viernes, 12 de abril de 2013

Capítulo 40: Cuando Creas Que Nada Puede Ir Peor

Me desperté tranquila. Estaba sobre el cuerpo descubierto de Justin, abrazándolo por el cuello con un brazo y con otra mano sobre su pecho. Nuestras piernas estaban entrelazadas. Su respiración y la mía iban al mismo compás. Su cálida y suave piel calentaba la mía. Sus brazos se cerraban en mi cintura. No me quería mover de allí temiendo lo que podría pasar cuando Justin despertase. Cerrando de nuevo los ojos recordé la noche anterior. El vello se me puso de punta.

Habíamos hecho el amor despacio, lento e intensamente. Nos entregamos el uno al otro memorizando cada detalle de nuestras acciones.

Después de tantas peleas habíamos llegado a acostarnos. Él no se molestó en decir palabras bonitas en mi oído. No hacía falta que dijera nada. Cualquier cosa podría haberme desconcentrado y hacerme echar para atrás por no saber como responder a sus palabras de amor. Si bien yo seguía sintiendo algo por él, aún me seguía negando a reconocérselo en voz alta.

Volvía a ser como el principio de nuestra relación. Sin palabrería, solo gestos. Simple entrega, pero una entrega especial. Un regalo del uno hacia el otro que solo nosotros entendíamos y que nadie podía ver.

Recordé la sensualidad y el deseo de su voz al gemir mi nombre. Aquello fue lo que me hizo llegar a mi clímax gritando el suyo. A horcajadas, me puse sobre él. Justin se incorporó para besarme. No paró de hacerlo en ningún momento. Todo mi cuerpo estaba muy sensible y estimulado. Sentí mi piel erizarse al recordar las manos de Justin recorriendo mi cintura y apretar mi cadera mientras éramos uno. Volví a correrme y esa vez Justin me acompañó con sus jadeos. Apoyé mi frente en su el arco de su cuello estabilizando mi respiración. Él se recostó conmigo sobre su pecho mientras rodeaba mi cintura para que no me fuera de su lado. Y así nos dormimos. Y en esa misma postura nos íbamos a despertar. Juntos.

Noté los dedos de Justin juguetear en la parte baja de mi espalda. Se acababa de despertar. Sin despegarme de él alcé un poco el cuello para verlo. Seguía con los ojos cerrados pero las comisuras de sus labios se habían elevado. Sonreía tímidamente por el mismo placer que yo sentía de tenerlo junto a mí en aquella mañana tan hermosa.
 
Volví a acomodar mi cabeza en el arco de su cuello y di un suave beso, prácticamente un simple roce con mis labios.
  • Hacía meses que no dormía así de bien – susurró. Se hizo el silencio. No quería salir de mi ensoñación ni de mis recuerdos de hacía unas horas – aún estoy dentro de ti.
  • No digas nada – le pedí – ni te muevas. Aún estoy disfrutando de esto.
Justin me hizo caso. Simplemente agachó su cuello hasta poder besar mi coronilla en un acto de ternura. Aspiré su embriagadora aroma.

Si que habíamos pasado toda la noche encajados. Me sentía muy cómoda con él. Yo también había dormido de maravilla. No recordaba ni un sueño. Había dormido profundamente.

