El sol se había puesto y el cielo estaba anaranjado. Suspiré levantándome del sofá y empecé a
caminar por la sala con el libro en mi mano, intentando memorizar los últimos puntos que entrarían
en el examen. Solté aire frustrada.
– Voy a suspender – dije agobiada.
– No lo creo. Chicas como tú nunca suspenden – rió.
– ¿Chicas como yo? – enarqué una ceja – ¿Me llamas empollona?
– Yo no lo dije – alzó las manos – Lo dijiste tú – se burló.
– Tiempo de descanso – le quité las hojas que estaba leyendo – empieza a correr.
Él se levantó de un salto y salió corriendo del estudio mientras yo iba detrás de él. Me acordé del
día de mi cumpleaños. Perseguirnos parecía nuestro juego preferido. Lo seguí hasta el salón cuando
él se giró repentinamente y me cogió entre sus manos para besarme. Me fundí en el contacto. Mis
manos se posaron sobre su pecho mientras las suyas bajaron de mi cintura a mis caderas.
Recordando como habíamos llegado allí me aparté tirando de su labio inferior.
– No soy una empollona – dije mirándolo mal.
– Me encanta hacerte rabiar – rió besándome de nuevo – Muerdes duro, nena – siseó sobre
mis labios provocándome una corriente eléctrica.
Sus manos bajaron a mis nalgas. Me levantó haciéndome escapar un pequeño grito. Jason metió su
lengua dentro de mi boca. Su lengua acarició la mía haciendo que me excitara. Enredé mis piernas
alrededor de su cadera mientras tiraba de su pelo.
Jason gruñó sobre mi boca mientras me llevaba en volandas hasta reposarme sobre el piano
mientras se apretaba entre mis piernas. Gemí al notar su miembro sobre mi vientre.
– Jase – mascullé.
Su boca se dirigió a mi cuello besándome fuertemente. Su lengua trazó circunferencias sobre mi
piel mientras subía sus manos por debajo de mi camisa. Al llegar a mis senos sonrió rozando sus
dientes contra mi cuello.
– Sin sujetador, nena – se mofó – me encanta.
En un instante alzó la camisa y me liberó de ella. Sin querer quedarme atrás yo también le quité la
suya. Sus ojos llenos de picardía se fijaron en los míos. Estaba ardiendo de deseo. Paseé con mis
manos sus torneados pectorales hacia sus hombros y sus bíceps.
Rodeé su cuello con mis brazos y aproximé mis labios hacia su pecho para dar suaves y mojados
besos. Jase me retiró y me empujó hasta que mi espalda se pegó a la superficie del piano. Sus
manos no soltaron las mías mientras dejaba calientes besos en la piel ardiendo de mi vientre. Fue
bajando hasta el borde de mis holgados y pequeños pantalones.
– Jason – jadeé – ¿en el piano?
– ¿Estás incómoda? – soltó mis manos y puso sus ojos a la altura de mi mirada. Negué con la
cabeza tímidamente – Sabes que podemos parar en el momento que no quieras hacer algo.
Asentí mordiendo mi labio nerviosamente a pesar de que su frase había sido una afirmación. Me
relajé mientras él se deshacía de los calcetines que llevaba y bajaba mi pantalón junto con mis
braguitas. Me sonrojé cuando me quedé desnudo al completo, sentada sobre el piano.
– Déjame guardar esta imagen en mi cabeza – dijo lamiendo sus labios. Crucé mis piernas
incómodamente – Te ves como una diosa, cariño.
Sus susurros se fueron acercando hacia mis labios. Los últimos rayos de sol entraban por la ventana
golpeando a su torso desnudo. Sin tardar mucho, Jason se deshizo del resto de su ropa y se puso un
preservativo. Me puse roja al ver como se lo ponía. Me dio más vergüenza cuando Jase encontró mi
mirada en su miembro. Mordí mi labio y él rió.
Sus manos cogieron mis caderas mientras entraba dentro de mí al tiempo que me besaba. Apreté
mis uñas en sus hombros mientras bajaba mis manos por su fornida espalda. Jason se movió dentro
de mí mientras sus labios trabajaban los míos. Nos separamos jadeando y apreté su cuerpo al mío.
Amaba que su pecho rozara con el mío. Amaba apretar mis dedos entre su pelo. Amaba tenerlo
cerca y como me hacía sentir.
