Pasamos la noche juntos. Ni siquiera recordaba haberme quedado
dormida.
Estaba girada hacia fuera de la cama, encogida y abrazando mi
almohada. Me di la vuelta estirando un brazo y bostezando. Zayn me
contemplaba con ojos dulces en la misma postura en la que lo dejé la
noche anterior.
- Buenos días, reina.
- Creía que ya nunca más me llamarías así – le miré entornando los ojos por la claridad del día – como ya no somos nada …
- Sabes que esa es la mayor mentira que te he dicho – contestó.
- Sí, lo sé. Lo digo por fastidiar un poco – reí.
- Parece que tuviste un buen sueño – sonrió – se te ve de buen humor.
- Durará poco, ya lo verás – cerré los ojos suspirando – ¿cuánto llevas despierto?
- Un rato – respondió – me desperté por los pinchazos del pecho.
- Oh, claro – me levanté de inmediato – iré a preparar el desayuno y a por algún anti-inflamatorio – me puse las zapatillas y me recogí el pelo en una coleta – ¿algo que se te antoje para empezar bien el día? – sonreí.
- Sorpréndeme – rodó los ojos.
Salí dando saltos por la escalera y llegué a la cocina. Cogí una
bandeja y la llené de los dulces que fui encontrando. Ensaimadas,
brownies, cookies, croissants,
y magdalenas. Puse dos vasos de
cristal y un bote de zumo de naranja sobre la bandeja. Antes de se me
olvidara tomé una pastilla igual a la de la noche anterior y subí
arriba. Dándole un ligero golpe a la puerta con la cadera, abrí y
entré en mi cuarto. Zayn rió al ver el montón de comida.
- ¿Pretendes que pierda la forma ahora que no puedo ir al gimnasio? – se mofó.
- No creo que eso pase – dejé la bandeja en mi escritorio y me acerqué a él – Tienes que incorporarte – Zayn puso las manos sobre el colchón para apoyarse y alzarse. En cuanto vi su esfuerzo lo paré – Mejor quédate ahí – le volví a acomodar la almohada, cogí la bandeja y la puse en el centro de la cama mientras me sentaba a su lado – ¿Qué te parece si te doy de comer, eh? – reí.
- ____ … – gimió.
- Calla – abrí un paquete de brownies y metí uno en su boca – ¿tienes hambre, Zayn?
- Bastante. Pero quiero zumo – dijo tímido. Serví un vaso sonriente y me aproximé a él para acercárselo a los labios mientras levantaba un poco su cuello – Gracias – respondió.
- No hay de qué, Zayn – di yo otro trago y mordí un croissant.
- Serías buena enfermera – dijo sonriente.
- ¿Y trabajar con Rebecca? Ni loca – negué varias veces con la cabeza.
- Nunca me has dicho que pretendes hacer profesionalmente – se interesó.
- Me gustaría estudiar varios idiomas, ya sabes, francés, alemán, español … y después viajar a Europa, primero a Reino Unido para escuchar ese elegante acento británico – sonreí en mi ensoñación – Después trabajaría en turismo – me encogí de hombros.
- Suena entretenido – le di un bocado de croissant – pero me gusta mi enfermera personal – dijo pícaro.
- ¿Crees que deberíamos ir al hospital para que te revisen las vendas y las fracturas?
- No quiero volver allí. Zumo – pidió. Le acerqué el vaso de nuevo.
- Entonces, ¿pretendes quedarte aquí hasta que no te duela?
- ¿Pondrías alguna objeción? – torció los labios en esa sonrisa tan suya.
- Yo no – respondí – pero seguro que Justin, sí.
- ¿Ahora piensas obedecerlo? – alzó las cejas.
- Nunca he obedecido a nadie, Zayn. Siempre he hecho lo que me ha dado la gana y eso exaspera a mucha gente a mi alrededor, incluido Justin – me burlé.
- Eres una chica muy mala – asentí riéndome. Después suspiré nostálgica – ¿qué pasa?
- Hacía tiempo que no tenía una conversación tan … normal.
En ese momento tocaron al timbre. ¿Quién sería? Zayn y yo nos
miramos serios. Me deslicé en la cama para ponerme las zapatillas y
bajar a ver.
- Ten cuidado, ____. No abras sin mirar bien quién es.
