domingo, 31 de marzo de 2013

Capítulo 35: No Podía Ser Una Actuación


Pasamos la noche juntos. Ni siquiera recordaba haberme quedado dormida.

Estaba girada hacia fuera de la cama, encogida y abrazando mi almohada. Me di la vuelta estirando un brazo y bostezando. Zayn me contemplaba con ojos dulces en la misma postura en la que lo dejé la noche anterior.
  • Buenos días, reina.
  • Creía que ya nunca más me llamarías así – le miré entornando los ojos por la claridad del día – como ya no somos nada …
  • Sabes que esa es la mayor mentira que te he dicho – contestó.
  • Sí, lo sé. Lo digo por fastidiar un poco – reí.
  • Parece que tuviste un buen sueño – sonrió – se te ve de buen humor.
  • Durará poco, ya lo verás – cerré los ojos suspirando – ¿cuánto llevas despierto?
  • Un rato – respondió – me desperté por los pinchazos del pecho.
  • Oh, claro – me levanté de inmediato – iré a preparar el desayuno y a por algún anti-inflamatorio – me puse las zapatillas y me recogí el pelo en una coleta – ¿algo que se te antoje para empezar bien el día? – sonreí.
  • Sorpréndeme – rodó los ojos.
Salí dando saltos por la escalera y llegué a la cocina. Cogí una bandeja y la llené de los dulces que fui encontrando. Ensaimadas, brownies, cookies, croissants, y magdalenas. Puse dos vasos de cristal y un bote de zumo de naranja sobre la bandeja. Antes de se me olvidara tomé una pastilla igual a la de la noche anterior y subí arriba. Dándole un ligero golpe a la puerta con la cadera, abrí y entré en mi cuarto. Zayn rió al ver el montón de comida.
  • ¿Pretendes que pierda la forma ahora que no puedo ir al gimnasio? – se mofó.
  • No creo que eso pase – dejé la bandeja en mi escritorio y me acerqué a él – Tienes que incorporarte – Zayn puso las manos sobre el colchón para apoyarse y alzarse. En cuanto vi su esfuerzo lo paré – Mejor quédate ahí – le volví a acomodar la almohada, cogí la bandeja y la puse en el centro de la cama mientras me sentaba a su lado – ¿Qué te parece si te doy de comer, eh? – reí.
  • ____ … – gimió.
  • Calla – abrí un paquete de brownies y metí uno en su boca – ¿tienes hambre, Zayn?
  • Bastante. Pero quiero zumo – dijo tímido. Serví un vaso sonriente y me aproximé a él para acercárselo a los labios mientras levantaba un poco su cuello – Gracias – respondió.
  • No hay de qué, Zayn – di yo otro trago y mordí un croissant.
  • Serías buena enfermera – dijo sonriente.
  • ¿Y trabajar con Rebecca? Ni loca – negué varias veces con la cabeza.
  • Nunca me has dicho que pretendes hacer profesionalmente – se interesó.
  • Me gustaría estudiar varios idiomas, ya sabes, francés, alemán, español … y después viajar a Europa, primero a Reino Unido para escuchar ese elegante acento británico – sonreí en mi ensoñación – Después trabajaría en turismo – me encogí de hombros.
  • Suena entretenido – le di un bocado de croissant – pero me gusta mi enfermera personal – dijo pícaro.
  • ¿Crees que deberíamos ir al hospital para que te revisen las vendas y las fracturas?
  • No quiero volver allí. Zumo – pidió. Le acerqué el vaso de nuevo.
  • Entonces, ¿pretendes quedarte aquí hasta que no te duela?
  • ¿Pondrías alguna objeción? – torció los labios en esa sonrisa tan suya.
  • Yo no – respondí – pero seguro que Justin, sí.
  • ¿Ahora piensas obedecerlo? – alzó las cejas.
  • Nunca he obedecido a nadie, Zayn. Siempre he hecho lo que me ha dado la gana y eso exaspera a mucha gente a mi alrededor, incluido Justin – me burlé.
  • Eres una chica muy mala – asentí riéndome. Después suspiré nostálgica – ¿qué pasa?
  • Hacía tiempo que no tenía una conversación tan … normal.
En ese momento tocaron al timbre. ¿Quién sería? Zayn y yo nos miramos serios. Me deslicé en la cama para ponerme las zapatillas y bajar a ver.
  • Ten cuidado, ____. No abras sin mirar bien quién es.
Asentí y salí sin cerrar la puerta. Al asomarme vi a Justin. Suspiré aliviada por un momento. Después me invadieron los nervios. ¿Qué quería ahora? “Obviamente no dejarte demasiado tiempo a solas con Zayn” contestó la diablesa de lo más profundo de mi ser.

Abrí la puerta de par en par. Justin llevaba una camisa de tirantes blanca con unos vaqueros muy casuales. Esta vez no le faltó la gorra de los Yankees.
  • Un día caluroso – sonrió deslumbrante quitándose la gorra y poniéndose la visera hacia atrás – ¿puedo pasar?
  • Claro – me aparté de la entrada. Él entró de una zancada – Zayn está arriba – avisé antes de nada. Justin me echó una mirada asesina.
  • Bien, pues ya puede irse – saltó.
  • No es tan fácil, no puede moverse bien por sus costillas.
  • Ese tío es un inútil – chasqueó.
  • Ten cuidado – escuchamos una voz detrás de nosotros – el tío inútil sabe manejar armas tan bien como tú – dijo Zayn terminando de bajar las escaleras.
  • No me amenaces – murmuró Justin con veneno mirándolo con ganas de matarlo.
  • ¡Basta chicos! – clamé – ¡No vais a discutir en mi casa! – me volví a Zayn – tú, ¿cómo se te ocurre levantarte de la cama? Necesitas reposo, así que o te estás quieto o te llevo al hospital para que te ingresen – advertí. Me giré a Justin quién tenía una sonrisa burlona – y tú no te rías de una mierda – enseguida se puso serio – llama antes de venir, sino no te abriré la puerta la próxima vez, y no te metas con él – señalé a Zayn – ahora, ¿a que has venido?
  • Tengo que enseñarte algo – contestó serio – Vístete, te llevaré a un sitio.
Me volví a Zayn. Él miraba a Justin fijamente. Desde luego, no se quería mostrar débil delante de su oponente. Hombres … estúpidos machos que querían mostrar su gran hombría delante de cualquiera; esta vez era yo la digna del ridículo espectáculo.
  • Zayn – lo llamé, enseguida me miró con su mirada serena – ¿que vas a hacer?
  • Iré a mi casa. Le diré a mi abuela que me di el alta.
  • Bien – Justin me cogió del codo – vámonos – me sacudí.
  • ¡Quítate esa maldita costumbre de tirar de mí! Ve a tu coche, ahora voy yo.
Justin apretó la mandíbula irritado. Tragó saliva y salió dando un portazo a la calle. Me encogí por el golpe brusco que provocó.
  • No sé como lo aguantas – bufó Zayn.
  • Es algo irritable – me encogí de hombros – Obviamente no soporta verte conmigo. Voy a vestirme. Después bajo con tu camiseta y te ayudo a ponértela. Espera aquí.
Subí corriendo. Me puse un pantalón negro y una camisa amarilla pálida que se ajustaba a mis curvas. Junto a unos zapatos negros, altos y con plataforma. Reorganicé mi pelo en una coleta alta dejando algunos mechones libres. No me molesté en maquillarme. Tenía prisa. Cogí mis gafas de sol para ocultar mis posibles ojeras.

Alcancé la camisa de Zayn y bajé con cuidado de no tropezar las escaleras. Zayn me esperaba apoyado en la puerta de la entrada, erguido, respirando despacio y con los ojos cerrados para relajarse. En cuanto los abrió me miró entera.
  • Te ves muy sexy – me sonrojé.
  • No lo pretendía – me acerqué mostrando su camisa. Él extendió los brazos y yo metí las mangas hasta sus hombros.
  • Nunca lo pretendes – se burló.
  • ¿Tomaste tú pastilla? – encajé la camisa en su cuello y fui bajando la prenda hasta abajo. Me quedé prendada de sus ojos avellana. Él asintió a mi pregunta. Acaricié su cara raspando su incipiente barba, la cuál le daba un aspecto muy varonil – Haz reposo – le recordé.
  • Lo haré después de esto.
Zayn tomó mi cara entre sus manos con rapidez y me aproximó para besar mi boca. Dulces y suaves labios de un sabor adictivo. Corto para no desesperarme, pero suficiente para aliviar su angustia de haberme deseado durante horas y no haberme tocado ni una vez.