Jason volvió a entrar y salir de mi interior mientras acariciaba mis muslos. Aprisioné sus caderas
con mis piernas impidiendo que escapara de mi lado. Jase profundizó más dentro de mí y ambos
gemimos. Empezaba a tensarme. Todo mi cuerpo se estaba preparando para deshacerse una vez más
entre las manos de aquel chico que amaba por encima de todas las cosas.
Aferré mis manos en su espalda hincando mis uñas en su piel cuando aceleró el ritmo. Jadeé
temblando al sentir llegar mi punto más alto, grité su nombre mientras me arqueaba y me tiraba
hacia atrás recostándome en el piano. Jason volvió a embestir dentro de mí tres veces para correrse.
Sentí su calor dentro de mí. Mis rodillas flaqueaban y mis pies colgaban del piano mientras Jason
volvía a besarme la barriga y metía su lengua en mi ombligo haciéndome cosquillas.
– Para – reí incorporándome.
– Ven conmigo – abrió sus brazos sonriente.
Sin saber muy bien que hacer me colgué nuevamente de su cuello y él me cogió para llevarme a su
lado. Caminó un poco hasta que me plantó frente a la chimenea.
La noche ya había caído. Estábamos a oscuras y empezaba a hacer frío. Además, fuera no dejaba de
llover. Algo que amaba. El sonido de la lluvia antes de dormir era uno de mis momentos preferidos.
Jason se puso de nuevo sus boxers y sacó una manta de un cajón que me tendió enseguida. Yo
aproveché para cubrir mi cuerpo desnudo mientras él encendía la chimenea. Sonreí al ver lo bien
que se le daba hacerlo.
Después dio tres pasos atrás y se sentó frente al fuego en el suelo. Abrió sus brazos invitándome a
acurrucarme con él. Jason siempre iba a recogerme y yo me sentí dichosa de tener a alguien como él
en aquel momento.
Me senté entre sus piernas y él rodeó mi cuerpo con sus brazos colocando su cabeza sobre mi
hombro. Dio un suave beso en la curva de mi hombro mientras enredaba sus dedos entre los míos.
– ¿Estás bien? – preguntó.
– Esto es perfecto – susurré recostándome contra su pecho.
– ¿Te apetece cenar?
– Nos lo merecemos, ¿no?
– Sí. Hemos hecho ejercicio – rió besando mi pelo – Vuelvo en un momento. No te muevas de
aquí.
Ya de pie, se inclinó y alzó mi barbilla con su mano para darme un dulce beso en los labios.
– Aquí te espero – dije mientras se iba.
Aferré la manta contra mi cuerpo mirando el fuego y las extrañas formas que producía. El calor del
fuego junto con el sonido de la lluvia de fondo proporcionaba una sensación agradable. Eché mi
pelo hacia atrás pensativa. Coloqué mis brazos sobre mis rodillas y encima puse mi cabeza.
El fuego era agradable, pero era algo con lo que se debía tener cuidado. “No juegue con fuego”
solía decir la gente. Podía ser hermoso, podía ser atractivo y útil, pero si lo tocabas, te quemabas. El
fuego facilitaba muchas cosas, pero también podía ser destructor.
Jason era como el fuego. Lo quería. Lo necesitaba a mi lado. Me sentía hechizada por la forma en
que me trataba … pero debía tener cuidado con él. Yo lo sabía. Él lo sabía. No era ningún secreto.
Jason, Bieber o McCann porque eran el mismo, era peligroso. Y yo vivía con él. Y no le tenía
miedo. Mas bien tenía más miedo de lo que le pudiera pasar a él. De las consecuencias de todo
aquello que estábamos haciendo. Temía los líos en los que Jason se metiera. Temía en los que me
pudiera meter yo. Sin embargo, el miedo solo era una alerta, no algo que me iba dominar.
Sin pensarlo muy bien me levanté y fui a coger el diario. Estaba muy estropeado. Me asomé a la
cocina y vi a Jason preparando algo. Sonreí con ternura y regresé a la sala frente a la chimenea.
Le di un último vistazo a las hojas. Estaban deshechas. Apenas se podían tocar.
En este caso, el fuego iba a ser útil para destruir. Sonreí ante la ironía. ¿Era posible que todo lo que
implicaba destrucción fuera malo? En algunos casos parecía una buena opción destruir todo para
empezar de cero. Para encontrar una escapatoria. Para intentar alcanzar lo que buscas.
