sábado, 11 de mayo de 2013

(FINAL) Capítulo 48: No Matter What Happens, You're The One

Estirando mi cuerpo me desperecé del último sueño que había tenido en el avión. Después de dos años, por fin regresaba a casa. Miré a mi lado. Ally tenía los ojos cerrados escuchando música con sus auriculares. No quería molestarla, pero estaba eufórica porque íbamos de vuelta a Delaware para quedarnos allí definitivamente.

Aquellos años pasados con mi mejor amiga fueron geniales. Habíamos ido a Inglaterra, a Francia, a España y Alemania. Cada seis meses cambiamos de residencia y obteníamos un nuevo trabajo. El resultado fue una gran experiencia, llena de anécdotas para compartir con familiares y amigos. Tanto Ally como yo, logramos manejar un buen nivel de francés, español y alemán. A pesar de algunos problemas de adaptación, Europa había sido un sitio fantástico.

No sabía que esperar cuando llegara con mis padres, sinceramente, no sabía como debía actuar, pero tenía ganas de respirar el olor de mi casa, de abrazar a mis padres y a mi hermano.

Mike se iba a casar con Kayla. Habían atravesado juntos tres años de noviazgo y llegaron a la conclusión de que querían estar juntos para siempre. Yo iba a ser la madrina de bodas y tenía que arreglar algunos detalles con la novia un mes antes de la ceremonia. Todo iba muy ajustado.

Miré el reloj. Quedaban minutos de vuelo. Volviendo a cerrar los ojos repasé los mejores momentos de aquellos dos años.

Yo, como mi mejor amiga, nos mantuvimos alejadas de todo lo que se refería el tema chicos. Todo había sido estupendo entre nosotras, además, conocimos a mucha gente que corrían nuestra misma suerte viajando de país en país. Sonreí recordando todo aquello.

Una vez más eché la vista atrás y me remonté a los momentos antes de marchar por primera vez en busca de una salida de emergencia. Había salido del atolladero en Delaware, y ahora que regresaba tenía que afrontar el hecho de que muchas cosas volverían a mí.

En todas las veces que visité Delaware en fines de semana o festivos ocasionales, no tuve noticias de nadie con quien hubiese tenido una relación. La única persona aparte de mi familia, había sido Marcie. Ella seguía hablando con nosotras. Al cabo de unos meses que nos fuéramos, Johnny y ella acabaron su relación. Ally y Lucas siguieron viéndose cada vez que podían. Extrañamente siguieron adelante, y este día en que regresábamos él estaría esperándola en su casa.

En cuanto a Justin … Después de nuestras últimas confesiones en el aeropuerto, no volví a saber nada de él. Como siempre, no hubo llamadas, no hubo visitas sorpresas, no hubo nada. Como siempre, se mantuvo en el anonimato para que yo me quedara apartada de sus asuntos, pretendiendo así que yo me alejara de él. No sabía que había sido de él lo más mínimo. Lucas no hablaba con Ally de ningún asunto que no fueran ellos cuando se encontraban así que no había manera de que yo me enterara de como seguían las cosas. Lo que tenía claro, era que Justin seguía metido en sus negocios callejeros.

Zayn por otro lado … Mantuvimos el contacto durante unos meses, a medida que pasaba el tiempo, ya fuera por lo ocupado que estábamos ambos y las diferencias horarias, los dos dejamos de llamar y hablar por no saber que decir cuando el uno contestase al otro lado de la línea. Me sentí decepcionada de aquel hecho; no habíamos conseguido mantener nuestra amistad.

Lo último que había sabido de él era que se había mudado a Ohio y allí seguía consiguiendo pequeños trabajos, ya fuera de músico, cantante, modelo … o imagen publicitaria como le gustaba a él decir. Le estaba yendo bien, y me sentía alegre por él. Pero me entristecía no haber podido comunicarme con él ni una sola vez. Zayn, un chico tan importante como fue, había desaparecido de mi vida y se había evaporado del mapa sin dejar rastro ni signos de existencia. Sin embargo, no era como si él nunca hubiera estado. Al perderlo, un vacío había quedado en mi interior.

Mis esperanzas románticas estaban acabadas, y a decir verdad, no me importaba. Sentía que podía seguir mi vida sin más, porque estaba preparada. Tenía veinte años y sabía hablar cuatro idiomas. Había conseguido experiencia laboral y podría conseguir un trabajo de turismo fácilmente. Era más independiente que nunca, había conseguido mi objetivo de sostenerme a mí misma sin la ayuda de nadie más y me sentía orgullosa de ello.
* * *

Estaba en casa. Como siempre había recibido un cálido recibimiento por mis padres. Estaba agotada del viaje, sin embargo, no tenía sueño. Había dormido mucho durante el trayecto y al tiempo seguía eufórica por el comienzo de la nueva etapa de mi vida.

Mi dormitorio seguía igual que siempre. La cama en el centro contra la pared, el escritorio arrinconado, los libros en estanterías sobre el escritorio, el armario al otro lado, mis recuerdos …

Me senté con cuidado en la cama. Ya había salido a cenar con mis padres, Mike y su prometida. Planes y planes se iban construyendo y acumulando sin que me diera cuenta por la animosidad de mis seres queridos. Ellos estaban tan contentos como yo de mi regreso.

Ally por su parte había ido con los suyos y en esos momentos estaría con Lucas.

Me tumbé del todo mirando el techo sin saber que hacer. Era de noche, todos se habían ido a la cama y yo no tenía nada que hacer.

Poniéndome preparada para decidirme a hacer algo me miré en el gran espejo pegado al armario. No me veía mal, cansada, pero no estaba mal. Los jeans ajustados combinaban con una camisa violeta y unas Converse negras. Estaba la más cómoda posible después de tantas horas de viaje y no tenía intención de arreglarme para salir a dar un simple paseo.

Bajando con cuidado las escaleras para no despertar a nadie, decidí salir a la calle. Vi el Mini frente a mí y sentí ganas de conducir por la ciudad nocturna.

Mi vida se había vuelto aburrida y sin nada de expectación … torcí los labios hacia arriba recordando que eso era lo que había estado buscando desesperadamente y en ese momento me estaba volviendo loca por encontrar algo que me diera algo de emoción.

Conduje por las calles iluminadas por las tenues farolas. Lo único que se podía escuchar era el leve ruido del motor del coche y por suave que fuera parecía molesto.

Finalmente aparqué para continuar mi paseo a pie. Caminé desorientada recibiendo en mi mente continuos flash backs que me recordaban mi anterior vida. Justin no dejaba de venir a mi cabeza por mucho que yo me intentara convencer de que él ya se habría olvidado de mí.

Dos años sin saber nada el uno del otro era bastante tiempo como para hacer obvio que él ya no querría nunca más nada conmigo y que ya estaba acostumbrado a estar sin mí.

¿Estaba yo acostumbrada a estar sin él? ¿Quería algo con él?

La curiosidad por saber que estaba haciendo en ese momento me carcomía por dentro. Quería verlo y saber como estaba. “¿Y como te presentas? Pasaba por aquí para ver como sobreviviste estos dos años” sugirió una endiablada parte de mí. Irritada seguí caminando sin rumbo. No tenía idea de donde me estaba metiendo. A decir verdad, estaba desorientada.

Por un momento paré y miré hacia atrás. Mi cambio de dirección fue tan repentino que nadie lo hubiese esperado. Vi una sombra moverse en la oscuridad.

La inseguridad volvió a mí, pero mantuve la calma. Por experiencia ya sabía que Delaware, por tranquilo que pareciera, era un sitio lleno de peligros. “¿Querías adrenalina?” Se burló mi subconsciente. Con fingida relajación, volví a caminar por donde iba pero a paso más ligero. No podía volver al coche por el mismo camino que lo había dejado. Tenía que dar la vuelta por alguna calle. Mientras aceleraba mis pasos vigilando tras los míos, me pregunté a mí misma si era posible que la gente que buscaba mi cabeza aún me recordara o reconociera.

El miedo se apoderó de mí con aquel pensamiento. Corrí más. Empezaba a reconocer aquellas callejuelas. ¿Cómo había llegado a parar allí? Sentí a otra persona detrás de mí.

Empecé a correr sin pararme a pensar en lo que haría mi perseguidor. Pisadas fuertes resonaban tras de mí. Me obligué a mirar a mi alrededor. Recordaba levemente aquel sitio. Maldije por dentro.

El hombre de atrás empezaba a reír mientras iba tras de mí. Me iba a alcanzar. Él estaba de cacería y yo era su presa. Por mucho que me esforzara me iba a atrapar sino hacía nada.

Posiblemente podía incapacitarlo por un momento y seguir corriendo, pero quién sabía lo que él pudiera llevar encima … una pistola, una navaja … cualquier cosa para hacerme daño.

Como si de un milagro se tratase vi salir a un hombre de un callejón. No pensé que podía ser otro tío que iba a hacerme daño. Estaba desesperada.
  • ¡Ven aquí! – gritó el hombre de atrás con voz ronca. Chillé. Me tenía cogida de la muñeca – así que la mítica _____ ha vuelto – sonrió con sorna.
Me sacudí para después darle una patada en la ingle. Volví a darme la vuelta aprovechando su dolor. El hombre de unos metros más adelante que antes había visto se giró al escuchar nuestras voces. Mis piernas no paraban y seguían en movimiento de manera natural, por instinto.

Aquel desgraciado se había recuperado del golpe y volvía a por mí. La otra figura delante de mí se había quedado parada mirando la escena. Yo seguí dirigiéndome hacia él, aún así, vi que tras él que el callejón salía a una calle principal.

Pasé de largo de la figura de aquel hombre paralizado para seguir huyendo. Entonces oí un golpe y un gemido. Me giré. El tipo que me había seguido como un depredador estaba tirado en el suelo. La figura de pie estaba estirando la mano. Deducí que le había dado un puñetazo.
  • Aprende a tratar a una mujer, imbécil – la figura irreconocible en la oscuridad le dio una patada en el estómago al hombre que yacía tirado en el asfalto – ¡Lárgate! – clamó enfadado.
El hombre se levantó jadeando llevándose una mano al abdomen. Con dificultad caminó hasta desaparecer de nuestra vista. De nuevo me sentí amenazada por estar a solas con un hombre desconocido. Aunque me había salvado, mi instinto me decía que no me fiara. Aún así, me quedé.
  • ¿Estás bien? – una voz aterciopelada me sorprendió.
El hombre se giró para verme y yo me quedé en shock al reconocer sus facciones. Él también quedó impactado al verme. Me quedé sin habla. Ninguno supo que hacer o que decir.

Yo no podía hacer otra cosa más que mirarlo. Justin se había transformado. Sus hombros se habían ensanchado y las facciones de su cara se habían endurecido. Había cambiado, pero no tanto físicamente, sino por dentro, y aquello se reflejaba en su rostro. Sus ojos miraban los míos.

Sentí que me iba a desplomar en el suelo. Mis piernas pesaban. La adrenalina de la carrera que me había dado fuerzas empezaba a desvanecerse y me sentía más débil. Mi respiración era arrítmica.

Noté que dio un paso hacia adelante, pero se detuvo.
  • No puedo creer que estés aquí – murmuró.
Lo miré con expresión neutra. Había pasado mucho tiempo. No tenía idea de como los podría haber pasado él, ni siquiera si me había echado de menos después de que pasara un tiempo.