Asentí y salí sin cerrar la puerta. Al asomarme vi a Justin.
Suspiré aliviada por un momento. Después me invadieron los nervios.
¿Qué quería ahora? “Obviamente no dejarte demasiado tiempo a
solas con Zayn” contestó la diablesa de lo más profundo de mi
ser.
Abrí la puerta de par en par. Justin llevaba una camisa de tirantes
blanca con unos vaqueros muy casuales. Esta vez no le faltó la gorra
de los Yankees.
- Un día caluroso – sonrió deslumbrante quitándose la gorra y poniéndose la visera hacia atrás – ¿puedo pasar?
- Claro – me aparté de la entrada. Él entró de una zancada – Zayn está arriba – avisé antes de nada. Justin me echó una mirada asesina.
- Bien, pues ya puede irse – saltó.
- No es tan fácil, no puede moverse bien por sus costillas.
- Ese tío es un inútil – chasqueó.
- Ten cuidado – escuchamos una voz detrás de nosotros – el tío inútil sabe manejar armas tan bien como tú – dijo Zayn terminando de bajar las escaleras.
- No me amenaces – murmuró Justin con veneno mirándolo con ganas de matarlo.
- ¡Basta chicos! – clamé – ¡No vais a discutir en mi casa! – me volví a Zayn – tú, ¿cómo se te ocurre levantarte de la cama? Necesitas reposo, así que o te estás quieto o te llevo al hospital para que te ingresen – advertí. Me giré a Justin quién tenía una sonrisa burlona – y tú no te rías de una mierda – enseguida se puso serio – llama antes de venir, sino no te abriré la puerta la próxima vez, y no te metas con él – señalé a Zayn – ahora, ¿a que has venido?
- Tengo que enseñarte algo – contestó serio – Vístete, te llevaré a un sitio.
Me volví a Zayn. Él miraba a Justin fijamente. Desde luego, no se
quería mostrar débil delante de su oponente. Hombres … estúpidos
machos que querían mostrar su gran hombría delante de cualquiera;
esta vez era yo la digna del ridículo espectáculo.
- Zayn – lo llamé, enseguida me miró con su mirada serena – ¿que vas a hacer?
- Iré a mi casa. Le diré a mi abuela que me di el alta.
- Bien – Justin me cogió del codo – vámonos – me sacudí.
- ¡Quítate esa maldita costumbre de tirar de mí! Ve a tu coche, ahora voy yo.
Justin apretó la mandíbula irritado. Tragó saliva y salió dando
un portazo a la calle. Me encogí por el golpe brusco que provocó.
- No sé como lo aguantas – bufó Zayn.
- Es algo irritable – me encogí de hombros – Obviamente no soporta verte conmigo. Voy a vestirme. Después bajo con tu camiseta y te ayudo a ponértela. Espera aquí.
Subí corriendo. Me puse un pantalón negro y una camisa amarilla
pálida que se ajustaba a mis curvas. Junto a unos zapatos negros,
altos y con plataforma. Reorganicé mi pelo en una coleta alta
dejando algunos mechones libres. No me molesté en maquillarme. Tenía
prisa. Cogí mis gafas de sol para ocultar mis posibles ojeras.
Alcancé la camisa de Zayn y bajé con cuidado de no tropezar las
escaleras. Zayn me esperaba apoyado en la puerta de la entrada,
erguido, respirando despacio y con los ojos cerrados para relajarse.
En cuanto los abrió me miró entera.
- Te ves muy sexy – me sonrojé.
- No lo pretendía – me acerqué mostrando su camisa. Él extendió los brazos y yo metí las mangas hasta sus hombros.
- Nunca lo pretendes – se burló.
- ¿Tomaste tú pastilla? – encajé la camisa en su cuello y fui bajando la prenda hasta abajo. Me quedé prendada de sus ojos avellana. Él asintió a mi pregunta. Acaricié su cara raspando su incipiente barba, la cuál le daba un aspecto muy varonil – Haz reposo – le recordé.
- Lo haré después de esto.
Zayn tomó mi cara entre sus manos con rapidez y me aproximó para
besar mi boca. Dulces y suaves labios de un sabor adictivo. Corto
para no desesperarme, pero suficiente para aliviar su angustia de
haberme deseado durante horas y no haberme tocado ni una vez.