Cuando se separó sonrió triunfante y me tomó de la mano. Abrió la puerta y salimos juntos. Me solté para no provocar la ira de Justin. Zayn iba a dirigirse a su moto y yo al misterioso coche negro de Justin. Nos paramos el uno enfrente del otro antes de separarnos.
  • Ten cuidado – besé su mejilla pinchando mis labios con su incipiente barba.
  • Tú también – sonrió rascándose la cara – prometo afeitarme hoy mismo.
  • A mí me parece que estás muy sexy – sonreí coquetamente – pero haz lo que quieras.
Me di la vuelta y me dirigí al coche de Justin. Entré sin mirar al asiento de conductor, fijando mi vista hacia delante y revisando el espejo retrovisor para ver como Zayn se preparaba con la moto.

Justin encendió el coche y el motor rugió. Enseguida salimos de mi calle y Justin condujo rumbo a la autopista.

Parecía molesto, muy molesto. Llegaba a sentirse toda la tensión en el ambiente.
  • ¿A dónde me llevas? – pregunté para romper el hielo.
  • Sorpresa – masculló sin humor.
  • ¿Por qué estás enfadado? – dije riéndome de su pésimo estado de ánimo.
  • Porque haga lo que haga siempre lo defiendes a él – respondió irritado – Odio no tenerte solo para mí. Quisiera matarlo – se me erizó el vello.
  • Pues contrólate – bramé – y también te defiendo a ti aunque no te des cuenta. No sabes que estoy de parte de ambos. Por Dios … soy yo la que tiene que mediar en este trío. Por lo que me ha dicho Zayn vais a trabajar juntos en un plan que has trazado.
  • Odio esto …
  • Él también, y a mí tampoco – lo miré de reojo – ¿sabes que ya una vez plantaron a Zayn por ti? – el sonrío con mofa – Yo creo que él tiene más motivos que tú para que esta situación no le guste lo más mínimo.
  • No es mi culpa que Rebecca sea una mala p*ta – respondió con voz grave.
  • Así que lo sabías …
  • Claro que sí. Ese idiota vino a darme un puñetazo por “robar” a su novia. Cuando yo ni siquiera estaba interesado en Rebecca, por favor – suspiró – es algo tan estúpido.
  • Así que te pegó – reí – ¿No le devolviste el golpe?
  • ¿Por quién me tomas? – me miró con sarcasmo – Claro que lo hice, le habría dado una paliza pero no me apetecía pelear por una gilipollez así, por Rebecca, una tía que no merece la pena … lo siento mucho por Lucas, pero es que la aguanto.
  • Sí, pero no dudaste en tirártela cuando necesitabas un polvo – le recriminé.
  • Ya hemos discutido esto, ____ – me miró severamente – pero cambiando de tema, ¿no crees que Zayn simplemente quisiera salir contigo desde el principio por joderme a mí? – lo miré expectante – piénsalo, él estaba dolido por Rebecca, después nosotros tenemos problemas y él entra a la acción para conquistarte.
  • Él no es así – respondí tratando de sonar segura, Zayn realmente me quería, ¿verdad? – Zayn y yo nos conocimos por casualidad.
  • Sí, os conocisteis por casualidad – repitió – pero él ya te conocía de vista y mucha gente hablaba de ti por mi culpa. ¿Quién no dice que se le ocurriera la idea tras conocerte?
Aquel pensamiento me produjo nauseas. Tuve numerosos flashbacks desde el día en que nos conocimos. El aire despreocupado de Zayn la noche que me llevó a casa, el karaoke en el cuarto de Mike, el lago, mi cumpleaños, mi pequeño cachorro, su preocupación por mi bien estar … Sus palabras después de nuestra primera vez “Tú me haces sentir mejor persona de lo que era. Simplemente eres tú y tu forma de ser, no busques explicación … te quiero, ese el único motivo por el soy así contigo.” “Doy lo mejor de mí para hacerte feliz.” “No me voy a ir … ni aunque me lo pidasNo, todo aquello no podía ser una simple actuación. Yo le importaba, sino, no seguiría a mi lado ante el problema de MF o … ¿seguía cerca de mí por incordiar a Justin?


viernes, 29 de marzo de 2013

Capítulo 34: Nadie Juega Limpio


“Por favor, que no le pase nada” recé en mi interior. Recé en silencio sabiendo que no podría forcejear con Justin. Lágrimas calientes corrieron por mis mejillas. Agradecí que Justin no pudiera verme ya que estaba boca abajo en su espalda.

Cuando llegamos a mi coche me bajó. Puso una mano en mi cara y otra en mi cadera.
  • Tienes que irte – deslizó su mano a mi trasero y sacó la navaja del bolsillo – Parece que me has escuchado – sonrió observando la pequeña arma – No te deshagas de ella – me la devolvió – tengo que volver para ocuparme de unos asuntos.
  • ¿Vas a ayudar a Zayn? – me sorprendí. Era inimaginable.
  • Lo necesito vivo para el plan que tengo pensado – sonrió mordazmente – Conduce a tu casa.
  • Pero …
  • ____, este no es tu sitio, ¡maldita sea! ¡Haz caso por una jodida vez!
  • Bueno, entonces … – pasé mis brazos por su cuello aproximándome a él – Llámame cuando hayas llegado a tu casa – susurré.
  • Estaré bien – besó mi frente – ahora vete.
* * *
 
Había conducido todo el camino a casa sumida en mis pensamientos. Ni siquiera la música a todo volumen había podido evitar que las voces de mi mente sonaran más alto.

Estaba en coche. Apoyada en el volante y con mi cabeza escondida en mis manos. No tenía fuerzas para levantarme y salir a la calle para entrar a casa.

Zayn y Justin juntos … era imposible imaginarlo. No paraba de comprobar mi móvil. Esto era mucha presión. Zayn en aquel tugurio jugándose un montón de dinero estando herido, Justin siguiéndome hasta el jodido infierno para cuidarme, la partida de billar, el disparo … maldita sea, ¿alcanzó a alguien ese disparo? ¿Y si nadie disparó a Zayn? ¿y si Zayn también llevaba una pistola?

¿Y que demonios quería planear Justin con Zayn? ¿Era posible que trabajaran juntos? ¿Para qué? ¿Contra MF en todo caso? ¿O negocios retorcidos? Oh, mierda … ¿y si Justin iba a torturar a Zayn?

El móvil empezó a sonar. Estaba tan nerviosa que se me cayó entre los dedos. Cuando lo recuperé acepté la llamada torpemente.
  • ¡Justin!
  • Nena, estoy en el coche …
  • Oh, Dios, ¿estáis bien?
  • Nada a lo que no estemos acostumbrados – contestó. Deduje que habían peleado.
  • ¿Quién contra quién? ¿A quién dispararon? Dime que no estás muy herido – rogué.
  • Yo estoy bien, tan solo me di de puñetazos en el bar con unos imbéciles. El disparo lo hizo Zayn, pregúntale tú que pasó, va a tu casa … armado – agregó.
  • ¿Habéis hablado? – pregunté dudosa.
  • Cruzamos unas palabras – dijo sin darle la menor importancia – ¿Cómo estás tú?
  • Bien … impactada, pero bien – admití – ¿Qué vas a hacer ahora?
  • Tengo asuntos pendientes. Te llamaré mañana – musitó – Ten cuidado con Zayn.
Colgó. ¿Qué tuviera cuidado? ¿Qué se creía? ¿Qué Zayn iba a pegarme un tiro a mí? O … “Quizás esté preocupado por lo que hagas con Zayn, idiota. Recuerda que es un celoso nato” Me dice la diablesa interna. Me encogí de hombros. Ya estaba más relajada. Yo jamás me tendría que cuidar de Zayn … Con todo lo que había pasado me di cuenta de que él, aparte de mi novio, había sido un amigo en quién confiar que me apoyó en todo momento. Lo echaba de menos …

