que quisiera irse y aislarse. No podía creer lo que iba a hacer en ese momento, pero lo hice.
  • ¿Y a dónde iremos?
  • No muy lejos. Tengo un amigo que maneja un hotel al lado de la costa, estoy seguro de que no le importara darnos una suite.
  • ¿Para cuando?
  • Hoy mismo. Tengo que salir de esta casa cuanto antes.
  • ¿Me vas a contar que te han dicho?
  • ¿Vendrás? - afirmé – entonces quedamos en la puerta del parque a las seis, no quiero que nadie de alrededor nos vea salir juntos. Yo saldré sin que se enteren mis padres después de comer y mientras te espero llamaré a algunos contactos. Te lo contaré todo por el camino.
  • ¿No les vas a decir nada?
  • Dejaré una nota, para cuando se den cuenta de que no estoy, ya no me encontrarán.
  • Entonces yo haré lo mismo … ¿que nos llevamos?
  • Lleva algo de ropa en una mochila, del resto me encargo yo. Y otra cosa más, dejemos el móvil en casa, tan solo nos molestarían.
  • Está bien – suspiré – nos veremos en el parque. Te quiero.
  • Y yo a ti – sentí que en medio de toda esa tensión sonrió.
Todo era muy precipitado, pero Justin lo había planificado todo a la perfección. Fui a mi armario, saqué mi mochila del instituto y empecé a introducir ropa doblada. Me metí debajo de la cama, allí tenía mis ahorros, algo de dinero acabaríamos necesitando.

En la cocina, las tres comimos en silencio. Parecía que era una intrusa. Se me quitó el hambre y me fui al salón a ver la televisión, por la venta vi a Justin salir por la parte trasera de su casa, el plan había comenzado …

Seguí viendo la tele, cambiaba de canal cada dos por tres. No había manera de decidirme por un programa, y cuando lo hacían empezaba la publicidad … asqueante.

John entró por la puerta dando un portazo para hacerse notar, me giré asustada, había venido con ganas de guerra. Se puso frente al televisor y lo apagó para tener la máxima atención.
  • Pasas algo más de una semana sin ver al niñato ese y a la mínima oportunidad, vas y sales corriendo a por él.
  • No tengo porque darte explicaciones.
  • Ni te las voy a pedir, tu palabra ya no tiene valor. Como no haces caso te quedarás en tu cuarto hasta que cambies sinceramente de opinión, me importa poco si tardas una semana que un año. Solo podrás salir para comer e ir a tus clases.
  • Se te ha ido la cabeza, John – enfaticé en su nombre.
  • Soy tu padre – cerró los puños
  • Será por sangre, pero no de corazón – le acusé mientras me levantaba para ir a mi cuarto.
  • Aún no he terminado – John me cogió del pañuelo que llevaba a atado el cuello, las marcas quedaron al descubierto – ¡¿te revolcaste con él?! - gritó – eres una … - vi como alzaba la mano con fiereza, por impulso cerré los ojos fuertemente y me cubrí la cara con los brazos, “otra vez no” pensé. Pasé varios segundos esperando una paliza, pero John lo único que hizo fue cogerme del brazo y jalarme hasta mi dormitorio.
Cuando cerró la puerta escuché como pasaba la llave. Me había encerrado en mi cuarto. No había nada que pudiera hacer desde allí. Golpeé la puerta con los puños.
  • ¡Ábreme! No puedes hacerme esto – grité llorando de rabia - ¡Que me abras! ¡Mamá! ¡Trudy! Abridme – rogué – ¡ABRIDME!
Nadie hacía ningún ruido, ni se acercó para desencerrarme. Me apoyé contra la puerta y fui arrastrándome hasta el suelo. Empecé a llorar desconsolada, si no podía salir de mi cuarto no podría ir al parque con Justin. Parecía que el mundo se iba a acabar.

Miré el reloj, faltaban diez minutos para las seis. Justin habría planeado todo para nada, o quizás se iría solo. Ya nada importaba, no volvería a sentir la luz del sol hasta que empezase el nuevo curso.


 

sábado, 29 de diciembre de 2012

Capítulo 9: Debiste Decírmelo


Justin juntó nuestras bocas en un beso desesperado, lleno de pasión y lujuria. Su lengua se enredó con la mía, saboree su dulce, cálida y jugosa boca todo lo que pude. La entrepierna se notaba dura bajo el pantalón. Justin me cogió en brazos y me sentó en su cama con suavidad. Se arrodilló y cogió una de mis piernas, quitó el zapato y llevó sus manos al principio de mi media para ir bajándola lentamente mientras depositaba algún beso al tiempo que la piel quedaba descubierta. Repitió el mismo proceso con la otra pierna. Volvió a juntar nuestros labios mientras me empujaba para tumbarme y quedar sobre mí. El roce sus labios bajó a mi cuello. Deshice el nudo de la camiseta y desabroché los botones que quedaban. Me levanté y me puse sobre Justin, mientras le besaba, la camiseta se deslizó por mis brazos fácilmente. Había quedado en sujetador para Justin, teniendo en cuenta lo corta que era la falda estaba casi desnuda. Desabroché la cremallera del pantalón de Justin. Cambiamos de posición varias veces para ir desprendiéndonos de cada una de las prendas. Cuando solo quedaban mis braguitas Justin fue bajando desde mis pechos hasta el borde de esa fina pieza de encaje con un camino de besos y el roce de la punta de su lengua cerca del ombligo. Justin bajo con agilidad la prenda femenina. Sus manos subieron desde mi cadera hasta mi cuello mientras volvía a besarme.