Pero, ¿qué íbamos a hacer después? Tarde o temprano, ese momento se tenía que terminar por mucho que quisiera retrasarlo.
  • No quiero irme de aquí. No quiero que esto acabe – me quejé deslizando mis dedos por el cabello de su nuca.
  • Por mí bien – sonó feliz – no nos movamos de la cama en todo el día.
  • Sin hacer nada productivo … – le seguí la corriente.
  • O no, nena. Un día entero contigo en la cama sería muy, muy productivo – rió.
  • Tonto … – bufé contra su pecho rodando los ojos sin que lo viera.
  • ¿De verdad no te quieres mover?
  • ¿Ya estás cansado de mí? – reproché bromeando con una voz más aguda de la acostumbrada – y yo que creía que me echabas de menos – suspiré.
  • Tonta … – supe que él también rodó los ojos.
  • Se me pegó de ti – reí.
Justin se removió e hizo que cayera sobre la cama para él colocar su rostro sobre el mío. Sentí que mi cuerpo se vaciaba. Lo miré frunciendo el ceño.
  • ¿Qué parte no entiendes de no te muevas?
  • Escúchame nena, ayer fue la mejor noche que pasé en meses, pero no puedo quedarme quieto contigo. Así que o te preparas para el segundo asalto o te tapas y pedimos desayuno.
  • ¿Qué crees que elegiré? – arqueé las cejas.
  • Sinceramente, creo que elegirás la segunda opción aunque me muero por que elijas la primera – se remojó los labios y se vio tremendamente irresistible.
  • ¿Qué voy a hacer contigo, Biebs? – mordí mi labio de forma pícara – o mejor, ¿qué planeas tú hacer conmigo, eh?
  • Dártelo todo – respondió con voz ronca y cargada de lujuria.
  • Eso sueno a pasar mucho tiempo aquí – posé un dedo sobre mi labio pensativa. Justin sonreía juguetón – Mejor lo dejamos para otro día.
Lo empujé para que dejara de invadir mi espacio y me levanté de la cama. Dando unos pasos encontré en el suelo mi albornoz y me lo coloqué para cubrirme. Lo miré desde mi posición. Justin estaba con su pelo revuelto y bella figura desnuda, como una divinidad, tumbado en la cama apoyado sobre su mano con el codo hincado el colchón. Una sonrisa tiraba de sus labios incluso cuando lo había rechazado.
  • Así que … ¿para otro día? – alzó las cejas con diversión.
  • Vístete – le ordené tirando sus pantalones del suelo a la cama ignorando su insinuación.
  • Y si no, ¿qué? – se burló.
Pues te violo” clamó la diablesa de mi interior. Accidentalmente empecé a reír por la descabellada idea de aquella ____ interna tan insaciable de acción.

Justin arqueó una ceja viéndome reír. Probablemente pensaba que estaba loca. Realmente lo estaba. Aquello me hizo reír un poco más.
  • Me pregunto que habrá pasado por tu cabeza – sonrió Justin.
Seguí riendo nerviosa dándome la vuelta y ocultando mi rostro sonrojado. Fui a sentarme en el enorme tocador que teníamos en la habitación.

Mi pelo estaba desordenado, sin embargo, me veía bien. Contemplé a Justin vestirse en el reflejo del espejo. Después se pasó por detrás de mí y posó sus manos sobre mis hombros.
  • Buenos días, nena – se inclinó y besó mi mejilla – te ves hermosa ésta mañana – dijo contemplando la imagen de nosotros en el espejo.
Torcí los labios hacia arriba sin llegar a mostrar alegría. Agaché la vista de forma tímida.
  • Buenos días, Justin – devolví su tardío saludo matutino – tú tampoco te ves mal.
  • ¿Qué no me veo mal? – rió echando su cabeza hacia atrás – Yo me veo más irresistible que nunca – se burló.
  • Creído – resoplé – ¿qué vamos a hacer ahora?
  • Por el momento – cogió el teléfono del dormitorio – pedir desayuno – sonrió – después iremos a comprar algo de ropa, ¿qué te parece?
  • No tengo dinero, Justin – advertí.
  • ¿Quién dijo que tú ibas a pagar?
Justin nunca había sido un chico de hacer muchos regalos. ¿Qué demonios estaba pasando? Me sentía tremendamente extraña con un chico tan considerado y amable que ocupaba el lugar del pícaro y juguetón Justin que solía tener. Desinteresado en detalles que costaban demasiado dinero.

Me encogí de hombros sin saber como podría responder a tanta amabilidad.
  • ¿Quieres que volvamos a casa? – dijo más serio.
Nuestras miradas coincidieron en el espejo. Sus ojos se habían endurecido y las facciones de su mandíbula se había marcado por la fuerza en que apretaba los dientes.

Él sabía que me estaba teniendo para él solo, que no había nadie que se interpusiera entre nosotros en ese momento. Lo mejor era que lograba que yo me sintiera mejor.

Pero había que regresar. No podíamos dejar las cosas pendientes en Delaware. ¿Realmente había considerado fugarme con Justin en ese mismo instante? ¿Qué nadie supiera más de mí?

La diablesa de mi interior asintió humillantemente. Mi sentido más racional me dijo “te has dejado llevar, lo has pasado bien. Ahora hazle caso a tu cordura”.
  • Sí, quiero volver – respondí finalmente. Justin asintió ligeramente y soltó un suspiro imperceptible – aunque podemos hacerlo a medio día – sugerí – alarguemos un poquito esto.
  • Entonces, ¿estás tan feliz como yo con lo que ha pasado?
  • Si no lo estuviera ya habríamos salido del hotel.
* * *

Ya estábamos rumbo a Delaware. Tras tomar un delicioso desayuno del hotel habíamos salido a las tiendas que la recepcionista nos indicó el día anterior.