Por increíble que pareciese, seguía siendo recordada en los oscuros barrios de Delaware. A mi cabeza llegaron las palabras del desgraciado que me perseguía “así que la mítica _____ ha vuelto”. ¿Mítica? ¿Había pasado a ser un mito por desparecer dos años?
  • ¿Estás bien? – repitió manteniendo la distancia. Asentí – ¿Segura? – dijo con precaución consciente de la situación que acababa de pasar. Torcí los labios.
  • Sabía que Delaware no iba a cambiar en cuanto a lo peligroso – respondí – Estoy bien, ¿tú?
  • No llevas ni veinticuatro horas aquí y ya te has metido en líos – bufó ignorando mi pregunta.
  • No es mi culpa ser famosa – rebatí con fastidio.
  • Salgamos de aquí.
Justin se acercó a mí como siempre lo había hecho y rodeó mis hombros para guiarme por la calle. Como había previsto. Estábamos al lado de una calle más segura. Caminamos con paso seguro hasta un coche, supuse que suyo.
  • ¿Nuevo coche? – pregunté. Él asintió con la mandíbula tensa – Me gusta este BMW.
  • Entra – ordenó abriendo la puerta para mí.
  • Mi coche está en el otro lado – informé.
  • Quiero hablar contigo – hizo un gesto con su mano para que entrara – Te llevaré a tu coche después – respondió.
  • De acuerdo – asentí entrando al cálido coche.
Miré mi reloj. Eran las dos y media de la madrugada. No era de extrañar que Justin estuviera por esos lados a esas horas. Él entró en el oscuro y confortable coche. Lo miré fijamente. Él encontró mi mirada un momento antes de que cogiera las llaves para meterlas en el contacto. Sin encenderlo, se sentó apoyándose por completo en la silla.
  • ¿Qué hacías por aquí?
  • Pasear – respondí – Jet lang – me encogí de hombros – No podía dormir y salí a dar una vuelta. Me perdí un poco. Ni siquiera me di cuenta de donde estaba – expliqué.
  • ¿Te hizo algo? – preguntó con expresión aún más seria refiriéndose al perseguidor.
  • No, no pudo – agaché la cabeza mirando mis manos – Gracias – dije porque me hubiera salvado – Estuviste en el momento justo.
  • Como siempre – masculló. Algo me dijo que estaba molesto conmigo.
  • Siento haber aparecido así – dije sin alzar los ojos – Supongo que no me querías ver después de todo este tiempo.
Sin contestar nada, Justin giró las llaves llevando a la vida el coche. Volví a alzar la vista para verlo. Su mandíbula estaba muy tensa, era un detalle que lo hacía ver muy atractivo. El caso era que no sabía porque estaba tan nervioso y que estaba pensando.

Era una gran posibilidad que no quisiera verme. Quizás se había olvidado de mí y yo estaba ahí revolviendo el pasado que él ya tenía enterrado.
  • ¿Qué tal por Europa? – preguntó rompiendo el hielo.
  • Fue agradable. Lo que todos decían, una buena experiencia … Pero quería regresar pronto – él asintió sin saber que decir – ¿Qué tal tú?
  • Sigo por los mismos lugares como pudiste comprobar – cortó – No he cambiado.
  • ¿Y te van bien las cosas?
  • Bastante – tragó saliva y pronunció su nuez de Adam.
  • Me alegra … – suspiré.
  • ¿Dónde dejaste tu coche? – preguntó cambiando de tema.
  • No lo sé – admití – Está en una calle con muchas casas. Cerca hay un parque infantil.
  • Está bien.
Todo se sentía muy incómodo. El silencio era espantoso en ese momento. Mirando su perfil recordé lo mucho que me encantaba verlo conducir. Recordé mi adolescencia. Él y yo ya éramos adultos. El tenía unos veintidós años y yo veinte. Nuestra relación se sentía algo muy lejano y extraño.
  • Yo sí quería verte, ____ – lo miré confundida – Siempre llegas a tus propias conclusiones tú sola y te equivocas. Ha sido raro encontrarnos así, pero sí quería verte – reconoció.
  • Yo también, Justin – murmuré tras unos momentos de asimilación.
  • ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Volverás a Europa? - preguntó en tensión.
  • No, me quedaré aquí. Quiero encontrar un trabajo pronto y no tener que quedarme en casa de mis padres … aunque por el momento esperaré.
  • Aquel es tu coche – siseó. Mirando al frente asentí en reconocimiento del Mini. Justin aparcó detrás de mi vehículo – ¿Tienes algún plan para mañana?
  • Sí … mi hermano se casa el mes que viene y me tienen enredada con todos los asuntos de la ceremonia – expliqué – Soy dama de honor y eso.
  • ¿Por la noche? – no desistió – ¿En mi casa?
  • ¿Pidiéndome una cita, Justin Bieber? – hice un gesto. Él se relajó un poco y torció los labios – Iré si vienes a recogerme. Odio conducir cuando me arreglo – aclaré.
  • No tienes porque arreglarte mucho, vendrás a mi casa – se burló sin llegar a sonreír.
  • ¿Y por qué en tu casa? ¿Por qué no salir? – pregunté por molestarlo un poco.
  • Tan irritante como siempre – bufó – Mi casa porque es más íntimo y porque no habrá nadie que nos moleste. Nada de salir juntos porque no quiero exponerte como la última vez.
  • Por cierto, he pasado a ser _____ la mítica – me reí.
  • No tiene gracia – volvió a tensar la mandíbula.
  • Desaparecí y tú has estado más tranquilo porque nadie ha podido amenazarme en este tiempo, te has preocupado solo de ti mismo, ¿me equivoco? – él negó con la cabeza – Bueno, da lo mismo. Iré a tu casa solo si me recoges – busqué sus ojos. Justin finalmente me miró – lo tomas o lo dejas.
  • Lo tomo – levemente inclinó las comisuras de sus labios sin dejarse ver feliz del todo – ¿te viene bien a las diez?
  • Me viene perfecto – sonreí abiertamente – Te veo mañana – él asintió y yo abrí la puerta para salir. Cuando estuve fuera abrió la ventanilla y me llamó – ¿Qué?
  • Te voy a seguir hasta tu casa, ¿de acuerdo?
  • No es necesario, Justin.
  • Solo es por asegurarme, es tarde – su ceño fruncido me indicó que no dejaría pasar aquello, así que simplemente me encogí de hombros.
Conduje por las mismas calles por las que había ido antes pero en la dirección contraria. Justin me seguía de cerca. La ya olvidada sensación de sentirse a salvo gracias a él volvía a colarse en mi cuerpo. Sin saber porqué, me empezaron a sudar las manos. Me las sequé pasándolas por encima del pantalón mientras observaba el espejo retrovisor.

Realmente me gustaba el nuevo coche de Justin, tanto que estaba dando envidia. Sentía que yo también quería otro coche distinto al Mini y tan elegante y llamativo como el suyo.

Llegué a casa y aparqué. Cuando bajé volví a la acera y me dirigí al coche de Justin antes de que se marchara sin decir nada. Él abrió la ventanilla a medida que me acercaba.
  • Gracias por acompañarme – dije inclinándome hacia él desde el exterior.
  • No hay de qué – su figura seria y firme hizo me mantuviera a raya – Buenas noches, _____.
  • Buenas noches, Justin. Hasta mañana – me despedí.
  • Descansa – dijo a medida que cerraba la ventanilla.
Caminé hasta la puerta de mi casa y me giré para ver a Justin encender el coche. Cuando abrí emprendió su camino y desapareció. A medida que caminaba por el pasillo, intentaba hacer el menor ruido. Fui a la cocina a tomar un vaso de agua. Eran las tres y cuarto de la madrugada.

Vi la luz de la escalera encenderse y escuché ligeros pasos descender. Al poco tiempo mi madre estaba frente a mí. Miré mi atuendo. Era obvio que había salido.
  • ¿Qué hacías?
  • Fui a dar una vuelta. No podía dormir – expliqué.
  • Te he visto regresar con alguien – se cruzó de brazos.
  • ¿Me vigilas? – bajé el vaso de agua a la encimera – Era un amigo que me encontré y me acompañó hasta casa porque es tarde.
  • Exacto, es muy tarde – señaló.
  • Tengo veinte años, mamá. Sé que es tu casa y tus normas, pero no puedes controlarme después de que haya pasado dos años siendo responsable de mí misma.
  • Está bien, está bien. Solo me preocupo, ____. La noche es peligrosa – se sentó en una silla – ¿quién era ese amigo? – preguntó de manera sugestiva – No nací ayer, cariño.
  • Crees que me fui de casa para verme con un chico y que me trajo aquí después de que hiciera quién sabe que cosa – eché las manos al aire. Ella asintió riendo por mi reacción – Pues no, lo encontré por casualidad, pero he quedado mañana con él.
  • Si tienes novio me lo tienes que presentar – dijo seria.
  • ¿Qué hacías despierta? – cambié de tema.
  • Tengo el sueño débil y me despierto con facilidad. Te escuché salir y llegar. Cuando me asomé a la ventana te vi hablando con alguien en aquel coche.
  • Será mejor que volvamos a la cama – dije tras dar unos tragos de agua y dejar el vaso en el fregadero.
  • ¿Cómo se llama?
  • ¡Mamá! – me quejé.
  • ¡Venga, solo su nombre!
  • Justin, se llama Justin. Tuvimos algo mucho antes de que me fuera y …
  • ¡Así que hay algo! ¡Mi niña tiene novio! – reflexionó un momento – ¿Justin no era el chico que no fue a despedirse de ti en la reunión de amigos?
  • Mamá – dije en tono de protesta – No es mi novio, él y yo tuvimos unos problemas y lo dejamos antes de irme a Europa – me salté la parte en que si se despidió de mí en el aeropuerto.
  • Pero vas a volver a verlo – sonrió – Vais a volver a estar juntos.
  • No lo sé – admití – él me pidió que lo viera mañana en la noche. O más bien, hoy por la noche – rectifiqué mirando el reloj.
  • Vamos a la cama. Va a ser un día largo el de hoy – ella se levantó y fuimos juntas a la escalera – Nos lo tienes que presentar.
  • Ya veremos … – suspiré por el lío en el que me había metido.
* * *

Tras un eterno día de compras, mirando y probando vestidos, seleccionando y descartando zapatos, en busca de un bolso perfecto, y unas horas en la peluquería para elegir el peinado de Kayla, mi madre y el mío para el día de la boda , acabé reventada.

Eran las ocho de la noche y yo estaba tumbada en mi cama esperando a que todos mis músculos se relajaran. Cerré los ojos recordando que mi día aún no había acabado.

Tenía mi cita con Justin y yo me veía espantosa. Cerrando los ojos pensé en algo que me diera ánimo. La mejor solución parecía darse una ducha.

Me decanté por usar agua fría y así espabilarme un poco. Mientras me duchaba y mi cuerpo resucitaba estuve pensando en lo que pasaría con Justin esa noche. Teníamos mucho que hablar y aclarar. Mi madre estaba, de forma histérica para mí, muy emocionada porque saliera con un chico. No sabía el porqué de su entusiasmo, pero me ponía nerviosa el que ella tuviera tantas ganas de que yo tuviese pareja. Llegados a ese punto, recordé lo que esa misma tarde había sucedido en las compras.
  • Y dime, ____. ¿Hay alguien con quien vayas a ir a la boda? Quiero decir, ¿pareja?
  • No, Kayla. Supongo que iré con mis padres – sonreí amablemente. Mi madre me echó una mirada perspicaz.
  • Ya sabes, si quieres traer a alguien contigo, hazlo. Incluso si es una amiga. Mi tía no va a poder venir y ya los menús de la fiesta están reservados y pagados. Es un fastidio que se desperdicie el dinero.
  • _____ tiene por ahí un pretendiente – saltó mi madre – Ha quedado con él esta noche – le informó a Kayla – Podrías invitarlo, cielo.
  • No sé porque tienes tantas ganas de conocerlo – dije irritada mientras Kayla reía.
No tenía ningunas ganas de presentar a Justin a nadie. No por la impresión que él pudiera causar, estaba segura de que él podría comportarse en cualquier momento, pero Justin no era precisamente el chico que una madre quería conocer a fondo.

Salí de la ducha y me puse la ropa interior. Con música acelerada me puse a rebuscar el armario en busca de algo que me quedara bien.

Me decidí por un vestido corto de color blanco por la zona del pecho y las mangas, y negro de cintura para abajo. Mirando los zapatos que había, consideré ponerme tacones.
  • ¿Qué quieres conseguir, ____?
Me pregunté a mí misma sin saber porque me estaba preparando tanto. Me miré al espejo y yo sola me di cuenta de que iba irresistible, iba así para provocar a Justin y de alguna manera me sentí mal. Se trataba de Justin con quien me iba a ver y él siempre me había aceptado de cualquiera de las maneras. Finalmente, me quité aquel vestido para evitar causar demasiado impacto.