Sin esperarlo, alguien dio unos toques en la ventanilla del coche. Me sobresalté. Al mirar fuera vi a Zayn echando su peso sobre mi coche. Salí inmediatamente. Él apenas se podía mantener en pie. Unos metros más allá vi su moto, ¿cómo pudo conducirla en su estado?
  • ¿Tú también peleaste? – pregunté pasando sujetando su brazo y pasándolo por mi cuello.
  • No pude evitarlo – caminamos hacia mi portal – no debiste venir …
  • ¿A quién disparaste? – lo ignoré – Me dijiste que me fuera por eso, ¿no?
  • Muy perspicaz … No eres la clase de chica que aguantaría ver a alguien sangrando – respondió – No es algo bonito, por eso te dije que te fueras.
Abrí la puerta de mi casa y caminamos hasta el salón. Lo ayudé a sentarse en el sofá y me puse frente a él tendiendo la mano.
  • Dame la pistola – exigí moviendo mis dedos.
Zayn se removió en el sofá y sacó el arma del borde su pantalón. Yo saqué mi navaja y dejé ambas armas en la mesa. Vi la expresión de sorpresa de Zayn al sacar el cuchillo.
  • Aún hay cosas que hablar – me senté a su lado.
  • ____, ya no soy tu pareja – musitó.
  • Lo sé – susurré – pero no mentí cuando confesé que me importas.
  • Tanto como te importa Justin – bufó. Vi su expresión de dolor por sus costillas.
  • Te daré alguna pastilla – me levanté dirigiéndome a la cocina.
Preparando en una bandeja un sándwich, una pastilla y un vaso de agua, estuve pensando en mi pasado. En lo más grave de mi pasado. Zayn siempre era el primero en confesarme el suyo, yo tenía que decirle lo mío. No podía ocultárselo más, sino no estaría cómoda con él. Pero también necesitaba saber que había pasado esa noche. La angustia me carcomía.

Acercándome a su lado, le dejé la bandeja en sus piernas.
  • Es de pavo – le sonreí – para que no tengas el estómago vacío con el medicamento.
  • Gracias – dio un bocado al bocadillo.
  • ¿Disparaste? – señalé la pistola sobre la mesa.
  • Sí – contestó con voz ronca.
  • ¿Era tu plan desde el principio? – me miró extrañado – me refiero … sino hubieras tenido el dinero de la apuesta, ¿los hubieras matado? – dije achicando mi voz.
  • No maté a nadie, ____. Nunca lo he hecho … mis delitos son menores.
Lo contemplé. ¿Qué debía estar pensando él? Estaba loca … Realmente había un gran lado de Zayn que no conocía, pero no tenía porque desconfiar por completo de él … después de todo, Justin no vacilaba a la hora de hablar sobre deshacerse de cualquiera que se interpusiera en su camino.

Después de todo sería muy hipócrita por mi parte, yo misma había quitado una vida.
  • Yo sí … – dije en un murmullo que nadie podría escuchar.
  • ¿Qué? – Zayn dio un trago de agua junto a la pastilla y volvió a comer el sándwich.
  • Yo … y-yo – mis palabras se trabaron – lo maté – chillé histérica – yo … Oh, Dios mío.
No podía soportar su mirada. Ni siquiera había visto su rostro, era incapaz de levantar la cabeza. ¿Por qué lo había soltado así? ¿Por qué no había medido un poco más mis palabras? ¿Por qué no lo precaví de que mi pasado también era horroroso?

Me levanté. Una vez más huí de que nadie me viera sufrir. ¿Estaba mal no sentirme culpable de la muerte de Zac? Él me quería torturar y matarme a mí y a Justin. Tan solo me defendí … Yo no tenía la culpa de que quisiera vengarse, ¿o sí? ¿Por ser una jugadora contra el sexo opuesto? No, tampoco fue para tanto. Se pudo sentir rechazado, ¿lo humillé? Bueno, podría haberlo dejado pasar como el resto, o vengarse … ¿pero matarme no era demasiado? “Pues claro” saltó mi subconsciente.

Había llegado a mi cuarto. A pesar de todo me sentía mal.

Me tiré a la cama queriendo olvidar lo que acababa de confesar. Queriendo rebobinar y encontrar la manera de cambiar mi asqueroso pasado.

La puerta de mi cuarto se abrió enseguida de que me había acomodado en la cama en posición fetal. Zayn se colocó frente a la cama y se puso en cuclillas frente a ella. Tomó una de mis manos entre las suyas. Sus ojos estaban caídos en pena … ¿lástima? Me solté de él y escondí el rostro en la almohada.
  • No creo que seas una asesina – se sentó en el suelo apoyado contra la cama dándome la espalda – Te conozco … tienes demasiado buen corazón como para quitar una vida y quedarte tranquila. Por mucho que el otro lo mereciera, tú te torturas porque hiciste algo que está mal en la sociedad, pero lo único que hiciste fue actuar por instinto de supervivencia. ¿Me equivoco? – tumbó el cuello mirando el techo.
  • No – musité al cabo de unos segundos – Zac … el psicópata que me acosaba … quiso abusar de mí y después matarme … Justin me quería proteger, le iba a dar un tiro pero yo se lo impedí porque no quería ver aquello. Estaba horrorizada. Justin se detuvo y se puso a mi lado. Después … Zac recogió una pistola del suelo, creíamos que apenas se podría mover. Pero lo vi apuntar hacia nosotros y no dudé en coger el arma de Justin para acabar con toda aquella mierda. Cuando vi toda la sangre entré en shock.
  • ¿Pensabas contármelo antes de que supieras que soy un pandillero?
  • Sí … quería hacerlo. Pero no sabía como – me senté en la cama cruzando las piernas y mirando mis manos – Creo que tú también conoces esa sensación.
  • Te hubiera contado mi pasado con el tiempo, ____. Pero Justin se adelantó.
  • ¿Has hablado con él? – pregunté llena de dudas.
  • Sí – contuve el aire. Zayn iba a explicarme mucho más que Justin – al parecer tenemos en común que nuestra máxima prioridad es protegerte. Ha hecho un plan muy retorcido contra tu acosador – suspiró – es muy astuto.
Sin darme cuenta el orgullo invadió mi organismo. Justin era realmente inteligente a la hora de moverse contra sus enemigos. Su único punto débil era su irritabilidad. Algo que lo descontrolaba.
  • ¿Y bien? – pedí que especificara.
  • No te voy a contar toda su mierda. Es mejor que no lo sepas. Él también está de acuerdo en esto … – sonaba resignado.
  • Odias trabajar con él – aventuré – No tienes que hacerlo.
  • ____, esto no es solo un plan para deshacernos de MF – se levantó del suelo y se sentó en el borde de la cama – esto es una batalla entre nosotros dos para ganarte.
  • No soy un trofeo – advertí tumbándome boca arriba. Zayn me miró a los ojos después de mucho tiempo – ¿te duele el pecho?
  • Tengo cinco costillas rotas, ¿qué crees? – rió en medio de toda esa tensión.
  • Ven aquí – di unos golpecitos sobre el colchón – deberías reposar.
Me miró receloso. Me di cuenta de que apenas podía moverse sin hacerse daño. Me levanté para ponerme frente a él y tras agacharme le quite los zapatos.
  • Me sorprende que hayas jugado al billar y conducido la moto en tu estado – le dije – a este paso no te vas a recuperar en mucho tiempo.
  • Culpa a la adrenalina. Mi nivel de excitación y alerta en las últimas horas ha sido terriblemente alto y por ello olvidé el dolor parcialmente.
No dijo nada más. Simplemente alzó los brazos indicándome que le quitara la camiseta. Enredé mis dedos en los bordes de la ajustada prenda y la subí por encima con cuidado hasta que quedó su torso a la vista. Estaba envuelto en vendajes. Aun así, se marcaban sus pectorales y abdominales. Lo ayudé a tumbarse despacio sobre la cama y le acomodé la almohada.
  • Justin confía en que me quede esta noche contigo porque sabe que no va a pasar nada debido a mi estado – se burló de sí mismo – si estuviera en forma querría darme una paliza para que no pudiera volver a acercarme a ti.
  • Justin es idiota en muchos aspectos – me reí – pero te equivocas … él no te pegaría. Le dejé claro que estoy de tu parte, por lo que tiene las de perder si recurre a la violencia. Por otro lado, la decisión de con quién quiero estar es mía. Que os peléis entre vosotros no sirve de nada … por algo se alió contigo a la hora de ir contra MF, porque podría haberlo hecho con sus amigos como hizo la última vez.
  • No me fío lo más mínimo de él – respondió.
  • Haces bien – admití – Nadie juega limpio en este territorio – me di la vuelta para coger mi pijama colgado tras la puerta – Voy a cambiarme de ropa – le di un último vistazo – Ahora vuelvo – salí de mi dormitorio hacia el cuarto de baño.
“Bien ____, le has confesado el último de tus secretos y no se lo ha tomado mal. De hecho, una vez más te ha consolado” pensé en mi interior mientras me lavaba la cara para refrescarme.

