“No, no lo amas” Me decía mi parte racional. “Oh, pero te
sigue volviendo loca” Gritaba mi diablesa. ¿Loca? De esa manera me
iba a desquiciar. ¿Cómo pudo insultarme? ¿Cómo podía ser tan
prepotente conmigo después de todo lo que había sucedido? ¿Cómo
fue capaz de echarme en cara que estuviera con Zayn? Era tan egoísta
…
Fui a sentarme al sofá y saqué el móvil. Miré la agenda y
seleccioné a Zayn. Dude unos segundos antes de iniciar la llamada.
Zayn respondió a los dos toques.
- Amor, ahora mismo iba a tu casa – dijo de primeras. Sonaba alegre – Tengo ganas de verte.
- Yo también, Zayn – suspiré aliviada por haber echado a Justin a tiempo – pero, hay cosas importantes que tenemos que hablar.
- ¿Ha pasado algo?
- Sí. Creo que es el momento de contarnos todo – respondí mostrando más seguridad de la que realmente sentía.
- Llego enseguida – colgó.
¿Qué le iba a decir? Quería decirle la verdad de lo que estaba
pasando pero para eso tendría que retroceder y contarle toda mi
historia. Temía que se fuera …
Por otro lado, él también me había ocultado cosas y no sabía como
me lo iba a tomar. ¿Sería su pasado muy sorprendente?
Escuché el timbre y fui a abrir. Sin saber porqué, Zayn me abrazó
apremiante en cuanto la puerta ya no estaba entre nosotros. Fue
repentino, pero le devolví el abrazo. Me aparté de él poco después
y le miré a los ojos buscando una explicación.
- No sé que pasará con nosotros después de lo que hablemos – tomo con sus manos mi rostro – por si acaso saborearé este momento – sus labios presionaron los míos y de forma disimulada coló su lengua en el interior de mi boca.
La alerta de sus palabras no me dejó disfrutar aquel hermoso beso.
Zayn se separó de mí y me miró a los ojos con firmeza.
- Ayer por la tarde pasó algo – empecé en susurros tomando su mano.
- Yo también te tengo que contar porque me fui ayer de la manera en que lo hice.
- Déjame a mi primero – le guié por el pasillo hasta el salón y nos sentamos juntos en sofá. Sin soltar sus manos, empecé por el principio – Ya sabes que antes jugaba con todos los chicos que iban detrás de mí – él asintió – bien, pues hubo dos que después quisieron jugar conmigo y empezaron a acosarme de forma anónima con el móvil. En ese entonces, yo salía con Justin … él … trató de ayudarme y bueno, las cosas salieron mal. Ahora, aún intentan hacerme daño por culpa de los mismos acosadores – su boca se entreabrió; presioné mi índice contra sus tallados labios – no me interrumpas, Zayn. Me cuesta mucho hablar de esto – cogí aire – como decía, aún me acosan … y ayer intentaron secuestrarme – sus ojos se abrieron asustados y yo apreté sus manos – pero Justin me salvó.
- ¿Justin? ¿Justin estuvo contigo ayer? - asentí.
- Si …
- ¿Qué te dijo? - lo noté inseguro.
- Discutimos por lo nuestro y por lo que pasó las últimas horas que estuvimos juntos y … él sabe que estoy contigo … él te conoce.
- Y yo a él – respondió para mi sorpresa – Te contaré mi pasado, pero antes dime algo, ¿que hay del acosador ese?
- Me amenaza con notas, cartas … ayer fue el primer ataque. No puedo salir de casa sola – él asintió meditabundo – te toca a ti, ¿de qué conoces a Justin?
- ¿No te lo ha dicho?
- Dijo algo de pandillas … pero no le dejé decirme nada más, tu versión es la única válida para mí – Zayn dio un apretón a mis manos con las suyas – Confío en ti.
- Quizás no debas – agachó la mirada – pero ahora te contaré toda la verdad – esperé pacientemente a que empezara – Yo estaba en una pandilla, te dije que era un chico que siempre estaba metido en problemas … cuando mis padres murieron tuve que hacerme responsable de mi hermana y ayudar a mi abuela a salir adelante con sus dos nietos. Decidí cambiar, tenía que mantener mi familia como fuera y lo quería hacer de una manera decente. Mi abuela lo último que necesitaba eran más líos y yo dejé de ir a los barrios de mis compañeros en la banda. Empecé a trabajar y a estudiar más que nunca en mi vida. Por un tiempo estuve alejado de toda la mi*erda de las pandillas, pero no es fácil salir de todo eso, mi nombre está en muchas listas negras.
Tragué saliva intentando admitir todo lo que acababa de escuchar. Su
vida había sido muy dura.
- Y, ¿Cómo encaja Justin en tu historia?
- Justin y su grupo eran de lo más conocidos, siempre se iban peleando con todos y todo el mundo intentaba enterarse de su vida. Entre tantas cosas – paró, cogió aire y exhaló bruscamente – también se hablaba de ti.
- ¿Tú me conocías? - aquello fue un golpe inesperado.
- Sí, bueno … ya sabía tu historia con Justin. No me extraña nada de lo que me has contado antes – confesó – salvo que aún te acosan – torció el gesto. Solté sus manos.
- Me has estado mintiendo desde el principio – musité.
- _____, yo …
- No, Zayn. Me has tenido engañada todo este tiempo. Tú me conocías y te has hecho pasar por otra persona … yo no te dije todo sobre mí pero jamás fingí ser otra chica. ¡Así como me has conocido es como soy!
- Por favor, déjame explicarme – suplicó.
- Te dije todo lo que sentía y no tuviste ni el más mínimo remordimiento … ¿cómo pretendes que vuelva a confiar en ti?
- Lo siento, debí decírtelo todo antes pero …
- Ninguna escusa hará que me olvide de esto – le corté.
- Lo sé – se levantó – mira, volveré cuando quieras verme, ¿de acuerdo?
Se levantó del sofá y se dirigió a la puerta del salón. Dando un
pequeño vistazo atrás para mirarme, volteó y desapareció.
Todo aquello se sentía irreal. Justin había vuelto para echarme en
cara todo lo que había pasado, Zayn me acababa de revelar el lado más
oscuro de su vida y yo, una vez más estaba hecha un lío.
Estaba sola … Mierda, eso no me gustaba nada. Corrí a cerrar la
puerta con llave y a asegurar las ventanas. Pensé en llamar a
alguien, pero no, no era plan de meter a nadie más en mi complicada
y peligrosa vida. Los únicos en los que hubiese confiado en ese
momento no eran una opción puesto que no aguantaría verles la cara.
Me tumbé en la cama mirando el techo, sin pensar nada. Clark se coló
por la puerta y llegó lloriqueando para que lo subiera a la cama. Lo
cogí y me puse de lado para acurrucarlo conmigo. Mi pequeño
super-héroe … Una lágrima corrió por mi mejilla ante el recuerdo
de Zayn y yo en el lago el día de mi cumpleaños. ¿Por qué me
había hecho aquello?
Me sentía una idiota … todo aquel tiempo intentando contarle las
cosas poco a poco para que no se alejara de mí, todas las excusas,
todos las malas caras que él notaba, Zayn sabía toda mi historia
con Justin. ¿Por qué Justin tenía que ser tan cabrón e ir
jodiendo a todo el mundo? ¿Por qué se ganó tan mala reputación y
yo pasé a ser una más en la banda? ¿Por qué todos me conocían
como la novia, ahora ex-novia, de un temible pandillero? ¿Por qué
no encuentro ni un chico normal?
No me estaba dando cuenta, pero la impotencia y frustración se
apoderaban de mi cuerpo y empezaba a llorar en silencio. Clark me
regalaba besitos en la mano. Era como si sintiera lo mucho que
necesitaba algo de compasión. ¿La vida no iba a parar de darme
palos?
Acaricié a mi pequeño amigo. Por lo menos él me hacía sentir un
poquito mejor.
Miré por la ventana; el tiempo estaba empeorando, iba a llover. Ver
el día tan gris me hundió aún más. Cerré los ojos para
ausentarme de la realidad. Quería soñar, quería volar, quería ser
libre y feliz una vez más. La falta de sueño por la noche anterior
fue un aliciente para dejarme robar más fácilmente por Morfeo.
“Vuelve”. Aquella palabra resonaba en el ambiente. “Vuelve”.
Repitió una voz aterciopelada. Corría a través de un pasillo en la
penumbra. No sabía donde demonios estaba. Avancé por una mansión
abandonada. Podía palpar el miedo en la atmósfera. La presión que
empezaba a sentir en el pecho me impulsó a correr. Encontré unas
amplias escaleras hacia abajo.
“Ven conmigo”, me vuelve a susurrar su voz. Sé que esto es un
sueño, pero siento curiosidad por lo que puede pasar. Me asomo por
las escaleras. Al final de ellas está mi primer amor.
Mil piernas corren hacia él con ganas de reunirme en sus brazos.
Pero me detengo frente a él. Justin se vuelve serio. Me mira
profundamente y acaricia mi mejilla con sus delicadas manos. Sí,
todavía recordaba su tacto. “Aquí estás”, musitó. “Nunca me
fui”, le contesté. “Yo aún te q...” Algo interrumpe sus
palabras. Instintivamente miro a la enorme puerta que da a la calle y
me acerco a ella. Abro. La luz entra de golpe y me ciego. Cuando mis
ojos se acostumbran veo a Zayn. Él está quieto, no dice nada.