Justin se había comportado muy serio y distante la noche anterior, con cuidado. No nos podíamos relajar el uno con el otro. Todo se había sentido demasiado extraño y esa noche me iba a aventurar a cualquier cosa. No sabía que esperar ni como debía actuar. Justin, una vez más, me tenía perdida.

Miré un vestido más normal. Era amplio, apenas se ceñía a mi figura. De color gris y sobre la altura de mis rodillas. Me puse unas medias para evitar un poco el frío de la noche. Me deje el pelo suelto para que terminara de secarse mientras me ponía frente al espejo y me aplicaba un poco de maquillaje sobre mis ojos.

Volví a mirar los zapatos de color rojo. Por provocadores que fueran, me daba igual. Me encantaban. Tampoco es que quisiera ir muy normal. Por compaginarlos, me puse pintalabios carmín. No me puse perfume, simplemente porque no me quería poner el favorito de Justin y tampoco quería ponerme otro para que sospechara que evitaba una situación comprometida.

Mi móvil empezó a sonar. Era un mensaje. Cuando vi aparecer el nombre de Justin mi corazón palpitó. Hacía tiempo que no tenía notificaciones suyas en mi teléfono.

<<Ya estoy frente a tu casa>> Miré el reloj. Eran las 21:58. <<Tan puntual como de costumbre, Biebs. Ahora bajo>> Respondí y me di un último vistazo al espejo. “Allá vamos” pensé.

Bajé las escaleras y vi a mi madre asomada en el salón.
  • Creo que te esperan – señaló fuera.
  • Lo sé – asentí sonriente – ¿qué tal me veo? – di una vuelta en el pasillo.
  • Preciosa, cariño – se acercó y me dio un beso en la mejilla – Pásalo bien.
  • Mamá … – ella me miró expectante – No me esperéis despiertos.
  • Si vas a tardar mucho, mándame un mensaje, ¿vale? Sino me preocuparé.
Asentí y le di un abrazo. Me despedí con una mano mientras cerraba la puerta y salía a la calle. Justin me esperaba fuera del coche, apoyado en él. Poco a poco me acerqué a él; sin saber porqué, me volví tímida.
  • Hola – saludé.
  • Hola nena – su saludo informal me hizo sacar una sonrisa reluciente. Que me llamara de aquella manera me hacía sentir más cómoda – ¿Qué tal tu día? – dijo abriendo la puerta para mí.
  • Bien. Agotador – rectifiqué – pero estoy bien – dije sentándome en la silla.
Justin cerró la puerta y rodeó el coche para entrar en la parte de conductor. Miré por la ventanilla. Estaba segura de que mi madre estaba observando tras las cortinas y aquello me hizo reír un poco.
  • ¿Qué es tan gracioso? – preguntó Justin arrancando el coche.
  • Mi madre tiene que estar por ahí mirando y seguro está emocionada porque me abriste la puerta del coche – negué con la cabeza.
  • ¿Tú madre sabe de nosotros? – se puso nervioso mientras conducía.
  • No, solo le dije que saldría esta noche. Pero cree que hay algo más. También nos vio en la madrugada cuando vinimos a mi casa.
  • Vaya …
  • No te preocupes de nada.
  • ¿Debería? – preguntó con algo de burla pero molesto.
  • No – dije segura – por el momento, no. Solo quiere que si tengo pareja se la presente. Pero tampoco estoy obligada a eso. Solo que será una pesada conmigo – me encogí de hombros – ¿Qué haremos esta noche? – pregunté cambiando de tema.
  • Cenar. He comprado comida china.
  • Rollitos de primavera y arroz tres delicias, ¿verdad? – adiviné sonriente. Él asintió serio – ¿Me vas a decir que te pasa? – pregunté molesta – Estás muy serio, ¡pareces una momia!
  • ¿Una momia? – arqueó una ceja – Sí, posiblemente coincidamos en la sensación de estar muerto. Quizás por eso esté tan serio – rechistó con sarcasmo. El dolor goteaba en sus ojos camuflado con veneno.
  • No he venido para discutir, Justin – dije con calma – He vuelto, y me alegro de estar aquí contigo. Quiero que hablemos. Ambos sabemos que hay mucho que aclarar – él asintió – Ante todo, intentemos pasarlo bien, ¿crees que sea posible?
  • Tienes razón – suspiró – Lo siento.
  • No importa – negué con la cabeza – ¿sigues viviendo en el mismo apartamento?
  • Sí, sigo pagando el mismo alquiler – respondió.
  • ¿Hace cuanto que te compraste este coche?
  • Poco después de que te fueras. Decidí hacerme un regalito a mí mismo para consolar mi soledad – se mofó de sí mismo.
  • Ambos coincidimos en que lo mejor que podía hacer era irme. ¿Crees que a mí no me dolió irme después de lo que pasó en el aeropuerto? No quiero revolver más el pasado, Justin. Quiero mirar hacia adelante, quiero empezar de nuevo ¿y sabes qué? No me importaría que tú volvieras a estar en mi vida con todo lo que ello conlleve – la molestia se apoderó de mi cuerpo. No soportaba que se las diera de víctima.
  • No has cambiado nada – bufó.
  • ¿Por qué lo dices?
  • Eres tan irritante como cuando te conocí – sus labios se tensaron.
  • Ese gesto me recuerda a que te resultaba un incordio, te volvía loco y lo único que querías era hacerme callar.
  • O hacerte gritar más … – susurró. Un jadeo escapó de mi interior involuntariamente – Ya hemos llegado – dijo entrando en el parking de su edificio.
  • No puedes decir esas cosas y después hacer como si nada – protesté.
  • Pues lo he hecho – se encogió con simpleza.
  • Sabes que yo también se jugar, Biebs – advertí.
Justin aparcó. Su rostro era de piedra y aquello me estaba sacando de quicio. Hacía que me sintiera fuera de lugar y no tuviera ninguna esperanza de volver con él.

Subimos por el ascensor del piso hasta su apartamento. La tensión se iba acumulando y yo quería salir corriendo.

Abrió la puerta de su casa y me dejó pasar a mí primero. Nos esperaba una luz atenuada y unas velas preparadas sobre la mesa lista para servir la comida y empezar a comer.
  • Aunque sea comida china, creo que me lo he currado – asentí con una sonrisa estúpida. No me esperaba aquello para nada – Siéntate – dijo deslizando hacia atrás una silla para que me acomodara. Me dirigí hacia él y me senté donde me dijo – Ahora vuelvo, tengo la comida en el horno – un beso húmedo se posó sobre mi mejilla.
Justin se fue hacia la barra de la cocina americana. Me sentía abrumada. Inmediatamente me di cuenta de que eso era lo que él quería. Estaba jugando y yo me estaba dejando seducir sin tener en cuenta las cartas que yo podía jugar. Hacía tiempo que no coqueteaba con nadie, pero tenía el presentimiento de que con él saldría natural.

Justin volvió con una bandeja y la puso en el centro de la mesa para que cada uno nos sirviéramos lo que quisiéramos.
  • Aparte del arroz y los rollitos, también pedí tallarines y pollo al limón – comentó sentándose – Puedes comer lo que quieras. No te preocupes si sobra comida.
  • Estoy hambrienta – admití – Llevo varias horas sin comer y me he recorrido media ciudad con las compras. ¿Sería muy maleducado dejarte sin restos para mañana? – sonreí con dulzura mientras me reía un poco de él.
  • Estaba pensando que si sobraba podías venir a comer mañana – guiñó un ojo torciendo sus labios. Me había devuelto la broma y yo me quedé con una ceja enarcada.
  • ¿Quieres que volvamos a quedar mañana?
  • ¿Quieres comer restos conmigo? No te aseguro que haya velas – bromeó.
  • No son necesarias – sonreí cogiendo un rollito de primavera – Me encantaría comer sobras contigo – seguí su juego.
  • ¿Quieres vino? – ofreció alzando una botella. Yo asentí al ver que era uno de los que más nos gustaba a ambos.
  • Realmente te has currado esto – sonreí viéndolo servir nuestras copas.
  • No te he esperado durante dos años para después quedarme de brazos cruzados – dijo serio mientras empezaba a servirse tallarines.
  • Esperaste … – suspiré – ¿Y si no hubiera vuelto?
  • Sabía que volverías. Sino, hubiera seguido con mi vida tal y como estaba haciendo.
  • ¿Ni una otra mujer? – alcé las cejas.
  • Estamos en una cita, ¿quieres saber si me he acostado con otra que no seas tú?
  • No, la verdad es que no – enrojecí – Lo siento.
  • ¿Y tú? ¿Conociste a alguien? – fingió interés.
  • Hice muchos amigos, pero no tenía ningún interés en nadie – dije con timidez llevándome un trozo de comida a la boca – No he querido saber nada de hombres. Purificación de testosterona. Acabé odiando los estúpidos instintos masculinos – Justin torció la boca en burla – Crees que no, pero realmente puedes llegar a ser muy pesado, ¿sabes?
  • Si es así, ¿qué haces aquí?
  • Me pediste que no te olvidara, ¿recuerdas? – la sonrisa tiró de mis labios sabiendo que aquello iba a ser un punto a mi favor en el juego – Resulta que eres difícil de olvidar cuando por cada cosa hay un recuerdo. La lluvia por ejemplo, ¿sabes cuanto llueve en Inglaterra?
Sus ojos se abrieron notablemente. Él sabía bien a que me refería con la lluvia. Aunque hubiese sido exagerado, no era del todo mentira que alguna vez me acordara de él.
  • Ten cuidado con el fuego, nena, te puedes quemar – advirtió.
  • Pues que empiece a llover – guiñé con una sonrisa.
  • Ni la lluvia apagaría las llamas del incendio que podemos prender.
  • Lástima que no haya pronóstico de lluvia – torcí mi sonrisa.
  • Estás loca.
  • Lo estoy. Pero es tu culpa.
  • No importa, tú a mí me volviste loco también.
Y así, con el tira y afloja, con cada lanzada y juego de palabras seguimos comiendo hasta que no pudimos más. Me reí bastante con él, sin embargo, Justin no llegaba a mostrar toda su felicidad a pesar de que sus ojos relucían.

Cuando terminamos y dejamos todo lo que habíamos usado recogido, nos sentamos juntos en el sofá. Justin se sentó de lado en un extremo y yo me quité los zapatos para ponerme frente a él en el otro extremo con las rodillas flexionadas hacia mi pecho. Ambos nos mirábamos fijamente. Finalmente pregunté lo que tantas ganas tenía de saber.
  • ¿Qué ha pasado con tu sonrisa, Justin? – pregunté preocupada. Él alzó los ojos sorprendido por mi pregunta – Aunque lo estamos pasando bien, o yo al menos lo estoy pasando bien – sacudí la cabeza – Justin, no has tenido una sonrisa de verdad desde que nos volvimos a ver.
  • Supongo que tú te la llevaste contigo cuando te fuiste. Es complicado volver a acostumbrarse a los momentos de verdadera felicidad. Todos estos meses he estado pensando en ti, la gente dice que me he vuelto más frío de lo que era. Yo sabía que lo único que me hace falta eres tú, _____.
  • Pues ya estoy aquí – me puse de rodillas sobre el sofá y me aproximé a él sin saber muy bien que hacer – Estoy aquí y no me iré más.
Justin abrió sus brazos y yo me puse sobre él sin pensármelo dos veces. Él enseguida cerró sus fuertes brazos alrededor de mi cintura y yo coloqué mi cabeza sobre su pecho. Volver a aspirar su aroma me hizo sentir en casa. La sensación de seguridad regresaba con cada segundo que pasaba junto al calor de su cuerpo.
  • No creo que no te vuelvas a ir, nena. Yo sigo siendo el mismo pandillero de siempre. Tú seguirás corriendo peligro si la gente te ve conmigo – reconoció con dolor.
  • No me iré – prometí – Puedo estar contigo sin que nadie nos vea juntos en tus barrios. No tengo especial interés en volver a meterme en bares de la peor reputación posible, ni de coger una pistola ni de saber de tus negocios.
  • Yo tampoco quiero que lo hagas – murmuró – Tienes que mantenerte al margen de esto lo máximo posible – apretó su abrazo a mí.
  • Puede funcionar, Justin. Si es necesario nos veremos solo en tu casa y tendré cuidado de que nadie me vea contigo.
  • No, no quiero eso para ti, cielo. Con mantenernos alejados de ciertos vecindarios será suficiente. Yo tendré cuidado de que nadie se entere de donde estás.
  • Justin, ¿lo vamos a intentar?
  • Solo si tú quieres, nena.
Contemplé un futuro a su lado y sabía que iba a correr riesgos. Cualquier persona con un poco de sentido común habría salido corriendo de Justin. Pero el sentido común no entendía los aceleramientos de mi corazón cuando lo veía. Mi subconsciente me decía que estaba loca. El diablillo que había hibernado durante dos años respondía que me lanzara a sus brazos sin mirar atrás. Y eso iba a hacer, mirar solo hacia adelante.
  • Quiero hacerlo, Justin – alcé la cabeza y me puse a horcajadas sobre él – Quiero hacerlo sin ninguna duda – Justin colocó sus manos en mi cadera y me miró fijamente a los ojos – Sonríe por favor, no soporto verte tan serio.
  • Te quiero, ____.
  • Y yo a ti, Justin.

