– La niña está sola. Jason es la única persona que la protege. Deberías agradecerle que esté cuidando de lo único que te queda – me mofé con amargura.
Zayn se puso una lata de cerveza en la mejilla para aliviar el dolor de golpe. Definitivamente me sentía orgulloso de mi hijo. Quizás le pagaría para que volviera a arremeter contra aquella cara bonita por todo lo mal que me lo hizo pasar en el pasado.
– Me quedaré cerca para conocerla un día pero también tienes que dejar que te ayude con la venganza. Puedo darte información de Greg Cooper que Rebecca me dio antes de todo eso …
– Sí, mientras te la tirabas y no te decía que iba a tener un hijo tuyo con o sin tu permiso – me burlé con ganas. Zayn frunció su ceño apretando sus puños – No necesito tu ayuda.
– Por una jodida vez deja a un lado nuestra pu*ta rivalidad. ____ se casó contigo, tuvisteis hijos, ella y yo quedamos como amigos. Ganaste. Nunca te olvidó cuando te marchaste pero yo la quería, así que deja que te ayude. Sabes que en el caso de que haya una alianza contra ti hay muchas vidas en juego, sobretodo de las personas que nos importan.
– Tu hija inclusive – apunté. Él asintió tragando saliva – Nos veremos mañana en el almacén en ruinas.
– ¿El de Melanie? – alzó las cejas.
– Nadie pasa por allí. Lo que menos queremos es que alguien nos vea juntos en la ciudad – aclaré.
Él asintió. Ambos teníamos amargos recuerdos en aquel sitio. Allí habíamos sentenciado el final de los problemas de mi mujer con una masacre. Todos los acosos acabaron eliminando a la perra de Melanie Fox después de que su hermano destrozara la historia que yo tenía con mi chica sexy.
Despedí a Zayn y poco después me relajé para bajar en busca de Jason. Teníamos que aclarar demasiadas cosas. Pero malditamente íbamos a brindar por lo bien que le había enseñado un día a lanzar puñetazos.
Narra Jason
Mientras tomaba una cerveza sentado en una mesa apartada vi a mi padre acercarse ya con un botellín que había recogido en la barra. Lo vi sonriente y de buen humor, al contrario de lo que sentía yo por culpa de Zayn Malik. Papá se sentó frente a mí y chocó su botellín contra el mío antes de beber.
– Creo que en mi vida me voy a sentir más orgulloso de ti por pegar a alguien – admitió apoyando la mano en la mesa – ¿Qué tal con ____?
– Todo bien – corté bebiendo – ¿Cuándo apareció éste idiota?
– Justo hoy. Vino a visitar a … tu madre – tragué saliva fuertemente por el nudo que se había formado en mi garganta – Le dije que podía ir al cementerio para verla junto con Rebecca. En cuanto se dio cuenta de lo que quería decir se quedó atónito. Creo que ha sido un día demasiado impactante para él con la noticia de la muerte de ellas cuando encima le solté que tenía una hija … – lo vi ladear los labios – En verdad lo compadezco.
– No quiere conocer a ____ – dije con desprecio – No es que él me importe pero estoy seguro de que si ella se entera de que ha estado aquí le va a afectar y va a querer saber quien es. No le quiero mentir ni ocultar estas cosas pero no quiero que sufra más.
– Tiempo al tiempo, Jase. Zayn no me caerá bien pero sé que el tipo cuidó de su abuela y su hermana pequeña cuando se las llevó de aquí. Es un tío responsable. Enfrentará el hecho de tener una hija de diecisiete años a su manera y después la conocerá. Quizás si debas advertirla para que también se prepare – sugirió.
– Esto es una jodida mi*erda – tiré de mi pelo hacia atrás – Recién hemos llegado relajados y enseguida tiene que llegar algo para remover más la mierda.
– Él se va a quedar para darme información. Quizás me ayude a encontrar ciertos tipos que están escondidos debajo de las piedras – refrescó los labios – Tampoco es que lo necesite pero al igual que tú, siente que quiere involucrarse – apreté los nudillos. No me gustaba que se metiera en nuestros asuntos – Lo mantendré al margen … como a ti – masculló entre dientes.
