– ¿McCann? – preguntó divertido – ¿Qué te importa compartir a esta perra? Tienes a unas tantas iguales para comerte el culo.
Jase dio dos pasos antes de lanzar su puño contra la cara del chico. Éste cayó desequilibrado al suelo tocándose el labio que había sido cortado.
– Deja de fijarte en lo que yo tengo y ve a por alguna de tus pu*tas – lo cogió del cuello de su camisa y lo tiró lejos de mí – La vuelves a mirar y te arranco los ojos, ¡¿lo tienes?!
El chico se alejó tambaleándose de un lado a otra con cierta risa y lo vimos desaparecer de nuestra vista. No fue hasta que ese tipo desapareció cuando Jason se giró para verme.
– ¿Estás bien? – dijo en tono preocupado. Asentí. Él suspiró de alivio – ¡¿En qué demonios pensabas cuando saliste de la discoteca?! – encolerizó de golpe.
– ¡Necesitaba aire! – respondí harta – Me agobié, ¿vale?
Sus ojos duros esquivaron los míos mientras apretaba su mandíbula y tragaba saliva. Estaba enfadado. Intenté acercarme a él pero alzó las manos para que pasase. Vale, muy enfadado.
– ¿Sabes? Marcarme no sirvió de nada. Ese imbécil se acercó a mí de todos modos.
– Ya sé muy bien que no le perteneces a nadie, tranquila – dijo de mal humor – Pero la próxima vez sé más consciente y no te vayas así por las buenas. Salió ese idiota, pero cualquiera podría haberte llevado sin que yo me diera ni cuenta, ¿sabes?
Un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal y se me puso el vello de punta.
– Lo siento – susurré en el silencio de la noche.
– ¿Qué importa? – bufó – Ambos sabemos que en cualquier condición te voy a defender, ¿no?
– Jase …
– ¡No eres un jodido juguete, ____! – saltó sin dejarme hablar – ¿Cómo pudiste decir eso?
¿Cómo pudiste siquiera pensarlo? Claro que no eres un objeto, ¡eres mi novia! – clamó.
Su tono de voz empezó a asustarme. Por la postura de su cuerpo deduje que estaba controlando toda su ira contra mí y que estaba diciendo lo único que se atrevía a soltar.
– Mi. Novia – recalcó – ¿O acaso te a ti te interesa alguien más que yo?
– No – negué con la cabeza.
– ¿Entonces que pasa por qué diga que eres mía? ¿Eh? ¿Tan malo es que te entregues a mí? Porque créeme que yo sí me entrego al completo a ti y a nuestra relación.
– Sé eso, pero no debiste marcarme el cuello. ¡No ahí, Jase! Nosotros sabemos como es lo nuestro y lo que hemos pasado – di dos pasos valientemente hacia él buscando sus ojos – Mi corazón es tuyo, Jason. Mi cuerpo también es tuyo. Lo sabes, no me importa decírtelo. ¡Yo también estoy completamente entregada a ti! Pero no puedes actuar de esta manera porque una mierda de chupetón no va a detener al que se quiera acercar a mí. Visto está – señalé lo que acababa de pasar – Y en el caso de que alguien se muestre interesado en mí tú tienes que confiar y saber que tú siempre eres mi única y primera opción. Siempre voy a rechazar cualquier camino que no tenga que seguir a tu lado.
– Dijiste que no le pertenecías a nadie … – susurró.
– Me enfadaste – expliqué – Pero Jase – me aproximé del todo a él y agarré su mano buscando el contacto con sus ojos – gran parte de mi ser te pertenece por todo lo que hiciste por mí.
Nunca pienses que voy a olvidar eso. Yo te quiero – susurré con dulzura – más de lo que jamás quise a alguien.
Sus manos tiraron de mí y enseguida me rodeo para apretarme mientras colocaba su cabeza sobre mi hombro. Escondí mi cara en la curva de su cuello absorbiendo su irresistible aroma mientras le
devolvía el abrazo y acariciaba el cabello de su nuca.
– Te quiero, ____ – susurró Jason – Muchísimo – seguí acariciando su suave pelo y le di un beso en el cuello sin dejar de respirar sobre su piel – Perdón.