Él estaba seguro de todo aquello, yo lo único que hice fue dejarme llevar. Justin se puso sobre mí y mientras fue profundizando en mi interior mantuvo sus ojos sobre los míos. Por un momento aquella mirada me llegó a intimidar, estuve a punto de mirar a otro lado pero no quise hacerlo sentir mal. Entorné los ojos cuando sentí que me penetró por completo, cuando volví a abrir los ojos con unas finas gotas de agua al borde, vi su cara asombrada.
  • Cielo, es tu primera vez … - musitó.
  • Sigue Justin – rodeé su cuello con mis brazos – quiero llegar hasta el final.
Justin sonrió y me besó alzando su cadera y volviendo a penetrarme despacio. Me agarré fuerte a su espalda, si que sentía dolor, pero apenas era comparable con el placer de ser suya.

Minutos después iniciaron los jadeos de ambos junto a los movimientos más acelerados. El éxtasis, la cima, un orgasmo … daba lo mismo, llegar a ese momento fue lo más maravilloso que había experimentado en mi vida, más aún cuando habíamos llegado juntos.

Justin se puso a mi lado abandonando mi interior. Nos pusimos de lado el uno frente al otro, él paso su mano por mi mejilla, había una lágrima.
  • Debiste decírmelo – susurró con ternura.
  • ¿Para qué? Confiaba en ti, y fue estupendo – sonreí.
Quedamos mirándonos a los ojos en un silencio agradable. Al cabo de unos minutos, Justin se levantó, se puso unos boxers y recogió algo de un cajón, yo aproveché para taparme con la sábana. Justin volvió a mi lado y me enseñó lo que sostenía.
  • Las imprimí estos días, tenía que verte de alguna manera – eché un vistazo, las había editado ligeramente. Cogí la que me gustó más desde un principio y la puse a lo lejos con los brazos estirados para verla. Justin sonrió – te quiero ______.
  • Y yo a ti Biebs – le besé. Sin saber como sacó una cámara de debajo de la cama – ni se te ocurra dije tapándome hasta la cabeza con la sábana.
  • Vamos cielo, este es un momento especial y no se verá nada. Además, es solo para nosotros.
Destapé mi cara hasta la nariz y Justin me hizo una foto.
  • Ya no te quiero – volví a taparme.
  • ¿Cómo que no me quieres? - dijo juguetón.
Se metió bajo la sábana conmigo y empezó a hacerme cosquillas. Terminé poniendo mis manos sobre sus hombros para alejarlo, pero él acabó besándome y capturando el momento.
  • ¿Me quieres o no? – reía.
  • No lo sé – le vacilé. Me levanté corriendo de la cama y me puse la ropa interior. Hizo otra foto – Justin, así no.
  • Te prometo que no las verá nadie, solo yo – me sacó la lengua.
  • Está bien … - accedí – pero ya no más.
  • Bueno – apagó la cámara – ¿qué hacemos? ¿Seguimos estudiando? - rió.
  • Ya me sé todo Justin, la clase de economía fue solo una excusa.
  • Lo tenías todo planeado, ¿eh?
  • En verdad – me tumbé junto a su pecho – solo quería volverte loco – reímos juntos – este final fue improvisado. ¿Vas a explicarme por qué te distanciaste?
  • Sí, pero no ahora – besó mi frente, aquello daba la impresión de que era un niña pequeña que no entendía las cosas de mayores – John me hizo meditar sobre ciertas cosas.
  • Preferiría que no le hicieras caso …
Pasamos el resto de la mañana juntos hasta las doce, si regresaba a casa y alguno de mis padres me pillaba vestida de colegiala sexy me matarían.

Cuando llegué, Trudy estaba con Derek viendo una película. Ella al verme quedó con la boca abierta.
  • Hermanita, ¿de dónde vienes? – se interesó en un tono de voz de picante.
  • De “estudiar” con Justin – hice comillas en el aire con los dedos.
  • Ya veo – rió – has perdido toda tu inocencia – dijo burlona – Esa ropa es escandalosa.
  • Voy a cambiarme antes de que llegue alguien.
  • Sí, y échale un ojo a tu cuello – sonrió. Instintivamente me llevé la mano a la zona – esta tarde vamos todos al cine, ¿nos acompañas o tienes planes?
  • No, saldré con vosotros. Hace tiempo que no voy al cine.
Fui a ponerme otra ropa y me puse frente al espejo. Había un par de marcas juntas en el cuello, una, más grande que otra. Rebusqué por los cajones y encontré un pañuelo para taparlo. No quería saber la clase de palabras que pudieran salir de la boca de mi madre o de John si veían aquello.