Me miré al espejo. Estaba irreconocible desde mi punto de vista. Me veía horrorosa … Me puse rápido el pantalón corto y la blusa de tirantes que usaba como ropa de dormir.

Recogiendo mi pelo en una coleta baja por el pasillo abrí la puerta de mi cuarto.
  • Aún no me has contado en que lío estás metido – le recordé – y tú ya lo sabes TODO – hice énfasis – sobre mí – me aproximé a la ventana y cerré la persiana un poco.
  • Narcotráfico – dijo brevemente – hace tiempo traficaba con drogas – luché por mantener mi rostro neutral. Zayn yacía en la cama. Podía notar la subida y bajada de su pecho – Nunca consumí, por si te lo preguntas. Tan solo fumo para relajarme en momentos de tensión … de hecho, me vendría bien uno ahora.
  • No vas a fumar en mi cuarto – le anuncié. El torció los labios – ¿cómo esquivabas a la policía? Todo eso no es tan fácil.
  • Soborno, sitios secretos de encuentro … ¿por qué crees que es tan difícil salir de las pandillas, ____? Tengo mucha información que no conviene que esté fuera de esa sociedad.
  • Pero si hablases tú también estarías en problemas, tú también fuiste un delincuente.
  • Eso no les importa, soy una amenaza. Además, este último año he estado apartado pero me han estado buscando por … un cargamento que perdí. Miles de dolares tirados a la basura. Podrían haberme matado en aquel entonces, pero verme sufrir por la muerte de mis padres pareció satisfacerlos más, aparte de darme una tremenda paliza.
  • ¿Y por qué vuelven a buscarte ahora?
  • Por ti – dijo bruscamente.
Mi pulso se aceleró. ¿Por mí? ¿Qué tenía que ver yo con toda su mierda si yo no lo conocía cuando se metió en ese problema? ¿Había más gente tras de mí? ¿Por eso había tanta expectación en el bar mientras jugábamos? ¿Qué estaba pasando?

Sentí que empezaba a marearme. Me puse sobre la cama. Hacía muchísimo calor en el ambiente por el verano, sin embargo yo me sentía fresca, helada.
  • ¿Qué tengo que ver con tus problemas? – me tumbé a su lado encogiendo las piernas mirando su perfecto perfil.
  • Todo se remonta a Justin Bieber – empezó – es el gangster más reconocido en doscientos kilómetros a la redonda. Justin siempre fue impasible. Nunca le ha temblado el pulso para apretar el gatillo. No teme a iniciar una maldita pelea o a reírse en la cara de cualquiera. Recuerdo que la primera vez que lo vi, su mirada me produjo escalofríos. Tiene la misma edad que yo y pareciera que tiene treinta años de experiencia callejera – Parecía que nadie supiera sobre la espantosa niñez de Justin – Nadie sabe de donde llegó – confirmó mis pensamientos – pero siempre se ha impuesto valientemente sin temor a la muerte, como si no le importase lo que pudiera pasar – hizo una pausa – ahí entras tú.
  • No lo entiendo …
  • Ssh – me instó – se empezó a rumorear que el duro y mujeriego Justin salía con una chica que no tenía nada que ver con ese mundillo. Eras todo un misterio. Se te veía pocas veces con él, pero todos decían que estabas jodidamente buena y que Justin te tenía bien pegada a su lado. El que se pasaba mirándote acababa con uno o los dos ojos morados tarde o temprano – me sorprendí. No tenía idea de eso – Después hubo noticias de que habíais discutido en público – recordé el Amawitz's – Y Justin desapareció. Fue obvio cuál era el punto débil de la persona que había jodido a demasiadas pandillas. Justin actuaba solo o con sus dos amigos. No entiendo porque te llevaba con él a esa mierda de sitios – suspiró.
  • Porque yo siempre insistía – expliqué – yo … era muy celosa, siempre había muchas ofrecidas que coqueteaban con él.
  • Da lo mismo. Te expuso – dijo con rencor – La gente lo odia y por hacerle daño te harán daño a ti. Eres un blanco fácil, ____. Muchos están a la espera de verte sola o desprotegida.
  • Vale – musité – eso lo entiendo. ¿Pero dónde demonios encajáis tú y tus problemas con mi historia con Justin?
  • ¡Soy el peor enemigo de Justin, ____! ¿No te das cuenta de que me he metido con su punto débil? Si de por sí por mirarte mandaba a dar una paliza a esa gente, ¿que no me haría a mí?
  • Si, ¡¿pero que les importa ellos?! – me exasperé.
  • Les importa que nos matemos entre nosotros. Tanto Justin como yo tenemos enemigos comunes y tú eres la pieza más importante de nuestras vidas. Si te pasara algo nos derrumbaríamos. Claramente nos vengaríamos pero … mira da igual. Tienes que darte cuenta de que eres la clave y la excusa de muchos ataques – me observó serio.
  • Me estás diciendo que tenga cuidado porque los tres estamos en severos problemas y todo depende de como actúe yo – adiviné. Zayn asintió – y dime, ¿cuál es el modo de resolver todo esto? Habrá alguna solución, ¿no?
  • Justin cree que es primordial ocuparse de MF. La gentuza de las pandillas son lo de menos si uno de nosotros anda cerca de ti.
Cerré los ojos asimilando toda la información recibida. Adiós definitivo a mi intimidad. Iba a estar por bastante tiempo acompañada simplemente por dos chicos y a todas horas. Dos chicos que se odiaban pero que debían trabajar juntos para conseguir su objetivo. Dos chicos a los que amaba. Dos chicos que arriesgaban sus vidas por mí. Y solo podía elegir a uno de los dos.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Capítulo 33: Bonito Espectáculo


A medida que me adentraba en las temerarias calles de aquel espantoso barrio, venían a mi cabeza las palabras de Justin. “Tienes que valorar y cuidar antes tu vida que la de un desquiciado que quiere hacerte daño”. En esos momentos no vendría mal algo con lo que defenderme … Miré la guantera. Sabía que ahí tenía una navaja por la última vez que había ido de picnic con Zayn … La dejamos ahí por si se nos olvidaba llevar cuchillo alguna vez para cortar la comida que lleváramos.

Aparqué en un sitio escondido. Miré mi atuendo. Pantalones cortos y una camiseta en pico. No podía ser más veraniego, sin embargo me sentía expuesta para los amenazantes ojos que asomaban por allí. Tenía que aguantarme. Estúpido Justin, tenía que obligarme a actuar de esta manera tan desesperada … Agarré la navaja y la metí cerrada en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Caminé mirando hacia todas partes. Pendiente de que no me siguieran y de ver a Zayn en cualquier parte. “Oh, Dios … que locura has hecho viniendo aquí, ____. Este podría ser el territorio perfecto para MF si está al acecho”.

Calles solitarias. Iba a oscurecer en cuestión de tiempo. Ese momento me recordaba tanto a aquella noche en que me quedé a la aventura al salir de Amowitz's y rompí con Justin.

Alguien me cogió de la muñeca. Chillé. No me había dado cuenta de cuán aterrorizada estaba hasta que solté aquel grito.