Sus labios se juntaron con los míos y sentí una oleada de éxtasis en mi interior. Olvidé el mundo entero. Solo me dejé llevar el placer. Poco a poco recobré mis sentidos y tomé más participación enredando mis dedos en su cabello. Su pelo suave y su aroma tan peculiar. Quise apreciar cada detalle de él, recordar cada cosa y sentir que todo estaba en su sitio incluso después de que hubiera pasado tanto tiempo. Tiré de su camisa hacia arriba y su torso quedó desnudo. Puse mis manos sobre sus pectorales y fui bajando por sus abdominales para después volver a subirlas hacia sus brazos que me sostenían firmemente de la cintura mientras seguía besándome.

Mi interior estaba ardiendo. Lo deseaba con todas las fuerzas de mi alma. Justin bajó la cremallera de mi vestido y fue acariciando mi espalda a medida que la dejaba descubierta. Me sacó el vestido por arriba y quedé con la fina ropa interior y las medias.
  • No te lo he dicho antes, pero estás más hermosa que nunca, nena. Estos dos años han sentado de maravilla a tu cuerpo – dijo con voz ronca y lujuriosa.
  • También se nota que tú estuviste entrenando – sonreí mordiendo mi labio – Tu cuerpo también ha cambiado. Estás más fuerte, mi amor.
Sin esperármelo Justin me cogió bajo los muslos y me sostuvo mientras se levantaba y nos llevaba a su cuarto. Me aferré a él sin despegar nuestras bocas.

Justin me puso contra la pared y sentí su erección contra mi vientre. Gemí. Su boca fue a mi cuello y dejó besos al tiempo que saboreaba mi piel. Me deshice del sujetador y lo tiré a cualquier parte del dormitorio. Justin me agarró fuerte para llevarme hasta su celestial cama. Dejándome sentada, él se inclinó y se hincó sobre una rodilla para quitarme las medias mirándome a los ojos. Adorando mi cuerpo. Besó mis piernas a medida que las medias dejaban mi piel al descubierto. Volvió a incorporarse y deshice el botón de sus vaqueros para liberarlo y dejarlo desnudo por completo bajando sus boxers a la vez que el pantalón. Me tumbé en la cama y Justin agarró los bordes de mis braguitas para bajarlas también.

Justin se tumbó a mi lado y me contempló como si fuera una pieza delicada que pudiera romperse con facilidad.
  • He esperado tanto para esto – sus labios volvieron a juntarse con los míos
Su nostalgia hizo que quisiera entregarme aún más a él. Lo único que quería era hacerlo feliz, que volviese a ser feliz a mi lado.

Justin se colocó sobre mí y fue besando cada rincón de mi cuerpo excitándome y llevándome al límite del deseo. Su boca fue cayendo poco a poco hacia la zona más íntima que nadie había catado. Entre beso y beso sobre mis piernas llegó a pasar su lengua por el centro de mi feminidad, probando la humedad que se acrecentaba más y más en aquel punto. Gemí y arqueé la espalda.
  • ¡Justin!
  • Sí, nena. Quiero que todo este tiempo sin pronunciar mi nombre sea sustituido por una larga tanda de gritos. Nadie va a olvidar como me llamo – lo sentí de buen humor y él siguió con su trabajo allí abajo – Sabes tan bien, nena.
Gemí y jadeé. Su nombre no paraba de salir de mi boca en forma de suspiros, gritos y ruegos.
  • Just-Justin, por favor.
  • ¿Por favor qué, nena? – paró para ponerse frente a mi cara.
  • Entra, Justin. Hagámoslo juntos – supliqué.
  • ¿Me echaste de menos?
  • No sabes cuanto – rogué – Hazme el amor, Justin – deliré.
Y en ese momento lo sentí dentro. Sus ojos se cerraron y apretaron conteniendo todo el placer por dentro, por último soltó un suspiro. Al volver a abrir los ojos me miró y se aproximó para volver a besar mis labios al tiempo que entraba y salía de mi interior. Moví mis caderas al son de las suyas. Compenetrándonos en cada movimiento, buscando cada uno el placer del otro. Me agarré por detrás de sus hombros arañando levemente la piel de sus omóplatos.

El susurro de mi nombre en mi oreja con su voz cargada de lujuria, deseo y amor llegó como por un puente carnal hasta el centro de mi sistema haciendo que me arqueara más.

Mis piernas se tensaban más y más. Estaba muy cerca del clímax.
  • Córrete conmigo, mi amor – musitó Justin dando una última embestida.
Me dejé llevar y liberé toda la tensión. Mi cuerpo convulsionó junto al suyo. Justin se vino a mi lado y ambos sonreímos de verdad intentando recuperar nuestra respiración.
  • Nunca vuelvas a borrar esa sonrisa de tu rostro – dije con dificultad.
  • Entonces no te vayas de mi lado.
  • Aquí me quedaré – sonreí apoyándome en su pecho – Debería avisar a mi madre.
  • ¿Qué? – se alertó.
  • De que no voy a llegar a casa. Se preocupará.
  • Toma mi móvil – se estiró a la mesilla de noche y me lo tendió para que lo usara.
  • Gracias – en un momento escribí un mensaje diciéndole a mi madre que llegaría al día siguiente – Estoy tan cansada …
  • Duerme entonces, amor – dio un beso sobre mi coronilla.
* * *

Han pasado dos semanas desde que Justin y yo reiniciamos nuestra relación. Me sentía mejor que nunca. Nos veíamos prácticamente todos los días y tuvimos también alguna noche. Mi madre estaba mosqueada porque no le hacía caso sobre presentarle a mi chico y yo cada vez estaba más hastiada. Los nervios por la boda de Mike también se acumulaban y en mi casa era todo un desastre entre visitas de familiares lejanos y que no habíamos visto en mucho tiempo. Amigos perdidos a lo largo del tiempo … todo el mundo surgió de la nada para visitar a mi familia. Claramente, cada vez que podía me escapa y me fugaba al apartamento de Justin, él siempre me recibía con los brazos abiertos.

En ese momento estaba frente a él haciendo de modelo con el vestido que había elegido para ir a la boda de Mike y Kayla.
  • ¿Y bien? ¿Qué te parece?
  • Muy sexy, muy hermosa. Perfecta. No quiero que te quedes sola en esa boda. En las bodas siempre hay fisgones e interesados – me echó una mirada malintencionada.
  • Si quieres asegurarte por ti mismo de que nadie mire lo que es tuyo – señalé mi figura – Ven conmigo y hazme compañía.
  • ¿Yo? ¿En una boda? – preguntó atónito – Bromeas, ¿no?
  • No – puse los brazos en jarras – Me dijeron que podía llevar a quien quisiera.
  • Pero nena …
  • ¡Y mi madre me tiene harta con que te quiere conocer!
  • ¿Quieres que conozca a tu familia? – abrió los ojos como platos.
  • Tú y yo vamos en serio, ¿verdad? – él asintió – Créeme, a mí me gusta tan poco como a ti que mi familia te conozca, pero tarde o temprano tienen que saber quien es el hombre con el que paso tanto tiempo y del que estoy locamente enamorada – sonreí.
  • ¿Te avergüenzas de mí, _____?

En ese momento repasé las palabras que acababa de decir. El rostro de Justin se había vuelto severo y duro. Había tensado su mandíbula.
  • No, no me avergüenzo de ti – aseguré acercándome a él – Lo siento, no quería que entendieras eso. Pero tú no quieres conocerlos, ¿no?
  • ¿Y si te digo de presentarnos ahora mismo? – dijo serio, sin atisbo de broma.
  • ¡Por mí perfecto! – sonreí – Es solo que no quiero que nadie sepa demasiado de nosotros. Tú y yo tenemos nuestros asuntos, asuntos que nadie salvo nosotros entendemos. Y no quiero que mis padres se vean implicados en nada, ni tener que darles explicaciones de lo que haces. A mí no me importa a lo que te dediques, pero a ellos si les importara.
  • En otras palabras, te avergüenzas de mí – bufó distanciándose.
  • ¡Que no! Justin, ¿cómo puedes ser tan ridículo? ¿No entiendes que yo te quiero tal y como eres? Otros no, pero yo sí. Habrá gente que entenderá el amor que te tengo, otros no. Nuestra relación es complicada, lo sabes bien. Lo nuestro es tan delicado que siento que si alguien más se mete con nosotros todo se irá al traste. Además, ¿crees que les gustaría a mis padres saber que mi novio es un criminal? Ponte en mi lugar – me crucé de brazos.
  • Está bien, tienes razón. ¿Qué propones?
  • ¿Los quieres conocer ahora? – esa vez fui yo la sorprendida. Él asintió decidido – Bueno, puedo organizar una reunión. Nosotros, mis padres y mi hermano, ¿qué te parece?
  • Bien – tomó mi mano – Ahora dame un beso. Odio que discutamos – bufó aproximando su boca a la mía. Yo me giré y encontró mi mejilla – ¿Quieres jugar? – sonrió.
  • Quiero que vayamos a comprar un traje para ti, estoy segura de que no tienes ni uno – sonreí mordiéndome el labio.
  • ¿Traje?
  • ¿No pretenderás que yo vaya así de arreglada y tú con unos vaqueros a la boda?
  • Dios mío, ¿en qué me he metido? – bufó.
* * *

Habíamos ido a comprar un traje a las afueras de Delaware para pasear tranquilos. Justin y yo nos sentíamos más que nunca como una pareja normal paseando cogidos de la mano.

Él nunca había ido de compras como lo había hecho yo. Con una bolsa en su mano, y la otra mano entrelazada con la mía, los dos caminábamos plácidamente viendo al resto de gente pasear por las avenidas.

Miré a Justin feliz de poder actuar de aquella manera por un día. Me puse de puntillas y lo besé en medio de la calle.
  • Nena – carraspeó sobre mis labios.
  • Vamos a tu casa. Mis padres nos esperarán para la cena dentro de poco.
  • Mi casa … Sabes que es tuya también, ¿no? – sonreí tímidamente – Quieres irte de casa de tus padres, ¿por qué no te mudas conmigo?
  • Estás loco – negué con la cabeza.
  • No es ninguna locura. Somos adultos. Yo llevo viviendo solo toda mi vida, que te mudaras conmigo sería genial. De todos modos pasas la mayor parte del tiempo allí.
  • Dame tiempo. Prácticamente acabo de regresar de Europa. Mis padres me echaban de menos. Quizás en unos meses … como yo tenía previsto.
  • Como quieras, nena – besó mi sien – Por cierto, si tu familia pregunta a qué me dedico, ¿qué se supone que debo decir?
  • No sé, ¿fontanero? – Justin torció sus labios – No, mejor no. Mi madre es capaz de ponerte a arreglar las tuberías – ambos soltamos una carcajada – Puedes decir que tienes tu propio negocio online. Ahora se ha puesto de moda eso de la prestación de servicios. De hecho, yo he pensado hacer uno de verdad con prestación de traducciones – sonreí – Puedes decir que lo haces tú aunque en verdad lo haga yo.
  • Tengo una novia tan inteligente – me tomó de la cintura – Y tú estás conmigo …
  • Tú también eres inteligente y bueno en lo tuyo – lo corté – Ah, y si quieres distraer a mi padre y a mi hermano por cualquier cosa, habla de deportes. A mi madre será más complicado distraerla, pero ya me encargo yo de la artillería pesada.
  • Eres increíble – suspiró.
  • Les gustarás – aseguré.
* * *
Justin estaba exageradamente nervioso. Nunca lo había visto tan nervioso por alguna situación de peligro y a la hora de conocer a mi familia iba a subirse por las paredes.