Aún recordaba el baño de caricias que habíamos tenido hacía una hora. Una sonrisa salió de mi interior, había perdido la virginidad con el chico más importante que se había atravesado en mi vida. Justin no solo era mi pareja sino también un amigo en quien confiar, no necesitaba más para entregarme a él.

Todo estaba pasando muy rápido, pero el tiempo y lo que los demás opinasen no me importaba, Justin y yo nos queríamos, no íbamos a ocultarlo por estúpidas especulaciones, ¿por qué tendríamos que ir despacio y aguantarnos las ganas de estar juntos cuando los dos deseábamos lo mismo?

Pasé el resto del día con Trudy, Helga, Sarah, Derek, Jake y un chico nuevo que no conocía en un centro comercial, viendo una película de acción, en la zona de juegos y tomando un helado. Nos cansamos sobre las diez de la noche, estuvimos dando vueltas en el coche con la música a tope, bailando y cantando como si diéramos nuestro propio concierto. Derek nos dejó en casa cerca de las once. Trudy y yo entramos en casa todavía canturreando una canción.

Pattie estaba en la sala de estar con las manos en la cabeza, tirando hacia atrás su cabello. Mi madre le pasaba el brazo por la espalda.
  • ____ ven aquí – me llamó mi madre, Pattie se giró de golpe, sus ojos estaban llenos de lágrimas que discurrían por su cara – ¿has estado con Justin? – me puse tensa.
  • Lo vi esta mañana, ahora vengo del centro comercial con Trudy. ¿Qué ha pasado?
  • Justin se fue hace horas – sollozó Pattie – nos escuchó a Jeremy y a mí discutiendo, todavía no ha vuelto, no coge el teléfono, estoy preocupada por lo que oyó – mi madre le ofreció un pañuelo que se pasó por las ojeras que le habían salido.
  • No te pongas así Pattie, Justin es mayor, sabe cuidarse – trató de consolarla mi madre.
  • Pero él no está bien … yo lo sé. Vi su cara – empezó a hipar – cogió el coche y salió disparado.
  • Tranquila Pattie. Voy a llamarlo, quizás a mí me responda.
Ella asintió esperanzada. Cogí el móvil y marqué el número de Justin. Sonaba un tono tras otro mientras mascullaba, “vamos Justin, cógelo”. No aceptó la llamada, llamé otra vez por insistencia pero no hubo resultado. Negué con la cabeza a Pattie, ella se estaba desesperando.

Yo también empecé a sentirme mal, si no se encontraba bien y había cogido el coche era peligroso, rogué para que no tuviera ningún accidente.
  • Voy a buscarle – dije decidida.
  • Jeremy ya lo está buscando por el centro de la ciudad – respondió mi madre.
  • Me da igual, no puedo quedarme aquí quieta – cogí la puerta y cerré de un portazo.
Caminé por donde habíamos paseado el otro día, lo llamé por las calles más oscuras. Seguí llamándole al móvil pero no daba señal de que quisiera hablar. Le mandé un mensaje preguntando donde estaba, nada. Los pies se me cansaron, me senté en un banco. Un minuto después escuché el sonido de una sirena, una ambulancia pasó por delante un minuto después. No podía ser. Corrí en la dirección donde iba el vehículo, pasé por delante del parque. Unos metros más allá había un accidente. Volví a correr para acercarme donde habían varias personas alrededor. Me hice paso para ver quién era la persona herida. En el suelo había una moto, los enfermeros ya trasportaban el cuerpo en la camilla para llevarla a la ambulancia.

La gente hablaba de que la conductora de esa scooter se había roto la pierna.

Salí de allí y volví atrás. Fui hacia el parque, revisando los coches que había aparcados cerca. Justo en la puerta había un Lamborghini, era difícil encontrar un deportivo así por esa zona, miré dentro por si acaso, el móvil de Justin estaba en el asiento de acompañante.

Me adentré en el parque, no veía casi nada, la luz de las farolas era muy tenue y algunas estaban fundidas, maldije por dentro. Grité su nombre varias veces e iluminé con la linterna las zonas más oscuras. Apoyado en el tronco de un árbol lo vi sentado con una ramita entre los dedos.