Me giraron de sopetón y pusieron una mano sobre mi boca.
  • En la vida vuelvas a escapar de mí como lo hiciste – me advirtió – Nunca más.
Asentí con energía. Mis ojos estaban abiertos como platos. Su mano dejó de presionar mi boca y pude suspirar de alivio.
  • Gracias por venir – dije arrepentida.
  • Dijiste que no soy un super-héroe, ____. Y tienes razón, no voy a ser siempre, “Justin al rescate” – me acusó con la mirada – ¿estás bien?
Asentí cabizbaja.
  • Tengo que encontrar a Zayn, Justin – musité.
  • Entra en aquel bar – señaló un local con luces medio fundidas – Más de una vez visité este sitio y me encontré con él – explicó. Lo miré confundida.
  • ¿Me vas a dejar ir sola? – me extrañé.
  • Por supuesto que no – dijo serio – tú entras primero, yo iré detrás de ti. Estaré jugando una partida de poker. Si no encuentras a ese imbécil regresas conmigo, ¿entendido?
  • ¿Por qué me ayudas con esto? Odias a Zayn.
  • No sabes cuanto – bufó – pero vas a hacer esto con o sin mi ayuda. No me arriesgaré a que corras peligro – sacó la pistola de su pantalón, di un paso atrás instintivamente – Vas a tener que confiar en mí y en esta belleza de arma.
  • No te metas en problemas, evítalos. No busques problemas por hacerte el chico duro.
  • Entra allí – señaló el local con la barbilla haciendo caso omiso de mi súplica.
Abrí la puerta del apestoso bar. El panorama era idéntico al que solía ver cuando salía con Justin en el pasado. La realidad me golpeó. Zayn tenía la misma vida que Justin … no eran tan distintos el uno del otro, ¿o sí?

Hombres jugando a cartas en unas mesas, otros en billares, mujeres alrededor de los hombres. Bailarinas poco cubiertas sobre un escenario. Música ambiental bastante por encima de lo normal. Miré más. No podía quedarme ahí parada mucho rato. Empezaría a llamar la atención por asomarme en la puerta por tanto tiempo.

Caminé hacia la barra. Un chico se encargaba de servir las bebidas. Miré más y más caras de mi entorno. El camarero se puso frente a mí.
  • ¿En qué puedo servir a una belleza como tú? – flirteó el chico conmigo.
  • Ponme un ron con Coca-Cola – pedí firme.
  • Enseguida, preciosa – sonrió coquetamente.
Rodé los ojos. Al tiempo que giraba mi cara para evitar ver al pedante camarero, la figura de Zayn llegó a mi campo de visión. Miré a las otras mesas. Justin acababa de sentarse para empezar un juego de cartas. Les deseaba suerte a sus contrincantes.

Volví la vista hacia donde había visto a Zayn. Mierda … lo había perdido. Miré al camarero, mi bebida ya estaba servida. Di un trago para aliviar mi reciente sequedad, producto de los nervios.
  • ¿Qué haces aquí?
Su susurro en mi oído me produjo una corriente por toda la espina dorsal. Me giré hacia él con mi bebida en la mano. Zayn había dejado su barba crecer. Le quedaba realmente sexy. Me sorprendí al verlo con un cigarrillo entre los dedos.
  • ¿Fumas?
  • De vez en cuando – se encogió de hombros – Te lo repetiré, ¿qué haces aquí?
  • Saliste del hospital antes de tiempo, no contestabas a mis llamadas, has mentido a tu abuela … algo andaba mal. Vine aquí por una corazonada.
  • ¿Crees que no he visto a Justin? – me tensé – Todos en este sitio lo conocen. En cuanto entró se enteró toda la clientela. Algunos se han ido ya para no tener problemas – bufó torciendo los labios en una sonrisa irónica – ¿Por qué has venido de verdad?
  • Porque me importas – contesté segura de mí misma – Justin me siguió para protegerme, yo no le pedí que viniera conmigo. Vine por ti – aclaré.
  • Zayn, colega – se acercó un hombre mayor poniendo su mano sobre su hombro – ¿quién es esta chica? Tenemos que empezar el juego. ¿Encontraste tu acompañante?
  • Dame un momento – masculló Zayn de mala manera.
  • Yo seré su acompañante – dije en un impulso. Ambos hombres me miraron sorprendidos – ¿Billar o cartas? – procedí.
  • Billar – contestó el hombre riéndose mientras se marchaba.
  • ¿Pero qué te pasa? ¿Sabes cuánto dinero he apostado con esa gentuza? – señaló la mesa de billar donde se preparaba el juego – No te metas en mis jodidos negocios, ____.
  • Estás en un buen lío, ¿cierto? Por eso te diste de alta antes de tiempo – me miró con severidad – No debiste venir aquí, tus costillas están frágiles.
Zayn cogió mi mano y tiró de mí hacia la mesa de billar mascullando maldiciones. No le gustaba nada que me metiera en su vida.

Dos hombres nos esperaban apoyados en la pared junto al billar. Zayn cogió un palo y me lo tendió.
  • Intentaré hacerlo todo por ti, por favor, no hagas ninguna tontería – me avisó.
  • Soy buena con esto, sino no me hubiese ofrecido – cogí el palo y empecé a ponerle tiza en el extremo – después me contarás el lío en que estás metido con pelos y señales – lo miré.
  • Ya no somos nada, ____.
Sin importarme su rechazo hacia mi presencia y mi interés en él, me erguí y desvié la vista hacia los dos hombres riendo mientras nos miraban. Obviamente pensaban que ya tenían la partida ganada porque yo era la acompañante de Zayn. Uno de ellos hizo una reverencia teatral para indicarme que iniciara el juego.

Me aparté de Zayn y quité el triángulo de las bolas ya organizadas. Me incliné y coloqué el palo entre mis dedos. Calculé mi fuerza, eché el palo varias veces hacia delante y hacia atrás hasta que golpeé la blanca y produjo el desorden de todas las demás.
  • Elegimos lisas – dije con firmeza.
Todos asintieron serios. No sabía porque empezaba a sentir las miradas de muchas personas sobre mi nuca. No quería descentrarme. Seguí mi juego poniéndome en otro extremo de la mesa para golpear mi siguiente objetivo. Había dos bolas fáciles. Realmente había tenido mucha suerte con mi primer golpe. Sin mucha complicación metí la roja y la amarilla.

Me incorporé para mirar como había quedado el resto del juego.
  • ¿Cuál es tu siguiente bola, ____? – preguntó Zayn con precaución.
  • La naranja – opté.
Asintieron. Los rostros de los dos hombres se tornaron más serios. “Estúpidos machistas. ¡Mirad como os machaca una chica!” pensó mi diablesa interna soltando chispas.

Volví a inclinarme sobre la mesa. Comprobé que el juego de los rivales había quedado muy fácil tras lo movimientos de mis jugadas. Miré la bola blanca y la naranja. De forma estratégica le di a la blanca para golpear una de las bolas rayadas que desordenó otras dos que estaban cerca de los agujeros. La naranja también se movió, sin embargo no entró. Quedé satisfecha. Apoyándome sobre el taco me dirigí a los dos hombres.
  • Vuestro turno – mi tono fue impasible.
Zayn se aproximó a mí por detrás protegiéndome de las miradas de parte del público. ¿Tan extraño era esto? No entendía porque había tanta expectación. Sin prestar atención a las jugadas del contrario, me volví a Zayn.
  • ¿Cuánto dinero jugamos?
  • Mis deudas – dijo rápido – más unos tres mil dólares – tragué saliva – lo has hecho muy bien. Parecías muy segura – dijo contemplando el juego del hombre.
  • No es la primera vez que estoy en un tugurio como éste – informé.  
Zayn asintió. El peso de la mirada Justin picaba en mi nuca. Lo miré, él enseguida volvió la vista a sus cartas y prosiguió con su apuesta. El hombre que nos había retado ya había metido tres bolas, a la siguiente falló. Zayn se acercó y continuó el buen juego que le había dejado.

Primero la naranja, seguida de la azul y la morada. Nos quedaban la marrón y la verde. Coló la verde, pero cometió falta al meter también la blanca.