Muchas personas habían destruido mis recuerdos, mi ingenuidad, mi vida. Todos habían destruido
una parte de mí para alcanzar alguna meta … Greg, por ejemplo. Él solo quería venganza para
sentirse mejor.
Destruir, de una manera desesperada, parecía una buena escapatoria. Pero, ¿qué pasaba con
construir? ¿Qué había de luchar sin hacer daño a nadie de por medio?
Tenía claro que la vida no era ni blanco ni negro. Todos intentábamos construir nuestras vidas por
nosotros mismos … pero en algún momento nos limitábamos a destruir porque estábamos cansados
de pelear, sin darnos cuenta, de que en ocasiones, creábamos nuestra propia ruina.
Jason regresó conmigo y se puso de nuevo detrás de mí colocando a nuestro lado unos sandwiches
de queso fundido con jamón cocido. Sonreí y de un tirón lancé el diario al fuego.
Lo vi quemarse y ponerse negro entre las llamas de la chimenea.
– ¿Estás segura de lo que has hecho? – preguntó Jason a mi espalda.
– No voy a vivir en el pasado – me encogí de hombros – Y los recuerdos de mi madre no son
precisamente una linda historia así que … sí, estoy segura de lo que he hecho.
– Bien – cogió un sandwich y lo acercó a mi boca – ahora come.
Di un bocado al pan con queso derretido y gemí de gusto. Estaba muy bueno, además de que tenía
hambre. No había comido en toda la tarde y bueno … como decía Jason, habíamos hecho ejercicio.
Viendo como las hojas ardían me permití tener un último repaso de todos los desengaños que había
tenido en los últimos días. Apreté mi mano entre los dedos de Jase en un acto reflejo.
– ¿Estás bien, cariño?
– Solo dime que jamás me engañarás. Dime que contigo solo tendré la verdad. Necesito
escuchar que la persona más importante para mí no me va a fallar como lo hizo mi supuesta
familia.
Jason se movió detrás de mí y me giró el cuello para que coincidiéramos nuestros ojos.
– Aunque duela … Siempre te voy a ser sincero, _____. Como tú lo has sido conmigo.
– Gracias – susurré regresando la vista al fuego y tumbándome sobre él – ¿Sabes que te
quiero? – musité cerrando los ojos sobre su pecho.
– Tanto como yo te quiero a ti, espero.
Sonreí tontamente. Noté como Jase acercaba más pan a mis labios. Abrí mi boca y di otro bocado.
Él rió mientras saboreaba el bocadillo y gemía exageradamente.
– En serio, Jase. Tienes un sobresaliente en sandwiches.
– Tú tienes otro en novia – respondió alegre.
– Aww – exclamé enternecida girándome entre sus piernas – Bueno, tú tienes otro en …
Me quedé pensativa mientras mordía mi labio. Él sonrió torcidamente mientras buscaba una
palabra. Apoyé mis manos en su pecho y Jase se tumbó en la alfombra. A cuatro patas sobre él,
apretando la manta contra mí, me incliné hacia su oreja.
– En amante – susurré en tono seductor.
– Oh, señorita ____. Creame, aún no me ha puesto suficientemente a prueba para ponerme esa
calificación – sonrió de forma burlona.
Me tapé la boca en horror sobreactuando y reí mientras me recosté en su costado. Jase paseó su
mano de arriba a abajo por mi espalda. Podía parecer estúpido estar tumbados contra el suelo, pero
lo cierto era que se sentía íntimo y cómodo para nosotros dos juntos al lado del calor de las llamas.
Paseé las yemas de mis dedos sobre las líneas de su tatuaje en el pecho. Equilibrio y protección
significaba aquel ángel con la balanza. Un recuerdo de su madre. Una toque de atención sobre lo
que había perdido. Un constante recordatorio de no se iba a quedar tranquilo hasta que la muerte
fuera pagada con más muerte.
* * *
Los días fueron pasando y todo seguía su ritmo. Jason y yo estuvimos centrados en estudiar para
aprobar aquel curso. Todos los exámenes finales estaban terminados. El curso finalmente iba a
finalizar y yo iba a tener mi merecido sobresaliente en la mayoría de las asignaturas. Jason por su
parte también había tenido buenas calificaciones. Por otro lado también me había sacado el carnet
de conducir. La casa estaba bastante lejos de la “civilización” como dije bromeando con Jase. Él
aceptó dejarme el coche en el caso de que lo necesitara y él no pudiera llevarme.