Abrí la puerta de casa y entré con él cogidos de la mano. Me asomé al jardín y vi a todos sentados en el porche. La mesa ya estaba puesta y mi padre se encargaba de la barbacoa.

Carraspeé falsamente para que supieran que ya estaba allí.
  • Hola, cielo – se acercó mi madre.

Bajé al jardín. Justin apretaba mi mano. No me iba a dejar soltarlo. Le di un beso a mi madre y después le presenté a Justin.
  • Mamá – suspiré – él es Justin, Justin ella es Janelle – los presenté.
  • Mucho gusto señora Bolton – mi madre arqueó una ceja.
  • Janelle, hijo. Llámame Janelle. De señora nada – sonrió dándole un beso en la mejilla. Miré a Justin quien sonreía un poco avergonzado.
Nos movimos por el jardín hasta mi padre, solté la mano de Justin y le di un golpe en el trasero. Acercándome a su oído le susurré.
  • No seas nenaza. Sorpréndelo y muestra el hombre que yo veo en ti.
Justin me miró serio y confundido en medio de la sonrisa por lo que acababa de hacer. Yo sonreí, aquella expresión era perfecta para presentarlo. Se le veía tan natural.
  • Papá – lo llamé – este es mi novio, Justin. Él es George.
  • Hasta que por fin lo traes a casa – mi padre se limpió las manos de cocinar con el paño y se la tendió a Justin – Me alegra conocerte muchacho, mi mujer lleva tiempo dando la lata sobre ti – bromeó un poco.
  • Mucho gusto señor – Justin torció los labios levemente, mostrando un rostro agradable. Cuando estrecharon las manos noté que se dieron un buen apretón.
  • Será un gusto mientras trates a mi hija como a una princesa.
  • Oh, vamos – me quejé yo – Papá …
  • No se preocupe, señor. Sé que ella es mucho más que una princesa – me interrumpió Justin.
La sonrisa de Justin sobre mí se volvió mucho más amplia. Yo miré al suelo algo tímida y noté a mi padre asentir hacia nosotros. De cualquier manera, Justin había ganado puntos con aquel comentario.

Mike se acercó por detrás de nosotros y se presentó por sí solo. 
  • Es la consentida de casa. Tienes que entender que esté tan protegida por mi padre.
  • Ten cuidado, Justin – advertí en broma – te habla de mi padre, pero él también se vuelve peligroso por su fastidiosa hermanita.
  • Puedes apostar que sí – asintió Mike dándome un abrazo – me alegra que por fin nos presentes a alguien, renacuaja. Ya creía que te quedarías como una cuarentona solitaria.
  • ¿Renacuaja y cuarentona solitaria? – me hice la indignada – ¿Lo dice el mocoso que se iba a quedar de novio y sin casarse hasta los treinta si seguía a aquel ritmo?
  • ¿Buscas pelea? – vaciló mi hermano.
  • Aún sé boxear – me di aires de superioridad – También me puedo poner detrás de Justin – Justin tomó mi cintura y yo sonreí hacia él – Mi chico sabe pelear, que lo sepas – presumí.
  • Se nota – Mike sonrió y tendió la mano a Justin – Debes entrenar a menudo.
  • Casi todos los días – contestó devolviéndole el gesto. “Cuando no se lo impido yo” pensé riéndome.
La cena fue a pedir de boca. Todos bromeaban continuamente. Mi familia por supuesto tuvo que recordar ridículas anécdotas de mi infancia y sacaron las típicas fotos de niñez. Quise morir de vergüenza. Justin no paraba de sonreír, conversar y burlarse un poquito de mí con mi familia. Mi madre pareció enamorarse de mi chico. Justin no se separó de mí ni un momento y siempre acariciaba mi mano. Fue un gesto que nadie pasó desapercibido. No hubo preguntas demasiado entrometidas.

Obviamente mi padre preguntó sobre la profesión de Justin y dijimos lo acordado antes de que llegáramos. Mi madre nos preguntó como nos conocimos y tanto Justin como yo nos miramos sin saber que decir. Yo me encogí de hombros.
  • En verdad nos odiábamos al principio – dije.
  • Yo no te odiaba, me gustabas aunque fueras odiosa – comentó Justin por lo bajo aunque todos escucharon.
  • Bueno, eso nos pasa aún – reí apoyándome en su hombro. Mi madre nos miraba con una sonrisa de oreja a oreja – Fue hace años en una fiesta. Justin ya había terminado el instituto cuando nos conocimos – mentí – Nos presentó un amigo en común de ambos.
La velada continuó hasta muy tarde. Mike fue el primero en marcharse. Mi padre se despidió dándole otro apretón de manos a Justin y a mí me dio un beso de buenas noches. Mi madre le dio un beso en la mejilla a Justin otra vez y a mí me dio a entender que me esperaba para hablar. Acompañé a Justin a la puerta y de mi casa para despedirme.

La noche caía sobre nosotros. Las estrellas habían hecho acto de presencia y relucían en la oscuridad del cielo.

Justin se veía contento y entusiasmado. Me miraba desde su altura sonriente.
  • ¿Lo pasaste bien? – pregunté.
  • Fue estupendo, _____. Tienes una familia increíble.
  • Eso es cierto – sonreí.
  • Ojalá yo tuviera una como la tuya – suspiró – Debí conocerlos antes.
Enternecida y recordando su procedencia me acerqué a él y lo abracé rodeando su cuello.
  • Algún día podemos formar nuestra propia familia, Justin.
  • Algún día – repitió pensativo.
  • Hoy has sido un novio estupendo, Justin. Has enamorado a mi madre.
  • ¿Tú crees? – torció sus labios.
  • Seguro que ahora me comentará lo guapo que eres – le guiñé el ojo traviesa.
  • Te veo mañana, cariño – se agachó para colocar un suave beso en mis labios – Buenas noches.
  • Te quiero, Justin – siseé rozando sus labios.
  • Y yo a ti, nena.
  • Ten cuidado en la carretera – advertí. Él sonrió y dejando un beso en mi frente se fue.
Al entrar de nuevo en mi casa vi a mi madre sentada en los escalones bajos de la escalera. Supuse que había escuchado todo.
  • Te has vuelto una madre muy cotilla – me burlé.
  • Me encanta ese chico.
  • Pues es mío – bromeé sentándome a su lado.
  • Me alegra verte tan contenta con él, cielo – me abrazó de la cintura y me llevó a su lado – Te mereces ser feliz, _____. Si él es lo que necesitas nosotros lo aceptaremos con los brazos abiertos y será uno más en la familia.
  • Gracias, mamá. Eso significa mucho.
* * *
Pasaron dos semanas más y el día de la boda llegó. Resultó que yo estaba más nerviosa que la propia novia, pero no por la ceremonia, sino por la prueba que me acababa de hacer.

Era la segunda que había comprado y yo estaba que me subía por las paredes. Mi periodo llevaba un retraso de una semana y hasta ese momento no se me ocurrió lo que podría estar pasando.

Esperando nuevamente el resultado empecé a acumular tensión. Un minuto después el test dio positivo. Me senté en el váter del baño con las manos en la cabeza.

Justin me iba a matar. Mis padres se iban a revolucionar. Y yo me iba a volver loca.

Todas las veces que Justin y yo habíamos estado juntos habíamos usado protección, salvo una en la que nos dejamos llevar y nos olvidamos de todo. Ni siquiera yo recordé no haber usado preservativo en la primera noche … No me di ni cuenta de lo que iba a pasar tras esa primera noche.

No sabía que iba a hacer. Tenía que contárselo a alguien, ¿pero a quién primero? ¿Mi madre o Justin? Era el día de la boda de Mike, no podía contárselo a nadie en ese momento.

Me miré en el espejo. Estaba prácticamente arreglada, solo me faltaba ponerme lo más importante, el vestido. Yo misma me había hecho un recogido dejando sueltos algunos mechones con los que hice bucles. El vestido era violeta como el de las otras dos damas de honor. El mío era corto, caído desde la cintura, más largo por detrás que por delante y sin tirantes.

Lo acompañé con una gargantilla de brillantes y unos pendientes redondos que relucían a la luz.

Todo le sentaba bien a mi figura, figura que perdería en unos meses. Me mordí el labio frente al espejo; estaba muy nerviosa.

Escuché el sonido de una bocina en la calle, Justin había venido a recogerme. Corriendo me eché unas gotas de perfume y bajé por la escaleras. Los empinados y finos zapatos plateados me impedían ir todo lo rápido que yo quería.
  • Nos vemos en la ceremonia, mamá – grité saliendo por la puerta.

Justin me esperaba al lado de la puerta. Me sorprendí de verlo tras de mí. Su sonrisa relucía mientras me miraba. Yo también le di un repaso. Iba muy guapo y elegante con su esmoquin negro y la corbata violeta que yo le había regalado para que fuéramos compaginados.

Su pelo estaba peinado hacia un lado haciéndole un poco de flequillo.
  • Hola amor – presioné mis labios sobre los suyos – Te ves genial con traje.
  • Cariño, tú eres la espectacular aquí.

Él me ofreció su brazo y me enganché a él. Caminamos juntos hasta el coche y Justin me abrió la puerta, cuando me senté la cerró y subió a mi lado.

Antes de encender el coche sacó algo de un bolsillo y me lo tendió. Era una caja de terciopelo.
  • Casi se me olvida dártelo después de verte – sonrió.
  • ¿Qué es? – pregunté curiosa.
  • Se me antojó hacerte un regalo. Ábrelo.
Con entusiasmo lo abrí y en el interior vi un bonito brazalete de plata. Era grueso, con los bordes formando grandes ondulaciones, tenía un grabado de pequeñas flores que acababan con piedrecitas brillantes. Miré la parte de atrás. En fina y elegante caligrafía había grabado No matter what happens, you're the one. En mis ojos se acumularon las lágrimas, antes de que se derramaran me las retiré para no estropear el maquillaje. Era un regalo precioso.
  • Gracias – dije en medio de un sollozo.
  • No llores, nena – acarició mi mejilla – Te mereces esto y más.
Tragando mis lágrimas pensé en la criatura que iba a llegar en unos meses. No podía parar de darle vueltas a la reacción que tendría Justin. Por muy enamorados que estuviésemos, no estábamos preparados para tener un hijo, mucho menos él.
* * *
Justin estaba rodeando mi cintura. Contemplábamos como Mike y Kayla decían sus votos sin tartamudear. Ambos estaban muy seguros de querer unir sus vidas.

Miré el brazalete, que Justin me acababa de regalar, en mi brazo. Sin importar lo que pasara, yo iba a ser la única para él, decía. Me sentí agradecida de aquello. Por mucho que él se pudiera enfadar por mi embarazo, él no me dejaría. O eso quería pensar …

Todo el escenario donde mi hermano y mi cuñada se juraban amor eterno, era hermoso. Habían escogido la playa. Todos estábamos de pie tras ellos, que estaban bajo un arco lleno de flores frente a un juez que los iba a unir.

Los miré fijamente y me di cuenta de que yo no necesitaba todo aquello, yo ya me sentía unida a Justin de todas las maneras posibles. Un papel firmado no iba a suponer un lazo más fuerte en mi caso. Por mucho que no quisiera mirar atrás, aquel pasado fue el que hizo que Justin y yo nos uniéramos estrechamente.