– Ya no importa – susurré – No quiero que volvamos a discutir. Todo está aclarado, ¿no?
Traté de sonreír y me separé de él para acariciar sus mejillas.
– Gracias por salvarme.
– Lo haría una y otra vez por ti cariño – susurró contra mis labios.
* * *
tras la fiesta. Teníamos que irnos al instituto y apenas habíamos dormido cuatro horas.
– No quiero ir a clase – protestó Jason.
– Hay que hacerlo – dije yo con cansancio.
– Si tú no te levantes yo no me muevo de aquí – dijo con los ojos cerrados.
– Que remedio – bufé mientras me incorporaba y estiraba mis brazos en un bostezo.
Me levanté de la cama y caminé descalza hasta llegar al baño. Me detuve en la puerta y miré a Jason tirado boca abajo en medio de la cama abrazando la almohada.
– ¡Vamos perezoso!
– Ven tú a levantarme. Estoy muerto de sueño – masculló.
Sonriendo brinqué hasta la cama y me puse encima de él con una pierna a cada uno de sus costados.
Me incliné y le besé la mejilla. Noté su mejilla levantarse al torcer sus labios. Fui dejando húmedos besos por su cara y su cuello. Viendo que se estaba dejando y no se movía le mordí la oreja.
– ¡Eh!
Empecé a reír. Jason se dio la vuelta y tiró de mí hasta que caí sobre mi espalda en el colchón. Él ya estaba muy despierto. Su boca se juntó con la mía para enseguida morderme el labio para devolverme el gesto.
– Estoy es una buena manera de empezar el día … ¿Por qué no nos quedamos en casa para que no se arruine?
– Suena bien, pero no – dije firme – Mañana tenemos tres exámenes, ¿lo sabías?
– No estudié nada – sus ojos se abrieron en sorpresa.
– Yo lo hice hace días pero se me han olvidado cosas – rodé los ojos y volví a levantarme – Arriba Biebs – lo animé metiéndome en el baño.
* * *
Tuve un extraño déjà vu. Llovía, yo entraba primero, Jason estaba detrás de mí, tocaba ética, el profesor empezaba a protestar, todos nos miraban y al contrario que aquel día en que empecé a
conocer a Jason, esa vez no me importó ser observada. Si era un poco incómodo pero de alguna manera me olvidé de ellos.
– ¿Sabéis cuál va a ser vuestro castigo?
Enseguida empecé a prestar atención al señor Collins. Él nunca ponía castigos aunque fuera gruñón.
Jason hizo un sonido irritado con su garganta. El profesor sonrió con malicia y yo me estremecí.
– Si llegan tarde y juntos debe ser que están pasando mucho tiempo juntos. Me alegro que tomen sus trabajos en serio – el sarcasmo brotó de sus palabras. Él sabía que no estábamos unidos por el estúpido trabajo. Por el rabillo del ojo vi a Drake reír y codearse con Aiden – Así que ahora van a ser los primeros en presentar oralmente a sus compañeros lo que han conocido el uno del otro.
– ¡No te saltes como es en la cama, Jase! – saltó Richards.
Jason rugió y yo lo detuve con mi brazo. Jase lanzó dagas con sus ojos hacia aquellos imbéciles que reían por el comentario. Yo miré al profesor molesta, preguntando con mi cara si no iba a decir
nada.
– ¡Usted Drake Richards! – señaló Collins – ¡Usted es el siguiente con un castigo! ¡Se va a quedar conmigo en su tiempo de descanso y va a empezar a escribir un trabajo de diez mil palabras para mañana mismo! Si no lo trae a primera hora le quitaré dos puntos de su nota global – advirtió – Y todo aquel que se atreva a volver a reír en mi clase tendrá una recompensa parecida a esa – habló a toda la clase – Adelante chicos, procedan – nos dijo.
Maldije internamente. Di unos pasos hacia dentro con Jason siguiéndome detrás y dejamos las mochilas sobre nuestros pupitres para después regresar a donde estaba el profesor y colocarnos
frente a la clase.
– ¿Quién va a hablar primero? – preguntó el profesor – Tened en cuenta que esto va para nota.
Jason me miró y él dio un paso adelante sabiendo que yo estaba nerviosa por todo aquello.