– ¿Cuántos quedan? – pregunté directamente.
– Siete. Entre ellos los Richards y Greg Cooper. Johnny ha estado hablando con nuestros chicos y vamos a empezar a hacer guardias para poner un ojo a la gente que nos pone en peligro a nosotros y nuestras familias.
– ¿Qué me quieres decir con esto? ¿Me vas a poner jodida vigilancia? – bufé – Tengo siete pistolas en casa. Cada una en una habitación diferente. Y otra en el coche.
– Armamento no es cautela, Jason. Cuida tus espaldas y no pierdas de vista a tu chica. No le digas nada a Janelle pero he puesto a un tipo cerca de ella para que la vigile cuando esté fuera de su piso – asentí en aceptación. Aquello era serio – El motivo de tanta protección es porque pensamos que se está montando una alianza contra nosotros.
– ¿Una guerra de bandas? – abrí los ojos con atención.
– Sí – se levantó de su asiento y dejó un billete sobre la mesa para pagar nuestras consumiciones – Aún podemos detenerlo pero no me voy a arriesgar a perder a ninguno de vosotros – el dolor se reflejó en sus ojos.
– Papá …
No me dejó decirle nada. Él se fue dejándome terminar mi cerveza a solas. No tenía duda de que en el tiempo que yo me había desaparecido papá se había hecho cargo de quitar muchas vidas y que había disfrutado haciéndoles sufrir por lo que le estaban haciendo pasar. El dolor de haber perdido a mi madre era algo que lo estaba consumiendo … me daba miedo perderlo porque cometiera alguna imprudencia pero confiaba en mi padre. Él era Justin Bieber. Todos callaban cuando escuchaban su nombre entre pandillas y no era solo por respeto, sino por temor de lo que pudiera hacer si se enfadaba. Nadie quería a un Bieber en su contra.
* * *
rasgo y contorno de su cara. La noche anterior preferí no decirle nada sobre lo ocurrido en el departamento de mi padre. Simplemente quise darle un día más completamente sin preocupaciones, aunque ella había notado mi tensión al regresar con ella.
Lentamente fue abriendo los ojos mientras yo seguía pasando mis dedos desde su sien hacia su mejilla y viceversa. Le sonreí al verle con los ojos entrecerrados mirando a través de sus largas y espesas pestañas. Ella volvió a cerrar los ojos adormecida y yo besé la punta de su nariz.
Se estiró perezosamente y volvió a encogerse pegándose a mi pecho. No iba a haber manera de despertarla a ese ritmo. Me deslicé hacia abajo y mordí su oreja haciéndola gemir en protesta. Ella me empujó y se dio la vuelta, entonces rodeé su cintura por detrás y seguí dándole mojados besos desde el hombro hasta el cuello. Noté su mejilla alzarse y supe que estaba sonriendo. Lamí el lóbulo de su oreja y gimió, esta vez en excitación.
Una risa de mi garganta la estremeció y finalmente se giró para verme aún con sus hermosos ojos soñolientos y el pelo revuelto, pero me resultaba adorable.
– Hola Jase – susurró.
– Hola bebé – sonreí presionando un beso en su frente – ¿Lista para un emocionante día de trabajo? – bromeé.
Ella abrió los ojos al acordarse de sus obligaciones. No es que yo quisiera que trabajase pero me había convencido de querer tener un entretenimiento que le implicara estar fuera de la casa además
de que le produciría beneficios. No la culpaba, yo la había dejado sola varias veces y ella se podía aburrir en la inmensidad de la casa. Janelle o Sandy no siempre estaban disponibles.
– Tranquila, aún tienes tiempo. Solo te desperté para poder estar juntos antes de que te marches – retiré un mechón de pelo colocándolo tras la oreja – Te ves preciosa.
Ella se sonrojó mientras agachaba la cabeza. La acerqué a mí. Ella tan solo utilizaba una camisa de tirantes blanca que dejaba ver sus bragas rosas de algodón o eran pantalones muy cortos … mientras que yo tan solo estaba cubierto por unos calzoncillos. ___ no dudó en empezar a acariciar mi torso desnudo mientras dejaba besos dulces sobre mi pecho. Él simple hecho de estar acurrucados y sentir su cuerpo encajado con el mío me hacía disfrutar junto con el calor que emanaba y el aroma de su piel.
– No puedo quedarme mucho rato aquí. Voy a ir a ducharme.
– No, quédate conmigo – dije besando el arco de su cuello – Luego nos duchamos juntos – propuse con humor.
– Jase, no puedo – se incorporó y apoyó sus pies en el suelo.
– ¿No quieres pasarlo bien con tu chico? – fruncí el ceño aunque ella no pudiera verme de espaldas – ¿Qué anda mal?
– Me encanta estar con mi chico – respondió con una risa melodiosa buscando sus zapatillas – es solo que no se puede Jase. Es … ya sabes – se sonrojó ligeramente. Se encargó de no recibir mis miradas en ningún momento. No tenía idea de que hablaba – esa época del mes – la escuché en un murmullo.
– Oh – fue lo único que pude decir antes de que entrara al baño totalmente avergonzada.
Me reí solo por el hecho de que nunca hubiéramos tratado ese tema y ella lo rehuyera con tanta timidez. Me levanté de la cama y me acerqué a la puerta para tocarla con mis nudillos sin abrir para
no molestarla.
– ¿Quieres que te lleve al hotel? – ofrecí.
– No hace falta que te molestes, Jase – escuché cuando abrió el paso de agua – Me puedo llevar tu coche, ¿verdad?
– Puedes cogerlo siempre que quieras pero realmente me hace ilusión llevarte.
– Está bien – cedió.
Me fui a vestir mientras ella se duchaba, yo lo había hecho la noche anterior antes de irme a dormir para relajarme por lo alterado que llegué. Cuando salí de la ducha, ____ me esperaba en la cama
lista para acurrucarnos y hacerme sentir mejor todavía.
Busqué entre los cajones para coger ropa y ponérmela. Cuando ella salió del baño con su pelo húmedo cayendo por sus hombros y envuelta en una toalla me paré a contemplarla. Sus mejillas se
colorearon de rosa. Me encantaba que siempre lo hiciera. Tomó valor para acercarse y buscar en el armario junto a mí. La vi escoger unos pantalones largos negros y un polo rojo que se ajustaba a sus redondeados pechos. Me di cuenta de que era su uniforme por el nombre bordado del hotel.
– Tienes una facilidad olímpica para ser sexy incluso en ese uniforme – dije colocándome una camisa.
– Bueno, para ti es fácil ser sexy con cualquier cosa – respondió con humor – De todos modos se supone que voy a trabajar, no a lucirme.
– A cualquiera le gusta una camarera atractiva – devolví viéndola ponerse frente a un espejo recogerse el pelo en una coleta – Recibirás muchas propinas.
Ella me sonrió con satisfacción cuando le di esa noticia. Negué con la cabeza y salí del cuarto para preparar el desayuno mientras ella terminaba de arreglarse.
Para cuando me encontró yo ya había servido su zumo de naranja y una tortilla francesa mientras yo comía un bol de leche con cereales. Se sentó junto a mí y resopló.
– Te complicas mucho el desayuno para mí. ¿Sabes que yo también puedo coger una taza y echarle cereales y leche fría sin más?
– ¿Eso es una indirecta para que deje de hacerte el desayuno o para que me complique más el mío? – me burlé ligeramente.
– Me mimas demasiado – dijo comiendo.
– Me gusta mimarte – contesté – ¿A qué hora sales del trabajo para que te recoja?
– ¿Ves? – protestó. Fruncí el ceño para que no se quejara más – A las ocho – respondió finalmente. Después cambio de expresión – ¿Por qué ayer volviste tan serio? ¿Ha pasado algo malo con Justin? – me sorprendí de la familiaridad con la que hablaba de mi padre.
– Ayer lo visitó alguien … – dije algo tenso. Ella me miró expectante – No quiero que te preocupes por esto.
– Jason, dime – exigió.
– Zayn Malik está por aquí – anuncié sin más. Su rostro cayó en sorpresa – Mi padre le dio la noticia de que nuestras madres ya … – me interrumpí a mí mismo sin poder terminar la frase – Y también le habló de ti. No se lo tomó muy bien …
– No quiere verme – declaró aturdida.
– Si quiere conocerte, solo se está haciendo a la idea – intenté consolarla – Creí que tú también debías prepararte por si quieres verlo.
____ cayó en un profundo silencio mientras pensaba. Maldije por dentro estudiándola por si empezaba a ponerse demasiado nerviosa o le daba ansiedad. En lugar de dar alguna reacción se levantó de la silla para retirar los platos de nuestro desayuno y me pidió que la llevara al hotel. Al fin y al cabo, iba a ser bueno que yo me ofreciera a conducir por ella.
Narra ____
No había hablado nada con Jason en el camino al hotel, yo había estado pensando en silencio sobre mi verdadero padre, sobre lo que podría hacer Greg si se lo encontraba y sobre como sería
enfrentarlo y preguntarle por su pasado con mi madre.
Sabía que Jason se estaba agobiando a mi lado. Cuando detuvo el coche frente a la puerta del hotel me giré para encararlo quitando la vista de la ventanilla. Su postura era tensa, sus nudillos estaban
blanquecinos y su mandíbula presionada mientras miraba al frente, también en su mundo como yo lo había estado. Me consoló saber que el silencio no había sido tan malo como pensaba, tanto él
como yo lo necesitábamos en ese momento.
Tendí una mano para colocarla sobre su muslo. Jase despertó de su ensimismamiento y me miró con los ojos abiertos. Después se relajó y colocó su mano sobre la mía en su pierna. La angustia traspasaba en su mirada. Me sentí culpable.
– Estoy bien – aseguré. Él asintió sin querer decir mucho más – Gracias por traerme – volvió a asentir y me sentí como una estúpida hablando con una pared – ¿En qué piensas?
– Vas a llegar tarde en tu primer día – respondió. Sabía que no pensaba en eso y aquello era una petición de que me fuera – Suerte.
– Gracias – asentí tirando de la manilla de la puerta – ¿Te veré a las ocho?
– Aquí estaré – dijo firme.
Me dio una última mirada. No pude ver emoción en su rostro. No sabía que demonios le torturaba y esperaba que yo no tuviera la culpa de su viaje mental, desconectando por completo de mi
existencia a su lado. Sin saber muy bien porqué, sentí el impulso de inclinarme y besar su mejilla ya que sus labios estaban sellados y lejos de mi alcance.
– Te quiero – susurré.
Dicho aquello abrí la puerta y salí de un salto del coche sin esperar ninguna respuesta. Solo quería que él supiera que yo estaba ahí, de alguna manera, recordarle que no me importaba lo que pasara
me quedaría a su lado.
Entré en el hotel y en la recepción saludé al mismo hombre que nos había recibido en el día del baile. Ya sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Antes de ir a mis vacaciones en Maui, Janelle
me había acompañado para presentarme y me dieron las instrucciones.
Me dirigí a la cafetería del hotel. Allí me esperaba mi jefa, Allison. Ella me esperaba sonriente y en cuanto me vio cogió un delantal y se acercó para atármelo en la cintura. Tras presentarme con mi
compañera, Natalia, y ver el panorama, me indicaron cual era mi sección de mesas.
Empecé a trabajar limpiando y sirviendo mesas. Preparando café y atendiendo clientes en la barra.
No paraba de ir de un lado para otro y se sintió bien para no pensar en nada de lo que hubiera dejado fuera, antes de entrar. La desconexión había sentado bien.
Tras servir un capuccino a un último cliente sentado en la barra, Natalia se retiró para ir al baño. Pronto terminaría nuestro primer turno y nos iríamos a comer con algunos compañeros. Mientras
dejaba limpia la barra el hombre sentado leyendo un periódico me sonrió amablemente.
– ¿Ya os vais? – preguntó – ¿Debo terminarme ya el café?
Su sonrisa era afable. Era un hombre de gran complexión con hermosos ojos que en ese momento no acompañaban a la alegría de sus labios. Resultaba un hombre atractivo para estar en sus
cuarenta, me recordaba a esos típicos actores que se conservaban tan bien. Tenía una tez morena y un pelo oscuro que lo hacían misterioso. Sin saber porqué, enseguida me cayó bien.
– No se preocupe, yo y mi compañera vamos a tomar un descanso para almorzar pero mientras tanto se ocupara otra persona de la cafetería – expliqué.
– No es normal que tome café a estas horas, ¿no? – bromeó.
– En mi opinión, se puede tomar en cualquier momento – sonreí – No hay nada que un buen café no solucione en cualquier situación – traté de sonar divertida.
Sonrió y dio un trago a su café doblando el periódico que estaba leyendo. ¿Iba a entretenerse hablando conmigo? No tenía nada que hacer en ese momento y mi deber era ser amable con los clientes, pero me sentía un poco desconcertada. Aquel hombre podía ser intimidante.
– Volví hace poco a la ciudad. Intento informarme sobre que ha pasado en las noticias pero no parece que haya habido gran cosa – comentó.
– Delaware es un sitio tranquilo – me encogí de hombros.
– No es así como lo recuerdo – dijo en tono más bajo. Supuse que fue más para sí mismo pero yo lo escuché y me dieron escalofríos – ¿Eres de por aquí?
– Se puede decir que sí … – él arqueó las cejas – Nací aquí en Delaware, de pequeña crecí a las afueras y regresé hace cinco años – no sabía porque le estaba contando mi vida a un completo desconocido – ¿Y usted?
– Tutéame por favor – dijo burlón – Me llamo Zayn – un respingo cruzó mi espalda al escuchar ese nombre. Tenía que ser una casualidad – Me marché de aquí cuando tenía algo así como tu edad, desde entonces he venido pocas veces – demasiadas casualidades pensé poniéndome más nerviosa – ¿Tú tienes nombre?
– Yo … esto – mi voz tembló – Me llamo … – ¿Dónde demonios estaba Natalia y por qué tardaba tanto? – Natalia – respondí finalmente queriendo que la tierra me tragara al pensar que podría estar frente a mi padre – ¿Vas a estar mucho tiempo por aquí?
– Supongo – suspiró – Han surgido muchas cosas desde la última vez que llegué – sacó su tarjeta de crédito para pagar su pedido – Nos veremos por aquí – sonrió amablemente.
Forcé una sonrisa. La peor de mi vida. Sentí mi labio temblar y mis ojos pinchar. Al mirar el nombre de la tarjeta confirmé todas mis dudas, aquel era Zayn Malik, mi verdadero padre. Con torpeza manejé la máquina para cobrarle y le devolví su tarjeta. Él se fue tras despedirse casualmente y yo me derrumbé tras la barra apoyando mi espalda en el mostrador.
Natalia llegó a los pocos minutos mientras yo estabilizaba mi respiración. Ella se acercó preguntándome que me pasaba con preocupación.
– Tan solo me mareé. Es el calor y … necesito glucosa – excusé incorporándome.
– Está bien – tendió una mano para sujetarme – Vamos a comer.
– ¿Puedes hacerme un favor? – ella me miró expectante – Tienes que prestarme tu nombre por un tiempo – suspiré.
* * *
Almorzamos con otros compañeros del hotel, entre ellos la camarera que coqueteó con Jason y el chico que no me quitó el ojo de encima durante el baile, dos semanas atrás.
Cuando volvimos seguí trabajando absorta y tratando de no pensar que Zayn Malik estaría paseándose por allí cerca. Estaba deseando salir de allí y que Jason me recogiera. Lo necesitaba a él, en ese mismo momento. ¿Qué hubiera pasado si él no me hubiera advertido que mi padre estaba por allí? ¿Qué demonios iba a hacer ahora que lo iba a ver casi todos los días? ¿Y cuál sería su reacción
al enterarse de que soy su hija? No me había reconocido y eso me hacía pensar que podía jugar con la ventaja de conocerlo de manera imparcial y que él me conociera sin temores pero tenía miedo de
lo que pudiera finalmente encontrar … tenía miedo de resultar nuevamente herida.
Y eso me hizo pensar que quizás contarle a Jase que Zayn estaba allí no era la mejor idea. Jason se había ido mosqueado y yo no quería agobiarlo más con mis problemas, suficiente tenía lidiando con su padre.