El otro hombre siguió colando bolas, se le notaba un experto. En pocos golpes introdujo el resto de sus bolas. Solo le quedaba meter la negra y falló en su puntería. Zayn suspiró aliviado. Sin embargo, era mi turno de nuevo y tenía que meter tanto la verde como la negra, sino … podíamos confiar en que el otro tipo metería la negra y perderíamos.
  • No tienes todo ese dinero, ¿verdad? – mascullé nerviosa.
Simplemente negó con la cabeza. Por primera vez miré a todo mi alrededor. Cogí el vaso de refresco que antes había dejado y me lo terminé rápido.

Simulando valentía, me acerqué firme a la mesa y eché mi peso sobre ella para dirigir mi golpe a la verde. Inspiré y expiré varias veces concentrándome en mi puntería y en la fuerza necesaria. Era un tiro complicado. “Peores situaciones tuviste alguna vez” advirtió mi subconsciente. Me acordé de mis jugadas con Justin, Johnny y Lucas … tenía práctica en esto. Solo tenía que sentirme segura de que podía conseguirlo.

Golpeé, la bola verde y entró limpiamente. Solo quedaba la negra. No quería mirar a nadie. La intimidación era una técnica bastante común.

La posición entre la blanca y la negra eran muy distantes. Era difícil trazar una sola recta para hacerla entrar en un hoyo. “Traza varias” rió el diablillo.

Contemplé mis posibilidades. Podía golpear la blanca contra un borde para que rebotara y le diera a la negra. Era eso o nada. Si no funcionaba no sabía la que se iba montar ahí.

Zayn no tenía dinero y esos tipos no tenían pintas de buenos amigos. Peleas callejeras. Volví a tragar saliva. El peso de la navaja en mi bolsillo me recordó que podía protegerme en caso de urgencia.
  • Vamos allá – dije más alto de lo que esperaba.
La expectación alivió su tensión con una leve risa. Maldita sea … me prestaban demasiada atención. Me puse en posición para realizar mi plan.

Miré a Zayn inclinada sobre la mesa. Tenía toda su fe puesta en mí. Justin estaba tras él. Esta vez no rechazó mi mirada. Asintió hacia mí. Seguridad en mí misma me arrolló.

Calculé el ángulo. Se acabó. Golpeé el centro de la blanca. Se produjo un fuerte sonido. La bola revotó en el borde de la mesa y dio de pleno a la negra. La negra se movió hasta quedar en el borde el agujero. Mis ojos se desorbitaron. “Esto no puede estar pasando” pensé. La bola había parado en el filo del hoyo.
  • ¡Mierda! – clamé como si estuviera sola.
Di un golpe en el suelo con el palo. Sin saber muy bien como, la vibración de ese golpe fue tan fuerte que llegó a la mesa y la negra entró.

Quedé boquiabierta. Zayn me rodeó por detrás apretando mis propios brazos. ¿Habíamos ganado?

Una pequeña multitud explotó en aplausos y silbidos.
  • Será mejor que salgas de aquí – susurró en mi oído – Me has salvado el culo pero ahora estás tu en peligro. Sal de aquí. Justin te seguirá.
  • Tengo que hablar contigo – dije sin darme la vuelta.
  • ____, hazme caso y vete a casa – dijo con calma – Iré después.  
Sin mirarlo a la cara para que nadie analizara nuestras acciones me liberé de sus brazos. Me dirigí a la puerta sin saber muy bien lo que estaba pasando. Zayn estaba herido. No podía irme así sin más. Me quedé apoyada en la pared del local en la calle. La puerta se abrió. Llevé mi mano al bolsillo trasero de mi pantalón para sacar la navaja. En cuanto vi a Justin me detuve.
  • Bonito espectáculo el que hiciste. Ahora vámonos antes de escuches uno más espantoso – me cogió del codo y tiró de mí. Me sacudí.
  • Estoy harta de que tires de mí, se caminar por mis pies, ¡y no me muevo de aquí sin Zayn!
  • Escúchame ____ – me señaló con su dedo índice – Hoy no me desafías más. He dicho nos vamos, y nos vamos ahora mismo.
En ese momento se escuchó un disparo dentro del bar. Grité asustada. Justin no se lo pensó dos veces a la hora de cogerme de la cintura y colocarme en su hombro, como si fuera un saco, una vez más en el día.
  • ¡No! – grité – Justin, Zayn está ahí dentro. Tenemos que ayudarlo. – Justin hizo caso omiso a mis palabras y caminó por donde habíamos venido – ¡Zayn! – chillé desolada.

Capítulo 32: Tu Vida Peligra de Nuevo


Justin conducía concentrado su elegante deportivo. Podía darme el lujo de mirar su perfil una vez más. Sus duras facciones, su marcada mandíbula, su mirada fija en la carretera, con un brazo extendido hasta el volante y el otro hacia los mandos. Sus labios tensos y el subir y bajar de su pecho me distraían. Se mostraba tranquilo, pero podía notar que algo carcomía su conciencia.
  • ¿Quieres dejar de mirarme?
Su tono irritado me sobresaltó. Me removí en mi asiento y mire a través de la ventanilla. El paisaje cambiaba a gran velocidad. Él seguía molesto conmigo. Justin era incapaz de entender el porqué de que siguiera pensando en Zayn.

En el reflejo del cristal vi a Justin mirarme de reojo a mis espaldas.
  • ¿Qué es lo que te preocupa? – pregunté sin volverme a él.
  • No me has hablado de los ataques del psicópata … es como si esta vez no le dieras tanta importancia. Como si no fueras consciente de que tu vida peligra de nuevo.
Volví la vista atrás. Cuando me estuvieron acosando por teléfono por primera vez me desesperé y estuve solo pendiente de que Justin me cuidara. Las consecuencias fueron que él se involucrara demasiado y acabáramos tan mal como acabamos, él sintiéndose culpable de mis desgracias y yo desolada ante su abandono.

Quizás en esta ocasión me sintiera más segura de mí misma, no tenía tanto miedo por las cartas, sin embargo el intento de secuestro empezaba a atemorizarme.
  • No quiero que te vuelvas loco como la última vez …
  • Sabes que te ayudaré de cualquiera de las maneras, ____. Necesito que me digas cuáles fueron sus movimientos mientras yo no estaba – su tono era áspero.
  • Solo me mandaron notas y cartas amenazantes. Lo único que sé es que nos quiere muertos a ambos. No hay manera de localizarlo porque no me llama, no actúa directamente. Solo envía gente por él … es muy cuidadoso.
  • ¿Tienes miedo?
  • El necesario para mantenerme alerta pero poco como para empezar a llorar – me reí de mí misma – ¿y tú?
  • Mi vida es peligrosa siempre, ____. Solo que yo confío en poder poner una bala entre ceja y ceja a quién sea si me van matar … Tú por el contrario estás indefensa, eso es lo que me da miedo.
  • Sé defenderme …
  • Claro, lo comprobé cuando evité que te secuestraran – rechinó.
Se hizo el silencio. Lo miré de nuevo. Tan concentrado como acostumbraba … Era obvio que yo corría más peligro, pero Justin no era invencible.
  • Podrías llevar una pistola – sugirió.
Me erguí al instante mirándolo desconcertada.
  • ¿Estás loco? ¿Es qué tú ya no recuerdas el trauma que tuve al disparar a Zac? ¿Crees que ya me he olvidado de la maldita imagen de su cuerpo ensangrentado?
Justin frenó y aparcó en la acera de la calle. Estábamos frente a mi casa. Le sostuve la mirada. Justin estaba perdiendo la cabeza si creía que volvería a coger un arma.
  • No deberías torturarte de esa manera … lo que pasó esa noche fue un accidente – dijo calmado – Y créeme cuando te digo que evitaré por todos los medios que tengas que disparar a nadie más, pero en el caso de que alguien quiera hacerte daño … – midió sus palabras – ____, tienes que valorar y cuidar antes tu vida que la de un desquiciado que quiere hacerte daño.
Sus palabras fueron suaves. Me había hablado como si fuera una niña que tenía que entender las cosas despacio. Me sentía una niña indefensa una vez más. Usar una pistola no era mi gran sueño.