 

Capítulo 8: No que Va, Soy Así


Fuimos al despacho para escuchar detrás de la puerta. Afortunadamente alcanzábamos a escuchar muy bien cada una de las partes de la conversación. Mi padre para empezar se sirvió una copa de whisky y le ofreció a Justin, este se negó, no quería relajarse como le convenía a mi padre si quería seguir teniendo dos hijas.
  • Dime chaval, vienes a protestar, a lloriquear o a exigir, eso se hace mucho en los negocios – se burló John.
  • Su hija no es un negocio, vengo a decirle eso. No es justo que los asuntos pendientes con mi padre influyan en la relación de su hija conmigo.
  • Hay muchas cosas que a tu edad cuestan entender. Una de ellas es que para vivir una relación hay que pasar por muchos obstáculos. Yo sacrifiqué mucho por mi familia. ¿Tú de que serías capaz por mi hija, eh? Yo solo la estoy protegiendo.
  • Le quiero – sentí un revuelo en el estómago al escucharlo tan sincero y decidido.
  • El amor viene y va chico, sobretodo, si hay negocios de por medio y tu pronto trabajaras en el gran mundo empresarial.
  • No sé porqué me dice esto – dijo Justin confundido.
  • Tan solo tienes que fijarte a tu alrededor – bufó – Aléjate de _____, no te conviene provocarme – noté como aquello era más una amenaza que una advertencia.
Escuchamos pasos, salimos disparadas, Trudy fue a la cocina, yo corrí al jardín y me senté en unos escalones como si nada, mirando a través de la puerta de cristal por la cuál veía el corredor. Justin salió del despacho y cerró la puerta tras de sí. Al verme vino conmigo. Se sentó a mi lado en los escalones de forma relajada poniendo sus codos sobre las rodillas y juntando las manos.
  • ¿Lo escuchaste? – preguntó, yo asentí – ¿que opinas?
  • Que John está perdiendo la cabeza – resoplé – ¿y tú?
  • Tu padre está más cuerdo de lo que pensaba. Creo que deberíamos alejarnos un tiempo – respondió mirando al frente.
  • ¡¿Qué?! ¿Estás de broma? – miré alrededor para ver si escuchaba alguien. No había nadie por quién fingir – Así sin más, ¿te rindes?
  • No _____, no me rindo. Pero prefiero dejar que esto se enfríe. Tengo que pensar algo – se levantó, yo hice lo mismo y me puse frente a él un escalón más arriba – Vendré dentro de unos días – tomó mis labios.
  • Sabes que no entiendo nada de esto – le miré seria.
  • Ten paciencia, te lo explicaré más tarde, lo prometo.
Justin se fue. ¿Que fue lo que le pasó por cabeza? Si de algo me había dado cuenta, era de que Justin no era un cobarde, lo enfrentaba todo como le viniese. Muy pocos chicos podrían ser capaces de actuar tan rápido cuando mi padre me había tirado a la calle y estaba desconsolada y muchos menos se hubieran enfrentado a John. Justin tenía valor, no creía que las palabras de mi padre lo echaran para atrás y dejar de interesarse en mí.

Le di vueltas a la cabeza recordando la discusión que habían tenido en el despacho. Justin había mencionado unos asuntos pendientes entre Jeremy y John, algo me decía que Justin sabía ya más que yo. Además, por el tono de voz de mi padre hubiera jurado que casi todo tenía un doble sentido.
Fui pasando los días encerrada en casa para que nadie me viera con el rostro morado. Entre tanto aburrimiento hasta yo sola me había puesto a repasar economía. John y yo no mediamos palabra, mi madre por su parte seguía con su vida, sabía que los problemas que causaba mi padre se arreglarían solo si se hacía lo que él decía y su palabra no valía nada en esos momentos, éramos muy testarudos. A decir verdad todo estaba bastante más tranquilo, cada uno por nuestro camino. Trudy seguía con su vida entre la pandilla y su novio y me contaba las novedades.

Llegaron a pasar ocho largos días y Justin no daba signos de vida, no me llamaba, no me mandaba mensajes, ni si quiera lo veía por la calle.

Pattie, quién consiguió recuperar su trabajo, había venido a visitar a mi madre para darle la noticia y a preguntarme como me encontraba después de lo sucedido, tratamos de contar la historia de manera sencilla para que pareciese menos violenta y más una simple rabieta por culpa de la adolescente rebelde, aunque era difícil de tragarse ese cuento. Pregunté a Pattie por Justin, ella me contó que estaba saliendo casi todos los días con sus amigos. Justin me estaba evitando … Aquella situación me tenía harta, no iba a dejar que pasaran las semanas, no, ni si quiera un día más.

La rojez de mi cara ya había desaparecido, la confianza en mí misma regresó.

A la mañana siguiente le daría una buena sorpresa y no podría resistirse, si Pattie empezaba el trabajo se quedaría solo. Busqué por mi armario la ropa que tenía a un rincón. Entre las prendas, estaba mi antiguo uniforme escolar. Si Justin creía que iba a romper cada una de sus normas de clase con el día a día era muy inocente …
* * *
Eran las diez de la mañana, ya me había puesto el uniforme que llevaba hacia tres años. La falda beis a líneas negras que formaban cuadros me tapaba justo la ropa interior. Encima llevaba una camisa blanca de botones con la que hice un nudo en la cintura dejando ver el ombligo. Abroché todos los botones de arriba, ya me encargaría de quitármelos en su momento. Saqué las medias más finas que tenía, me puse unos zapatos negros de tacón y plataforma y dejé suelta mi melena. Tan solo me maquillé con algo de rímel y un poco de cacao. Cogí mi carpeta y metí allí el folio de normas además de unas cuantas actividades que Justin me iba a explicar o por lo menos intentaría …

Fui directa a su casa, por su puesto Justin abrió, estaba con el pelo alborotado y con una camiseta de tirantes que dejaba ver sus bien formados bíceps y un pantalón corto. Sus ojos me recorrieron de arriba abajo.
  • ¿Que haces aquí?
  • Me has dejado sola nueve días, me aburrí y repasé economía, pero no sé hacer unas cosas. ¿Me vas a ayudar profe? – dije entrando sin que Justin me invitase – créeme, solo vengo por asuntos escolares – le saqué el folio de normas con cara inocente – ¿que dices?
  • De acuerdo, vamos a mi cuarto – subimos por las escaleras y nos acomodamos allí para empezar – una pregunta, ¿a que viene esa ropa?
  • Mi uniforme del instituto, ya sabes, para meterme más en los estudios – sonreí.
  • Ya, te repasaste las normas – dijo irónico.
  • Créeme que sí, las tengo bien numeradas en mi cabeza – le guiñé – ¿tú?
  • Nena, las cree yo … empecemos.
Justin se sentó en la cama y empezó a leer los problemas. Me puse a su lado con las piernas cruzadas leyendo lo que él. Cuando levantó la vista me miró a los ojos, su color miel me derretía por dentro, amaba que me mirase de esa manera.

  • ¿Te han dicho antes que tienes unos ojos preciosos?
  • _____, regla número 4.
  • Nada de halagos ni palabras de afecto – bufé – ya que la he roto … me encanta tu pelo, te veo demasiado sexy, ¿crees que sea por qué paso mucho tiempo?
  • No que va, soy así – me siguió la corriente – volvamos al problema.
Tras decirme como resolver un ejercicio que ya sabía me puse en el escritorio a escribir. Justin estaba sentado a mi lado revisando como lo hacía. Estaba muy cerca.
  • Que calor tengo … - suspiré deshaciéndome de un par de botones del escote.
  • _____ para – suplicó.
  • Pero tengo calor – insistí inocente – oh, espera, incumplí la regla 2 – me lamenté.
  • Eres odiosa – me mandó una mirada asesina y se quitó la camiseta.
  • Y aún así me adoras – repetí sus palabras de cuando estuvimos en la piscina.
  • Sigamos con algo de teoría anda …
Justin recitaba algún enunciado y yo le decía de me estaba hablando. Hubo alguno que no lo entendía. Justin como la última vez fue paciente y me lo explicó con gusto, pero llegué a hacer que perdiera el control apropósito, aquella estaba siendo la venganza más dulce que jamás había planeado.
  • ¡Pero si es muy sencillo! ¿Qué es lo que no entiendes?
  • Pues hay muchas cosas que no entiendo, por ejemplo, porqué me has estado evitando.
  • Yo no te he evitado, solo mantuve la distancia. ¡Y no cambies así de tema!
  • Ay, ¿esa no era la 3? - reí. Justin negó con la cabeza se estaba cansando de aquel juego – Justin, te echo de menos – susurré en su oreja acariciando su cuello; adiós regla número 1.
  • _____, quiero ayudarte con esto, ponte ya seria – rogó.
  • Se acabó la clase – me senté en sus piernas.
  • Soy yo quien decide cuando acabamos – cogí el folio y lo partí en dos.
  • Ya no hay normas – me encogí de hombros sonriente.
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viernes, 28 de diciembre de 2012