Miré el reloj por millonésima vez, eran las ocho menos cinco y estaba a punto de terminar mi turno.
Cuando estaba recogiendo y limpiando el bar sentí un carraspeo. Pensando que sería un cliente para pedir una bebida me di la vuelta lista para atender un pedido.
– Señorita, me gustaría tener una ración de besos suyos junto con un abrazo, ¿es posible? – al alzar la vista sonreí y negué con la cabeza – Y yo que creía que harías una oferta en la que se
incluía una noche juntos gratis – dijo con fastidio.
– Lo siento señorito Bieber, no ofrecemos de eso por aquí – me reí.
– Bueno, admito que vengo a buscar a mi novia – sonrió – Quizás cuando me la lleve me dé todo eso – me guiñó un ojo.
– Quizás – repetí con humor.
Natalia llegó a mi lado tras el mostrador y nos miró de mí a Jason y después de vuelta a mí. Tuvo una mirada cómplice conmigo y me dio una sonrisa tímida tras ofrecerme terminar de recoger todo
para que me fuera con mi novio. Le agradecí y me quité el delantal mientras salía para encontrarme con los brazos de mi chico.
– Parece que has tenido un buen primer día – me sonrió.
– No ha ido mal – me encogí de hombros.
Jase me dio un ligero beso en los labios y después cogió mi mano para que saliéramos juntos de allí.
Justo cuando entramos al coche vi a Zayn entrar en el hotel. Jason encontró la dirección de mi mirada y lo noté tragar saliva incómodo. Lo escuché mascullar algo … nada bonito, entendí algo
como “¿Por qué este hotel … ?” y supe que no solo era porque se había topado conmigo, sino también porque allí había trabajado su madre. Los recuerdos debían ser algo que a aquel hombre le
gustaba tener en cuenta.
– Lo he conocido – admití al final.
– ¿Lo has reconocido? – se sorprendió.
– Habló un poco conmigo en la cafetería, no sabe quién soy. Yo lo sé por el nombre en su tarjeta … aunque antes de eso tenía sospechas.
Jason arrancó el coche y salió de allí. Con la mandíbula nuevamente tensa. Suspiré frustrada porque todo el buen humor que había tenido al recogerme había desaparecido y yo no lo quería tener así.
– No quiero que sepa mi identidad pero sí he pensado en acercarme sin que se de cuenta …
Piensa pasar bastante tiempo aquí – informé insegura – ¿Crees que estoy loca?
– No, cielo – su mano me dio un apretón en el muslo mientras conducía con una mano – Si quieres conocerlo sin que sepa quien eres me parece bien. Es normal que quieras, al fin y al cabo por algo lo elegiría tu madre, ¿no? – no perdí el toque de mofa en aquella última parte, pero tenía razón – No se lo diré a nadie, ni siquiera a mi padre. Esto es tu asunto.
– Gracias – asentí agradecida de que me entendiera – ¿Podemos ir al cementerio? – pregunté repentinamente ante la idea recién llegada a mi cabeza.
– Sigues siendo esa chica rarita que conocí hace unos meses – sonrió, una sonrisa de verdad – ¿Quieres que llevemos café como la última vez?
– Me relaja sentarme en la colina a pensar – me encogí de hombros.
– Entre muertos – matizó como si estuviera loca – es macabro.
– Están en silencio en sus tumbas. Con que no los molestes puedes estar tranquilo – dije con simpleza.
Jason negó con la cabeza aún con una sonrisa. Los recuerdos de nuestra primera y extraña cita por el trabajo de ética afloraron en mi mente. Era extraño sentirse nostálgica por aquellos momentos, de alguna manera, todo parecía más sencillo anteriormente. No vivía con Jase, no sabía toda la verdad, estaba conforme con lo que tenía, aunque no era feliz. Empezar a conocerlo y a hacer locuras fue lo predominante cuando entró en mi vida y junto con ello había descubierto tantas mentiras que en ese momento estaba en medio de nada.
Definitivamente, necesitaba el silencio del cementerio y volver a sentirme un poco más como mi antiguo “yo” … eso sí, con Jase abrazándome desde atrás y viendo como caía el día. Todo era mejor
con él incluso cuando no decíamos nada.
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