viernes, 21 de junio de 2013

Capítulo 11: Te Debo Una Explicación

Narra _____

Eran las nueve de la mañana. En las noticias no hacían otra cosa mas que hablar sobre el atentado que había sucedido en la costa sureste de Delaware. Al parecer, habían explotado un embarcadero y varios sitios en los que se encontraban los tesoros secretos de algún grupo de pandilleros. No había habido muertos, el lugar estaba vacío a esa hora de la explosión. Tampoco había rastro del que había provocado todo el alboroto, había hecho un gran trabajo para deshacerse de toda la droga que había escondida en aquel sitio. También se habían encontrado miles de dólares y armas. Lo que fuera que hubiese sobrevivido al fuego y las llamas se lo había llevado la policía.
Mi padre no estaba en casa, lo habían llamado en cuanto se dio la emergencia y llevaba desde las cuatro de la mañana desaparecido. No es que él me preocupara demasiado, pero un extraño temor me recorría el cuerpo estando sola. Supuse que toda la ciudad estaba asustada después de enterarse del desastre que algún loco había montado … todos se comían la cabeza de que ese loco andaba suelto por nuestras calles.
Miré el móvil sin estar muy segura de llamar o no a Jason. Finalmente me decidí a esperar … no faltaba mucho para que llegara y no quería parecer una desesperada aunque realmente lo estuviera.
Preparé los libros y los apuntes para cuando llegara Jase y esperé pacientemente hasta que llegó mientras leía y repasaba el temario.
El timbre sonó a las diez y veinticinco. Bajé rápidamente las escaleras para abrir la puerta y encontrarme a un Jason de aspecto cansado.

  • Hola, Jase – saludé animada por su presencia.
  • Hola nena – colocando una mano en el marco de la puerta se inclinó y buscó mi boca para un darme un beso. Agarré con dos dedos el pico de su camiseta y tiré de él para que entrara y cerrar la puerta – ¿Me echaste de menos? – sonrió sobre mis labios travieso.
  • Solo un poco – me encogí de hombros y torcí los labios mordiéndome una uña. Me acaba de poner nerviosa – Pareces cansado.
  • Estoy bien. Solo que dormí poco … Tú por el contrario te ves genial en esa ropa – sonrió y miré mi atuendo. Camisa blanca y amplia junto a unos pantalones muy cortos. Hice un gesto de disgusto y cogí su mano.
  • Anda, vamos arriba – tiré de él por las escaleras – ¿Viste en las noticias lo de la explosión?
  • No, no he tenido tiempo. Me levanté de la cama y vine directo aquí – sonreí con gusto por ello y entré en mi cuarto con él – Bonito dormitorio.
  • Gracias – respondí sentándome en la cama – Creo que no tienes muchas ganas de estudiar.
  • La verdad es que no – se sentó a mi lado y miró mis ojos – ¿Qué han dicho en las noticias?
  • No hay rastro de quien lo provocó, se ha quemado un montón de dinero y han encontrado cocaína y armas – Jase quedó pensativo mirando la pared aunque sus ojos estaban perdidos en otro sitio – ¿Estás bien?
  • Sí, tranquila – salió de su ensimismamiento y me sonrió sin ganas – ¿Y tu padre?
  • Se fue muy temprano por la alerta – me encogí de hombros – Si viene te tiraré por la ventana – bromeé – O te escondes bajo la cama o en el armario.
  • Me gusta más la última opción – sonrió – Bueno, ¿empezamos con historia?
  • La fabulosa segunda guerra mundial – ironicé y él rodó los ojos.

Pasamos un par de horas estudiando los acontecimientos de aquella guerra. De vez en cuando bromeábamos sobre algunos personajes y hacíamos chistes. Era divertido, cosas de las que nos acordaríamos en el examen y así aprobaríamos. Finalmente me tendí en la cama agotada de tanto memorizar y hacer comentarios prácticos a su lado.

  • No puedo más – protesté.
  • Yo tampoco – rió tumbándose conmigo.