Capítulo 7: Sueña con Ese Día, Nunca lo Verás


Justin llegó a las cinco en punto de la tarde, no esperaba verle entrar por la puerta de mi dormitorio así sin más. Yo ya estaba en el escritorio echando una ojeada a mis apuntes de clase antes de que viniera el nuevo profesor. Justin llevaba unos vaqueros y una camisa blanca que se ajustaba a su cuerpo, me mordí el labio, ser tan sexy debía ser un crimen, acabaría desmayada o muerta. Yo para provocarle seguía con el pijama que tanto resultó gustarle. Me levanté para darle un beso, él se alejó de mí sonriente y sacó una hoja.
  • Son las normas de clase – cogí el folio y empecé a leer.
  • Número 1, queda prohibido cualquier contacto físico con el profesor, 2, quedan restringidas las provocaciones, 3, No se admiten temas de conversación que no traten sobre economía, 4, las palabras de afecto y halagos quedan fuera del horario de clase y 5, el profesor decide cuando acaba la clase – sonreí revisando cada una de las reglas y volví mis ojos a su altura – ¿qué pasa si incumplo alguna?
  • Todavía no lo sé – admitió – pero si las cumples habrá recompensa.
  • ¿Un buen aprobado el año que viene? – ironicé.
  • Exactamente – sonrió.
  • Menos mal que eres sexy – suspiré – ups, acabo de romper la número 4, que pena …
  • Y la 2, esa ropa me desconcentra – me miró entera.
  • Lo siento profe, pero no tenemos uniforme – le guiñé el ojo – ¿empezamos ya?
Me senté en mi silla y Justin se puso junto a mí, decidimos repasar algunos de los ejercicios que había en el cuaderno. Se me habían olvidado varias cosas que Justin me tuvo que explicar, realmente se le daba bien. Pasamos algo más de una hora sentados, haciendo cálculos y recordando fórmulas y teorías. Justin estaba concentrado en resolver conmigo los problemas que más me costaban y lo más importante, tenía paciencia. Lo veía tan profesional que me daba pena interrumpir sus pensamientos rompiendo las reglas que me había impuesto. Acabó mirándome, había perdido el hilo de lo que estaba diciendo.
  • Debería haber puesto otra norma para que no me mirases de esa manera – se hizo el gracioso.
  • La hubiese roto a la primera … admirarte es algo inevitable. Se te da genial esto.
  • ¿Quieres que lo dejemos por hoy? - asentí y apoyé mi cuerpo cansado sobre sus piernas.
  • ¿Me he portado bien profe?
  • Eres una buena alumna – acarició mi brazo.
  • Quiero mi recompensa, ya – me incorporé y le miré.
  • ¿Que es lo que quieres? - me acerqué a su rostro despacio.
  • A ti – musité desesperada. Justin me besó, con sus normas lo único que habíamos hecho era comer ansias y comprobar nuestra fuerza de voluntad – hoy he sido buena chica, pero con el tiempo seré muy mala – le advertí.
  • No sé por qué me da que terminaras rompiendo el folio de las normas – rió.
Nos tumbamos en la cama y empezamos a hablar como una pareja normal. Me contó como le había ido el día con sus amigos, jugaron un partido de fútbol, fueron al cine y por último salieron a tomar unas cervezas.

Después de un rato salimos de mi habitación y nos pusimos a merendar en la mesa de la cocina. Saqué unos panecillos y la manteca de cacao, estuvimos disfrutando de aquella dulce tarde a solas hasta que llegó mi padre inesperadamente temprano.

Alice, como el día anterior, había ido a trabajar por la tarde al hospital y Trudy se había ido con las chicas y los chicos. Ambas iban a regresar tarde, se suponía que John también, pero el destino quiso que aquello saliera mal.

Mi padre entró en la cocina malhumorado cuando debió escuchar nuestras voces y risas desde la puerta de entrada a la casa.
  • Será mejor que te vayas Justin – le dije asustada.
  • Sí, será lo mejor – repitió John.
Justin me miró con preocupación. Le hice un gesto para que se fuera, le acompañé hasta la puerta y le susurré “te llamo después”. No le di tiempo a responderme, cerré las puertas en sus narices, tenía que enfrentar a mi padre. Él estaba apoyado en el marco de la puerta del salón, su cara estaba roja.
  • Papá, Justin vino a ayudarme con economía, te lo juro.
  • Descarada – alzó la mano y me golpeó en la cara, grité ante el impacto y caí al suelo – ¿como te atreves a traerlo a casa mientras estás sola? ¡Eres una ofrecida!
  • ¡No! - grité encogiéndome y rodeando mis piernas en el suelo mientras lloraba.
  • Te dije que te alejaras, te dije que no salieras con él y no haces más que lo que te da la gana – John me cogió del pelo y me levantó – lárgate de aquí, no quiero verte, ¿me oyes?
Aquel hombre al que ya no reconocía como mi padre, me soltó empujándome hacia la puerta. Cogí el picaporte y salí a toda prisa a la calle. No podía dar crédito a lo que veía, Justin no se había ido, lo había oído todo. Me arrojé a sus brazos a llorar.
  • Ssh, tranquila – me abrazó – no podemos quedarnos aquí cielo.
Tenía razón, estábamos en frente de la puerta, John podía salir en cualquier momento, pero no podía irme, estaba paralizada por el miedo, mi cuerpo no respondía, lloré aún más.
  • N-no pu-puedo moverm-me – tartamudeé.
  • Tranquila cielo – repitió con suavidad.
Justin se agachó y me cogió las piernas mientras sujetaba mi espalda con el otro brazo. Apoyé la cara en su pecho, rogué para que nadie me viese de aquella guisa: en pijama, con el pelo revuelto, con la cara inflamada por el golpe y enrojecida de llorar. Justin me llevó hasta su casa y subió las escaleras hacia su cuarto para dejarme tendida en su cama. Él se arrodilló a mi lado, su cara era el reflejo de la angustia, debía tener el peor aspecto imaginable. Tenía los nervios a flor de piel, las lágrimas seguían escurriendo entre sollozos, si seguía así me daría un ataque de ansiedad.
  • Espérame aquí, por favor intenta calmarte – Justin bajó corriendo y regresó dos minutos después con una pastilla y un vaso de agua – trata de tomártelo.
Justin se sentó a mi lado pasando su brazo sobre mis hombros, me llevé la pastilla a la boca con la mano temblorosa y él me sostuvo el vaso para que bebiese despacio. Dejó a un lado el agua sobrante y se tumbó a mi lado para abrazarme por la cintura.
  • Intenta respirar despacio y mantener el aire todo lo que puedas – me besó en la sien. Hice lo que me aconsejó, poco a poco fui calmándome, pero otra vez vinieron las imágenes de mi padre alzando la mano, volví a agitarme – ____, estoy aquí, no te voy a dejar sola.
Sus palabras eran de lo más sencillas, pero hacían efecto. Volví a respirar con normalidad, después el relajante muscular que me dio Justin hizo su efecto y acabé durmiéndome.
* * *
Cuando me desperté supuse que era un nuevo día, los rayos de sol empezaban a asomar entre las rejillas de la persiana. Me di cuenta de que había pasado la noche en la cama de Justin, pero él no estaba allí a mi lado. Me incorporé un poco y lo vi acurrucado en el sofá que había bajo la ventana. Era tierno verlo de aquella manera, daban ganas de abrazarlo. Me sentí mal por haberle robado su cama. Al intentar sonreír sentí un pinchazo en la cara. Me levanté de la cama con cuidado de no hacer ruido y me dirigí al baño que había en el mismo dormitorio. Al verme en el espejo me asusté, una zona bajo el ojo estaba muy enrojecida y algo violácea. Pasé dos dedos por encima presionando un poco, dolía. ¿Qué habría pasado cuando me quedé dormida?