Abrí la puerta del coche y salí bruscamente. Caminé a paso rápido hasta mi puerta. Sentí a Justin prácticamente pisando mis talones.

Metiendo la llave en mi cerradura abrí mi casa y fui directa a mi habitación sin preocuparme en lo que pudiera hacer Justin en mi hogar.

Lo primero que hice fue quitarme su ropa y ponerme la mía.

Pensé en Zayn … ¿Cómo estaba en el hospital? No quería hablar con él en ese momento, pero no perdía nada por llamar a enfermería y preguntar por su estado.

Me asomé por la puerta intentando escuchar algo que pudiera estar haciendo Justin. Solo oí el sonido de voces extrañas, supuse que había puesto la televisión. Volví a encerrarme en mi cuarto y llamé al hospital.
  • Enfermera Farrel, dígame.
Sentí un escalofrío al escuchar aquella voz pronunciando su apellido. Era el mismo que el de Lucas … sí, estaba hablando con Rebecca.
  • ¿Podría decirme el estado del paciente Zayn Malik? – simulé no reconocerla. Crucé los dedos por que ella no identificase mi voz.
  • Oh, ____. Querida, creía que tú serías la mejor informada sobre Zayn – apreté mi mandíbula – Zayn no está aquí.
  • ¿Qué? – me alerté – ¿cómo que no está ahí? Él estaba herido y necesitaba reposo.
  • Sí, pero él mismo se dio el alta – contestó – No estaba muy contento … dime, ¿lo has dejado por Justin? – rió.
  • Acuérdate de que yo no soy tú, estúpida.
En ese momento irrumpió Justin en mi dormitorio.
  • ¿Qué demonios haces? – preguntó irritado.
  • Ya veo que no eres como yo – rió Rebecca – que perra, ___. Jugando con Justin y Zayn a la vez. Creo que eso es peor que yo – se burló tras la línea de móvil y colgó.
  • Argh – grité al aire – ¿quién te dio permiso para entrar?
  • Has venido aquí, ni me has mirado y me has dejado tirado en tu propia casa, ¿qué manera es esta de tratar a tus invitados?
  • No eres un invitado – lo rectifiqué – ¡eres un invasor de mi espacio!
  • ¿Invasor de tu espacio? – carcajeó – Antes te gustaba mucho que invadiera tu espacio – dio un paso hacia mí – solo por si no te acuerdas – se mofó.
Lo aparté de mí.
  • Tengo asuntos que solucionar, será mejor que te vayas.
  • ¿Te estás quedando conmigo? – alzó las cejas – Te he dicho que no me iba, voy a estar vigilándote – advirtió.
  • ¡No soy una cría para que me vigiles! ¡Y tengo que encontrar a Zayn! Así que ya te estás apartando …
Iba a pasar por su lado para salir de mi habitación, pero sujetó mi codo y me paró en el sitio. Sus ojos ardían en rabia. No tenía miedo de su ira, empezaba incluso a acostumbrarme a su cara de enfado, la veía tanto que ya me hacía gracia.
  • Me da igual en que lío esté metido ese cabrón, no vas a salir.
  • No puedes mantenerme encerrada en mi propia casa – me sacudí el brazo – y tú tampoco puedes estar aquí sin mi permiso.
  • ¿Vas a volver a amenazarme con llamar a la policía? – preguntó divertido.
  • No me obligues a hacerlo – lo miré por debajo de mis pestañas.
Su risotada me advirtió problemas. En un instante me cogió de la cintura y me puso sobre su hombro como si fuera un saco.
  • Justin, ¡bájame, maldita sea!
  • ¡No me vuelvas a amenazar!
  • ¡Que me bajes!
  • ¡No!
Justin salió de mi cuarto y empezó a bajar las escaleras. Pataleé. Su mano azotó mi muslo.
  • ¡Eh! – yo también le pegué en su trasero.
  • Oh, sí, nena – rió.
  • ¡Bájame! ¡No bromeo, Justin! – bajé el tono de voz mientras llegábamos al salón – Empezaré a gritar si no me dejas tranquila. Soy libre de salir de casa si quiero.
Justin me dejó sobre el suelo y puso sus manos en mi cara. Su frente sobre la mía.
  • Estás loca – musitó – ¿a dónde piensas ir?
Puse distancia entre nuestros cuerpos. Cogí el móvil y busqué el número de Zayn. Marqué y esperé a que me respondiera su voz. Pitido tras pitido iba perdiendo esperanzas. No me lo iba a coger por mucho que insistiera …

Colgué y llamé a Vivianne. Ella fue mucho más rápida en descolgar el teléfono.
  • Hola, ____. ¿Qué tal estás?
  • Emm, bien – contesté insegura, ¿sabría ella la situación entre su nieto y yo? Claro que no, Zayn era muy reservado – Me preguntaba si tiene noticias de Zayn. No he podido comunicarme con él y quería saber como estaba – dije con simpatía.
  • Oh, cielo, ¿a ti tampoco te responde al móvil? Yo hablé con él esta mañana en el hospital, pero estaba muy molesto y no tenía ganas de nada. Me pidió que lo dejara solo. Ya sabes como es él … necesita espacio – lo disculpó.
  • Sí, si, entiendo.
  • Al parecer ya no le dolían tanto las costillas, claro que ha estado medicándose – suspiró – No estés nerviosa, él es un chico fuerte – sonó como si quisiera auto-convencerse.
  • Claro Vivianne, bueno, no la molesto más. Buenas tardes.
No le di oportunidad a despedirse. Algo malo tenía que haber sucedido. Miré a Justin cruzado de brazos. Clark llegó a mis pies, mi pobre perrito … Había crecido bastante. Lo cogí en brazos y me senté en el sofá acariciándolo para tranquilizarme.

¿Dónde podría estar Zayn? La imagen de él en aquellas calles me daba miedo.
  • Reeping Way – susurré para mí.
  • Ni loco te dejaré ir allí – saltó Justin.
  • Impídemelo – repliqué levantándome – Voy a ir quieras o no.
Salí disparada del salón y corrí a la puerta al tiempo que cogía las llaves del recibidor. Me moví ágil y rápida hasta mi coche. Cuando Justin salió del portal de mi casa, yo ya estaba sacando el coche de su estacionamiento y aceleré rumbo a Reeping Way, yo sola. Estaba loca, muy loca. Ni siquiera sabía con seguridad que Zayn estaría allí, pero una corazonada me lo decía “Lo encontrarás allí”.

lunes, 25 de marzo de 2013

Capítulo 31: Ni Yo Sé Lo Que Quiero

Justin corrió tras de mí y yo salté hasta quedar detrás del sofá. Justin volvió a correr tras de mí y me fui al otro lado del sofá. En lo que parecía una rendición por su cara, me traicionó. Saltó por encima del sofá. Chillé en sorpresa y me cogió por la cintura elevándome del suelo.

Encogí las piernas doblando las rodillas. Chillando y riendo a turnos.
  • Ay, nena … vas a pensártelo dos veces antes volver a tirarme una bebida a la cara a partir de ahora – dijo con su voz ronca.
Justin entró en el cuarto de baño y me metió en la ducha abriendo el agua fría. Me sujetó bajo el chorro durante varios segundos mientras me encogía. Sin embargo, no podía parar de reír.

Me giré y contemplé sus cálidos ojos mieles. Parecían caramelo derretido, dulces en el fondo aunque en ese momento estuviera más bien enfadado.

El agua seguía discurriendo y la camisa de Justin se pegó a mi cuerpo dejando notar mi desnudez. Enrosqué mis brazos en su cuello y tiré de él hacia mí logrando que se mojara conmigo.

Sus labios se enredaron con los míos. Delineó el contorno de mis labios con la punta de su lengua. Agarrando el cabello de su nuca profundicé mi boca en la suya. Rocé sus perfectos dientes.

De repente el agua fría era una bendición ante el fuego que acabábamos de despertar.

Justin me empujó contra la pared agarrando mis manos y colocándolas a cada lado de mi cabeza. Su boca cayó a besar mi mandíbula.

Sentí su erección rozar mi entrepierna. Abrí los ojos en alerta. Esa era la señal de “stop”.

Me deslicé hacia abajo y salí de la prisión de sus brazos.