Simplemente esta ahí para recordarme que existe.
Vuelvo la vista a Justin. Él me tiende la mano.
Tengo la opción de tomársela y aferrarme a ella. Por otro lado
puedo salir de la penumbrosa mansión e irme con Zayn. Los miro a
ambos confusa. No sé que hacer.
Un estruendo llega a mi cabeza. Me arrodillo en el suelo
llevándome las manos a la cabeza. Despierta. Despierta. Despierta.
No quiero esto … quiero salir de aquí.
Poco a poco veo el contorno de la imagen más difusa. ¡Despierta!
Abrí los ojos sobresaltada. Maldije por dentro a ese sueño. Una
luz centelleante se introdujo en mi dormitorio. Segundos después
sonó el rugido del cielo. Estaba lloviendo a cantaros. Genial …
Clark no estaba conmigo. Me asomé bajo la cama, no estaba. ¿Donde
se había metido? Lo llamé y me asomé por las otras habitaciones,
no había rastro de mi pequeño.
Bajé las escaleras llamándolo y mirando cada rincón. Otro trueno.
Me encogí por el susto. No me gustaban nada las tormentas y parecía
que a Clark tampoco …
Escuché el timbre de casa. Me tensé. "¿Quién puede ser con ese
temporal?" Eran casi las seis de tarde, "¿tanto he dormido?" No me
importaba, había podido descansar y desconectar, salvo por aquel
sueño al que no quería darle muchas vueltas. Mi mente me estaba
jugando malas pasadas.
Volvieron a tocar el timbre y golpearon a la puerta. No quería
abrir. Siendo sincera sentía que me empezaban a temblar las piernas.
Estaba por tragarme mi orgullo y llamar a Justin … “No, no, no,
no y NO”. No podía hacer eso. Le daría la excusa perfecta para
meterse conmigo. ¿Lo echaba de menos? Pensé en llamarle a él antes
que a Zayn porque no sabía que pensar sobre él, no tenía idea de
como estaban las cosas entre nosotros. Sentí un pinchazo que subía
desde el pecho a la garganta. Pensar que Zayn estaba mal o que ya no
lo vería más, me hacía sentir fatal.
Mi móvil empezó a sonar. Corrí a él … Justin. Dudé a la hora
de contestar pero finalmente descolgué la llamada. Me llevé el
móvil a la oreja con decisión.
- ¿Qué quieres?
- Solo por curiosidad, ¿te encuentras bien? – su tono era un remolino de ansiedad que se mezclaba con la burla para disimular su preocupación.
- Sí – musité insegura.
- ¿Dónde estás?
- En casa …
- ¿Y por qué no sales? - me reprochó con enfado.
- Porque ahora mismo creo que hay un psicópata en la puerta de mi casa llamando como un loco. Además, ¿te recuerdo que no es seguro que salga sola? - utilicé la ironía.
- Abre la puerta – lo escuché reír.
- ¿Qué?
- ¡Que abras joder!
Fui al recibidor y me asomé por la mirilla. No veía nada. Entorné
la puerta y miré a través del pequeño espacio. Nadie. Abrí más y
asomé la cabeza. Miré a la derecha.
- Buh – simuló él con su nota sarcástica.
Justin estaba apoyado con un hombro en la pared y relucía una
despampanante sonrisa. Vestía con una cazadora abierta que dejaba
ver una camisa blanca en pico, y unos pantalones bajos negros. Su
pelo estaba mojado por la lluvia y estaba revuelto. Parte de su
flequillo caía pegado en su frente. La tentación de enredar mis
dedos en su cabello se apoderó de mí. Al tiempo que llevaba mis
manos a su frente, Justin cerró los ojos y retiré el flequillo
hacia atrás dejándoselo en punta.
- Resulta que no estaba muy equivocada – retiré mi mano de él – un loco andaba por aquí aporreando mi puerta – dije con sorna.
Justin abrió los ojos. Su mirada era tierna. Me confundió, ¿a qué
venía eso?
- Te asusté – entrelazó torpemente sus dedos con los míos – una vez más.
- Sí, te estás tomando esto por costumbre – desaté nuestras manos y pasé dentro de casa. Él me siguió – ¿Por qué viniste?
- Porque te conozco – dio un golpe con el pelo salpicando el suelo con agua – Supuse que tenías miedo – me echó una mirada cabizbaja y se remojó los labios.
Lo estaba haciendo apropósito … si, me estaba provocando. Lo malo
era que lo estaba consiguiendo, tenía unas ganas inmensas de desatar
mi boca sobre la suya. Pero los recuerdos del pasado, del día en que
se metió en el coche y se marchó, me echaron hacia atrás.