Se le veía decaído y agotado. Contemplando el brillo de sus ojos acerqué mi mano a su mejilla y lo acaricié. Jase se relajó y cerró los ojos. Poco a poco vi como su respiración se hacía más pausada y supuse que se había dormido. No me importaba para nada. Era hermoso verlo tan inocente.
La idea de que él hubiese tenido que ver en la explosión me empezaba a rondar la cabeza. Podría ser un motivo por el que no durmió. Montar todo aquel armamento de bombas debió costarle un buen rato y todo estalló en la madrugada. Las cosas cuadraban en mi cabeza aunque por otro lado no quería pensar tan mal de él … a pesar de que él ya me había dicho era un criminal.

Recogí los libros que habíamos dejado por el medio y me acomodé en una silla mirando a Jason. Era extraño verlo dormir en mi cama, pero daba paz verlo tranquilo. En los últimos días había estado desparecido y tenso. Incluso en el día anterior había estado raro con Peyton. Él trataba de estar bien a mi lado, pero aún así me daba cuenta de que algo iba mal con él.
Jason me miró con los ojos entornados y sonreí por lo soñoliento que estaba. Me indicó con su mano que fuera a su lado y me aproximé a él despacio.

  • Ven aquí – cogió mi mano y tiró para que me tumbara – Siento haberme dormido – susurró mirando mis ojos.
  • Sigue durmiendo, te ves cansado – le sonreí ladeando la cabeza.
  • ¿Puedo abrazarte?

La inseguridad se notó en su voz y él mismo se dio cuenta. Algo extrañado se mordió el interior de la mejilla mostrando su nerviosismo. No esperaba aquella pregunta. Era extraño. Él siempre era el que me besaba, el que me cogía la mano, el que no se paraba ante nada. Que me pidiera permiso fue algo que me paralizó junto con su forma de súplica inconsciente.
Sin pensármelo dos veces me arrastré por la cama y pasé mi brazo por su espalda acariciando su hombro. Jason colocó su mano en mi nuca e hizo que apoyara mi cara en su pecho para poder apoyar su barbilla en mi cabeza. Su otro brazo rodeó mi cintura y respiró profundamente.

  • Gracias – siseó.
  • No las des – respondí igualando el ritmo de mi respiración con la suya – Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad? – noté como asintió y apretó su agarre a mi cintura – ¿Qué te pasa?
  • No es nada, Coops – negó con la cabeza.
  • No me mientas – rogué – Llevas días muy raro … aunque lo intentes disimular yo lo noto.
  • ¡Joder, Coops! – me soltó de golpe y se levantó de la cama – Si te he dicho que no es nada déjalo, ¿de acuerdo? – se enfadó – Estoy harto de que intentes entrometerte en mi vida. No sabes una mierda así que hazte a un lado – clamó y me miró sentada en la cama. No me esperaba aquella reacción para nada. Mis ojos estaban desorbitados sin comprender que acababa de pasar – Será mejor para ambos – dijo más bajo.

Dicho aquello dio media vuelta y se marchó cerrando la puerta tras de sí. Se acababa de ir, quería que me alejara de él. Después de lo tierno y agradable que había podido ser conmigo había enloquecido como nada. La sensación de haber hecho algo mal me inundó. Rápidamente retiré una gota de agua que había emergido de mi ojo y me prometí a mí misma que no lloraría. El caso era que quería llorar. Jason iba a alejarse de mí porque creía que era mejor estar separados, así no me entrometería más en su vida. Y no era que yo me quisiera entrometer, lo único que quería era ayudarlo como él me había ayudado a mí …

* * *

Los días pasaban en el instituto. Jason venía para unas clases más que para otras. Había días que simplemente no lo veía. Desde el primer momento evitó mi mirada cuando regresamos a clase el lunes. Yo no tenía idea de que podía pasar con él y que tan malo podría ser que estuviera conmigo.
Me sentía dolida. Había vuelto a ser la _____ amargada que nadie comprendía. Finalmente yo también decidí olvidarme de lo que había pasado con Jase. Después de todo, era demasiado irreal que yo al fin pudiera refugiarme en alguien como por arte de magia cuando él apareció en mi vida.
Mi padre seguía trabajando y yo apenas lo veía, lo que era lo más positivo de todos aquellos días.
En medio de la clase de matemáticas me empezaba a marear. De repente todo se empezaba a ver negro y en otro momento veía todo dar vueltas en torno a mí. Me asusté, sin embargo no quería llamar la atención de nadie.

  • Cooper, ¿se encuentra bien? – preguntó a lo lejos la profesora. Por mucho que no quisiera hablar parecía que mi cara lo revelaba todo. Negué con la cabeza difícilmente.
  • ¿Puedo salir? – pedí.
  • Claro.

Con dificultad me levanté y me retiré del pupitre. Me tambaleé ligeramente y un compañero enseguida me sostuvo. Para mi mala suerte vi como Drake Richards me veía con una sonrisa socarrona mientras sujetaba mi brazo.

  • Richards, acompáñela fuera – recomendó la profesora.

Sin querer discutir me dejé ayudar y salimos de la clase ante la atenta mirada de todos. En cuanto estuvimos en el pasillo me sacudí el brazo para librarme de Drake y le regalé la mirada más mortal que jamás habría podido lanzar. Él en cambio sonrió burlándose de mí.

  • Puedo ir sola al baño.
  • ____, estás pálida, da la sensación de que te vas a caer en cualquier momento y no está aquí tu amiguito Jason para ayudarte – ironizó.
  • Lárgate. Prefiero la ayuda del diablo antes que la tuya – el arqueó sus espesas cejas cobrizas y sonrió con sorna – Dile a lo profesora que me dejaste en el baño y preferí quedarme sola.

Empecé a caminar lentamente apoyándome en la pared hasta llegar a los servicios. Realmente sentía arcadas, pero no había desayunado nada, por lo tanto no había nada que revolver.
Miré mi cara en el espejo y comprobé que tenía el peor aspecto que había tenido en mi vida. Estaba pálida, mis labios estaban morados y mis ojeras se habían pronunciado.
Sentía que mis fuerzas se habían desvanecido y me incliné poco a poco contra la pared para sentarme en el suelo colocando la cabeza entre mis rodillas.
Un minuto después escuché voces fuera del baño. Cuando reconocí la voz de Jason mi corazón se aceleró por el estímulo de que lo estaba echando de menos.

  • Eres un desgraciado, Richards – escuché la voz venenosa de Jase – Te estás metiendo en un lío muy grande metiéndote conmigo.
  • Tú eres el que va a pagar por meterte con nosotros. Los Fighters Warriors no nos detenemos ante nada, mucho menos con un imbécil como tú – sentí el sonido de un choque y supuse que alguno de ellos había acorralado al otro contra la pared.
  • Fighters Warriors, ¿te das cuenta de lo estúpido que suena ese nombre? – se mofó Jase – No tienes idea de quienes son los Blood Streets' Kings, Drake. Esto solo acaba de empezar y yo mismo me voy a encargar de que quedes en tu lugar.
  • Se te va a borrar esa estúpida sonrisa de la boca muy pronto, Bieber. ¿O debería decir McCann por como te empiezan a llamar por las calles? – preguntó con sarcasmo.
  • Muérete, Richards.
  • ¿Sabes quién se iba a morir hace un rato? – se hizo el silencio durante unos segundos – Esa chica tan mona, ¿cómo se llamaba? – chasqueó los dedos – Ah, sí … ____.
  • ¿De que c*ño hablas? – gritó en susurros.
  • La estás dejando desprotegida McCann, yo de ti la cuidaría un poquito más – rió.
  • ¡¿Qué has hecho?! – exigió.
  • ¿Yo? – bromeó sacando de quicio a Jason – Nada. Ahora está en el baño.

Maldije por dentro por haber estado espiando. Sentí los pasos aproximarse a donde yo estaba y me quedé paralizada. Una vez más me iba a decir que no me entrometiera en su vida. Otra vez me iba a mirar de forma severa para que saliera corriendo de él y no entendía porque no lo había hecho de una vez. El peligro estaba marcado en cada uno de los costados de Jase.

  • ¿Coops? – ya estaba allí y yo me negaba a levantar la cabeza – ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? – noté la preocupación en su voz. Sacudí la cabeza y me resistí a dar la cara – Coops, mírame – se hincó a mi lado y sus manos cogieron las mías que rodeaban mis rodillas al tiempo que intentaba acariciar mi mejilla – Maldita sea, ____. No llores – suplicó.

Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando. Mis lágrimas manaban en silencio y desembocaban por mi cara pasando desapercibidas para mí. Jase se puso de rodillas y me jaló hacia su cuerpo.

  • Dime que ha pasado, ¿te ha hecho algo?

Sabía perfectamente a quien se refería. Negué con la cabeza y coloqué mi frente en su pecho retirando avergonzada las lágrimas con mis manos.

  • Solo me mareé en clase y él se ofreció a acompañarme – expliqué.
  • ¿Te encuentras mejor? – su rostro era el puro reflejo de la alarma – ¿Te llevo a la enfermería o algún sitio?
  • No, estoy bien – susurré.
  • ¿Segura?

Asentí débilmente y Jason apretó mi cintura entre sus brazos. Su olor corporal me embriagó cuando respiré contra su camiseta. Las lágrimas amenazaban con volver a salir por la nostalgia que sentía de estar a su lado.

  • ¿Qué has escuchado? – preguntó bajo.
  • Nada – respondí titubeante – Solo que amenazaste a Drake.
  • Es decir, todo – se mofó de la contradicción.
  • Lo siento – musité arrepentida.
  • Está bien, no pasa nada – tranquilizó dando un beso en mi frente – Yo … también siento haberte dejado de aquella manera en tu casa. Fui un idiota – no respondí nada. Simplemente asentí – ¿Eso es un sí, de que soy un idiota o de que aceptas mi disculpa? – bromeó.
  • Ambos – contesté sacando la primera sonrisa – Y no deberías estar aquí, este es el baño de las chicas – regañé.
  • Tienes razón – torció sus labios – ¿podemos hablar después cuando salgas de clase?
  • Saldré ahora – agaché la vista al suelo – No tengo ganas de dar clase después del mareo que he tenido … ¿Puedes llevarme a casa?
  • No – lo miré arqueando una ceja y sonrió – Te llevaré a comer. Yo invito – se inclinó y besó mi mejilla – Te espero fuera frente a la puerta.

* * *

Cuando recogí todas mis cosas salí del instituto y encontré a Jason frente a la puerta apoyado sobre una moto gris y negra. La forma en que iba vestido y la pose me hicieron pensar lo demasiado sexy que se podía ver con poca cosa que hiciera. Vestía unos pantalones beis con una camisa blanca y una chaqueta de cuero marrón. Las gafas negras y el tupé con el que se había peinado me volvía realmente loca. Me aproximé lentamente a él intentando disimular mi gran atracción hacia él.

  • No sabía que tenías moto.
  • Se me antojó hacerme un regalo – sonrió sacando un casco – ¿Quieres ser la primera chica en probarla? – invitó.
  • Nunca he subido en moto … – dudé a pesar de la gran invitación.
  • Confía en mí – se acercó y me puso el casco con cuidado – Vamos – se montó en el asiento y me tendió la mano – Nena, te gustará.
  • Está bien – acepté e ignoré su mano para apoyarme en su hombro mientras me impulsaba y subía tras él – Ten cuidado – le advertí agarrándome a sus hombros.
  • Sería mejor si me abrazaras – cogió mis manos y las llevó por debajo de su chaqueta hasta que pude unirlas en su abdomen – Me gusta esto. Debí comprar una moto mucho antes – siseó contento. Rodé los ojos y le dí un pellizco – ¡Eh!

Reí y él finalmente encendió la moto haciéndola rugir bajo nosotros. En cuanto la moto empezó a moverse apreté mi agarre a su cintura y él dio más velocidad al motor.
Jason conducía rápido por la carretera y yo poco a poco me relajé sobre su espalda. Cuando paró en un McDonald's a las afueras lo liberé de mi abrazo y me desmonté para ponerme de pie sobre el suelo. Me quité el casco y se lo devolví a Jason, quien aún estaba sentado sobre la moto. Sonrió y extendió el brazo hacia mí para peinarme un poco con sus dedos.

  • Me gusta tu pelo – susurró – A penas se movió de su sitio – aseguró.
  • Gracias – respondí mordiéndome el labio.
  • ¿Qué quieres comer?
  • Lo que sea, no tengo hambre – me encogí de hombros. Jason me miró severo.
  • Coops, si no comes vas a enfermar. ¿Qué comiste esta mañana?
  • Solo tomé un café – reconocí mordiéndome el labio.
  • ¿Ha pasado algo? – me alzó el mentón – ¿Por qué no comes como deberías, ____?
  • Por nada, Jase. Solo perdí el apetito … he estado nerviosa y esas cosas … – excusé.
  • Ya veo … Pues ahora vamos a alimentar ese cuerpo, ¿entendido?

Me sonrojé por como me miró y Jase se levantó de la moto para rodear mi cintura. Caminamos juntos hacia el restaurante y Jason pidió de todo para comer. Dos hamburguesas, refrescos y patatas fritas. Salimos con nuestro pedido y nos fuimos a un parque que había cerca. Un camino de piedra gris con bancos a los lados estaba en el centro de un montón de césped y rodeado de árboles frondosos. La gente transitaba por allí en familia, había niños jugando en unos columpios a lo lejos, otros estaban tumbados en el césped entre amigos o en solitario, leyendo o tomando el sol primaveral.
Juntos nos sentamos en el césped y nos repartimos la comida. Mientras comía lo miraba esperando a que dijera algo.

  • Lo que oíste cuando hablaba con Drake …
  • Jase – lo interrumpí – Realmente no me importan los líos en que estés metido.
  • Pero te debo una explicación – respondió decidido. Tomó aire y empezó – Drake es uno de los cómplices que participó en la muerte de mi madre – mi mandíbula se desencajó – No fue un accidente de coche … entre varios se organizaron para estropear mi coche, calcular el momento y el lugar idóneo para chocar con mi madre cuando fuera a recogerme en el instituto y así tocar el punto débil de mi padre. Él es un personaje peligroso entre las pandillas – explicó – ahora busca venganza y aunque él no lo quiera le estoy ayudando en ello … Echo de menos a mi madre, siento una rabia infinita cuando pienso en ella porque no está aquí y ella no tenía culpa de nada. Por eso haré pagar a cada uno de los responsables – juró. Me miró a los ojos midiendo el nivel de miedo que pudiese tener en ese momento – Yo provoqué las explosiones del embarcadero – tragué saliva cuando confirmó mi sospecha – Si me enfadé aquel día en tu casa no fue contigo, sino conmigo mismo, porque me pasan y hago cosas de las que la gente se puede asustar, de hecho estoy esperando que ahora mismo salgas corriendo …
  • Pues ya ves … aquí estoy – torcí mis labios y coloqué mi mano sobre la suya – y no me voy.
  • Ya no sé que hacer, no sé lo que estoy haciendo. Es como si nada de lo que hago tuviera sentido – susurró – Desde que murió mi madre me he sentido realmente solo y perdido – reconoció – y solo contigo me siento de verdad en tierra firme.


Cegada por los sentimientos que me producía estar con él, supuse que nada de lo que él me advirtiera sobre el peligro me haría cambiar de idea. Todo el dolor que había sufrido estando sin él me había hecho comprender que lo necesitaba más de lo que jamás pensé que podría necesitar a alguien. Él era el único que me había demostrado que podía confiar en una persona sin temor de ser rechazada. Por ello había perdido el apetito, porque quedarme sola después de haber experimentado la felicidad en aquella intensidad había sido como un balde de agua fría. Pero en ese momento me di cuenta … Si él me había dado de lado no había sido porque no aceptara como yo fuera, sino que por lo contrario era él mismo el que temía que yo lo rechazara por ser como era, por tener aquel lado oscuro. Por ser Jason McCann

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