Salí de la ducha y lo miré, estaba confundido.
  • Te dije que me encanta dejarte impotente y frustrado. Yo de ti escucharía mejor mis comentarios – le guiñé el ojo y salí corriendo.
  • ¡Te vas a enterar!
En el cuarto de Justin me subí encima de la cama y empecé a saltar en ella como una niña. Justin se cruzó de brazos apoyándose en el marco de la puerta para mirarme.
  • ¿Eres consciente de lo sexy que se ve esto? - se rió.
Miré hacia abajo. Había olvidado que me veía todo. Cuando levanté la vista él ya había llegado a la cama y me cogió de los pies haciéndome caer.
  • ¡Ay!
  • Quejica – masculló poniéndose sobre mí con una rodilla a cada lado de mi cadera.
  • ¡Quítate de encima! - lo empujé.
  • Nena, si pones resistencia me vas a poner más caliente – se burló.
Me quedé quieta mirándolo a los ojos. Este chico estaba loco. De un momento a otro era borde, después tierno, después caliente, después protector y cuando menos te lo esperabas agresivo.
  • ¿Qué pasa?
  • Es difícil seguir el ritmo de tus emociones – me expliqué.
  • Me encanta hacerte reír, ¿lo sabes?
Incliné el cuello estudiando su rostro y escuchando el eco de esa última frase. En una época anterior, él y yo teníamos nuestros momentos divertidos, pero nunca me reí tanto como en ese día con él. Todo con él eran situaciones tensas y peligrosas salvo cuando estábamos en la cama.
  • Tú ríes menos que yo …
  • No soy un chico con mucho sentido del humor – se inclinó y agarró mis manos – tú al parecer tienes mucho ahora – presionó un suave beso sobre mi boca.
  • No me hace gracia que estés sobre mí en este momento – me puse seria.
  • ¡¿Otra vez seria?!
Tras su exclamación liberó mis manos y empezó a hacerme cosquillas. Me encogí de risa y empecé a patalear pero Justin se sentó sobre mi cadera incapacitando mis movimientos de resistencia. Sus dedos corretearon por mi cintura hasta mi cuello para hacerme reír.
  • J-Justin – tartamudeé riendo – ¡para! - seguí carcajeando por su tacto – Para, para.
  • ¿Por qué? - bromeó.
  • Me asfixio – reí intentando coger aire.
Justin paró enseguida y se quitó de encima mía tumbándose a mi lado apoyado en un codo. Los rayos de sol se colaban por la ventana y producían que tanto sus ojos como su pelo reluciesen. No aguante la tentación de pasar mi mano por su cabello y revolverlo.

Bajé mi mano por su mejilla y lo acaricié. A medida que él sentía mi tacto, cerró los ojos.
  • No es justo que hagas esto …
Confundida por sus palabras susurradas me detuve y me retiré de él. Enseguida volvió a abrir sus párpados. Ojos caramelos que me derretían junto los miles de mensajes que lanzaban, difíciles de traducir e interpretar. ¿Qué podía hacer con este chico?
  • Injusto es que aparecieras cuando creía que todo podría mejorar – respondí sin remordimiento – No te extrañes de que haga esto, ni yo misma sé lo que quiero … solo me estoy dejando llevar.
  • ¿Cuál es el maldito problema, ____? – dijo levantándose de la cama con fastidio.
  • ¡Tú eres el jodido problema! – contesté enfadada al contagiarme su mal humor – ¡Tú y tus impulsos! – tuve un flashback repentino – ¡El maldito problema es que me dejaste cuando te pedí que no lo hicieras!
  • Ya te pedí perdón … – me miró de reojo.
  • ¿Crees que con eso basta? – me reí sarcásticamente – Traicionaste mi confianza, Justin.
Lo miré severamente. Tomé conciencia de mis palabras. Me miré a mí misma y después lo miré a él. La visión de nuestros cuerpos era bastante íntima. Aquellas palabras no cuadraban con la situación. Estaba intentando mirar hacia adelante pero el pasado me había dañado demasiado.
  • No debería estar aquí – musité para mí misma.
  • Zayn no es mejor que yo – replicó de repente.
Lo miré incrédula. Cerré los ojos cogiendo aire e inclinando mi boca en una sonrisa irónica. Él tenía razón. Zayn había prometido no dejarme bajo ningún concepto, y ahí estaba yo, discutiendo con mi ex nuevamente … realmente que Zayn terminara fue la peor de sus decisiones, le había dado más esperanzas a Justin y yo me sentía más libre de hacer lo que me diese la gana, aún sin deber hacerlo.
  • No lo conoces – protesté – Y será mejor que me lleves a casa – dije antes de que saltara con sus palabras contra mi más reciente ex pareja – No quiero estar aquí.
  • Aquí estás segura – me miró con recelo.
  • En mi casa también – corté.
  • Sabes que no te voy a dejar sola, ¿verdad? Sea en tu casa o en la mía, vas a tener que aguantarme.
  • Te odio – mascullé irritada.
  • No, me quieres – se burló.
Me abalancé sobré él sin poder aguantar más la tensión. Golpeé su pecho mirándolo a los ojos.
  • No, te odio – di otro golpe – te odio por ser tan confuso – le pegué otra vez – eres un creído y así lo único que consigues es que me aleje cada vez más y más.
Justin cogió fuertemente mis muñecas y me arrinconó contra la pared poniendo mis manos a cada lado de mi cabeza. Jadeé en sorpresa y cerré los ojos haciendo caso omiso al golpe de mi cuerpo contra el muro. Su aliento calentaba mi cara. Sus ojos penetraban los míos.
  • No mientas, nena, siempre te encantó que te vuelva loca. Soy tan irritante como tú.
  • ¿No crees que estoy harta de eso? Soy perseguida por otro psicópata y lo único que quiero es otra persona que me amargue el día – escupí con ironía – Esto ya no es divertido, Justin, madura – le acusé tratando sacar mi tono de voz más superior.
  • Madurar – repitió solemnemente mientras liberaba mi agarre y se alejaba de mí – ¿crees que no lo hice ya, ____? Esta es mi forma de ser – me señaló con el dedo – crecí en la calle, sin unos padres que me guiaran, me he criado solo, he sobrevivido por mí mismo y este es el resultado – se señaló así mismo – Yo no puedo cambiar esto. Me defiendo a puños, siempre llevo una pistola y me hago respetar en las calles. Tú eres la única que se ha atrevido a desafiarme … – bufó – Y eso es lo que te hace distinta. Por eso me aferraré a ti.
No sabía donde meterme. Quería salir de ese momento con un simple chasquido de dedos. Justin no podía regalarme más presión con sus continuas declaraciones, ¿románticas? A su manera lo eran. Era consciente de que él era distinto conmigo, a tiempos parciales. Justin podía ser un bestia y después cambiar a ser un chico tierno.
  • Llevame a casa – rogué.
Su postura se endureció. Era la segunda vez que se lo pedía. Me daba igual si se quedaba en mi casa, necesitaba estar en mi hogar. Estar en aquel departamento tan íntimo para ambos se sentía tan incorrecto y fuera de lugar si quería resistir a él.

La imagen de Zayn no dejaba de pasear por mi cabeza. Quería ir a verlo y saber como estaba … pero no podía. Él había terminado y me quería lejos en esos momentos.

Empezaba a darme cuenta de que Zayn no había sido solo mi chico, sino mi mejor amigo, alguien en quien confiar, un hombro en que llorar.

Era yo la que estaba hecha un lío y por ello puso espacio entre ambos. Él simplemente puso una barrera para no recibir más dolor, dolor que yo le iba a producir.

Miré a Justin. Él también estaba sufriendo con esta situación. Se giró para acercarse a un mueble y sacar ropa. Me tendió un pantalón y una chaqueta de chándal.
  • Vístete, te llevaré ahora mismo.
Su tono severo me puso firme. Regresó el Justin autoritario al que no convenía hacer enfadar. En cuanto cogí la ropa y el se dio la vuelta y fue al baño para asearse.

La situación había pasado de ser divertida, a caliente, después a seria y por último tensa. Ninguno de los dos podía ser más bipolar de lo que éramos ya …