Justin se compró una camisa para cambiarse, y me regaló un vestido. Entre otras cosas también compramos ropa interior para después de ducharnos … aunque no permití que jugara con ese tema.

Aunque estuviéramos regresando, Justin conducía concentrado y de vez en cuando me miraba. En alguna ocasión coincidimos viéndonos. Mi admiración por su postura mientras conducía no había desaparecido. Él no hacía otra cosa que sonreír, aunque no tan alegremente como antes, simplemente lo hacía por quedar bien. Aún así, se veía bien. Estaba claro que sus esperanzas en que volviéramos a estar juntos, eran más elevadas que nunca. Y realmente era cierto.

Me pregunté que iba a hacer con Zayn … Desde luego, no me arrepentía de lo que había hecho con Justin, sin embargo, me sentía mal por aquel otro chico que me esperaba en mi ciudad.

Justin se había dado cuenta de que en ningún momento hablé de él … claro está, no iba a arruinar nuestro rato juntos. Pero él no sabía realmente porque aún no le había dicho que lo amaba tanto como él me amaba a mí. Sentía ganas de estrangularme a mí misma por ser tan idiota.

Justin pensaba que no se lo decía por rencor a nuestro pasado y a su abandono, cuando eso ya era agua pasada. Siempre lo recordaría, sí, pero de algún modo se lo tenía que perdonar y seguir adelante, porque ni siquiera a mí me hacía bien pensar en el dolor que sentí.

Lo que verdaderamente pasaba era que quería a ambos y por eso me iba a sentir como una traidora si se lo decía únicamente a uno de ellos, porque los quería a los dos, y por ello prefería no decírselo a ninguno hasta tomar una verdadera decisión. Una decisión que cada vez se inclinaba más hacia un chico … el mismo de siempre.