Seguí mirándome al espejo haciendo todo lo posible por reconocerme. Escuché mi nombre desde el dormitorio. Justin se asomó al baño desesperado, cuando me vio se relajó y vino a abrazarme.
  • Me asusté al despertarme y no verte, llevo toda la noche vigilándote. ¿Cómo te encuentras? – se separó para ver el daño, acarició delicadamente la zona afectada, cerré los ojos tratando de olvidar el dolor – ¿te duele mucho?
  • Solo un poco – quise aliviarlo – Justin … siento mucho todo esto – agaché la cabeza – ¿saben tus padres que estoy aquí?
  • Sí, y tu madre también, no te angusties – me tomó de la cintura y me llevó a la cama para sentarnos juntos – le dije a mis padres que había pasado algo y que no te encontrabas bien, no les di detalles, mi madre avisó a Alice. Ella se preocupó y quiso despertarte, pero yo le dije que era mejor que descansaras. Supongo que le pidió explicaciones a tu padre. Te trajo algo de ropa, si quieres date una ducha …
  • Gracias – me quedé sin palabras, Justin había sabido manejar la situación muy bien y yo no sabía que decir, le debía mucho.
  • ____, ¿tu padre te había pegado antes? - negué con la cabeza - ¿fue mi culpa?
  • ¡No! – me apresuré a responder – John es que … tiene rabia porque tú y tus padres habéis tenido éxito, está amargado por seguir igual que cuando empezó su carrera. No os traga y no quiere que nos acerquemos a vosotros – le expliqué.
  • ¿Y eso es desde siempre? - preguntó atónito.
  • Con tus padres sí y cuando éramos niños no le dio importancia, pero ahora …
  • Fue mi culpa – afirmó mirándome apenado.
  • No Justin, tú no sabías nada, yo fui la que lo enfrentó. Esto es mi responsabilidad.
  • ____, yo estoy de por medio, además, si te afecta a ti me afecta a mí y no voy a dejar que vuelva a hacerte daño. Hablaré con tu padre, él tiene que entender lo nuestro – dijo firme.
  • ¡No, no vayas! – me alarmé.
  • Bueno, tranquilízate – me besó en los labios – todo irá bien.
Justin me dio la bolsa con la ropa limpia que había traído mi madre, me prestó una toalla y me dijo que usara su baño.

Me desnudé poco a poco antes de meterme en la ducha tratando de evitar el espejo, no quería verme más la herida. Quería saber que había pasado en casa, pero por otro lado no quería regresar, hubiese pasado el resto de mis días allí encerrada con los vecinos, claro está, eso no era posible.

Cuando terminé de ducharme me vestí con el pantalón largo y la camiseta que me había traído Alice. Dejé caer mi pelo para ocultar un poco el moratón.

Salí del cuarto de baño, Justin me esperaba tumbado en la cama ojeando su móvil. Volví su vista a mí y sonrió.
  • Toca desayunar, ¿bajamos?
  • Gracias Justin – me senté a su lado – pero creo que es mejor que regrese a casa.
  • ¿Y tu padre? - se puso serio.
  • Ya tiene que haberse ido al trabajo, quiero hablar con mi madre.
  • Te acompaño – dijo empezando a buscar las zapatillas, abrí la boca – y ni se te ocurra decirme que no te vas a perder. Si te vas sola no me quedaré tranquilo.
Sonreí al verle tan protector. Cogí una de sus zapatillas que estaba debajo de su cama y se la tiré, él sonrió. En cuanto estuvo calzado bajamos de la planta superior y fuimos a mi casa. Toqué al timbre, mi madre abrió exasperada seguida de mi hermana que se llevó una mano a la boca al verme.
  • ¿Está John? - mi madre quedó impactada con el golpe, negó con la cabeza. Me giré a Justin, no paraba de apretar mi mano - estoy bien, ¿vale? - dije tiernamente dando un beso en su mejilla, él asintió.
  • Vendré a verte más tarde – me dio un beso rápido en la mejilla sana y se giró para irse.
  • Gracias por cuidarla Justin – dijo mi madre antes de que se fuera.
Justin no dijo nada, su rostro era impasible. Mi madre me hizo pasar al salón, Trudy se sentó a mi lado en el sofá mientras me sujetaba la mano. Miré a los ojos de mi hermana, las cosas iban muy mal. Miré alrededor de la estancia, habían desaparecido dos jarrones y un centro de mesa. Imaginé el ataque de ira de John y la discusión que tuvo que haber esa noche.
  • ¿Qué os dijo John?
  • Ayer te quedaste a solas con Justin … - empezó mi madre.
  • Dijo que eras una furcia, en breves palabras – resumió mi hermana.
  • Justin y yo estuvimos estudiando, dije que iba a estar con él. Cuando John entró estábamos descansando tomando una merienda.
  • Lo sabemos hija – respondió mi madre – yo se lo dije a tu padre.
  • Está muy lejos de que lo considere un padre – recriminé sin pensar – ¿te dijo que me agredió? ¿te dijo que me echó de casa y que no quiere volverme a ver?
  • Eso nos lo contó Justin – dijo mi hermana. Mi madre se agachó y se llevó las manos a la cabeza – papá y mamá discutieron hasta la madrugada.
  • Cuando regrese te pedirá perdón.
  • No aceptaré sus disculpas. Él no aceptó las mías y siento que lo odio más que nunca.
  • No digas eso … cuando entró en razón tu padre se sintió mal por lo que hizo.
  • No me lo creo.
Me levanté y me fui a la cocina. Estaba hambrienta y no me apetecía escuchar como mi madre disculpaba a mi padre. Pasé la mañana aburrida con mi hermana, haciendo como que escuchaba su cita con Derek cuando no hacía más que pensar en Justin, en mi padre y en lo que podía suceder. John había dicho que no quería verme y era yo ahora la que no quería verlo ni en pintura. Estuve ayudando a mi madre a cocinar, hice de todo para entretenerme y no pensar en el horror de mi cara.

A las cinco de la tarde, mientras leí una novela relajada en el sillón, escuché el sonido de un coche aparcar en la calle, John había terminado de trabajar. Seguí ojeando el libro sin ya prestarle atención, sentí las llaves entrar en la cerradura y abrir la puerta. John se asomó por la puerta del salón, por el rabillo del ojo vi como se acercaba. Consideré la opción de hacerle el vacío, después lo descarté, sería inútil.
  • ____, hija – tragué saliva, empecé a sentir nauseas – siento mucho lo sucedido ayer – se notaba que mi madre le había leído bien la cartilla, había venido directo y puso su mejor cara de arrepentimiento, no me lo tragué.
  • ¿Crees que me sirven tus palabras? ¿Has visto lo que me has hecho? Me estás desgraciando la vida – dije con voz neutra clavando mis ojos en sus pupilas – no quiero que me pidas perdón, tan solo quería que me aceptaras tal y como soy y respetaras mis decisiones. Ahora solo quiero que te alejes de mí porque da la impresión de que no quieres que sea feliz.
  • Estás muy equivocada, eres mi hija y solo quiero lo mejor para ti.
  • Resulta que lo mejor para mí ahora es Justin Bieber – dije con serenidad – respetalo a él y podremos vivir en paz – vi a Trudy por detrás sonreír y hacer un gesto de afirmación, creí ponerle entre la espada y la pared, sin embargo, no dio su brazo a torcer.
  • Sueña con ese día porque nunca lo veras – respondió con rabia.
En ese momento tocaron a la puerta con insistencia, Trudy que estaba al lado abrió rápido. Segundos después vi a Justin entrar en el salón. Toda la impasibilidad que había tenido hasta el momento no sirvió de nada cuando vi la cara de aquellos dos hombres mirándose fijamente, tuve pavor de lo que podía pasar.
  • Señor, he venido a darle la cara – temí que en ese momento recibiera un puñetazo – me gustaría hablar con usted.
  • De hombre a hombre, ¿eh? - se mofó mi padre – vamos muchacho, te voy a dar una oportunidad para escucharte. Acompañame a mi despacho.
Miré a Justin, estaba muy serio, parecía mayor de lo que era. Salieron del salón, mi hermana corrió hacia mí con los ojos bien abiertos.
  • ____, como papá se cabree lo …
  • No lo digas Trudy, sé que esto puede acabar muy mal.