viernes, 22 de marzo de 2013

Capítulo 30: Juegas Con Fuego, Nena.

Noté el escozor en mis ojos. Mi pulso se había acelerado. Me quedé quieta y paralizada intentando encontrar una respuesta en mi cabeza. ¿Dónde estaba mi audaz diablillo cuando lo necesitaba?

Justin había dicho que me necesitaba, ¿tanto como yo a él? ¿Yo lo necesitaba de verdad? Negué en mi subconsciente, yo quería ser independiente, pero por mucho que quisiera salir adelante y no depender de nadie, su ayuda siempre me había dado consuelo. Tanto como la de Zayn …

Suspiré recordando las palabras de Ally. “_____, actúa según tu felicidad, y si no sabes con quién está, prueba …”

Me decidí y le devolví el abrazo a Justin. Aplastando mi cara contra su musculado pecho, sintiendo su calor, la familiaridad de su tacto y su aroma, me relajé. Nos quedamos varios minutos en aquella posición hasta que algo resonó en medio de aquel silencio. Mi estómago se había retorcido por la falta de comida en su interior.

Solté una risita nerviosa, planté un delicado beso en su piel y me separé de él.
  • ¿Te importaría terminar la comida mientras me ducho? - dije con timidez.
  • Con una condición – alcé una ceja expectante – dime que aún tengo alguna esperanza contigo … dime que me has perdonado por abandonarte.
Me di cuenta de que si no lo perdonaba, no se perdonaría así mismo. Lo estaba llevando al límite de la desesperación. Yo era la causa de todas sus acciones en ese momento. ¿Lo había perdonado? Todo el rencor que había tenido por él, todo el odio que acumulé por echarle tanto de menos se estaban esfumando. Justin me estaba conmoviendo.
  • ¿Volviste por mí? - asintió – ¿Y por qué demonios recurriste a Rebecca?
El desgarramiento en mi voz surgió repentino sorprendiéndonos a ambos. Justin se llevó las dos manos a la cabeza tirando del cabello hacia atrás.
  • ¡Por qué tu me estabas olvidando con el estúpido de Zayn! ¡Yo también quise olvidarme de ti y no pude! ¡Intenté copiar tu método pero con Rebecca solo eché un polvo!
  • ¡¿Pudiste hacerlo con muchas y preferiste con ella?!
El enfado me invadió.
  • ¡Me dolió verte con otro! Me sentí traicionado …
  • Y decidiste pagarme con la misma moneda – adiviné – Te salió bien. Rebecca se regodea de vuestro fantástico polvo con todo el que puede – me burlé.
  • Ya me encargaré de que cierre la boquita más adelante, ahora me quiero encargar de la tuya. Me estás poniendo nervioso.
Sin previo aviso, Justin tiró de mi pelo hacia atrás para inclinar mi cuello y empezó besarlo. Un gemido salió de lo profundo de mi garganta.
  • Justin – jadeé – para.
  • ¿De verdad, nena? ¿En serio quieres que pare?
Justin siguió su camino de caricias hasta mi garganta con sus labios. Por instinto apoyé mis codos en sus hombros y tiré de las puntas de su pelo. Logré que él emitiera un gemido. Sus manos viajaron a mi trasero, tan solo cubierto por unas finas braguitas. Me apretó y chillé. Aprovechó para besarme y colar su lengua en mi boca. Un incendio se acababa de prender en la cocina por el roce de nuestras lenguas. Sentía todo mi cuerpo arder. Maldito infierno. Me había prendido de manera descontrolada. Mordí su labio con picardía y lo separé medio metro de mí para poner fin.
  • Te perdono – dije tratando de normalizar mi respiración – y bueno … No prometo nada sobre que quiera volver contigo.
  • Sé que Zayn terminó contigo – sus cejas se juntaron.
  • Al parecer solo me fijo en idiotas que me dejan a la primera de cambio – me reí de mí misma – Sí, él terminó, pero yo a él le debo mucho, Justin.
  • Olvídalo – espetó.
  • No. Él me ayudó cuando lo necesité, yo no le voy a dejar solo ahora que está en un lío.
  • Deberías preocuparte de tus propios problemas – añadió – no es poco que te siga un psicópata por segunda vez.
Me encogí de hombros como si no me importara. Me di la vuelta y me dirigí a su habitación. Antes de cruzar la puerta me aseguré de que no me dejara con hambre.
  • Cocina rápido – alcé la voz – me enfado con mayor facilidad si tengo el estómago vacío – reí – Voy a ducharme – le eché un vistazo a su cara – procura no mirar – le guiñé.
  • Me mantendré ocupado … Nadie quiere que tú te enfades más de lo que ya haces – se mofó.
Entre en el cuarto y cerré la puerta tras de mí. Busqué mi móvil y comprobé unas llamadas perdidas de Ally y Mike. Ni siquiera me había dado cuenta de que casi eran las dos del mediodía.

Llamé a Ally y Mike para asegurarles a los dos que estaba bien. Después de darme una buena ducha y volver a sentirme limpia empecé a rebuscar por los cajones de Justin.

No tenía ropa interior limpia allí … la idea de ponerme unos boxers de Justin se deslizó por mi mente. Sí, era algo atrevido. Sonreí. Ally tenía razón, mi lado más pícaro estaba deseando despegar.

Sin pensarlo demasiado me puse sus calzoncillos blancos y quedaron ajustados a mi cadera por la cinta elástica. Maldito, Biebs. Amaba cuando se ponía esos boxers conmigo y él lo sabía. ¿Qué iba a pensar de esto? “Que lo estás provocando apropósito” respondió mi diablillo interno.

Bueno, él se la pasaba provocándome, por una vez que lo hiciera yo no iba a explotar una guerra.

Me puse una de sus camisetas y la abotoné desde el centro hasta abajo dejando a la vista mi canalillo.

Mi pelo estaba revuelto. Con facilidad me lo organicé en una coleta alta y salí del cuarto.

Justin había puesto la mesa y esperaba apoyado en la encimera bebiendo una cerveza. Cuando notó mi presencia me examinó de pies a cabeza y de la cabeza a los pies.
  • No tengo ropa limpia – me excusé con media sonrisa mordiendo mi labio inferior.
  • Supuse que harías esto – me tendió una lata de coca-cola light con condescendencia – yo te conozco bien, pero la pregunta es, ¿sabes que haré yo ahora? - alzó las cejas.
  • Espero que dejarme comer – me burlé dirigiéndome a la mesa e ignorando su insinuación.
  • Que perra eres …
La ofensa llegó enseguida a mi cuerpo. Miré a Justin con sarcasmo. Su cara arrogante había vuelto, ¿cómo podía seguirle el ritmo a este chico? Era peor que un bipolar.
  • ¿Qué? - dijo alzando la barbilla, orgulloso de haberme dejado petrificada.
  • Me han dicho eso muchas veces – admití – Nunca me importó – sonreí – Hasta tú lo hiciste en los primeros días que me conociste. Era una perra con todos hasta que llegaste tú. Solo contigo me he comportado así solo para incitarte.
Dije aquella última frase sin meditarla. Ocultando mi nerviosismo cogí el cuchillo y el tenedor y empecé a comer lo que había en el plato.
  • Así que … me estás incitando y no piensas pagar las consecuencias – soltó una carcajada.
  • Típico en mí. Tratar de dejarte impotente y frustrado – me burlé.
  • Juegas con fuego, nena.
  • Contigo siempre me quemo – contesté – y créeme, no es demasiado desagradable – su expresión se suavizó y tiró un poco hacia arriba las comisuras de sus labios – Por cierto, esto te salió muy bueno – señalé la comida – has mejorado como cocinero.
  • La ____ alocada ha vuelto – suspiró … ¿aliviado?
Di otro bocado de carne y lo miré de reojo masticar su propia comida. Todo ese momento se sentía muy íntimo. Estaba relajada, con su ropa, sentada en su mesa, comiendo con él y teniendo una conversación en lugar de una discusión.
  • No es por nada, pero no puedo pasarme el día en tu casa, y menos con estas pintas … lo comento sobretodo para que no te trastornes – me mofé.
  • Me gusta verte así – apoyó el codo en la mesa y sujetó su cabeza en la mano – ¿y si no dejo que te vayas del apartamento?
  • Bueno, me quedaré – me encogí de hombros – tú sabrás lo que haces. Sabes que no voy a dejar que me toques por mucho que te acerques.
Me levanté y recogí los platos y cubiertos para dejarlos en el fregadero. Justin me siguió detrás y me arrinconó colocando cada mano a un lado de mi cadera apoyándose sobre el bordillo de la encimera. Su aliento chocó en mi nuca. Abrí el paso del agua para lavar los platos. Sus labios rozaron mi cuello. Una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo y me tensé. Sus manos sujetaron firmes mi cintura mientras colocaba suaves besos por la fina piel de mi cuello hacia la oreja.

Cerré el grifo. Justin apoyó su frente en mi hombro desde atrás.
  • ____, te estoy tocando – sonaba divertido.
Cogí uno de los vasos recién fregados y lo llené de agua. Despacio lo lleve a mis labios y me refresqué la boca recientemente pastosa. Me giré con media sonrisa con el vaso aún en mi boca. Justin no me dejó salir de su prisión. Lo encaré. Me estaba retando. Quería hacer desaparecer su arrogante sonrisa. Me reventaba verlo tan creído. “Necesita un jarro de agua fría que le quite esa estúpida felicidad de tenerte en su poder” sugirió mi subconsciente.

Sin darme cuenta miré el vaso de agua y después lo ojos de Justin. No me lo pensé cuando lancé el agua que quedaba a su cara.

Contuve la risa para estudiar la reacción de Justin. Él había cerrado los ojos. Parte de su flequillo estaba empapado. Su boca se había apretado. Gotas de agua corrían por sus marcadas facciones hacia su pecho desnudo.

Justin dio un paso atrás. Dio una profunda respiración aún sin haber abierto los ojos. Cuando desplegó sus párpados vi la furia en sus irises. Sabía que era hora de correr. Volé hacia la mesa del salón y me puse en un extremo con una sonrisa juguetona.

Justin volteó su cuello y dio pasos tranquilos hacia mí. Me moví al otro extremo de la mesa.
  • Te dije que no me tocaras – puntualicé.
  • ¿Tienes ganas de jugar?
  • No sabes cuentas, Justin Bieber, no te imaginas cuantas.

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