Miré a Justin. Las horas de carretera empezaban a pesarle en sus ojos. Estaba conduciendo despacio y yo sabía bien porqué, todo era cuestión de alargar nuestro momento en la burbuja que teníamos en su cómodo coche. Pero a pesar de que llevaba unas gafas Ray Bans que le hacían ver extremadamente sexy, noté su cansancio.
  • ¿Por qué no paramos a tomar un café? – sugerí – Te ves agotado.
Habíamos parado hacía una hora para merendar. Iban a dar las seis de la tarde y llegaríamos tarde a casa, pero él parecía necesitar otro descanso.
  • Estoy bien. No es cuestión de … algo físico. Estoy más bien harto de otras cosas – dijo rechinando los dientes al callar.
  • ¿He hecho algo malo? – fue lo primero que se me ocurrió. Me preocupé. Hasta hacia un rato se le veía a gusto. Ahora estaba tenso y ¿enfadado? A decir verdad, no habíamos hablado en todo el trayecto desde que salimos de la primera cafetería.
  • No, nena – colocó su mano sobre mi rodilla – es solo que antes he hablado por teléfono con Johnny y no me ha dado muy buenas noticias … estoy cabreado por eso.
  • Bueno, volvamos al mundo real – suspiré.
  • Se trataba sobre tu acosador … Hablé con los chicos sobre MF – me informó.
  • ¿Lucas y Johnny están otra vez metidos en líos por mi culpa? – me exasperé.
  • No están metidos en líos, solo hablé con ellos y le pedí a Johnny que investigara un poco – dijo seco para que no recriminara sus acciones.
  • ¿Y qué ha descubierto?
  • No sabe quien es MF. Todavía – aclaró – pero son una banda grande y de las que se meten en verdaderos líos. Trafican con armas de todo tipo. Son capaces de montar una verdadera guerra ellos mismos contra quien sea.
  • ¿Y me lo dices ahora? – ironicé – Quiero decir, matamos a Zac y Troy, ellos se metieron antes que nadie conmigo, y ahora descubrimos que andaban por esos “negocios”.
  • _____, ellos son una gran potencia como banda. Aquí en Delaware hay un círculo. Unos trafican con drogas, otros con órganos, otros con joyas, otros con mujeres y todos calculan sus movimientos para no ser descubiertos por la policía y destapados por ningún enemigo. Al parecer, MF son las iniciales del jefe de esa pandilla y no es que se ande con pequeñeces. Zac era alguien de mucha valía en ese grupo y perderlo a sabido muchos problemas para ellos, por eso quieren venganza.
  • ¿Y que haremos? Estamos cubiertos de mierda, Justin. Nos vigila todo tu mundillo de pandilleros y encima mi preciado psicópata – dije con sarcasmo – que por si fuera poco tiene un ejército cargado con munición listo para ser usado en nuestra contra.
  • Las cosas no son así – cortó – te lo he dicho, se mueven despacio y sin llamar demasiado la atención. Sino ya estarían muertos todos entre ellos.
  • Dime una cosa, ¿tú traficas con algo? – pregunté por curiosidad.
  • _____ … es mejor que no sepas nada más de mi mundo – acarició mi pierna en un acto de consolación. Pero él sabía que no lo dejaría pasar.
  • Ya no me puedo asustar mucho más, ni meterme en muchos más problemas de los que ya tengo. Estoy segura de que saber lo que haces no me pondrá mucho más en peligro del que estoy ya. Así que suéltalo.
  • No trafico – suspiró – yo soy más bien un tramposo que va falsificando documentación. Lo mío es jugar sucio. De ahí que también gane siempre al poker – bufó intentando bromear para hacer más ligera la información que había dicho – Hago trampas desde que tengo consciencia.
  • ¿Qué clase de documentación?
  • Carnets de identidad, de conducir, pasaportes, permisos de residencia, certificados de graduación … Cosas así.
  • No es tan grave – pensé en voz alta – ¿o sí?
  • Entre cuatro y ocho años de prisión si te pillan, ¿crees que es grave?
  • No tanto … – dije con más simpleza de la que posiblemente correspondía – no más que el narcotráfico, por ejemplo.
  • Cuando no te pagan las cosas se complican, ____. Con este trabajo también ganas muchos enemigos. Mis manos no están precisamente limpias por ello.
  • Lo sé – tragué saliva – ¿que vas a hacer con Zayn?
  • ¿Por qué lo dices? – se molestó.
  • Él dijo que tenías un plan contra MF.
  • Quizás cambie de idea – masculló – él y yo quedamos en no contarte nada. Simplemente te íbamos a vigilar para que no te quedaras sola.
  • No creo que pensaras solo eso – dije con sinceridad – cuando tienes un problema y estás sereno piensas seriamente en como resolver las cosas de la mejor manera. Tienes una mente muy ágil para trazar planes. Simplemente no me creo que no hayas hecho ya uno y otros más por si algo no funciona.
  • ¿Por qué será que me conoces tan bien? – sonrió con ganas. Dándole un apretón a mi pierna me miró de reojo – Tan solo necesito que confíes en mí y en que todo irá bien. Incluso cuando creas que nada puede ir peor. No desesperes, porque yo lo tendré todo controlado.
  • No eres un Dios – bufé – algo se te puede escapar. Justin – puse mi mano sobre la suya en mi pierna – prométeme que tendrás cuidado.
  • Lo tendré.
Deslizando sus dedos entre los míos, los entrelazó y llevó mi mano hasta sus labios para besar mis nudillos. Aquello hizo que me relajara.

La noche estaba entrando. Cerré los ojos para tranquilizarme a mí misma y tratar de creer lo que Justin acababa de decir. Todo iba a ir bien.

5 comentarios:

  1. Estan monisimos juntos no piedes separarse ahora, lo an vuelto a hacer esq me ca a dar algo e llorado, vamos ni lo cuento necesito el siguiente yaaa

    ResponderEliminar
  2. Aiiiiiiii que lloro tia que lloroo por que lo haces tan bien? Eres jodidamente perfecta te mataria ahora miismooo jajjaaj esque me tienes superenganchada tu novela es tan.. Hajsusyiaftauavkagcbdkaisy *.* jajjaj ehh que se tiene que quedar con justin que hacen muy buena parejaa esque son tan moonoos!!!!! Jajjaja bueno siguiente ya que lo necesito es ansia lo que tengo por saber maaas jajaj un besiitoo :D by: sofia

    ResponderEliminar
  3. Dios muero lloro enserio jaja siguiente yaaa y que se quede con justin por favorrr son moniisimos juntoss:') esque escribes demasiado bien jaja seguro que te haces una famosa eacritora si sigues asi:) SIGUIEEENTEEE

    ResponderEliminar
  4. Aawwwww estan juntos de nuevo se ven tan aksgakgakañ juntos..ni se te ocurra separarlos..e.e.SIGUIENTE!!!:)

    ResponderEliminar