Mike y Kayla se besaron, ya eran un matrimonio. Todos aplaudimos y ellos caminaron por el pasillo que habíamos formado hasta todos sus amigos y familiares. Acudí a abrazar a mi hermano para darle la enhorabuena junto a Kayla.

Poco a poco todos nos desplazamos y fuimos a la barra de comida que había preparada. Todo el mundo bebía champagne y celebraba. Mi madre lloraba de alegría y nostalgia por ver como su hijo había crecido y se marchaba definitivamente de su hogar.

Sentí que me empezaba a marear entre tantas emociones. Me apoyé en el hombro de Justin con los ojos cerrados. Él enseguida se inclinó y dejó un beso en mi frente.
  • ¿Estás bien? – se preocupó.
  • Sí, solo que me siento un poco mareada.
  • Vamos a sentarnos y a comer algo – sugirió.
  • ¡______! – Kayla me llamó – ¡Ven! Vamos a hacer una foto de las damas de honor.

Miré a Justin y me encogí de hombros con media sonrisa. Él puso otro beso sobre mis labios y me dejó ir. Todas nos pusimos alrededor de la novia. Su vestido era muy bonito. Parecía una princesa, de hecho ella se sentía como una.

Aunque el matrimonio era algo que yo no considerara necesario, sin duda era algo que quería vivir en algún momento, pero claro estaba, antes de tener un hijo …

En cuanto nos tomaron unas cuantas fotos salí de aquel círculo y busqué a Justin. Él hablaba con mi padre. Me acerqué tímidamente y me puse al lado de mi novio.
  • ¿De qué habláis? – me entrometí. Mi padre me miró sonriente y me dio un abrazo.
  • De que parece que todos estamos muy felices. Pero a ti te veo un poco seria, cielo, ¿has probado la comida? Está deliciosa – me guiñó un ojo.
  • Ahora iba – miré a Justin, el cual tenía una expresión algo seria – ¿vamos? – Justin asintió y tomó mi mano para ir juntos – Hasta luego papá.
  • Hasta luego, señor Bolton – se despidió también Justin.

Mi padre únicamente asintió. Justin y yo cogimos un plato y nos servimos algo de comida. En cuanto vi todos los manjares empecé a echarme de todo para probar.
  • Parece que tienes hambre – sonrió Justin.
  • Todo tiene muy buen aspecto – me sonrojé.
  • Ven – me guió por la cintura.
Cada uno llevábamos nuestro plato en una mano y nos sentamos en una de las mesas más apartadas de toda la gente y más cercanas al mar. Miré el oleaje estupefacta. El sol se iba a poner. Era una escena preciosa de la naturaleza.

Justin apretó mi mano para llamar mi atención. Enseguida me giré hacia él.
  • Te pasa algo – afirmó.
  • No – fingí una sonrisa – Estoy bien – él negó con la cabeza.
  • ¿Sabes? Todo esto me ha recordado a aquella noche en el hotel de Virginia West a cuando me dijiste que querías formar una familia – tragué saliva. No sabía por donde se iba a encaminar con todo aquello – La noche en que me presentaste a tus padres también me dijiste que algún día podríamos hacer una familia, y sé que lo quieres de verdad.
  • ¿A dónde quieres llegar con todo esto, Justin?
  • Creo que viendo a tu hermano y a Kayla estás pensando que tú y yo no podemos hacer nada de esto por mí, porque temes que yo no quiera – las lágrimas amenazaban con salir. Un nudo se formó en mi garganta – ¿Confías en mí? – asentí. No podía hablar.
Maldije a mis hormonas revolucionadas por dentro, me estaba poniendo exageradamente sensible y detestaba que Justin me viera llorar tan a menudo.

Justin se levantó de su silla y me cogió de la mano para que nos alejáramos aún más de todo el mundo. Me pregunté si alguien iba a notar nuestra desaparición.

Lentamente caminamos por la playa, los zapatos se me estaban llenando de arena y me costaba caminar. Justin finalmente me cogió en volandas mientras yo reía. Le encantaba sorprenderme cogiéndome en sus brazos.

Finalmente se sentó en la arena seca conmigo sobre sus piernas. La noche llegaba y una vez más me sentía realmente relajada gracias a estar en sus brazos.
  • Sé que no quieres pensar en lo que pasó hace años, sé que has dejado enterrado todo lo malo que pasó entre nosotros, y no sabes lo mucho que agradezco eso. Me diste varias oportunidades, esta es la tercera y sé que irá a la vencida – susurró. Con dos dedos alzó mi mentón para que lo mirara – Tú me salvaste la vida una vez, yo también salvé la tuya. No sé cuantas veces te lo he dicho ya, pero lo eres todo para mí y lo único que me podría matar ahora sería perderte. Así que … – Justin tomó una respiración profunda. No podía dar crédito a todo lo que estaba diciendo – ____ Bolton, sigue salvándome todos los día con el simple hecho de permanecer a mi lado el resto de nuestras vidas y prometo hacerte feliz tratando de cumplir todos tus deseos. Casémonos si es lo que quieres.
  • Justin – siseé – Oh, Dios – ahuequé mi cara en su hombro y no pude controlar más todas las emociones contenidas. El llanto surgió por sí solo – Lo siento. Yo …
  • Hey – alzó mi cara colocando sus manos en mis mejillas – ¿Qué es lo que sientes? – su rostro permanecía con un ceño fruncido – No traigo un anillo pero te acabo de pedir que nos casemos, cariño – torció un poco los labios.
  • Estoy, estoy … – tomé un respiro cerrando los ojos intentando tranquilizarme – Justin, por favor no te enfades por esto. Yo ..
  • ¿De qué me voy a enfadar? – se puso serio – _____, ¿Qué ha pasado?
  • Estoy embarazada – agaché la vista por un momento. Justin, que aún sostenía mi cara, relajó sus manos y las dejó caer al suelo. En un impulso volví a mirar su cara. Su mirada se había perdido en el infinito – Lo siento – repetí sin saber que más decir.
  • ¿De cuando? – preguntó sin alzar la mirada – ¿Cuándo te diste cuenta?
  • Ayer me di cuenta de que tenía un retraso y me hice una prueba. Esta mañana me hice otra … Ambas salieron positivas – susurré – Pasó por la primera noche.
  • Mierda – masculló.
  • No te enfades – sollocé.
  • No estoy enfadado, _____ – me apretó de la cintura – ¿Qué se supone que vamos a hacer ahora? ¿Lo sabe alguien más? – preguntó rápidamente.
  • No, no. Solo tú – agaché la cabeza – Lo siento.
  • No lo sientas. Fue un descuido de ambos – rechinó – En todo caso yo también lo siento. Tú eres quien lleva a ese bicho en la barriga – señaló.
  • ¿Bicho? – lo miré estupefacta – ¡No es un bicho, es un bebé!
  • ¿Que vamos a hacer? – se preguntó a sí mismo tumbándose en la arena sin hacer caso a mi protesta. Yo me quité de encima de él y me puse a su lado – Aún no me has dicho si quieres casarte conmigo – dijo mirando al cielo – Empiezo a pensar que no me quieres a tu lado tanto como yo a ti.
  • Tenía miedo de que te fueras después de esto.
  • ¿Creías que te iba a dejar sola después de haberte dejado embarazada? – me recriminó serio – ¿Qué clase de amor te tendría si hiciera eso, eh?
  • Creía que ibas a huir por temor a tener un hijo – admití avergonzada – pero que regresarías. No sé, Justin, estoy rara. Ni yo sé lo que me pasa – me quejé dejándome caer en el suelo – Lo que si tengo claro es que quiero estar a tu lado pase lo que pase.
  • Entonces, cásate conmigo.
  • Somos tan jóvenes …
  • Vamos a ser padres, _____.
  • No quiero que ese sea el motivo por el quieras casarte – repliqué.
  • Te lo he pedido antes de que me lo anunciaras – sonrió. Su mano buscó a tientas la mía sobre el suelo – Todo irá bien.
  • Tengo miedo – murmuré.
Justin se giró y se acercó a mí. Por una vez fue él quién colocó su cabeza sobre mi hombro. Aquel gesto se sintió extraño, pero a la vez placentero.
  • Guárdame un secreto – musitó – yo también.
* * *
Pasó una semana y Justin y yo habíamos decidido que era hora de contar a mis padres lo que había sucedido y cuáles eran nuestros planes.

Nos íbamos a casar. Justin y yo queríamos algo íntimo, nada de fiestas por todo lo alto. Los únicos invitados serían mi familia y nuestros mejores amigos, Ally y Lucas.

Me iba a mudar al departamento de Justin. La fecha de boda la habíamos ajustado para un mes después. Iba a preparar mi boda en tiempo récord e iba a necesitar ayuda por muy sencilla que la quisiera hacer. Justin insistía en que no era necesario casarse tan rápido, pero yo quería hacerlo antes de que el bebé naciera y de que se me notase la barriga.

Ambos yacíamos acurrucados sobre el sofá. Cada uno en su mundo pensando en lo que se avenía en nuestras ajetreadas vidas. Yo estaba entre las piernas de Justin apoyado sobre su pecho. Su barbilla se apoyaba sobre mi hombro y sus brazos, como siempre, me rodeaban de manera protectora.
  • ¿En que piensas? – rompí el inmenso silencio.
No era la primera vez que se lo preguntaba. Llevaba haciendo la misma pregunta toda la semana. Justin se mostraba poco aprensivo con la idea de tener un hijo, aún así, la sobrellevaba y estaba tomando sus responsabilidades a mi lado.
  • En nosotros como una familia – suspiró – Intento hacerme a la idea.
  • Lo harás bien – cogí una de sus manos y la llevé a mi pecho – Nos ayudaremos el uno al otro – sugerí.
  • ¿Crees que estoy preparado, _____? – preguntó con temor – Yo … no tengo ningún ejemplo de lo que es ser un buen padre.
  • Querrás lo mejor para él … o ella – torcí un poco los labios – el simple hecho de que te preocupes de esto ya demuestra que te vas a esforzar – él quedó en silencio analizando mis palabras – Intenta pensar que será parte de ti, será tan importante como lo soy yo para ti ahora.
  • Ese bicho ya es importante incluso sin haber nacido, nena. – bufó.
  • Bicho – repetí con desgana – Es tu hijo o tu hija, ¿sabes?
  • Es un pequeño bicho – dijo con humor – Ya sabes, ahora tiene una forma rara – besó mi cuello – Y a decir verdad, es un poco incordio – me giré y lo miré mal – No en el mal sentido, cariño – sonrió – Mira por ejemplo lo irritante que tú eres y cuanto te quiero aún así.
  • Eres de lo que no hay … – me rendí – Mis padres estarán por llegar – susurré.
  • Lo sé. ¿Sabes? – alcé un poco el cuello para mirarlo – Creo que no estaría mal que buscásemos una casa a las afueras. Ya sabes … para los tres – acarició mi vientre – No siento que este sitio sea correcto para una familia. Aquí hemos pasado muchas cosas y todo el mundo conoce donde vivo.
  • Te estás tomando en serio el papel de hombre maduro – sonreí – No sabes como agradezco que estés a mi lado en todo momento.
  • Estaré contigo, nena. No importa que pase, no volveré a decepcionarte. Quiero que tengas todo mi apoyo para lo que sea. Me haré cargo de lo que sea que venga a nosotros.
En ese momento sonó el timbre. Mis padres ya habían llegado y les tendríamos que dar la gran noticia de que me iba definitivamente de su casa y de que iban a ser abuelos.
  • Quizás se te quiten las ganas de todo eso después de enfrentar a mi padre – me mofé.
  • Me cae bien – torció sus labios – Ya le dije que me quería casar contigo en la boda de tu hermano – lo miré atónita mientras me levantaba. Él se encogió de hombros y se dirigió a la puerta con una sonrisa ante mi expresión – Procura esconder el anillo – dijo antes de abrir.
Enseguida llevé mi mano tras la cadera. Justin me había comprado un anillo muy sencillo para formalizar nuestro compromiso. Yo misma lo había elegido. Por simple que fuera, era perfecto para mí … yo no quería que él se gastase demasiado dinero en una joya. Era de plata, con una circonita circular que relucía como si de un diamante se tratase.

