Era consciente de la mirada de Justin calentando mi cuerpo a medida
que me acercaba al grupo donde estaban.
Su cara no era muy afable, no, más bien era un reproche. Obviamente
no me esperaba aquí.
- Hola chicos – saludé con timidez.
- ¿Qué haces tú aquí?
La pregunta de Justin fue directa y sin contención de su enfado …
No tenía intención de ponerme a su nivel y empezar una discusión.
Simulé una sonrisa y lo encaré.
- Yo también me alegro de verte – dije con sarcasmo – ¿Hay que recordarle al señorito Bieber que esta es la casa de mi mejor amiga?
Sin esperarlo, Justin me agarró bruscamente del codo y tiró de mí
para llevarme aparte. Pude notar la mirada y la sorpresa en el resto
de nuestros acompañantes.
La cara de Justin ardía en furia y yo estaba dispuesta a hacerlo
enfadar un poquito más.
- No me vengas con tonterías, sabes que estás en peligro – sus ojos se clavaron en los míos – no debes salir.
- Tú también estás en peligro. Y te recuerdo que tengo una vida, no me voy a quedar encerrada en casa.
- La diferencia entre tú y yo es que sé cuidar de mí mismo. ¿Cuántas veces voy a tener que cuidar de ti? - sonrió mezclando la ironía y la burla. La idea de estar alrededor de mí no se le hacía tan desagradable como quería insinuar.
- Sé cuidar de mí misma – crucé mis brazos en calma – En ningún momento te pedí que regresaras. Es más, estaba muy bien hasta que volviste.
- No finjas que no te afecto …
- No te creas el centro del mundo – contraataqué molesta. Miré hacia atrás, todos nos miraban expectantes, sin embargo, no podían oírnos por la distancia – Escucha Bieber, no quiero meter a más gente en esto – busqué sus ojos para dejar bien claras mis intenciones – No hablemos más de esto y tratemos de disfrutar lo que queda de día.
- Creía que estarías con tu noviecito – bufó rodando los ojos.
- ¿Qué te importa? - le lancé una mirada de odio.
Alzó las palmas clamando inocencia. Asentí conforme y regresamos
con el resto para inmiscuirnos en su reciente conversación para
saber a donde iríamos. Parecía que se acercaba una noche larga …
* * *
La presión de todos los acontecimientos del día, el estrés y la
confusión tanto de mis sentimientos como de mis pensamientos me
habían afectado. Tan solo quería olvidar y por una vez encontré un
buen remedio que podía compartir con mis amigos. Alcohol.
Habíamos estado en un bar por la tarde esperando a que fuera una
buena hora para entrar al pub. Ya allí, había bebido unas cervezas y
en el pub perdí la cuenta del número de chupitos, ron con coca-cola
y cócteles que había tomado.
Había bailado la mayor parte de la noche y ya no me podía sostener
en pie. Todo me daba vueltas y apenas era consciente de lo que pasaba
a mi alrededor.
Mis ojos se entornaban ante mi poca voluntad de quedarme despierta y
empezaba a ver doble.
Estaba tan absorta que casi no noté cuando me elevaron del suelo.
Atontada, miré hacia arriba.
- Ssh. Has bebido demasiado.
La voz aterciopelada de alguien que reconocía fácilmente me calmó.
Por instinto me acurruqué en su pecho y absorbí su dulce aroma.
Justin me acunaba en sus brazos y caminaba por la calle cargándome
como si fuera una niña hasta el coche.
Sentir el rebote de sus pasos contra el suelo y el golpe de aire
fresco al salir del local lleno de humo y música me mareó aún más.
Sentí nauseas.
- Bájame, Justin – supliqué.
Justin paró y me analizó por un momento antes de dejarme sobre mis
pies sosteniéndome de la cintura. Poco a poco me acerqué a una
farola cercana para apoyarme.
- Te ves pálida – Justin retiró un mechón de pelo de mi cara y lo puso tras la oreja – te llevaré a casa – torció los labios torpemente.
- Te toca cuidar otra vez de mí – me reí – parece que siempre vas a tener que cargar conmigo y mis estúpidas acciones – reí aún más – Justin, te voy a volver loco.
Sin remedio, víctima del alcohol empezaba a reír por cualquier cosa
y a decir cosas sin demasiado sentido. Lo sabía, pero no podía
parar. Mi boca actuaba antes que mi racionalidad. Fui doblando mis
rodillas y arrastrando mi espalda por el poste de la farola hasta que
me senté en el suelo.
- Tú me has echado tanto de menos como yo a ti – carcajeé. Desde arriba, la cara de Justin era de sorna – Que bien sienta que no te olviden – crucé mis brazos sobre mis rodillas – Pero tú ya no me quieres como antes – oculté mi cara mirando hacia mis manos – Nada es como antes aunque estés aquí y hayamos salido de fiesta como hacíamos – sollocé.
Justin se agachó y se puso a mi altura. Agarrando mi cara y
presionando sus pulgares en las cuencas de mis ojos. Su mirada era
dolorosa.