Cuando se separó sonrió triunfante y me tomó de la mano. Abrió la
puerta y salimos juntos. Me solté para no provocar la ira de Justin.
Zayn iba a dirigirse a su moto y yo al misterioso coche negro de
Justin. Nos paramos el uno enfrente del otro antes de separarnos.
- Ten cuidado – besé su mejilla pinchando mis labios con su incipiente barba.
- Tú también – sonrió rascándose la cara – prometo afeitarme hoy mismo.
- A mí me parece que estás muy sexy – sonreí coquetamente – pero haz lo que quieras.
Me di la vuelta y me dirigí al coche de Justin. Entré sin mirar al
asiento de conductor, fijando mi vista hacia delante y revisando el
espejo retrovisor para ver como Zayn se preparaba con la moto.
Justin encendió el coche y el motor rugió. Enseguida salimos de mi
calle y Justin condujo rumbo a la autopista.
Parecía molesto, muy molesto. Llegaba a sentirse toda la tensión en
el ambiente.
- ¿A dónde me llevas? – pregunté para romper el hielo.
- Sorpresa – masculló sin humor.
- ¿Por qué estás enfadado? – dije riéndome de su pésimo estado de ánimo.
- Porque haga lo que haga siempre lo defiendes a él – respondió irritado – Odio no tenerte solo para mí. Quisiera matarlo – se me erizó el vello.
- Pues contrólate – bramé – y también te defiendo a ti aunque no te des cuenta. No sabes que estoy de parte de ambos. Por Dios … soy yo la que tiene que mediar en este trío. Por lo que me ha dicho Zayn vais a trabajar juntos en un plan que has trazado.
- Odio esto …
- Él también, y a mí tampoco – lo miré de reojo – ¿sabes que ya una vez plantaron a Zayn por ti? – el sonrío con mofa – Yo creo que él tiene más motivos que tú para que esta situación no le guste lo más mínimo.
- No es mi culpa que Rebecca sea una mala p*ta – respondió con voz grave.
- Así que lo sabías …
- Claro que sí. Ese idiota vino a darme un puñetazo por “robar” a su novia. Cuando yo ni siquiera estaba interesado en Rebecca, por favor – suspiró – es algo tan estúpido.
- Así que te pegó – reí – ¿No le devolviste el golpe?
- ¿Por quién me tomas? – me miró con sarcasmo – Claro que lo hice, le habría dado una paliza pero no me apetecía pelear por una gilipollez así, por Rebecca, una tía que no merece la pena … lo siento mucho por Lucas, pero es que la aguanto.
- Sí, pero no dudaste en tirártela cuando necesitabas un polvo – le recriminé.
- Ya hemos discutido esto, ____ – me miró severamente – pero cambiando de tema, ¿no crees que Zayn simplemente quisiera salir contigo desde el principio por joderme a mí? – lo miré expectante – piénsalo, él estaba dolido por Rebecca, después nosotros tenemos problemas y él entra a la acción para conquistarte.
- Él no es así – respondí tratando de sonar segura, Zayn realmente me quería, ¿verdad? – Zayn y yo nos conocimos por casualidad.
- Sí, os conocisteis por casualidad – repitió – pero él ya te conocía de vista y mucha gente hablaba de ti por mi culpa. ¿Quién no dice que se le ocurriera la idea tras conocerte?
Aquel
pensamiento me produjo nauseas. Tuve numerosos flashbacks desde el
día en que nos conocimos. El aire despreocupado de Zayn la noche que
me llevó a casa, el karaoke en el cuarto de Mike, el lago, mi
cumpleaños, mi pequeño cachorro, su preocupación por mi bien estar
… Sus palabras después de nuestra primera vez “Tú
me haces sentir mejor persona de lo que era. Simplemente eres tú y
tu forma de ser, no busques explicación … te quiero, ese el único
motivo por el soy así contigo.” “Doy lo mejor de mí para
hacerte feliz.” “No me voy a ir … ni aunque me lo pidas”
No,
todo aquello no podía ser una simple actuación. Yo le importaba,
sino, no seguiría a mi lado ante el problema de MF o … ¿seguía
cerca de mí por incordiar a Justin?