Tras la puerta aparecieron mi padre y mi madre cogidos de la mano. Justin los hizo pasar y me saludaron dándome un beso.

Yo ya tenía preparada la cena. Mientras Justin enseñaba rápidamente el pequeño departamento, yo iba sirviendo la mesa central del salón.

Mis padres se sentaron juntos y yo también me puse junto a Justin a la vez que al frente de mi padre. Era hora de enfrentarse a la verdad. No era una adolescente que hubiese cometido un grave error … ya era adulta, pero todas nuestras noticias los iban a sorprender y temía sus reacciones.
  • Tienes un piso muy acogedor, Justin – comentó mi madre.
  • Gracias, Janelle – sonrió Justin.
  • No sé porqué, pero creo que nos habéis invitado para decirnos algo – dijo mi padre. Me puse nerviosa y miré a Justin. Él seguía con los labios torcidos en un gesto muy natural y divertido – ¿Qué nos hemos perdido chicos?
  • George – mi madre le dio un codazo – no intimides a los chicos – lo amonestó – ¿Hay algo que nos queráis decir? – prosiguió con dulzura.
  • En verdad, sí – Justin cogió mi mano bajo la mesa y las puso unidas sobre ella. A la vista de todos quedó mi anillo – Queremos casarnos – sentenció mi prometido.
  • Y en un mes – atajé yo para que las sorpresas llegaran al mismo tiempo.
Mi madre quedó con la boca entreabierta. Mi padre frunció el ceño. Si Justin ya le había dicho que tenía intenciones de contraer matrimonio conmigo, lo que le preocupaba era el porqué tan pronto.
  • ¿Un mes? ¿Por qué tan rápido? – preguntó mi madre. Ella me miró fijamente. Tenía esa intuición que podía tener cualquier madre. Sabía perfectamente lo que pasaba – Estás …
  • Embarazada – terminé yo.
El silencio se hizo en la sala. Apreté la mano de Justin, él correspondió a mis nervios acariciando levemente mis nudillos.
  • Creía que podías ser más prudente, ____ – regañó mi padre – Sois muy jóvenes.
  • Lo sabemos – tanto Justin como yo asentimos – Aún así, tenemos que salir con esto adelante, papá – continué – Tan solo queríamos daros la noticia.
  • Un hijo es una responsabilidad muy grande, cariño – murmuró mi madre – Tú acabas de llegar de un viaje, ibas a trabajar, a quedarte con nosotros …
  • Esa es otra noticia – corté – Me voy a mudar con Justin – dije mirando nuestras manos unidas. No podía mirar a nadie a la cara.
  • Vamos a buscar una casa nueva – matizó Justin.
  • ¿Cómo pensáis hacer todo tan rápido? ¿De cuanto tiempo estás, ___? – se exasperó mi madre – Ésta no es la manera correcta de hacer las cosas.
  • Estoy de unas seis semanas. Pensé … que podrías ayudarme, mamá – la miré a los ojos – Me gustaría usar tu vestido. Soñé con ello desde pequeña – me sonrojé.
El ambiente se puso tenso y yo no pude hacer otra cosa que volver a agachar la cabeza. Sentí la mirada de Justin sobre mí. Lo miré de reojo. Él enseguida alzó la cabeza para encarar a mis padres.
  • Nada de esto estuvo planeado hasta que ella misma me dijo que íbamos a ser padres. George – se dirigió a mi padre – Cuando le dije que yo me casaría con su hija suponía que sería después de bastante tiempo, pero las dadas las circunstancias ____ prefiere hacerlo antes de que el bebé nazca. Y si ella lo quiere así, yo lo haré con mucho gusto.
  • No es que os caséis lo que nos preocupa, Justin – dijo mi madre. Mi padre aún seguía anonadado – Nos preocupa ese niño que esta por llegar.
  • Seremos responsables – aseguré – Yo tengo unos pequeños ahorros del tiempo que estuve trabajando en Europa, y puedo buscar un trabajo nuevo que no requiera mucho esfuerzo – encaré a mi padre. Él era el más severo en ese momento – Sé que ahora mismo pensáis que todo esto es un desastre, lo es – reconocí – Pero yo confío en él – señalé a Justin – juntos saldremos adelante. No os pedimos nada, solo queremos que sepáis cual es la situación y el tiempo demostrará que podéis confiar en nosotros – volví la mirada mi madre – Pero un poquito de apoyo no vendría mal … – solté todo el aire que había retenido.
  • Obviamente no os dejaremos solos – dijo mi madre más seria que antes a nosotros dos – Pero ese bebé es producto de vuestra inconsciencia. Sois jóvenes pero sois adultos, vais a tener que madurar rápido para cuidar a esa criatura en camino.
  • Y más vale que seas un hombre de palabra, Justin – advirtió mi padre.
  • Daré todo de mí por cuidar de ella – Justin me dedicó una mirada y tragó saliva – y de mi hijo – una sonrisa llegó a mi rostro. Era la primera vez que decía “hijo” – nuestro hijo – rectificó devolviéndome una dulce mirada.
* * *
Justin y yo ya nos habíamos casado. Había sido una ceremonia muy sencilla en una capilla que yo solía visitar cuando era niña. A todos había pillado por sorpresa que me casara a los veinte, pero ninguno de los invitados dudó en asistir, principalmente cuando solo éramos ocho con nosotros dos incluidos. Justin me sostuvo fuertemente de la mano durante todo el día. Celebramos el día en un restaurante y por primera vez, supuse que la última, bailé lento con Justin. Se sintió hermoso poder mirarlo a los ojos, sentir su aroma y su calor, sus brazos firmes en mi cintura y su sonrisa triunfadora. Me hizo sentir la mujer más afortunada del mundo.

Finalmente, como viaje de novios, nos fuimos tres días al mismo hotel de Virginia West que habíamos visitado una vez.
Los meses pasaban. El tamaño de mi barriga iba aumentando y yo cada vez me sentía con más miedo e inseguridad. Justin y yo encontramos una preciosa casa a las afueras de Delaware, prácticamente a una hora de la ciudad. Me sentía excluida, pero él lo estaba haciendo por mi protección y la de nuestro hijo.

Justin seguía con sus salidas de pandillero y aquello me ponía nerviosa. La figura dura y agresiva que podía llegar a mostrar Justin con sus compañeros de la calle no encuadraba para nada con la imagen de padre que pretendía ser. Era como dos personas, una en cada ambiente. Yo no me acercaba para nada a los barrios “oscuros” como había terminado por llamarlos.

Justin seguía trayendo dinero de sus apuestas y sus negocios negligentes, yo por mi parte, empecé a trabajar desde casa.

Estaba de seis meses y tenía que visitar el ginecólogo para revisar mi estado. La mayoría de las veces había ido con mi madre. No había podido averiguar el sexo de mi bebé porque estaba girado y el médico no podía verlo. Quería que Justin me acompañara alguna vez, pero él siempre decía estar ocupado … lo que realmente le pasaba era que todavía no estaba acostumbrado al nuevo estilo de vida que se le avenía.
  • Acuérdate de que tenemos que estar allí a las cinco – le recordé.
  • Sí, nena. Estaré aquí pronto – dijo saliendo por la puerta.
Cuando llegó el momento no había llegado. Esperé, más de lo que debía. Iba a llegar tarde a mi cita con el médico … Cogí mi coche y conduje por mí misma hacia el centro médico. Justo cuando llegué, anunciaron mi nombre. Entré rápido sujetando mi barriga.

Iba sola. Finalmente iba a ver si iba a tener un niño o una niña y su padre no me acompañaba, ni siquiera estaba mi madre. Me sentí sola.

La enfermera me hizo pasar y me dejó a solas con el doctor. Cuando estuve en sobre la camilla para que me hicieran ecografía me puse nerviosa. El doctor sonrió afablemente.
  • Veamos si esta vez hay suerte y podemos determinar el sexo de tu bebé – hizo un gesto – es muy revoltoso, no se ha dejado ver – bromeó.
  • Se parece al padre – bufé rodando los ojos. El médico sonrió.
  • ¿Qué te gustaría que fuese, ____?
Consideré tener un pequeño Justin, sería encantador. Pero el pensamiento de que fuera un hombre y Justin lo entrometiera queriendo o sin querer en su mundillo de pandilleros, no me hacía ninguna ilusión. Aunque con una chica también hubiera posibilidades, estaba convencida de que yo podía ejercer suficiente influencia en una niña para que se alejara del peligro. Y eso era lo que quería, una bebé que Justin protegiera tanto como a mí, no a un niño que Justin entrenara para que un día se enfrentara a la dura realidad de los barrios oscuros.
  • Ruego que sea una niña – crucé los dedos con una sonrisa mirando el monitor de la ecografía – ¿se ve?
  • Sí, si que se ve, ¿quieres saberlo?
  • ¡Sí, por favor!
* * *
Llegué a casa cansada de conducir. No había nadie. Todo estaba desierto. Sin dudarlo me fui a la habitación que habíamos acondicionado para el futuro nuevo miembro de la familia.

Teníamos una cuna, un cambiador, una cama pequeña para cuando el bebé creciera y estantes vacíos. En un armario había empezado a guardar la ropita que ya me habían regalado.

Saqué las fotos de la ecografía y las miré con lágrimas en mis ojos. Una vez más las emociones se me estaban pronunciando por el embarazo, pero realmente me había sentido sola.

Eran las ocho de la noche. Lo más probable era que Justin viniera a verme y después se marchase nuevamente para volver de madrugada. De alguna absurda manera, era su forma de trabajo.

Escuché el sonido de la puerta principal. Como había previsto, había llegado. Me llamó en cuanto entró a la casa. No respondí. Seguía de pie mirando las fotos de nuestro bebé con lágrimas en los ojos.

Justin apareció en la puerta del pequeño dormitorio. Enseguida se acercó a mí, alertado por mis lágrimas. Sus manos agarraron mis mejillas retirando con sus pulgares la humedad creciente en la zona y sus ojos buscaron los míos.
  • ¿Qué ha pasado? ¿Qué va mal? – preguntó. Me aparté irritada.
  • Aquí tienes las fotos de nuestra hija – presioné el papel contra su pecho – Gracias por acompañarme en este momento tan importante. En serio, lo agradezco – dije con todo el sarcasmo que podía.
Justin quedó en shock sujetando las imágenes sobre su pecho. Yo salí de allí y me dirigí a nuestro cuarto. La amplia cama me sedujo. Me aproximé a ella para sentarme y después dejarme caer para ponerme boca arriba. Sentía mi pecho subir y bajar mientras apaciguaba la cólera que había acumulado contra Justin.

Cuando Justin entró para encontrarse conmigo evité su cara poniéndome de lado y dándole la espalda. Sentí que la cama se hundía por un nuevo peso sobre ella.