- Estás borracha – dijo serio – hablaremos de esto en otro momento.
- No, déjame – lo aparté y sentí un gran mareo por el esfuerzo de empujarlo – Yo dejé de importarte cuando te fuiste.
Hice lo posible por levantarme. Di un traspié y Justin me sujetó a
tiempo de me cayera.
- ¡Suéltame! - me sacudí – ¡Yo puedo sola! ¡Ya no te necesito!
Di tres pasos hasta que mi estómago no pudo aguantarlo más. Me
incliné hacia adelante y empecé echar fuera toda la bebida que mi
sistema ya no podía aceptar.
Justin me atrapó por la cintura y me guió hasta un rincón para no
armar un escándalo. No sabía como acabé al lado de un árbol, pero
agarrando mis manos a su tronco me incliné de nuevo para vomitar
sobre la tierra. Justin estaba inclinado sobre mí sosteniendo mi
cuerpo y apartando mi pelo.
No había comido prácticamente en todo el día, beber había sido
muy mala idea.
Me volví y miré a Justin. No sabía que hacer.
Él no dijo ni una palabra, estaba impasible. Su mano se coló por mi
bolsillo y me quitó las llaves de mi coche. Las balanceó delante de
mis ojos y después las puso en su bolsillo. Sin más, pasó sus
manos por mi espalda y bajo mis rodillas para levantarme otra vez.
Cerré los ojos. No tenía fuerzas para nada más. No quería estar
con él en esos momentos de debilidad. Estaba claro que estaba dolida
y no quería que él pudiera echarme en cara este momento en ningún
futuro. Me avergonzaba, pero aún así no pude contra la tentación
de caer en un profundo sueño.
* * *
Un ruido espantoso llegaba de la calle. Apretando los ojos e
intentando olvidar el dolor de cabeza, intenté recordar lo que había
pasado. La última imagen que tenía en mente era la de Ally y yo
bailando con nuestras copas en alto. Oh, sí, lo estábamos pasando
muy bien.
Otra vez el estrepitoso sonido de una máquina se coló en la
habitación. Abrí los ojos alarmada por el olor que empezaba a
llegarme. ¿Dónde estaba?
Miré a mi alrededor … los mismos muebles que había reconocido
meses atrás y la enorme cama que yo había utilizado en numerosas
ocasiones en el pasado. El cuarto de Justin.
Estaba sola en una cama totalmente revuelta. Oh mierda … ¿qué
había pasado?
Miré bajo las sábanas, estaba en ropa interior. El vello se me
empezaba a poner de punta, no recordaba nada. Me levanté de la cama
y me puse la primera prenda de ropa que encontré, una camiseta de
Justin.
Se sentía extraño. Muchas veces me había puesto su ropa y se
sentía como un gesto íntimo, ahora era algo raro que no me encajaba
… sin embargo, no tenía más remedio que ponerme eso o salir en
bragas al salón.
Sin comprobar como me veía, salí escopeteada del dormitorio y pude
ver a Justin en la cocina tarareando una canción, alegre mientras se
movía de un lado a otro para preparar comida. ¿Desde cuando él
cantaba? ¿Desde cuando se podía ver tan agradable y como un
adolescente normal?
Di un paso adelante y carraspeé la garganta. Justin se giró
enseguida manteniendo una reluciente sonrisa. Su torso estaba
desnudo. Tan solo estaba cubierto por unos boxers.
- Buenos días, nena.
- Hola – dije con recelo.
- ¿Hambrienta?
Justin se giró y cogió algo de una alacena para seguir con su
tarea. Me acerqué hasta quedar a su lado. Estaba cocinando algo
decente que olía delicioso. Tenía carne y verduras. La encimera
estaba llena de trastos y muy desorganizada.
- Eres un desastre – sonreí.
- ¿No te gusta?
- Oh, sí. Huele bien – dije con sinceridad – pero eres un desordenado.
Justin tiró una cuchara al fregadero y formó un horroroso ruido.
Gemí de dolor por la cabeza.
- Tú también eres un desastre – contrarrestó – ayer bebiste descontrolada – cogió un plátano y me lo dio – desayuna y después te tomas un ibuprofeno – dijo con severidad.
- ¿Qué paso anoche? - dije aceptando el plátano y quitando la rugosa piel.
- ¿Qué crees que pasó?
Su sonrisa era amplia, triunfante, despampanante, dichosa, una
verdadera sonrisa por felicidad … Un hormigueo me recorrió cada
fibra nerviosa de mi cuerpo. Verlo así me tenía desconcertada, él
estaba contento, algo extraño y hermoso de ver, aunque la idea de
que él me hubiese tocado esa noche y yo no recordara nada me daba
miedo.
- Te lo pregunto por qué no lo sé – acabé respondiendo.
- Eres una sosa – bufó – contigo ya no se puede jugar – torció los labios en reproche – ayer estabas agradable, que pena que duró poco – rodó los ojos.
- ¿Lo hicimos? - pregunté insegura.
- ¿El qué? - se rió.
- Sabes a que me refiero – lo miré irritada.
- No, no lo sé – se burló.
- ¡El amor, Justin! ¿Hicimos el amor o no?
- ¿Hacer el amor? ¿No decías que yo solo te follaba? - alzó una ceja con mofa, pero su rostro también mostraba un claro mensaje de venganza.
Di un paso atrás confundida por sus cambios de humor. Después de
tanto tiempo era complicado saber seguirle el ritmo de la misma
manera.
- Tú dijiste que siempre me habías hecho el amor … creí que eso era verdad – dije en un susurro. Tenía el presentimiento de que esa conversación podía ir por mal camino.
- No, no lo hicimos – dejó el cuchillo en la encimera y se volvió a mí – aunque ganas no te faltaron, ¿quién iba a decir que yo tendría que contenerme?
Abrí los ojos en sorpresa y sentí mis orejas arder por la
vergüenza. Incliné la cabeza clavando los ojos en mis zapatos, ¿yo
ebria rogando sexo a Justin? Me sentía abrumada.
Justin alzó mi barbilla y sostuvo mi mirada.
- Hey, es broma – sus labios se posaron sobre mi frente – no te asustes. Acabaste dormida incluso antes de que te metiera en el coche para traerte. Y sabes que no te haría nada mientras estás inconsciente – su otra mano acarició mi pelo.
- ¿Me desnudaste?
Su sonrisa pícara hizo acto de presencia mientras asentía. No sabía
como reaccionar a eso. Justin sabía perfectamente como era mi cuerpo
y no debería avergonzarme demasiado. Pero lo hice.
- Estabas incómoda y sucia, ____. No te iba meter en la cama con la ropa – explicó frunciendo el ceño – ¿estoy en un lío por intentar ayudarte?
- Eso depende – lo miré mal – ¿dormiste conmigo?
- Es mi cama – se encogió de hombros – y antes de que te lo preguntes, sí, estuve observándote y no me arrepiento de ello. Eres un digno espectáculo para contemplar. Pero no te toqué – me señaló con el dedo – el día en que te vuelva a tocar estarás consciente y serás tú quien me pida que lo haga.
- Ya veremos quien rogara a quien a lo largo de estos días – mascullé rodando los ojos.
- Si te ruego ahora mismo, ¿aceptarás? - alzó las cejas divertido.
- No – me reí y lo empujé desde el pecho para apartarlo de mí.
- Te ves caliente como el infierno, nena.
Hice caso omiso de su comentario. Cogí un vaso de agua y una
pastilla de las estanterías correspondientes para deshacerme del
dolor.
- ¿Por qué bebiste tanto anoche? No es tu estilo.
- Me descontrolé … Quería olvidar un poco toda la mierda que me rodea – torcí el gesto.
- Anoche dijiste cosas – volví a abrir los ojos. Mierda. El alcohol me había envalentonado – Cosas que quiero hablar contigo para aclararlas – dijo con cuidado.
- ¿Qué dije?
- Cosas de nosotros …
- ¡Especifica!
- Crees que eres una carga para mí, crees que no siento por ti lo mismo que sentía antes de irme, pero … ¡lo más ridículo es que pienses que no me importas! - sus manos aferraron mis mejillas – Por todo eso me estás apartando e intentas demostrar que puedes tú sola con todo, pero en verdad estás muy perdida, ____.
- No te necesito – mi tono de voz me traicionó al intentar sonar segura.
- Es verdad que no te quiero como antes.
Mi corazón se paralizó. Mis pupilas se clavaron en las suyas.
Acababa de reconocer que había pasado a ser historia … Tenía que
salir de allí. Me volteé pero Justin enseguida cogió mi mano y
entrelazó nuestros dedos.
- No te quiero como antes porque ahora eres mucho más especial para mí; te perdí y me di cuenta de lo que había tenido en mis manos – su otra mano viajó a mi cuello – Te quiero más que nunca. No eres una carga, eres la persona que protegeré con mi vida si es necesario para que estés segura. No me apartes de tu lado – sus brazos me rodearon repentinamente y rozó mi oreja con sus labios – yo también te necesito – susurró.
Aaaa tienen k volver no me dejes asiii
ResponderEliminarQue bonito JODER Que bonito!.
ResponderEliminarMe hicistes llorar Tia , siguela no nos dejes asi Dios mio.
Soy Ioana Baranceanu en tuenti . Ya te tengo :]
Oh dios mio nunca habia llorado por leer una novela y tu lo has conseguido ni siquera llore xon titanic pero me has hecho llorar tia me has hecho lloraar esque escribes tan biien!!!! Me encantas! !! Ah y otra cosa porfavor justin y ____. Tienen que volver como sea que son taan adorables! !!! Jajjaja bueno pueS esp sigue escribiendo que lo haces genial :) un bessito <3
ResponderEliminar