Aquellos días había estado más unida a Jase y por tanto tuve que acercarme más a su grupo de
amigos. Jason no me quería dejar sola en el instituto y aunque yo no quisiera molestar, él insistía en
estar con todos juntos. No es que a me importara que Jase se fuera con sus amigos, tampoco estar
sola en algún momento. Sinceramente, no quería recibir malas miradas por entrometida. Sobretodo
por parte de Ian, el hermano de Dober. Sin embargo, ninguno de mis peores presentimientos
sucedieron. Los mellizos, Ian y Dober, me aceptaron poco a poco … aunque a Ian le costó más.
Peyton y Jason no hacían otra cosa mas que bromas para aligerar siempre el ambiente y finalmente
todos acabamos estando cómodos entre los cinco.
Janelle empezó a preocuparse por mí al ver que siempre estaba rodeada de chicos. Aquello le
molestó y para coger una excusa me dijo que iríamos juntas a comprar vestidos para el baile de fin
de curso. Nada mejor para un día de chicas. A Jason no es que le hiciera especial ilusión ir al baile
del instituto, pero cedió tras unas palabras, desconocidas para mí, cruzadas con su hermana. Janelle
podía convencer a su hermano de lo que fuera. Era algo que había aprendido en las últimas
semanas.
Ella también quería salir de compras para conseguir algo que le favoreciera en el día de su
graduación en la universidad. Iba a terminar su último año y quería celebrarlo con Christian.
Jase y yo no parábamos de estar unidos. Sin embargo, más de una vez se había escapado en la
noche cuando él creía que yo estaba dormida. Me había dado cuenta una vez que me desvelé por la
noche y estaba sola en la cama. No lo había encontrado en ningún lugar de la casa y pocos minutos
después, cuando había finalizado mi búsqueda y lo iba a llamar por teléfono, él abrió la puerta y yo
salí corriendo hacia el cuarto para hacer como si nada.
Sabía que él se iba con los chicos o con su padre a la calle. Cada vez que volvía olía a tabaco. No
tenía idea de que tramaba ni de porqué se iba a esas horas … el caso era que él quería mantenerlo en
secreto de mí por alguna razón. Y no creía que fuera mala. Las palabras de Janelle resonaban en mi
cabeza, “Cuanto menos sepas de los asuntos de la calle, mejor”. Quería tomarle la palabra, pero
algo dentro de mí, una fuerza mayor que la curiosidad, me decía que quería saber que estaba
haciendo a aquellas horas de la madrugada.
En cuanto a Greg … no había vuelto a saber nada de él. Era como si hubiera desaparecido de mi
vida para siempre y yo celebraba aquello. A pesar de que estaba mejor con el tiempo, aún sentía un
vacío en mi interior que no me dejaba tranquila. Algo me faltaba.
Salí del instituto junto a Jason tras haber recogido nuestros boletines de notas. Hacía un calor
espantoso. Con mis pantalones cortos y mi camisa de tirantes notaba como el sol abrasaba mi piel.
Caminamos juntos hasta estar bajo la sombra de un árbol para esperar a los chicos. Ian, Dober y
Peyton estaban en el mismo curso y venían juntos hacia nosotros unos minutos después.
– No aguanto este calor – se quejó Peyton.
– Yo tampoco – corroboró Jason quitándose el sudor de la frente – Estoy deseando tirarme a la
piscina de casa – rió.
– Oh, sí. Danos envidia – dijo con Ian con sarcasmo.
– Hey – Jase alzó las manos – Podéis venir. Por mi no hay problema – me miró a los ojos y yo
sonreí. A pesar de que era su casa, daba la sensación de buscaba mi aprobación al invitar a
gente – ¿Venís después de comer?
– ¿Por qué no vamos a comer juntos? – propuso Dober.
– No contéis conmigo – interrumpí – Yo hoy he quedado con …
– ¡_____! – una voz femenina gritó mi nombre a lo lejos.
– Mi hermana – suspiró Jason.
– Así es – sonreí – Os veo luego. Pasadlo bien en la piscina – miré a los chicos y asintieron.
Parecían aliviados de que tuvieran a su amigo libre de mí por una tarde.
Me giré para irme cuando Jase me detuvo agarrando mi mano. Tenía su ceño fruncido mientras me
miraba a los ojos y bajaba su vista al colgante de trébol de cuatro hojas colgando en mi cuello que
me había regalado en mi cumpleaños. Cuando volvió a alzar la vista suspiró.
– ¿A qué hora volverás?
– No lo sé – me encogí de hombros – Supongo que estaré entretenida con Janelle por bastante
tiempo así que disfruta de tu día de chicos.
Los chicos alzaron sus puños en alto reconociendo la victoria y haciendo exclamaciones de alegría.
Ambos reímos. Jason me miró a los ojos y se inclinó hasta darme un rápido beso en los labios. Los
chicos bufaron y yo me sonrojé. Aún no estaba acostumbrada a mostrar afecto delante de la gente. A
Jase le hizo gracia el rubor de mis mejillas.
– Pásalo bien – me deseó a modo de despedida.
– Lo haré – asentí – Adiós chicos – me despedí con mi mano.
– Adiós ____ – dijeron al unísono.
Reí mientras caminaba hacia el coche de Janelle. Ella estaba desesperada por que llegara. La vi
utilizando su móvil con una mano en el volante. La música resonaba dentro del descapotable azul
cielo. Le di dos besos y la miré. Ella era preciosa. Tenía facciones suaves, como Jason. Su color de
pelo rubio oscuro era admirable en aquella melena larga y ondulada. Mi pelo negro y lacio no era ni
la mitad de bonito que el de ella y quise echarle la culpa a mi verdadero padre, porque mi madre no
era morena sino castaña y su pelo tenía volumen.
Todas las personas de mi alrededor ya sabían que Greg Cooper no era mi padre. Todos habían
comprendido porque me había ido a vivir con Jase. No había habido ningún problema ni se había
montado ningún alboroto. Todo el tema había sido tratado con discreción.
– ¿Qué comemos? – pregunté ajustando el cinturón.
– Había pensado en un japonés – respondió Janelle revisando su labial en el espejo retrovisor
mientras movía la llave en el contacto.
– Me gusta la verdura – dije encogiéndome de hombros.
– Genial – sonrió complacida – Después nos iremos a las mejores tiendas que jamás hayas
visto – dio palmadas como una niña lista para una fiesta – ¿Qué tal tus notas?
– Perfectas – sonreí.
– Lo supuse – rió – Y mi hermano …
– Perfectas también – reí – Se esforzó. Estuvimos estudiando juntos.
– Es bueno que hayas estado con él – suspiró – Pensé que ahora que no está mi madre él se iba
a volver un caso perdido – negó con la cabeza – Hay que agradecértelo.
– No, no hay que hacerlo – negué en disgusto con la cabeza – Aquí todos nos ayudamos
mutuamente. Tú hoy por ejemplo, me has librado de un día rodeada de chicos derrochando
testosterona en la piscina.
– ¿Van a casa? – asentí – De menuda te has librado, amiga mía.
Reímos por la burla. Entonces el móvil de Janelle sonó en alerta por un mensaje. Ella lo cogió y al
darle un vistazo rió negando la cabeza y me lo tendió para que lo leyera. Rodé los ojos al ver que
era de Jason pero sonreí al ver el texto. “Cuídala. Ah, y haz que se compre el vestido más caro si es
necesario ;)”.
Sí, llevaba su tarjeta de crédito y no era que eso me gustase. Pero él me había obligado al saber que
iríamos al baile de fin de curso.
– Ya ves. Nos da permiso gastar lo que queramos – me guiñó un ojo. Negué con la cabeza.
– Tengo que buscar un trabajo. No puedo aprovecharme así de tu familia. La casa, todas las
compras …
– _____, nos sobra el dinero. Mi madre dejó una gran cuenta para Jase que aún crece y crece
gracias a un negocio que ella montó y ahora continúan mis abuelos. Mi padre también gana
dinero, no me preguntes como – torció sus labios disgustada – pero es de la misma forma en
que la gana Jase, por las noches – aclaró – Así que no te sientas mal porque para nosotros
comprar un vestido fino es como para ti comprar pipas – se mofó.
– Está bien – rodé los ojos ante su comparación – pero eso no quita que quiera un trabajo para
no depender continuamente de tu hermano. Además, me vendrá bien para entretenerme en
verano.
– Sí, eso es cierto. Veré si puedo ayudarte a encontrar algo, ¿vale?
– Con limpiar mesas en alguna cafetería seré feliz – bufé.
– Uh, no – dijo con horror – ¡O sí! – recapacitó – Sé de una cafetería en la que yo trabajaba a
tu edad. Los dueños me conocen. Te puedo recomendar.
– ¿Tú trabajar? – me sorprendí.
– Mis padres me castigaron – rió – Me quedé sin tarjetas de crédito y necesitaba dinero …
ellos me dijeron que me lo ganase yo sola.
– Me harías un gran favor si me ayudas con eso – sonreí.
– No hay de qué – torció sus labios.
Seguimos paseando. Comimos en un restaurante haciendo bromas y hablando de lo que queríamos
para ir a nuestros respectivos bailes. De lo que les gustaría a nuestras parejas. Salimos del
restaurante riendo y nos fuimos de tiendas. En cada sitio nos probábamos más de seis vestidos.
Todos nos escantaban, nos los intercambiábamos para ver a quién le quedaba mejor. Nos hacíamos
fotos para recordar el modelo cuando nos fuéramos por si decidíamos volver. Probamos zapatos,
complementos, bolsos e incluso perfumes. Era un día de compras completo y agradecí el aire
acondicionado del centro comercial.
Estábamos cómodas hasta que pasaron tres horas y nos fuimos a sentar para ver todos los vestidos
que nos habían gustado en su móvil. Reímos por los gestos que hacíamos en algunas fotos, ya no
sabíamos como posar y hacíamos muchas tonterías.
Janelle estaba enamorada de un vestido rosa lleno de volantes y pedrería que le daban una imagen
dulce y hermosa pero a la vez muy atractiva. Yo por mí parte no podía olvidar lo bien que me sentía
con un vestido azul de gasa decorado con un hermoso encaje. La parte superior tenía forma de corsé
con escote en forma de corazón. Largo hasta los talones, con vuelo y abierto por un lado, dejando
ver una pierna. Era un vestido perfecto.
Finalmente regresamos a las tiendas donde los habíasmos visto e hicimos nuestras compras. Justo
cuando íbamos a irnos vi el escaparate de una tienda llena de complementos brillantes. Sí, iba a
deslumbrar al que me viera ese día con tanta piedra brillante.
Entré mientras Janelle iba al baño y compré un colgante que tenía muchas ganas de usar. Quité el
trébol de cuatro hojas de la cadenita de plata y lo enganché en la pulsera del reloj para no dejar de
llevarlo. Me di cuenta de que eran las ocho de la tarde.
Guardando el collar en el bolso me reencontré con Janelle y juntas nos dirigimos a su coche
contentas por todas nuestras acertadas compras.
Alaaaa *o*,Cooper está genial con Janelle que buenas amigas,Janelle es muy mona la trata genial a ella :').Que vestidos se habran comprado para sorprender a sus chicos asdasd.Y cooper a buscar trabajo me parece bien que quiera ser por una parte independiente ,y jase es monísimo ai :3.Muy guay el capí,un besito<3.
ResponderEliminarBy: MJCS.
Me encanta jo asdasda*0* amo la forma de como tratra Jase a Cooper*-* bueno, le amo a el tss c: siguela pronto:3 Teeq *^*
ResponderEliminarQue guachiiiii me encanta *---*, ai madre las partes hot son lo más cuando lo leo me da una corriente eléctrica jajaja,me encanta cuando lo hacen como el la trata y ella se esta espabilando yuhuuu jaja.genial capiiiiiii
ResponderEliminaramo a Janelle, enserio*-*
ResponderEliminarsiguiente, por favor, esque me encanta la nove:3
Oh dios! Miriam, necesito más.
ResponderEliminarSabes? Yo nunca he ido a un baile ahahahaahaha pero bueno mi yo en rayita si, así que soy feliz.
Tengo 16 y después de mi primera novela no he sido capaz de escribir otra, hasta ahora, quiero comenzar con algo totalmente fuera de serie, algo retorcido, una maraña, algo inesperado, algo diferente, quiero que se me conozca por la chica que hacía novelas comunes si no por: Wow ella hizo aquella novela!
Y sabes que? Tu eres una de esas chicas a las que se conoce por tener ''ESA'' novela, tu has revolucionado las novelas, desde Danger no había vuelto a leer una novela como la tuya, bueno en plural, tuyas!
Eres la inspiración para todas nosotras que queremos escribir, que queremos ser alguien.
Y por cierto sube o te pego con un SOON en ese lindo culo tuyo!