- ¿Quieres dar un paseo? – interrumpió el flujo de mi autocontrol.
- Hace mal día – empecé – estamos amenazados, ¿cómo actúas tan normal?
- La tormenta a cesado y … a ti te gustaba salir bajo la lluvia – sonrió dulcemente – ¿te acuerdas de lo que solíamos hacer? - su mirada se tornó pícara.
- Oh, Dios – me giré exasperada para que no viera mi cara enrojecida.
Sí, claro que me acordaba. Algunas veces, cuando llovía y estaba en
su apartamento subíamos a la terraza de arriba. Nadie subía con el
mal tiempo y a mí me encantaba escuchar el repiqueteo de las gotas
de agua sobre el suelo y sentir el olor a humedad. No tenía miedo de
mojarme. Dar vueltas bajo la lluvia era divertido y proporcionaba una
sensación increíble. Fue algo que compartí con él una vez. Claro
está, al mojarme la ropa quedaba pegada a mi cuerpo y
transparentada.
Justin se acerca a mí y me toma de la cintura. Ambos estamos
empapados de pies a cabeza. Las gotas discurren desde su pelo por
todas partes de su cara. Desde la punta de su nariz el agua gotea
para precipitarse hasta el suelo o sus labios. Sus labios …
carnosos, jugosos, dulces, ahora húmedos. Lo tomo del cuello y lo
beso. Su boca es voraz sobre la mía. Sus manos van subiendo mi
camiseta. Su lengua calienta mi piel al tiempo que la saborea. Me
aprieta más contra su cuerpo y desliza sus manos bajo mi falda. Me
cuelgo de su cuello y salto hasta rodear su cintura. Justin sonríe
sobre mis labios y yo siento fuegos artificiales en mi interior.
Justin se agacha doblando las rodillas y se inclina hacia delante
para tumbarme en el mojado suelo. Bajo mis manos al botón de sus
jeans. Lo libero. Ni siquiera me pregunto que está pasando. Íbamos
a hacer el amor en una terraza bajo una lluvia bastante espesa. Pero
estoy poseída por su encantos. Arqueo mi espalda contra él rozando
puntos estratégicos. Subiendo la falda y retirando mis braguitas
Justin encaja en mi interior mientras jadeamos.
La lluvia golpea nuestros cuerpos y su sonido hace melodía con
nuestros gemidos. Sus labios se enzarzan con mi pecho haciéndome
rozar el cielo. Tiro de su pelo y lo guío hasta mis labios. La
conexión es fuerte entre nosotros. Siento que lo puedo lograr todo a
su lado. Sobre su boca suspiro su nombre y él sonríe susurrando el
mío provocando una corriente eléctrica por todo mi cuerpo que me
arrolla hasta el clímax.
Medio vestidos nos quedamos tumbados en los charcos de la terraza
esperando a que nuestras respiraciones se estabilizaran.
Giro mi cara hasta engancharme con su mirada.
- Prométeme que repetiremos esto siempre que llueva – me suplica.
- Estás loco – carcajeo. Finalmente dejo escapar un suspiro de felicidad. Amo a ese loco.
Justin posó sus manos en mi cadera y me susurró.
- Lo pasábamos de maravilla – sus labios rozaron mi cuello.
- ¿De qué vas Justin? - me giré enfadada apartándome – ¿Crees que por recordarme esto pienso caer en tus brazos y dejarme llevar una vez más hasta que los dos acabemos … – dudé en como terminar la frase – follando? Eso – asentí para mí. Justin abrió los ojos desconcertado.
- No, no creo que eso pase – se lamentó – Es extraño que digas eso – se rascó la cabeza – incluso antes de decirte que te quería, siempre pensé que tú y yo no teníamos solo sexo – dio un paso hacia mí – yo te hacía el amor. Yo te lo daba todo, ____.
La manera en que soltó mi nombre me produjo escalofríos. Pero no,
no era una mala sensación, fue solo por el acaloramiento de su
pasión.
- Tan solo quería ofrecerte un paseo para que salgas un poco de casa. No creo que te guste estar aquí encerrada todo el día – volvió a coger mi mano – Prometo cuidar de ti.
- No me trates como a una niña – le advertí.
- Siempre has sido y serás mi niña – me abrazó repentinamente por la cintura – Me niego a dejarte ir. Fui un gilip*ollas y me arrepiento de haberme ido. De verdad que creía que era lo mejor …
- Justin – su nombre surgió como un sollozo.
- Por favor – se separó de mí para colocar su frente contra la mía – Sabes que nunca te quise hacer daño yo …
- Para, para ya – me puse de puntillas y le abracé por el cuello. Se hizo el silencio. Justin apretó mi cintura con sus brazos y nos quedamos ahí por minutos.