Justin rodeó mi cintura para acariciar mi vientre como solía hacer desde que estaba embarazada. Sus labios besaron mi cuello y sentí su respiración chocar contra mi piel. Sabía perfectamente que después de aquellos venían dos palabras de disculpa.
  • Lo siento – susurró.
  • ¿Por qué no viniste? – mi tono era lo más seco posible – No sabes lo decepcionante que ha sido ir allí sola – mi voz se rompió poco a poco.
  • Se me olvidó. Estaba ocupado con los chicos y … haciendo negocios.
  • Tú y tus malditos negocios – mascullé irritada para mí; él alcanzó a escuchar y tensó sus brazos sobre mi figura – esto era importante, Justin – no dijo nada. No sabía que decir ante la equivocación que había tenido o simplemente me estaba dando la razón como a cualquier cabeza dura que no cambiaba de opinión – No quiero obligarte a hacer algo que tú no quieras – susurré – A veces pienso que estás conmigo por cumplir porque seremos padres.
  • Nunca he hecho nada porque me sintiera obligado, ____. Si bien es cierto que tener un hijo tan temprano no estaba en mis planes, pero ha venido así – suspiró – Y te quiero, mi vida no tendría sentido sin ti esperándome a que regrese a casa – dejó un suave beso en mi cuello – Me casé contigo para prometerte que te cuidaría y te protegería ante todas las cosas.
  • Ahora no se trata solo de mí, Justin – respondí sin bajar la guardia – No dudo de tus sentimientos por mí, lo que temo es que no quieras a la bebé – me sinceré – Temo que la sientas como una carga en tu vida.
  • Sabes que siempre he sido muy independiente y que nunca me he preocupado por nada ni por nadie hasta que llegaste tú. No tuve el calor de una familia, solo tú te empezaste a preocupar por mí cuando nos enamoramos. Interiormente te envidiaba cuando hablabas de tu familia, te envidié cuando me los presentaste. Ten en cuenta que me estás dando la oportunidad de crear mi propia familia. Valoro eso. Pero tengo miedo de fallarte a ti y a nuestra hija como padre. No quiero que sufra por mi culpa como tú has sufrido alguna vez – me giré para ver su rostro. Verlo con lágrimas al borde de los ojos me desconcertó. Llevé mis manos a sus mejillas apreciando la suavidad de su piel – Tampoco quiero dejarte sola en todo esto, pero realmente no sé como actuar. Llega un momento en que me evado – reconoció – Y lo siento si te estoy haciendo sentir mal.
Una lágrima finalmente se derramó y corrió por su mejilla. Yo la atrapé y la sequé con mi pulgar intentando hacer que aquello fuera lo más natural posible.

La situación estaba superando a Justin y él se estaba agobiando.
  • Todo irá bien – susurré – Tendremos una niña preciosa y la protegerás como a mí, o más – sonreí – No tienes que preocuparte de eso. Yo estoy bien, nos ayudaremos mutuamente. Serás un buen papá de tu bicho – traté de hacerlo sonreír.
  • Nuestro bicho – sonrió – una niña – asentí – ¿Puedo enseñarle fútbol de todos modos? – carcajeé tirando de mi cabeza hacia atrás – Si no me dejas tendremos hijos hasta que salga un niño – se burló. Volví a mirar sus ojos con expresión serena.
  • No creo que quiera volver a tener hijos hasta dentro de varios años.
  • Sí, tienes razón. Somos jóvenes – sus labios se acercaron a los míos para darme un beso dulce y lleno de amor – ¿Cómo la llamaremos?
  • He pensado … que podría llamarse como mi madre – dije tímida – Si no te importa.
  • Janelle es un lindo nombre – asintió para sí aceptando la idea – Tu madre nos ha ayudado mucho este tiempo. Ella se pondrá feliz con la noticia – sonrió.
  • Eso pensé – respondí a su sonrisa – Mi madre te ha aceptado a ti como a un hijo más, ¿sabes? Igual que a Kayla. Pero ahora está más pendiente de nuestra situación … te adora por lo bien que me tratas y lo educado que eres con ellos.
  • Bueno, eso es porque no saben todo lo que hay tras de mí – torció los labios haciendo un gesto amargo – Aprecio a tus padres, ____. Realmente me has dado lo que nunca soñé que tendría. No solo formamos una familia, sino que compartes la tuya conmigo.
  • Eso es porque lo eres todo para mí, Justin – apoyé mi cabeza en su pecho – Todo lo mío es tuyo. Te quiero – cerré los ojos aspirando su aroma.
  • Y yo a ti, cariño.
* * *
Cinco años después …

Llegaba a casa del trabajo. El turismo era ajetreado en las costa de Delaware en aquella época del verano. El hotel donde trabajaba estaba repleto de extranjeros que me pedían alojamiento, ayuda para llegar a ciertas direcciones o simplemente consejos sobre sitios que visitar. Trabajando de recepcionista estaba ganando un buen sueldo, limpiamente, para mantener a mi familia junto con lo que trajera Justin.

Antes de regresar a casa había pasado por el médico para recoger los análisis que me había hecho recientemente. Tenía que volver para revisarlos con el doctor, pero aún así quería leerlos por mi cuenta. Últimamente estaba mareada y no paraba de tener nauseas. Temía que tuviera algún virus.

Tras dejar el coche aparcado, la puerta principal de mi casa se abrió y de allí salió una niña rubia con media melena y sonriente que corría hacia mí.
  • ¡Mamá! – chilló emocionada abrazando mis piernas.
  • Hola pequeña – acaricié su mejilla con ternura.
  • ¿Janelle? – la voz procedió de la puerta nuevamente. Justin buscaba a su hija desesperado. Cuando nos vio sonrió y se acercó para coger en sus brazos a nuestra niña – No puedes escaparte así – la regañó – No vuelvas a salir de casa sin permiso – Janelle se cruzó de brazos haciendo un puchero. Justin sonrió y le dio un beso en la punta de la nariz, ella enseguida volvió a ser feliz. Sonreí como una idiota por la escena formada entre mi marido y mi hija. Justin me miró con amor – Hola, nena – me dio un beso rápido en los labios mientras sujetaba a Janelle – Te retrasaste del trabajo – cogió mi mano y entramos juntos a nuestra casa.
  • No, pasé por el clínico para recoger las pruebas que me hice – informé.
  • Oh – Justin dejó a Janelle en el suelo y ella corrió al salón para ver los dibujos animados que había en la televisión – Yo tengo que irme ya mismo para encontrarme con un … cliente – dijo utilizando aquella palabra como un eufemismo. Decorar el lenguaje para que pareciera que su trabajo era más suave se había vuelto su especialidad.
  • De acuerdo – agarré su mano y lo acerqué a mí – Tengo unas ganas increíbles de besarte, pero no debería porque creo que estoy enferma – dije con fastidio.
  • Veamos el análisis y así comprobamos si me puedes besar – me guiñó un ojo.
Parte de las cosas que no se habían perdido a medida que había pasado el tiempo, era su picardía. Me volvía loca y me encantaba. Era algo que realmente adoraba de él para seguir encendiendo la chispa.

Saqué el sobre de mi bolso y nos sentamos en uno de los sofás junto al que estaba Janelle.

Lo abrí y empecé a leer. Tan solo había una hoja. Leí desde el principio atentamente. Justin fue más rápido y fue directamente a la información final.
  • _____ – musitó.
  • ¿Qué? – lo miré seria por interrumpir mi lectura.
  • Estás embarazada – susurró.
  • ¡¿Qué!? – volví la vista al papel y comprobé lo que me había dicho – Oh, Dios mío y pone que es de un niño.
  • ¿Cómo no te diste cuenta? – preguntó.
  • No sé, Justin. No había notado ningún retraso por el momento – justifiqué.
  • Mamá, tengo hambre – interrumpió Janelle.
  • Eh … sí, cariño. Ahora te hago un sandwich – me levanté y le di un beso en la frente. Justin me siguió detrás – Vamos a ser padres otra vez – mascullé incrédula.
  • De un niño – Justin me paró para agarrarme de la cintura y darme una vuelta en el aire – ¿No estás contenta? – sonrió alegre.
  • Sí – dije enseguida. La sorpresa aún invadía mi cuerpo. A medida que iba tomando consciencia mi alegría también surgió – Oh, Justin – rodeé su cuello – Vamos a ser cuatro – sonreí – Esto es genial – besé sus labios sonriendo. Él también sonrió sobre mi boca.
  • ¿Cómo crees que se lo tome Janelle?
  • Bien. Ella quería un hermanito como sus amiguitos del colegio – sonreí – Tenemos que decírselo a mis padres también – me animé.
  • _____, sé que es muy pronto todavía, pero hace tiempo que llevo pensando en un nombre por si … pasaba esto – sonrió. Me sorprendí de que él estuviera tan entusiasmado.
  • ¿Qué nombre? – sonreí.
  • Jason. No me preguntes porqué, pero pensé en que Janelle tiene las mismas iniciales que yo y así nuestro hijo también las tendría. Jason Bieber – sonrió con orgullo.
  • Tú querías que yo me quedara embarazada – adiviné. Él sonrió tímido – ¿Por qué no me dijiste nada?
  • No lo hice apropósito, nena – su mirada me endulzó – Tú ahora estás centrada en tu trabajo y dijiste que estabas bien con Janelle solo, en fin …
  • Tonto – sonreí – Yo creía que eras tú el que no querías más hijos por tu … trabajo – rodé los ojos – Aunque en verdad eso me preocupa, Justin.
  • Mi amor, lo que yo hago no pienso dejar que influya en vosotros – cogió mis mejillas con sus manos – Yo escogí mi estilo de vida, con todo el peligro que conlleve. Si es cierto que tú aveces me encuentras con heridas, pero sé cuidar de mí mismo. La calle es mi territorio, ____. Crecí ahí – su mirada se hizo dura – Pero nuestros hijos crecerán contigo y conmigo en esta casa. Somos una familia y no los vamos a dejar solos. Jamás permitiré que les ocurra algo por mi culpa. Hasta ahora no os ha pasado nada a vosotras – se asomó para ver a Janelle entretenida con la televisión – Sois lo mejor que me ha pasado – aseguró – Y cuidaré a ese niño como lo he hecho con vosotras.
  • Esto es tan distinto a la primera vez … – suspiré.
  • Janelle es el recuerdo de la noche en que nos dimos una nueva oportunidad, cielo. Nada me volverá a hacer dudar de mi capacidad de cuidar de las personas que quiero, ____. Tú y mis hijos sois mi prioridad – sus labios capturaron los míos apasionadamente.
Y ahí fue cuando rememoré cada momento a su lado. El día en que nos conocimos, las recogidas en la puerta del instituto, las salidas de fiesta, su gran proteccionismo hacia mí, las risas, su abandono, las lágrimas, su regreso, su lucha por mantenerme a su lado, nuestra despedida, nuestro reencuentro en la oscuridad, nuestra nueva oportunidad para estar juntos sentenciada por el nacimiento de nuestra niña.

Justin estaba siendo un gran padre. Sobreprotector, cariñoso y disciplinario cuando se requería. Me había apoyado ante todo. Ni una vez me había sentido sola.

Mis temores sobre hacer crecer nuestra familia y tener un niño se habían esfumado como el humo lo hacía en el aire.

Habíamos luchado desde el primer día, habíamos combatido todas nuestras dificultades juntos, no había nada que ya nos pudiera separar. Amaba a aquel hombre tal y como era. Se dedicara a lo que se dedicara, fuera un criminal o un hombre inocente, fuese irritable, sensible, alegre o impulsivo. Amaba a Justin con todo mi ser y una manera distinta a vivir sin su amor no era posible en mi cabeza.

Tras mis pasos había habido mucha gente y él se encargó de asegurar mi vida incluso poniendo en peligro la suya propia. Justin lo había dado todo por mí y yo cada día me desvivía más por él y nuestra familia para ser felices.

Éramos felices. Habíamos conseguido todo lo que nos habíamos propuesto.
THE END

5 comentarios:

  1. se me escaparon las lagrimas. pero que preciosidad porfavor. sige asi, cielo. esto es emocionante..

    ResponderEliminar
  2. He llorado,ok?me encantaaa,es la mejor novela q he leido nunca

    ResponderEliminar
  3. Joeee no queria que se acabaara:( bua la mejor novela de todas las que e leido sin duda eeh escribes demasiado bien jaja e llorado lo admitoo me ha encantaso el final:) porrfavor dime que vas a hacer otra novela:) sivla haces avisame lor twitter @believe_elena98 :) porfii porque si escribes otra no me la pierdo ni de coña jaja un besso(:

    ResponderEliminar
  4. Me da tanta pena que esta novela se haya acabado... me encantaba, pero bueno, todas las historias llegan a su fin. Por supuesto leeré la siguiente novela que hagas, estoy segura de que la disfrutaré tanto como esta :)

    ResponderEliminar
  5. Me encanta , ya he terminado de leerme la temporada y es genial de verdad , siento haber tardado XD ahora voy a poner con la segunda temporada. De verdad tu novela es imprecionante y seguro que la segunda parte es igual de increible.
    XOXO

    ResponderEliminar