– Yo hablaré primero – dijo seguro – ¿Qué quiere saber, profesor?
– Tus prejuicios antes de conocerla y lo que has descubierto. Cada uno tiene diez minutos.
Vi a Jase sonreír antes de mirarme y volverse a la clase. Se apoyó contra la mesa del profesor y pasó una mano por su pelo mientras pensaba como empezar. Noté más de un suspiro por lo atractivo que él se había visto con aquel gesto.
– Al principio de todo pensé que era una persona muy tímida que siempre caminaba sobre seguro. Me pareció cortante e insegura. Testaruda e independiente – agregó – Un poco histérica y amargada – rió mirando al suelo y después volvió a mirarme con sus ojos mieles claros – Resultó que no me equivoqué mucho, solo que no había visto mucho más de lo que ella era, ____ es todo un misterio. Es tímida … le cuesta confiar por sus inseguridades, pero una vez que está cómoda con una persona ves lo agradable que es. No es tan independiente como pensaba pero sabe cuidar de sí misma. No le gustan los pasos en falso, pero también sabe tomar riesgos. Siempre actúa de la manera que menos puedes esperar … supongo que aún no la conozco del todo – miró por la ventana perdiendo la vista – aún así estos dos meses han servido para mucho. Quizás no sepa todo de ella – miró al profesor – ni su color, película o libro preferido, ni su amor platónico, ni su canción favorita … o espera si la sé, Broken Strings – rectificó riendo para sí – pero este trabajo ha servido para darme cuenta de que no debo juzgar a una persona por lo que dice la gente o primeras impresiones – concluyó – Yo por mi parte he tenido un gran descubrimiento con mi compañera.
La clase enmudeció. Me quedé sin habla observando a Jason. Me di cuenta de que no había revelado nada sobre los problemas que yo pudiera en mi vida personal ni ningún momento íntimo entre nosotros, ni ninguna conversación. Mantener su nivel para hablar de él iba a ser difícil. Se había explicado bien y el profesor asentía en aprobación. Le había gustado el discurso.
– ¿Algo que decir sobre las observaciones de su compañero, señorita Cooper?
– No le gusta que le llamen por su apellido – replicó Jason torciendo los labios y cruzándose de brazos.
– ¡Jase! – protesté en susurros. Todos rieron y yo miré al profesor seria – No tengo nada que decir … creo que me conoce mejor que yo misma – me encogí de hombros.
– Él dice que no lo sabe todo de usted – difirió Collins.
– Diría que trivialidades como saber mi color preferido no es algo importante cuando se trata de la personalidad de una persona – expliqué con tranquilidad – Por cierto, es el lila.
Jase alzó su dedo pulgar sonriendo. El resto de la clase nos escuchaba atentamente ya fuera por la amenaza del principio del profesor o por tomar nota para sus trabajos.
– Ese es un buen punto, alumna – aceptó el profesor – ¿Ahora le importaría contarnos que sabe del señor Bieber?
– Yo me equivoqué mucho con él – reí al recordar la primera vez que hablamos – lo primero que apunté fue que era un imbécil – las risas de algunos se escucharon de fondo y el profesor pidió silencio – No lo es. Más bien es prepotente cuando algo no le gusta. Por eso
pensé que era cortante y desagradable. No confiaba nada en él por la impresión que me dió – Jason me miró a los ojos y recordé como entró en mi casa para ayudarme con la pierna cuando estaba herida – Jason me daba mala espina y él lo sabía. De alguna manera me
demostró que no era tan frío como lo veía. Jase es un chico con un extraño sentido del humor. A veces tiene mal carácter pero otras es muy agradable. Lo más importante que puede destacar de él es que no le importa lo que diga la gente, su única preocupación es
defender a los de su alrededor. Ah … y su coche – reí y él rió conmigo.
– ¿Cuál es su conclusión Cooper? – pidió Collins.
– Yo de estos meses he aprendido que las apariencias engañan … aunque hay veces que también debes fiarte de lo que te dice la intuición. Ambos acertamos en varias cosas cuando hablamos por primera vez – me encogí de hombros – La intuición puede decirte si quieres conocer a alguien a fondo o no.
– Bien – el profesor chocó sus manos – ¿Qué hicisteis para conoceros?
– Usted dijo que saliéramos – replicó Jason – Pues eso, salimos a hacer cosas que nos gustaban a ambos para estar cómodos – dijo con simpleza.
– Bien, bien … – repitió volviéndose a su cuaderno – Podéis sentaros. Ambos tenéis una A en este proyecto. Espero que el resto hayáis tomado nota de vuestros compañeros.
Alegre por recibir aquella nota caminé por el pasillo de mesas hasta nuestros sitios. Jason me siguió detrás y se sentó a mi lado. Por debajo de la mesa acarició mi rodilla y le dio un apretón mientras
me sonreía. Era obvio que íbamos a sacar aquella nota después de saber tanto el uno del otro.
– ¿Cómo es posible que todo haya cambiado tanto en un par de meses?
Me encogí de hombros sin saber que responder. Yo también me lo preguntaba. De ser una total desconocida para todos ahora tenía un novio, mi primo Peyton, mi tío Lucas que apenas conocía, unos abuelos que no quería volver a ver, un padre falso, un padre biológico perdido que no sabía de mi existencia, una amiga como Janelle y vivía en una mansión con todas las comodidades que una
persona podía desear en un hogar.
Yo misma me di cuenta de todos los cambios y me sorprendí. No solo mi ambiente y mi realidad se habían modificado, yo misma por dentro me sentía distinta. Devastada por todos los dramas que
habían sucedido pero a la vez más apoyada y protegida. Jason me daba seguridad y de alguna manera lo reflejaba … aunque por dentro me estuviera derrumbando lentamente.
De repente sentí a Jason tocar mi hombro. Lo miré y vi su mirada llena de preocupación. Estaba tan absorta en mis pensamientos que ni me había dado cuenta de que no respiraba con regularidad. Me
estaba dando un ataque de ansiedad. Intenté hacer llegar el aire a mis pulmones pero por mucho que me esforzara no servía para nada.
Escuché a Jase diciéndole al profesor que me iba a sacar de allí. Incluso cuando estaba perdiendo el conocimiento se me hizo gracioso lo autoritario que era con cualquiera cuando se ponía nervioso.
Mis ojos se nublaron. Veía espacios negros donde debía haber caras. Me empecé a marear. Todo estaba borroso y mi cuerpo se tambaleaba. Me sujeté al borde de la mesa con las manos cuando
entonces sentí la silla correrse hacia atrás.
Reconocí las manos de Jason sosteniéndome y poniéndome de pie. No tenía fuerzas. No podía respirar. Inhalaba y exhalaba cada vez más rápido sin darle tiempo a mi cuerpo para conseguir el
oxígeno.
– No veo nada, Jase – apreté mi mano en su brazo pero al instante perdí toda la voluntad para estar de pie.
Escuché a Jason maldecir mientras me cogía en brazos y salía corriendo de la clase. En el pasillo empezó a susurrarme palabras de aliento en el oído.
– Respira despacio cariño. Vamos respira.
Un instante después noté mi culo posarse sobre una encimera y deduje que estábamos en el baño. Él se colocó entre mis piernas y me sostuvo la cara. Tenía mi boca entreabierta en busca de todo el aire del mundo. Jase me sostuvo la cara y vi sus ojos de manera distorsionada mirarme asustados.
– Escúchame. Cierra los ojos y respira por la nariz. Intenta contener el aire unos diez segundos – sus manos me acariciaron por los brazos para darme consuelo – Vamos.
Intenté hacerle caso. Cogí aire con dificultad y lo retuve pero escapó a los dos segundos. Sollocé por mi mal intento. Yo misma tenía miedo. Nunca me había dado un ataque de ansiedad tan fuerte.
– No llores, cielo – sus labios se presionaron en mi mejilla – Prueba de nuevo, cariño.
Y por más que quería no podía. Sus palabras de aliento no servían de nada y yo cada vez empeoraba más. Apoyé mi frente en su hombro y seguí sus instrucciones para respirar.
– Jase, me voy a desmayar – avisé sintiendo todo mi cuerpo pesado.
– No, no, no. _____.
Siguió protestando pero no hubo manera en el infierno de que yo pudiera mantenerme por mí misma. Finalmente todo se hizo negro y mi dolor de cabeza cedió cuando perdí el conocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario