sábado, 31 de agosto de 2013

Capítulo 35: Jason McCann No es Solo Un Nombre

Leed abajo sobre mi nueva novela ;)

Narra Justin

Janelle acababa de irse de casa feliz como una niña pequeña al terminar de contarme como le había ido su día con Jason y su novia. Yo no podía parar de asentir sonriente mientras la escuchaba. A ella le hacía ilusión contármelo … y en esos momentos supuse que era cuando ella echaba de menos a su madre, así que asumí el papel de tomarle atención acerca de un montón de cosas de mujeres.

Definitivamente amaba cuando mi esposa me contaba sonriente las tonterías cotidianas de nuestros hijos … sobretodo de nuestra hija. Ella estaba tomando la falta de su madre relativamente bien
mientras se desahogaba conmigo y seguía su rutina como lo hacía con mi mujer. Y no me importaba, adoraba a mi hija. De hecho empezaba a ver facetas de ella que nunca hubiera visto sin esas charlas ocasionales.

Se acercaba su graduación universitaria y ella no podía parar de dar saltos haciendo planes, pero tenía la ligera intuición de que ese día solo había venido para avisarme de que yo tendría que bailar con ella por ser su padre. Me dije a mí mismo que ____(Bolton) me hubiera dado una gran sonrisa burlona por tener que hacer lo que más odiaba y me consolé. Imaginar sus reacciones siempre me
tranquilizaba y me hacía actuar de la manera más adecuada. Posiblemente hubiera sugerido que practicase con ella o se habría reído de mí pidiéndole ayuda a nuestro pequeño hijo.

Recostando la cabeza en el sofá recordé una de esas ocasiones en las que Jason bailaba con su madre y no pude evitar sentir un pellizco de celos o … traición.


Regresé a casa malhumorado. Aquel había sido un día de mierda tanto en los negocios como en casa. Una vez más había discutido con ____ por la falta de atención que prestaba al hogar.
Seriamente no podía hacer más de lo que hacía y me frustraba defraudarla de aquella manera. Los asuntos en las calles se estaban complicando y yo tenía que estar más pendiente que nunca tanto de que los negocios fueran bien como de que ellos estuvieran protegidos en nuestra casa.
Ella lo sabía, pero no podía evitar rechinar los dientes por el poco tiempo que últimamente había pasado con ella, Janelle y Jase. No la culpaba.

Escuché la música alegre procedente del salón y disimuladamente me acerqué a la puerta para ver a Jason bailando con su madre, provocando su hermosa risa con cada vuelta que le hacía dar. Con
tan solo quince años aquel chico se había dado cuenta de como hacer feliz a su madre con la más mínima cosa como era un baile. Y sabía porque lo estaba haciendo. Por mí. Porque cada vez que
____ y yo discutíamos ella se enfurecía, pero en cuanto yo desaparecía ella se derrumbaba … Yo estaba lo suficientemente enfadado con ella para no sostenerla y entonces me marchaba y la
dejaba sola cada vez que gritábamos.

Los miré alegre pero al mismo tiempo amargado. Era yo el que se tenía que hacer cargo de subir su ánimo, no nuestro hijo. Además envidiaba que él la sacara a bailar … yo simplemente no podía
hacerlo y Jason tomaba esa ventaja sobre mí. Solo me bastaba recordar el baile de nuestra boda para no querer intentarlo nunca más. Mi esposa paró al verme parado en la puerta viéndolos cruzados de brazos. Asomé una sonrisa en mis labios para ofrecer paz entre nosotros. Jase soltó a su madre y le dio un beso en la mejilla antes de irse. Cuando pasó por mi lado palmeé su hombro y él sonrió satisfecho.

____ me esperaba en el centro de la sala cruzada de brazos, de nuevo firme e inflexible para mí. Di un paso al frente. Otro. Seguí avanzando hasta estar frente a ella y en ningún momento cambió su expresión. Se mantenía tan fuerte … No había duda de que ____ era la única que encajaba conmigo. Sin duda me provocaba muchos dolores de cabeza, pero amaba que ella supiera lo que
hacía y fuera tan disciplinaria. Lo fácil nunca me había atraído y mi esposa era lo opuesto a una mujer fácil. Tenía mucho carácter.
Inclinándome presioné un beso en su frente y ella cerró los ojos, aliviando la tensión en sus hombros. Con el dorso de mi mano acaricié su mejilla y ella se retiró haciendo un gesto de rechazo. Seguía molesta conmigo. Suspiré en derrota y busqué sus ojos.

– Lo siento – susurré.
– Sé que lo sientes – respondió cortante – No es tu intención que pase esto que pasa, pero realmente no pones medidas para solucionar nuestros problemas.
– ¿Crees que no tengo suficientes allí fuera? – pregunté guardando la calma – Necesito un poco de apoyo, ____. Apoyo tuyo.
– Lo tienes – fue tajante – créeme que te entiendo, Justin. Es solo que … – esperé a su respuesta. Las marcas bajo sus ojos me dolieron. ____ no descansaba bien desde la última vez que había sido herido y había llegado tan tarde a casa acompañado de Lucas y Johnny.La atraje hacía mí rodeando los hombros de su pequeña figura – Estoy tan cansada de todo esto, Just – siseó contra mi pecho.
– Todo va a estar bien, amor – susurré besando su cabello.
– Vámonos de aquí – suplicó – Por favor.

Noté sus lágrimas mojar mi camisa y quise que alguien me diera un puñetazo por haberla atormentado de esa manera. Sabía a lo que se refería con irnos, ya me lo había propuesto muchas veces. Yo también lo había considerado. No era posible. Lo único que podía hacer era intentar alejarla de toda aquella mierda … otra vez.
Acaricié su melena a lo largo de su espalda mientras nos inundaba el silencio y ella normalizaba su respiración. Ella sabía que lo que me pedía era imposible. La impotencia era uno de los sentimientos cotidianos en nuestra familia.

– ¿Puedes pedir unas vacaciones en el trabajo? – ella negó con la cabeza hundida en mi pecho – Está bien, no importa. Te voy a sacar de aquí. Pronto.
– ¿Una salida familiar? – preguntó sin mucho entusiasmo.
– No, mi vida – di un beso en su nariz y apoyé mi frente sobre la suya – Voy a darte un fin de semana. Entero para ti, cariño.
– Los niños … – empezó a protestar.
– ____, Janelle tiene veinte años y Jason quince, pueden cuidarse por si solos. Cualquier cosa que necesiten están tus padres. ¿Hace cuanto que no tenemos un dichoso momento para nosotros, eh? – ella cerró los ojos negando con la cabeza. Ni siquiera lo recordaba – Necesitamos alejarnos de esto un poco. Voy a cuidar de ti, tal y como prometí.
– Nunca me has fallado en eso … – susurró – Sé como te esfuerzas por nuestra familia … aunque no dé el resultado necesario. Siempre has cuidado bien de mí y nuestros hijos.
– Os quiero demasiado, amor.
– Por mucho que me enfade sabes que no puedo vivir sin ti, ¿verdad? – dijo ella arrepentida por que peleáramos tan a menudo.
– Lo que sé es que mi vida no tiene sentido si vuelvo a casa y tú no estás para regalarme una de tus relucientes sonrisas – sentencié besándola.


La había fallado. No cuidé lo suficiente de ella. Falté a mi promesa. Ya no tenía su cálida sonrisa para señalarme que todo estaba bien. Que estaba perdonado. No la podía abrazar, no la podía besar.
Ni siquiera podía demostrarle una vez más lo mucho que la necesitaba y la amaba.
Tragué el nudo en mi garganta dejando caer en un susurro mis palabras dirigidas exclusivamente para ella. “Te amo, ___” Y nadie respondió a mi declaración. El vacío se hizo cargo de mi cuerpo.
Mi alma ya no tenía nada que me hiciera feliz. Tan solo quería reencontrarme con ella y en el delirio estaba pensando quitarme la vida. Sin embargo, mi parte racional me decía que aún tenía cosas que hacer en aquella maldita tierra.
Me levanté de un salto y cogí mi arma para meterla en la parte trasera de mi pantalón. Esa noche iba a desquitarme matando al sexto de mi lista.


* * *

Narra ____

Ha pasado una semana desde el baile. También había pasado una semana desde la última vez que habíamos estado realmente juntos. El distanciamiento había sido notable, y no sabía si había sido
por nuestra última discusión sobre su venganza o porque él realmente ya estaba muy empeñado en llevarla a cabo. Con las vacaciones había llegado más tiempo libre y con ello más concentración en cosas que habíamos dejado para más tarde.
Habíamos pasado la fiesta de graduación de Janelle. Había conocido a toda la familia de Jason en aquel día y finalmente también habíamos salido en parejas con Peyton y Sandy. No es que esto fuera lo que más hubiera entusiasmado a mi chico, estaba realmente nervioso por ver a su prima con su mejor amigo, pero tenía que aguantarse por el hecho de que Peyton era mi primo y estaba en la misma situación que él. No tenía claro que aquello fuera un juego o si iba en serio.
De todas maneras solo habíamos salido juntos una vez en pareja, el resto de ocasiones en aquella semana pasé mi tiempo con Janelle y Sandy en conciertos, yendo al cine y haciendo salidas de
chicas para ver ropa o ir al spa.

Justin había hablado conmigo sobre Jason. Me sorprendió que él quisiera acercarse a mí para hablar en lo cuál terminamos teniendo una charla tranquila sobre su hijo. Justin sabía muy bien los
propósitos de Jase y quería tenerme como su aliada para protegerlo de lo que serían las influencias de la calle y los líos en los que se estaba metiendo … aquellos lados oscuros.

– Necesito que lo alejes de todo eso – me dijo severo – Eres la única que puede hacerlo mientras yo termino de encargarme de todo antes de que Jase se entrometa.
– Si no lo hago el nombre de Jason McCann va a estar muy presente por ahí fuera, ¿no? – en un intento de aligerar el ambiente me pareció que terminé sonando estúpida.
– ____ – suspiró – Si una cosa es cierta, es que Jason McCann no es solo un nombre, es una amenaza.

El miedo que sentí con la advertencia de Justin me puso el vello de punta. Tres días después de que Jase casi ni me dirigiera la palabra porque estaba muy entretenido con sus amigos encargándose de
sus cosas, me planté frente a él para hablar las cosas y solucionar nuestros problemas. Sí, tenía que admitir que hice también un poco de teatro para llamar su atención que manera que se centrara en
mí … quizás lloriqueé un poco. Y lo detesté porque sabía que aquello me daría la imagen de chica débil, pero Justin tenía razón, yo era lo que más preocupaba a Jason y en cuanto le rogué por unas
buenas vacaciones juntos él accedió.

– Él quiere vengar la muerte de su madre, como yo. Pero al contrario que yo él tiene una persona viva de la que preocuparse y cuidar, y esa eres tú – me sonrojé por como lo dijo de convencido pero me alivió con una sonrisa torcida – Es mi hijo, supongo que hará lo mismo que yo con mi mujer – no se me escapó la nostalgia en su voz – Ya le dije que valore lo que tiene y no mire más allá de lo que tiene al alcance de la mano, así que haz que se centre en ti. Me vendría bien que os fuerais de Delaware, incluso.

Y en cuanto comentamos la idea de viajar a Janelle, ella se nos unió y propuso que nos marcháramos a Maui, la isla donde solían veranear sus padres. Y no es que me molestara que se uniera al plan, estaba segura de que Justin se alivió incluso cuando se enteró de la partida de sus dos hijos. Con ambos fuera del mapa él podía actuar más tranquilo en lo que fuera que hiciera para la venganza. Realmente, Justin y yo habíamos entablado una buena relación con tal de proteger a sus hijos.
Diez días después de haber estado con Jason en un hotel de la isla, junto con los ocasionales encuentros con su hermana y Christian volvimos a Delaware totalmente relajados.
Yo hubiera querido alargarlo un poco más teniendo en cuenta que así estaba ayudando a Justin, además de las grandes experiencias pasadas allí.

Jamás olvidaría la forma en que Jason me hizo el amor en el mar ni bajo una cascada en un lago que él había encontrado de niño. Habíamos tenido grandes momentos de intimidad y a pesar de que
habíamos pasado un tiempo separados esos días se sintieron como si no hubiera pasado nada, de modo que estuvimos muy unidos. Mi colgante en forma de “J” era algo que nunca desaparecía de mi cuello y Jase lo amaba infinitamente tomándolo como una muestra de que era suya …

Mis dudas de que él estuviera tan entregado a mí como yo a él me atemorizaban. Me daba miedo pensar en lo mucho que lo necesitaba y que Jason algún día pudiera alejarse de mí. Mis
inseguridades siempre me iban a perseguir.
Cuando finalmente estuvimos de vuelta en la casa de Jase le dije que Janelle me había encontrado un trabajo en una cafetería, justo la del hotel al cual me había llevado para el baile, en el que había
trabajado su madre.

Jason no se lo tomó muy bien pero yo estaba decidida a empezar a ganar dinero para no tener que pedirle nada nunca más y depender de mí misma.

Narra Jason

Había dejado a ____ en casa después de volvernos a instalar y deshacer las maletas. Le había preguntado si quería acompañarme a ver a mi padre cruzando los dedos por detrás para que su respuesta fuera un no. Al parecer era evidente que quería ir solo por lo tanto ella puso la excusa de estar cansada por el viaje y me dejó visitar sólo el departamento de mi padre.

Era mediodía, no pensaba que iba a estar en la calle en ese momento así que fui directamente sin avisar. Si me encontraba la casa vacía lo llamaría o lo esperaría para tener noticias sobre lo que
había hecho en los días que yo me había perdido con mi chica.
Cuando llegué a la puerta y saqué las llaves para abrir la cerradura del departamento de mi padre escuché a dos hombres discutiendo. Una de las voces era irreconocible para mí. Sin saber muy bien
que hacer escuché un poco tras la pared para saber si podía o no interrumpir.

– ¡Cómo crees que yo iba a saber todo eso! – dijo un desconocido.
– Mira Zayn – advirtió mi padre – tu cu*lo está hundido en mi*erda. Aquí hay gente que aún te recuerda. Tanto Rebecca como mi esposa murieron, no hay nada que te ligue aquí ya que no eres lo suficiente hombre para enfrentar a tu hija.
– Me voy a quedar aquí – espetó aquel hombre.

Tuve una sacudida al darme cuenta de que el padre de ____ estaba allí. La realización me golpeó y en un movimiento rápido moví la llave y entré para plantarme en el umbral de la puerta. Mi padre
volcó la atención en mi intrusión al mismo tiempo que el tal Zayn. Era un tipo de nuestra misma altura con la misma tez morena y pelo oscuro que los de mi novia. Realmente me sentí agradecido de que ella no me acompañara por el lío que aquello hubiera supuesto ya que al parecer, él no quería conocer a la hermosa hija que tenía.

– Jason – dijo mi padre.
– ¿Este es el padre de ____? – interrumpí aunque supiera la respuesta.
– Sí – me indicó. Se dirigió a Zayn – Este es mi hijo Jason.
– El novio de tu hija, por si aún no te lo comentó.
– ¡Jase! – reprendió mi padre.
– Es mejor que no le digas que estoy aquí – espetó Zayn.

La ira me invadió cuando dijo aquello en su tono lleno de arrogancia. Sin pensar lo que debía contestar a aquello avance en su dirección con dos zancadas y de la forma más desprevenida alcé mi
puño y le golpeé en la cara haciendo que retrocediera hacia atrás. Mi padre enseguida se puso en medio para separarnos pero yo no podía hacer otra cosa más que odiar a ese hombre.

– Si no se lo digo será por ella, pedazo de mi*erda. No serías otra cosa que una decepción más en su jodida vida – lancé con veneno – Llámame cuando saques la basura – le dije a mi padre.

Dicho aquello me di la vuelta y salí de allí tirando de la puerta para desahogar todas mis frustraciones. ¿A dónde iba? No tenía idea pero no podía volver a casa y que ___ me viera tan alterado. Definitivamente ella no merecía preocuparse por alguien que no quería verla. Con que ella no supiera de la estancia de su verdadero padre en Delaware se solucionaba el problema. Iba a bajar la última planta del piso por las escaleras cuando recibí un mensaje de papá. “Espérame en lacafetería de abajo. Acabaré pronto”.
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TatataCHAAN!!! Dos capítulos señoritas, más os vale comentar. Preparaos porque se acerca muucho drama. Todo lo bonito ha acabado y las cosas van a ser más duras ... Nos tocará llorar xD
A todo esto, he empezado una nueva novela. Por ahora solo está puesta la sinopsis, espero que os guste. Pondré el primer capítulo el 13 de Septiembre. Me haríais un gran favor si se lo comentáis a vuestras amigas y eso ... Perdí lectoras desde que me denunciaron el tuenti y bueno, Hall Of Fame va a ser algo distinto a todo lo que he escrito hasta ahora.
UN BESO AMORES.
@itsBieberFanfic

http://wecangonowhere-butup.blogspot.com.es/

Capítulo 34: Siempre Hay Un Motivo Para Continuar

Narra ___

Jason había alquilado una limusina. Al ver el largo automóvil de color blanco frente a la puerta me impacté. Me detuve en el portal y miré a Jase con confusión. Él sonrió y me indicó que avanzara
con un gesto. Un hombre mayor y canoso nos saludó mientras nos abría la puerta del imponente vehículo. Me dejaron entrar primero y en el interior todo estaba iluminado con luces. Había un amplio sofá negro y acolchado. Jason se sentó a mi lado y pasó el brazo por mis hombros para acercarme a él. Lo vi contento. Aquello me hizo la noche. Aun estaba preocupada porque le pareciera mala idea hacer esta cita, sin embargo, parecía todo lo contrario.
Apoyé mi cara en su hombro mientras él frotaba su pulgar en círculos sobre la parte superior de mi brazo. Jason rió y me apartó. Lo miré confundida cuando él llevó sus manos a mi pelo y me ajustó la corona. La había olvidado por completo.

– Eres una princesa despistada.
– Tu princesa despistada – le seguí la broma.
– Mía – susurró acercándose a mis labios mientras acariciaba mi mejilla – y así te quiero. Con defectos incluidos.
– Es bueno saberlo – sonreí mientras yo también me acercaba a besarlo.

Sus labios engancharon los míos haciendo que mi cuerpo se encendiera al instante y empezara a correr rápidamente la sangre por mi cuerpo. Como si todo se activara dentro de mí, me aproximé
más a él. Una de sus manos tomó mi cintura mientras con la otra aún sostenía mi cuello. El beso iba lento. Más de lo que yo hubiera querido. Él se separó despacio dejando un último casto sobre mi
boca. Comprendí que ese no era el momento para encenderse.
Sonreí al volver a mirarle de arriba a abajo. Llevaba un elegante esmoquin negro con corbata.
Estaba muy elegante. Su cabello estaba peinado hacia atrás de manera que podía ver al chico más formal y sexy al mismo tiempo. Su ropa no podía ocultar al chico atrevido que llevaba dentro. Sus
hermosos ojos mieles lo reflejaban todo en él, al menos para mí.
Janelle tenía razón. Me había estado esperando un regalo con un precioso envoltorio que iba a estar encantada de retirar para descubrir nuevos límites.

– Nena, contrólate – me regañó divertido.
– ¿Qué? – dije inocentemente.
– Me miras como si me fueras a desnudar ahora mismo y créeme, yo siento las mismas ganas de hacer lo mismo contigo. Ese vestido … – suspiró dejando la frase en el aire – Pero tenemos una larga y romántica velada por delante. Nada de sexo salvaje – sacudió la cabeza negándoselo a sí mismo.
– ¿Sexo salvaje? – reí en una gran carcajada – Oh, Dios. ¿Qué será de mí cuando terminemos del baile? – no podía parar de reír. Sabía que iba a ser una noche de provocaciones y que al regreso habría consecuencias … Consecuencias a pagar que cada uno cobraría a su manera en la intimidad.
– Prometo ser un caballero hasta media noche … cuando volvamos a casa.
– Después puedo despedirme del caballeroso Jason y saludar a un alocado Jase – me burlé.
– Me has pedido que sea Ares. No puedes esperar que una divinidad como yo no terminé la noche con una batalla … en la cama – susurró acariciando el lóbulo de mi oreja con sus
labios.
– Oh, Jason Bieber. Créeme que intentaré poner resistencia – reí.
– No podrás aguantarte las ganas de mí al terminar esta noche. Lo sé yo, lo sabes tú … lo sabe hasta el chófer – rió.
– Muy gracioso, Biebs – me crucé de brazos.
– Soy así – se encogió de hombros con gracia – ¿Quieres beber algo?

Lo vi sacar un par de copas y una botella de vino blanco. Acepté y él regresó a mí para servir la bebida. Brindamos y empezamos a reír por cualquier tontería que decíamos mientras llegábamos a
nuestro destino. La limusina se detuvo y al minuto la puerta fue abierta por el conductor para que saliéramos. Jason salió primero y desde fuera me ofreció su mano para que fuera con él.

La noche nos rodeaba. Las estrellas habían cubierto el cielo. Habíamos llegado a un lujoso hotel de seis estrellas. No quise pensar en lo caro que iba a resultar todo aquella noche.
Nos despedimos del chófer y entendí que regresaría a buscarnos cuando termináramos. Miré a todo a mi alrededor. Había antorchas en una terraza rodeada de cortinas blancas formando un romántico
lugar con mesas y velas, sin embargo, estaba vacío.
Jason tomó mi mano y me sonrió. Estaba nerviosa, pero la manera en que encajaba sus dedos entre los míos me hacía sentir más segura.

– No me sueltes – le pedí.
– ¿Estás bien?
– Sí, solo tengo el presentimiento de que me voy a caer en cualquier momento por estos zapatos y que voy a hacer la escena más patética del siglo.
– Hmmm … Incluso tropezando te verías perfecta hoy. Cualquiera pensaría que un ángel cayó del cielo al verte en el suelo – intentó bromear para aliviarme. Lo miré sin humor – No te voy a soltar, pequeña – aseguró besando mi mejilla con ternura.
– Gracias – suspiré mirando sus ojos.

Jase empezó a caminar conmigo a mi lado sin dejar de sujetarme. Un hombre nos vio entrar en la recepción y nos saludó para atendernos e indicarnos hacia donde debíamos ir. Caminamos por la
gran sala hasta la puerta de un gran salón. Un chico joven preguntó el nombre de la reserva mientras me miraba entera. Mordí el interior de mi mejilla incómoda por su mirada y giré la cara. Jason dijo su apellido y el chico entró en el salón para guiarnos hasta nuestra mesa.
Era un salón enorme. Nada comparado con lo que un gimnasio de instituto pudiera ofrecer. Había parejas de todo tipo de edades, todos muy bien arreglados. Había más de un chica de mi edad que
estaría también celebrando su fin de curso con su pareja o familiares. Jason andaba seguro sosteniendo mi cintura con un brazo. El chico nos mostró una mesa para dos pegada a la ventana.    
Adoraba ver la calle mientras comía y Jase lo sabía. Me daba más sensación de libertad. Sin embargo, todo aquel salón daba impresión de dar toda la libertad del mundo. Era muy espacioso e iluminado por gran cantidad de luces. Había un escenario donde se reproducía música en vivo. Un piano, un bajo, una guitarra y una solista.
Entre las mesas había una pista para las parejas que bailaban elegantemente. El chico me retiró la silla mientras yo me sentaba y Jase se colocaba frente a mí.

– ¿Cuando reservaste todo esto? – pregunté curiosa.
– Ayer – sonrió cruzando sus brazos sobre la mesa para inclinarse sobre mí – Tengo contactos – enarqué una ceja queriendo saber más – Mi madre trabajaba aquí. La limusina es un servicio que también ofrece el hotel. Me hicieron un favor.
– Vaya … – dije sorprendida – Es impresionante, Jason.
– Lo sé – sonrió – Pedí nuestro menú al hacer la reserva. Espero que te guste lo que escogí.

Su mirada fue dulce y tímida. Lo vi algo inseguro por tomar alguna decisión por mí. Él sabía que no me gustaba que controlaran lo que hacía, ni que me dijeran lo que tenía que hacer. Posiblemente
enfrentarse a elegir lo que comiéramos lo considerara algo personal y que yo debía hacer por mí misma, sin embargo se arriesgó. Negué con mi cabeza. Él siempre probando su suerte …

– Confío en tu buen gusto. Además, tú conoces este sitio. Sabes lo que hay.

Jason asintió contento. Una chica de unos veinte años, rubia y de ojos azules se acercó a nosotros para preguntarnos que íbamos a beber. Dejé a Jase que decidiera. La mujer no hacía otra cosa más
que mirar a mi novio. Sí, parecía que se lo fuera a merendar.
No presté atención a lo que Jason pidió para beber. Cuando la chica se fue di un suspiro de alivio y a seguí con la mirada a su espalda.

– ¿Sabes? Te ha comido con los ojos – mascullé volviendo mi atención a él.
– ¿Celosa, cariño? – sonrió divertido.
– ¿Yo celosa? – bufé incrédula – No, cielo. Soy yo quien está aquí sentada con la mejor compañía – sonreí triunfal – ¿Y tú?
– ¿Yo qué? – señalé el chico en la puerta con un movimiento de cabeza. Jason enseguida tensó su mandíbula – Tú lo has dicho. Estás conmigo.

La camarera nos sirvió un vino blanco. Empezamos a beber lentamente mientras charlábamos hasta que llegó también la comida. Era un cena ligera. Los platillos me habían gustado mucho y más en la compañía de mi pareja y sin nadie molestando a nuestro alrededor.
La gente mayor empezaba a irse a sus habitaciones e internamente pensé en lo divertido que sería pasar una noche en la habitación de un hotel junto con Jason. Sin embargo, yo sabía que aquello no
iba a pasar. Jase quería volver pronto a casa para encargarse de lo que habíamos hablado en la limusina.
Alcé la vista y vi a Jason de pie a mi lado ofreciéndome su mano. Sonreí cogiendo su mano y levantándome de la silla. Él enseguida me guió hacia las otras parejas y me hizo dar una vuelta
sobre mí misma antes de coger mi mano y mi cintura para bailar. Yo no sabía donde había aprendido él a moverse tan bien para aquella clase de baile pero era fácil ser su pareja.

– ¿En qué piensas princesa? – me preguntó haciéndome dar otra vuelta en la que mi vestido ondeó con gracia y llevándome a su regazo.
– En que no hemos practicado tanto para que sepas llevarme así – admití poniendo mi mano en su hombro.

Jason no dijo nada. Su rostro pasó a ser solemne a pesar de que mantenía una pequeña sonrisa mirándome a los ojos. Supe que algún recuerdo pasaba por su mente. Con cuidado llevé la mano de
su hombro a su cuello y después a su mejilla para acariciarlo.

– Te quiero, ¿sabes eso?

Él asintió sonriendo. No dijo nada más mientras seguíamos bailando al ritmo de la melodiosa música. Muchas personas nos miraban pero yo solo prestaba atención a los ojos de Jase cerciorándome de que todo estaba bien con él.

– ¿Sabes que estás atrayendo muchos ojos? – me susurró Jason al oído.

Miré a mi alrededor y comprobé a niños con sus padres mirándome embobados. También había mujeres cotilleando y haciendo gestos de desprecios como si ellas fueran superiores. Los hombres tenían ojos codiciosos mientras que algunas mujeres irradiaban admiración por mi vestido.

– ____, quiero besarte – dijo Jase como una súplica.
– No hay nadie que te lo pueda impedir, Jase – aseguré.

Él se inclinó rozando primero su nariz con la mía. Su aliento chocó contra mí y yo entreabrí mis labios deseando que boca llegara a mí. Sus dos manos se colocaron en mi cintura soltando mi mano que fue a su cuello. Sus labios chocaron con los míos, suaves y dulces como un manjar.
Presioné su labio inferior entre los míos mientras él capturaba el mío superior. Me separé un instante para cambiar a saborear su labio superior haciendo un enredo con nuestras bocas. Jason se
separó tras presionar por ultima vez sus labios en la comisura de mi boca.

Miré nuestro entorno y vi a la gente apartar rápidamente su vista para simular no haber estado contemplando el momento íntimo de pareja que habíamos tenido.
Jason me hizo dar una vuelta sobre mí misma para enroscar su brazo a mi cintura y apretarme a él.

– Salgamos fuera – sonrió.

Asentí inmediatamente y empezamos a caminar juntos fuera del gran salón. El chico asintió con la cabeza al vernos marchar y Jason se encaminó hacia la parte de atrás del hotel que daba a un
precioso jardín lleno de flores. En el centro había alzado un espacio rodeado de luces. Seguimos andando por un camino de piedras hasta llegar al pie de las escalerillas. Las subimos y Jason se colocó en el centro para volvernos a poner a bailar, esta vez más cerca el uno del otro. Sus brazos rodeaban mi cintura mientras yo me sujetaba su cuello. Me acerqué repentinamente y besé sus labios. Al separarme vi a Jase sonreír con dulzura.
En un instinto apoyé mi mejilla sobre su pecho mientras nos balanceábamos de un lado a otro.

– Mi madre fue la que me enseñó a bailar – confesó en un murmullo como si alguien más pudiera escucharnos – Una vez me contó que solo había bailado lento con mi padre el día de su boda y que había sido algo patoso – lo noté sonreír mientras apretaba sus brazos a mi
cintura y acariciaba mi espalda sobre el vestido – La noté un poco desanimada y le dije que yo bailaría con ella. Ese día me enseñó un poco y después cada vez que la veía triste por las peleas con mi padre le ponía música y la hacía reír bailando.
– Debías ser un hijo maravilloso para ella – dije emocionada por lo que me había contado.
– ¿Tú crees? – su voz se quebró.

Alcé mi cabeza. No podía separarme de él porque sus brazos me tenían aferrada. Lo miré a los ojos llorosos. Sabía que Jase echaba de menos a su madre. No habían llegado a pasar los cinco meses
desde la muerte de la mujer que él tanto quería, era normal que aún tuviera esos momentos de desconsuelo. Con mi pulgar retiré la humedad que había escapado en contra de su voluntad de uno
de sus ojos.

– Claro que lo creo. Eres una gran persona, Jase. Siempre haces cosas buenas por las personas que quieres – volví a abrazarme a él para darle consuelo – Estoy segura de que ella lo sabía.
– Lo siento, ____ – se separó de mí bruscamente y se dio la vuelta para dirigirse al borde del porche mientras se frotaba los ojos – No sé que demonios me ha pasado.
– Has tenido un gran recuerdo de tu madre y has sentido la necesidad de repetirlo … pero no puedes – me acerqué a él por su espalda y la apoyé mi mano en su hombro – Llorar no es malo, Jase. No te va a hacer menos fuerte – consolé sabiendo que aquello pudiera ser lo que pudiera pasar por su cabeza.
– Llorar no sirve de nada – masculló.
– Te hace sentir mejor al soltar todo – contradije – Cuando terminas miras al frente con más esperanza y fuerzas para seguir adelante … siempre que haya un motivo para continuar. Y tú lo tienes, Jason. Al igual que tú me diste uno a mí para seguir.
– ¿Cuál es tu motivo?
– Ser feliz – me encogí de hombros – Antes de ti no sabía que era eso – sonreí para aligerar el ambiente y no dar pena – Ahora tengo objetivos que cumplir para sentirme satisfecha con mi vida. ¿Cuál es el tuyo?

Jason se negó a mirarme a la cara. Me sentí impotente al verlo tan desanimado.

– Vengarme – respondió.

Y yo sabía que aquella iba a ser su respuesta. Pero algo dentro de mí rogaba por escuchar palabras mejores … No me podía engañar. Jason McCann existía porque tenía un objetivo fijo y yo no lo iba
a poder evitar. Lo que más me preocupaba no era que cumpliera su venganza, sino lo que vendría después.

– ¿Y luego Jason? – él giró la cara para mirarme con el ceño fruncido y regresó a mirar a otro lado sin responder – Vengarte no te va a devolver a tu madre.
– Lo sé – gruñó – Pero matar a esos hijos de p*ta me hará sentir mejor. No tendré que volverlos a ver. No tendré que pensar que pueden volver a hacerle daño a alguien que quiero. Simplemente no aguantaré más sus burlas en mi cara sobre lo que hicieron. Juré que
mataré a los Richards – se dijo a sí mismo con la voz cargada de veneno.

Me estremecí ante sus palabras. Matar. Los iba a matar. “¿No esperarías que su venganza fuera solo tirar huevos podridos en la puerta de su casa, no?" Una voz trasera se burló de mí. Obviamente
sabía que conllevaba su venganza pero escucharle decir aquello tan fríamente hacía que tuviera miedo de lo que pudiera hacer. “No puedes tener miedo de tu novio, idiota”. Oh, pues yo sí, mira tú. Me iba a volver loca en aquel debate mental sobre lo que debía hacer.
Jason se volvió hacia mí. Llevábamos un rato sin cruzar ni media palabra. Me había quedado en shock. Él pareció darse cuenta, sin embargo, ninguno de los dos se movió para cambiar la situación.

– ¿Tienes algún plan normal después de matarlos? – pregunté sin ánimo en mi voz.
– Ya pensaré algo – se encogió de hombros como si no fuera nada del otro mundo.
– Genial – mascullé.

Me crucé de brazos y sin saber que hacer me fui de su lado para sentarme en un banco del jardín.
Puse mis manos en mi frente con los codos sobre las rodillas pensando en que debía hacer, pero no llegaba respuesta ninguna … así que dejé mi mente deambular en blanco mientras miraba el suelo
hasta que unos zapatos negros entraron en mi plano de visión. No tuve que alzar la vista para saber quien era. Él se agachó en cuclillas para verme la cara mientras apartaba mis manos de mi frente y las sujetaba entre las suyas para hacerme entender que él estaba ahí.

– Lo siento. Te he arruinado la noche – musitó arrepentido.
– Es algo que teníamos que hablar – sacudí la cabeza.
– No ahora – respondió.
– Jason, esto es la vida real. No un cuento de hadas – contesté desanimada.
– Pero en esta vida si existen princesas y yo soy el afortunado de tener una delante – hizo media sonrisa – Lo que pasa es que no la trato como se merece. Soy un bandido – bromeó triste.

Traté de no sonreír pero finalmente surgió de forma tímida y yo me abracé a su cuello para ocultar mi cara de tonta. Se suponía que yo estaba enfadada o indignada, o al menos molesta con él, pero el
muy idiota siempre se burlaba conmigo de alguna manera que siempre me hacía perdonarlo y reírle las gracias. Sí … en ese momento entendí porque el amor era de tontos.

– Y este bandido ha robado el corazón de su chica – susurré en su oreja.
– No lo merezco – contestó.
– Si me lo devolvieras ya no lo cogería. Has hecho muchas cosas buenas para que te lo puedas quedar – me separé de él y miré sus ojos.
– ¿Podemos bailar otra vez?

Se incorporó ofreciéndome su mano una vez más. La tomé y volvimos al mismo sitio de antes. La música se escuchaba de fondo procediendo del interior del hotel, sin embargo, no lanecesitábamos.
Jason me sostenía mientras yo apoyaba mi cara en su hombro absorbiendo su agradable aroma.
Dimos vueltas sobre nosotros mismos sin prestar atención a nada más que nosotros. No dijimos nada. Cualquier palabra sobraba.

– Te amo, _____ – “Salvo éstas, claro” – Mucho – agregó como si no fuera suficiente.

Una lágrima de emoción corrió por mi mejilla al escucharlo decir aquello tan convencido y seguro de sí mismo. El declive que había tenido la cita había ido para arriba en cuestión de minutos.

– Jase – susurré apretándome contra él sin querer dejarlo escapar.
– No te quiero perder – confesó – Sé que hay veces que tienes miedo pero jamás permitiría que algo malo te pasara. ¿Lo entiendes?
– No me voy a ir – dejé un suave beso en su cuello – Confío en ti.
– Entonces no me temas – susurró – Sobre todas las cosas estás tú, ¿vale? – lo miré a los ojos cerciorándome que acababa de decir eso – Te amo – repitió firme como una promesa en sus palabras y su voz.
– Y yo a ti, Jase – lo besé un instante y volví a coincidir con su mirada. Podía pasar horas mirando sus piscinas mieles – Gracias por esta noche.

Negó restándole importancia y seguimos balanceándonos el uno agarrado al otro. Miré el reloj en mi muñeca rodeando el cuello de Jason.

– Son más de las doce, caballero.
– No importa – sonrió sabiendo que quería decir mi comentario y siguió bailando – Estoy bien aquí contigo … ¿O quieres huir como Cenicienta del baile?
– Te aseguro que yo no puedo correr con tacones – bromeé.
– Entonces …

Jase se inclinó y pasó sus brazos por mi espalda y detrás de mis rodillas para alzarme del suelo. Reí mientras cubría mi pierna descubierta por el costado y me sujetaba con el brazo libre a su cuello.
Jason me dio un fuerte y ruidoso beso. Al separar nuestras bocas caminó bajando las escalerillas y fue al interior del hotel. Miré algo sonrojada al personal del hotel y volví a ver los ojos brillantes de
ilusión en mi novio. Si él era feliz, ¿quién era yo para pedir que me bajara de sus fuertes brazos en los que yo me encontraba perfectamente? Sí, amaba que me cogiera, ¿para qué negarlo?
El hombre de recepción rió al vernos y se despidió de Jason.

– Adiós Walter – respondió Jase más feliz que unas pascuas mientras salíamos del hotel.

Nos fuimos en la misma limusina en la que habíamos llegado. Y mientras más esperábamos terminar nuestro viaje a casa más impacientes estábamos de estar el uno con el otro. Jason saboreó
cada rincón de mi piel durante la espera en el fondo del ostentoso vehículo. Y cuando llegamos a casa Jase y yo supimos lo que iba a pasar. En cuanto la limusina desapareció Jason hizo viajar su
mano a la abertura de mi vestido acariciando todo mi muslo descubierto. Sus ojos lujuriosos lo decían todo. Me deseaba. Me quería. Igual que yo a él. Y todo se sentía como un sueño del que yo no quería despertar.

Sus labios se hicieron dueños de los míos mientras me llevaba a la cama. Y cuanto más me entregaba a él, más me reclamaba él. Cada parte de mí reaccionaba a él declarando claramente que mi cuerpo solo quería a Jase, mi Jase. La única persona que me había dado la oportunidad de sentir todo aquello que en esos momentos sentía. La nostalgia, el amor, la frustración, el deseo.

Y a medida que nos desnudábamos más jadeaba en busca de su contacto. Lo anhelaba tanto que dolía el simple pensamiento de no tenerlo nunca más.
Sus ojos mieles pendían de los míos mientras hacíamos el amor como jamás lo habíamos sentido.
Sus labios sobre los míos mientras marcábamos nuestra propia melodía al ritmo de nuestras respiraciones. El gemido en la parte posterior de su garganta mientras me poseía y sus susurros de
palabras de amor a mi oído. Todo era perfecto. No quería más. No pedía más.

Al despertarme aquella mañana enredada entre las piernas del chico que amaba, con mi mejilla contra su pecho escuchando el latido de su corazón, su respiración tranquila mientras sus brazos me
apretaban contra su costado sin nunca dejarme escapar, lo supe. Jamás querría a nadie más en mi vida. No solo había robado mi corazón. No solo había hechizado mi cuerpo. Jason Bieber no se
había conformado con aquello. Había provocado que mi alma siempre estuviera ligada a él y no había vuelta atrás. Era completamente suya. No importaba que hiciera. La cuestión era … ¿Era él mío de la misma manera?
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@itsBieberFanfic

martes, 27 de agosto de 2013

Capítulo 33: Lo Más Importante En Mi Vida

Estaba entrando en una cafetería con mi tío Lucas y su mujer. No sabía que hacía allí, sin embargo me encontraba cómoda con ellos. Juntos fuimos a pedir cada uno un pastel junto con un café. Nos reíamos sentados en la mesa hasta que alguien más se nos unió sin ser invitado. Greg se sentó en la silla continua a la mía y me miró con aquel rostro que siempre me irritaba. Puso una botella de plástico vacía sobre la mesa y ofreció una sonrisa socarrona … empezaba a sentir miedo.

– Ve a pedir que la rellenen – ordenó.

Sin saber muy bien que decir y pensando en lo extraña que era esa situación me levanté de la mesa.
Mis tíos me miraba con preocupación al ver como me iba y se quedaban a solas con aquel miserable hombre.
Fui al mostrador para pedir agua. Me miró como si estuviera loca cuando pedí que llenaran la botella con agua y finalmente pedí una botella. Increíblemente no tenían.
Regresé a la mesa sin saber bien lo que iba a pasar. Dejé de nuevo la botella vacía sobre la mesa.
Greg enarcó una ceja y me miró como si le repugnara.
Aquello no podía salir bien. Empezó a gritarme, pero yo no escuchaba bien lo que decía. Solo sabía que me estaba reprochando y yo me sentía como una inútil a su lado. Lucas intentó calmar la situación pero yo finalmente decidí salir de allí corriendo.
No quería aguantar más las peleas. Cuando me alejé bastante en la calle saqué un manojo de llaves de mi bolsillo y pensé en huir e irme a cualquier lugar donde Greg nunca pensara que estaría ni me encontraría. Inmediatamente pensé en la casa de mis abuelos y no sabía como iba a llegar, pero hacia allí me dirige solo que entonces la oscuridad me envolvió y ya no estaba de pie
en la calle.
Estaba tumbada sobre la cama donde había dormido durante unos cinco años. Me estaba despertando y escuchaba los pesados pasos de un hombre subir las escaleras. Sabía quién era y lo único que hice fue mantener los ojos cerrados como si con aquello me hiciera invisible y nadie me pudiera tocar. Pero no. La puerta se abrió de un golpe haciendo un gran ruido al golpear con
fuerza contra la pared. Seguí sin moverme hasta que sentí que Greg me arrebataba algo de las manos. Y entonces me sentí desesperada y vacía. Ni siquiera sabía que tenía entre mis manos hasta que lo había perdido. Abrí los ojos y supliqué a Greg que me devolviera el libro que me había arrebatado. Lloré. Él gritaba mientras me maldecía. Me levanté para quitarle el diario de mi
madre y entonces él me sacudió y me tiró de vuelta a la cama.
Involuntariamente llamé a mi madre en un sollozo como si ella me pudiera escuchar y venir en mi auxilio. Pero no, estaba sola. No había nadie. Nadie iba a llegar para salvarme.
Encaré a Greg y miré la puerta para volver a escapar, sin embargo él me detuvo amenazándome.
“Siempre te encontraré allá donde vayas” me gritó. Y lo último que recibí fue un contundente golpe con el que chillé de dolor. No solo físico, sino también de la herida que llevaba dentro.

– ¡Aah! – grité.

Mi espalda se levantó de la cama en un acto inconsciente, sin embargo, no me pude incorporar debido a unas manos que me sujetaban. Cuando me centré en lo que tenía delante vi a Jason con
preocupación en sus ojos. Miré a ambos lados. Seguíamos en su dormitorio, en la cama.

Noté las lágrimas cubriendo mis mejillas. La angustia aún era dueña de todas mis sensaciones.
Había sido la peor pesadilla que había tenido con diferencia en mucho tiempo.
Jason estaba sobre mí, sentado sobre mis caderas y sujetando mis brazos. Se relajó al verme más tranquila y me soltó para colocarse a mi lado y llevarme hasta su pecho de forma consoladora.

– Ssh, tranquila – susurró acariciando mi pelo – Solo fue una pesadilla.

Me mantuve en silencio. No sabía que decir ni que hacer. Tampoco es que entendiera muy bien lo que había pasado ni porqué había tenido ese sueño. Las lágrimas habían manado solas sin que yo
me hubiera dado ni cuenta. Tampoco podía retenerlas. En mi cabeza solo resonaba como había llamado a mi madre y lo sola que me había sentido. Había sido un sueño de lo más extraño que se
había convertido en lo más horroroso del mundo. Aún así … todo tenía sentido. Mi temor a Greg, a que me quitara algo preciado, que descubriera mi vida y como me había enterado de la verdad. Mi
costumbre de huir y buscar refugio. ¿Por qué en mis abuelos? Ellos me habían hecho sentir como un estorbo al igual que el hombre al que había llamado padre. No tenía a nadie.

– Vuelve a dormir, cielo – me instó Jason.

Me aferré a él con fuerza. Estaba en shock pero sabía que él si estaba a mi lado. Él no iba a desaparecer como el resto de personas con las que había contado. Jase siempre me daba la protección que necesitaba y gracias a ello, pude volver a cerrar los ojos para dormir, estaba vez sin soñar.

* * *

Me desperté con el sonido de una guitarra de fondo. La luz entraba por la ventana abierta de par en par. No había nadie junto a mí en la cama. Mi cuerpo estaba cubierto por una sábana y supe que Jason me la había puesto. La retiré y me dirigí al baño para asearme rápidamente. No duré en la ducha más de cinco minutos. Me puse crema hidrante y me peiné sin perder el tiempo. Seguía escuchando la guitarra sonar desde abajo y eso me impacientaba a llegar hacia el productor de esa melodía. Me vestí con unos pantalones cortos y un top amarillo que dejaba mi ombligo al descubierto. Hacía realmente calor para ser junio.

Salí disparada del dormitorio y fui dando tumbos escaleras abajo para ver a Jason sentado sobre el sofá con la guitarra sobre sus piernas.

– Buenos días, preciosa – sonrió al verme.
– Buenos días, Jase – respondí alegremente.

Él apartó la guitarra e hizo un gesto para que fuera a su lado. Me atrapó de sorpresa para sentarme sobre sus piernas y abrazarme fuertemente por la cintura. Su mejilla se colocó sobre mi pecho y yo
puse mi barbilla sobre su cabeza mientras acariciaba su cuero cabelludo.

– ¿Qué tal estás? – preguntó – ¿Dormiste bien después de la pesadilla?

Me tensé al recordar aquel mal sueño y finalmente suspiré. Me aparté de él para mirar su rostro y asentí. Sus hermosos ojos mieles me hicieron perderme en el momento.

– Hacía tiempo que no te escuchaba tocar – comenté.
– No te quería despertar – se afligió.
– Está bien. Fue lindo despertar con tu música – sonreí.
– Me alegra – sus labios besaron mi mejilla – ¿Quieres desayunar? Te estaba esperando para hacerlo juntos.

Me levanté de su regazo asintiendo y cogí su mano para que fuera conmigo a la cocina. Juntos empezamos a preparar bacon con queso y huevos. Servimos un poco de zumos de naranja y desayunamos en la barra de la cocina sentados sobre unos taburetes.

– ¿Qué sucedía en tu pesadilla? – preguntó curioso.
– No fue nada … – susurré.
– _____ – dijo como una protesta – Pataleabas, te movías desesperada, llorabas dormida y te despertaste gritando, ¿eso es nada? – contestó con sarcasmo.
– Era Greg – respondí rendida – Me perseguía. Yo huía sin saber a donde ir. Quise ir con mis abuelos, al principio estaba con mis tíos … estaba perdida. Ha sido algo raro – me encogí de hombros – No quiero pensar más en eso. Es la pesadilla más horrible que he tenido.
– Está bien – aceptó dándole un apretón a mi pierna – ¿Sabes? Anoche se me olvidó darte algo que había traído Peyton para ti.
– ¿De Peyton para mí? – me extrañé.

Jase asintió sonriendo y se fue de la cocina en busca de lo que fuera que me había traído mi primo.
Me entretuve recogiendo los platos y fregándolos mientras Jason regresaba. Él se sentó de nuevo en frente de la barra y colocó sobre ésta una caja mediana de madera de roble. Estaba encerada y tenía
una greca de color más claro que el resto de la caja. Me sorprendí al ver lo elegante que era. No parecía el típico regalo que mi primo pudiera pensar en hacer.
Jason me lo acercó para que la abriera y eso hice. Alzando la tapa vi varias cajas de plástico y pequeñas bolsas de terciopelo. A mi cabeza llegó la idea de joyas. Miré a Jase para pedir una explicación.

– Peyton dice que te las manda tu abuela. Son de tu madre y ella. Yo te diría que es una herencia familiar. Eres la única mujer que queda en tu familia para usarlas.

Comprendiendo que él tenía razón, abrí una caja y contemplé un collar de brillantes piedras transparentes en una cadena de platino. Mi boca se abrió en respuesta. Eran diamantes que iban a conjunto con una fina pulsera de los mismos materiales. Cerré la cajilla inmediatamente. Yo no era capaz de usar todo aquel lujo.

– ¿Cómo demonios mi abuela tiene un collar de diamantes?

Jason se encogió de hombros sin saber muy bien. Él sonreía ante mi expresión. Estaba totalmente desconcertada. Miré más … Había pendientes, un hermoso anillo con una piedra rosa pálida, pulseras de distintos diseños, gargantillas y … una pequeña corona con brillantes. Había visto esa corona en fotos. En el álbum de la boda de Greg y mi madre. Ella la había utilizado junto con un precioso vestido de color champán.

– Podrías usarla para el baile de esta noche – sugirió Jason.

Miré la corona y después a Jason. Pensé en el vestido que iba a usar … sí, era posible pero no me convencía mucho usar aquella joya que debía ser muy preciada.

– No estoy segura – titubeé.
– Serás mi princesa – contestó él quitándome la corona con cuidado y colocándola sobre mi cabeza con delicadeza – ¿No quieres eso? Además, no es una corona exagerada y pienso llevarte a un sitio donde esto encaja perfectamente – sonrió.
– No lo sé, Jase – me retiré la joya y la dejé en su lugar – Es todo muy … abrumador – suspiré
– Ni siquiera creo que deba aceptar todo esto.
– ¿Quieres mi opinión? – asentí de inmediato – Esto es tuyo. De hecho Rebecca decía en la carta que pidieras estas joyas a tu abuela. Te pertenecen y deberías usarlas como tú creas conveniente sin pensar de donde proceden.

Estudié la caja de madera mientras pensaba en lo me había dicho Jason.

– Solo las usaré hoy – respondí – Después las guardaré – decidí.
Jase asintió aceptando mi decisión. Finalmente él se levantó y me cogió la mano para guiarme.
– ¿A dónde vamos?
– A practicar para el baile – rió – No quiero hacer el ridículo esta noche.

Pasamos la mañana ensayando nuestro baile, riendo y haciendo bromas sobre lo patosos que podíamos ser los dos juntos. Toqué el piano a modo de deshago por todo lo que llevaba por dentro.
Salimos a pasear por el centro. Comimos en un McDonalds y cuando regresamos a casa yo empecé a arreglarme mientras Jason hablaba con Peyton sobre algo por teléfono. Lo escuché hablar
enfadado, no sabía que podía suceder para que se pusiera de aquella manera.

A los minutos escuché el timbre de la puerta sonar. Escuché a Jase despedirse por el móvil y poco después abrió la entrada principal para dejar pasar a Janelle. Su aguada voz hizo eco por toda la casa y sonreí. Ellos hablaron un poco antes de que ella subiera y me encontrara a mí sobre la cama con un albornoz fino mientras me pintaba las uñas.

– Nena, he venido en tu auxilio – ella sonrió elevando un neceser que seguro estaba lleno de cosméticos – Esta noche vas a brillar.
– Espero que no sea con mucha purpurina – bromeé.
– No, eso lo dejaremos para otra ocasión – rió – Ahora levanta. Vamos a mi cuarto para arreglarte. Jason va a vestirse aquí y no quiero que te vea hasta que no te falte ni un detalle.

Negué con mi cabeza mientras me levantaba y nos íbamos juntas por el pasillo hasta su habitación.
Era un agradable cuarto de paredes color salmón con grandes toques femeninos. Había un enorme tocador con un gran espejo. Preparamos todo lo que iba a usar. Sobre la cama habíamos dejado
tendidos el vestido cubierto por una bolsa negra para que no se estropeara ni fuera visto, los zapatos que iba a utilizar, las joyas que había recibido ese mismo día, perfume …
Me había duchado antes de que ella llegara. Me había pintado ya las uñas de una mano y ella me pintó la otra al estilo de la manicura francesa. Mientras mis uñas se secaban Janelle se entretuvo en
peinarme con un rizador de pelo y me hizo un recogido. Mi flequillo quedó suelto y el resto del cabello quedó perfectamente colocado con laca.

Me puse base y polvos para darme color. Últimamente me había quedado un poco pálida y ojerosa por no dormir bien y el estrés, pero el maquillaje hizo magia para darme buen aspecto.
Janelle me delineó los ojos con eyeliner líquido produciendo la sensación de que mis ojos eran más grandes. Utilizó las sombras haciendo un degradado de tonos que realzaban mis ojos verdes.

– Chica, estás quedando increíble. Te voy a poner solo un poco de brillo de labios, sino vas a quedar muy recargada.
– Sí, por favor. No quiero ser un payaso – bromeé.
– Créeme, nadie te va a insultar cuando salgas de esta casa … En todo caso las que lo hagan serán las envidiosas – sonrió.
– Muchas gracias, Janelle.
– ¿Por? – preguntó divertida.
– Por ayudarme con esto. Sabes que soy bastante torpe para estas cosas – suspiré. Ella sonrió e hizo un gesto para quitarle importancia – ¿Sabes lo que le pasaba a Jason cuando llegaste?
Lo escuché enfadado.
– Entreabre la boca – pidió. Le hice caso y pintó mis labios – Al parecer una prima nuestra y Peyton se han juntado – rodó los ojos – La otra también se enrolló con … ¿Dober? – dijo insegura – pero ya sabes, nada serio. Jason les dijo que se buscaran una novia para dejarlo en paz contigo, le hicieron caso y ahora le jode que las chicas sean de nuestra familia – ella torció los labios burlándose – No es que culpe a Peyton, tú eres su prima y él no ha dicho
nada – rió – Y Sandy no es mala chica. Algo engreída – bufó – Supongo que la conocerás pronto – me sonrió – Te advierto que a Jason no les cae bien ninguna de nuestras primas – rió.
– ¿Por qué? – torcí mis labios.
– Pregúntaselo a él – se encogió de hombros – Pueden ser un poco pesadas e inmaduras, pero no son malas. A veces son divertidas y todo.
– Tú tampoco te relacionas mucho con ellas – adiviné.
– Son buenas para pasar un rato juntas. No todos los días – explicó – Sandy tiene quince años y Loreen diecisiete. Tenemos bastante diferencia de edad, por eso tampoco no nos hablamos mucho – justificó.
– Yo también tengo diecisiete.
– Sí, pero tú tienes el nivel de madurez de una chica de veinte años – replicó como si fuera obvio – No es lo mismo. Ahora ponte ese flamante vestido.

Sonreí mientras me dirigía a la cama. Me quité el albornoz. Llevaba ya puesto un conjunto de lencería blanca con encaje. Janelle sonrió y puso los pulgares hacia arriba encendiendo mis mejillas.

– Vas bien preparada – rió – Mi hermano se va a volver loco.
– ¡Janelle! – exclamé avergonzada.
– Chica, el vestido es muy sugerente. Tiene que encontrar algo bueno cuando te lo quite – rió.

Torcí mis labios mientras descolgaba el vestido de la percha y lo sacaba a relucir. Adoraba ese vestido. Abrí la cremallera y me introduje dentro de él. Lo ajusté hasta la cintura y Janelle me lo
cerró. El vestido se ceñía por completo a mi tronco transparentándose ligeramente entre el encaje azul. Por debajo caía haciendo capas hasta el suelo y mi pierna derecha quedaba al descubierto por la parte abierta del costados del vestido.
Janelle colocó los zapatos plateados frente a mí y yo me los calcé agarrándome a su mano. Sonreí al sentirme mejor en mi nueva altura.
Cogimos los pendientes, el anillo y la pulsera más brillantes que habíamos encontrado y me los puse. Janelle estaba apunto de ponerme la gargantilla de diamantes cuando la detuve.

– Compré algo especial para Jason.
– ¡Pero son diamantes! – dijo Janelle como una niña.
– Me da igual – sonreí – ¿Puedes ir a buscar una bolsita plateada dentro de mi joyero en la habitación de Jason?
– Esta bien – cedió – De paso veré como se está arreglando – me guiñó un ojo.

Desde luego, Janelle sabía como comportarse para parecer más joven y alocada que una chica que ya se iba a graduar en la universidad.
Me puse frente al espejo y me miré apreciando lo bien que me veía. Era de las pocas veces que realmente me sentía guapa y satisfecha con mi imagen. Di una vuelta para hacer ondear el vestido y
sonreí como una niña. En verdad, en ese momento era como una la niña que siempre quiso disfrazarse de princesa. Iba a vivir mi cuento de hadas por una noche. Como cenicienta iba a huir de
todos mis problemas para encontrarse con su príncipe y después regresar a la dura realidad.
Janelle volvió con lo que le había pedido con una sonrisa de oreja a oreja.

– No es porque sea mi hermano, pero te está esperando un regalo bajo las escaleras. Nunca lo he visto tan bien arreglado.
– Me estás poniendo nerviosa … – siseé cogiendo la bolsita de sus manos.
– Tranquila, él se va a quedar como tú cuando lo veas – rió – ¿Quieres que te lo ponga? – dijo cuando saqué la gargantilla.
– Por favor – sonreí.
– No son diamantes, pero tienes razón, es un toque que a Jase le va a gustar más que cualquier collar de lujo – la escuché feliz.
– Eso espero – dije nerviosa.
– No sabes cuanto te quiere, ____ – resopló – Cualquier detalle que hagas por él, lo va a apreciar y le va a encantar.

Me di la vuelta cuando el colgante quedó perfecto decorando mi cuello. Le di un abrazo a Janelle.
Ella me lo devolvió con gusto. Apreciaba muchísimo todo lo que me estaba ayudando … ella siempre me tranquilizaba y me hacía sentir bien conmigo misma.

– Yo ya me voy – se apartó de mí – Te falta esto – se inclinó al tocador y cogió la corona para colocármela en su lugar – No sé si eres una princesa o Miss Delaware. Seriously – rió.
– Gracias, Janelle – me sonrojé.
– Disfruta de tu noche, nena.

Ella sonrió antes de salir por la puerta. La escuché bajar mientras yo me perfumaba un poco.
Respiré hondo varias veces preparándome para salir. Cuando estuve más tranquila fui hacia la puerta decidida a pasar una gran noche.

Narra Jason

Janelle no había hecho otra cosa mas que advertirme que debía arreglarme debidamente varias veces y sabía que si lo decía tanto era porque ____ debía estar cuidando cada detalle.
Ella ya se había ido. Me puse nervioso al escuchar el sonido de la puerta procedente de arriba. Sujeté el ramo de rosas que había comprado mientras ____ se había estado vistiendo. Nunca le
había comprado flores a nadie … Todo aquello se sentía muy nuevo. Me sentía desorientado sin saber muy bien que hacer hasta que la vi en lo alto de la escalera.

Todo lo que pude ver fue ella. Todo en lo que pude pensar fue en ella. Mis ojos conectaron con su mirada y ella sonrió. Dudaba que pudiera amar a nadie más como a ella en ese momento. Se había
convertido en mi centro. ____ derrochaba belleza tanto externa como interna y estaba cegado por ello. La recorrí de arriba a abajo. El vestido azul hacía contraste con la alfombra granate de las
escaleras. Era un vestido elegante y atrevido. Ver su pierna por el costado abierto del vestido hizo que quisiera acercarme y acariciar su piel.
Llegó a mí en los últimos escalones y embobado le ofrecí mi mano libre. Ella no podía borrar la sonrisa de su rostro y yo no podía dejar de pensar que tenía la chica más hermosa del mundo y en lo
afortunado que era de tenerla a mi lado.
____ miró las flores en mi mano y cuando estuvo a mi altura alcé el ramo para ofrecérselas sin desprenderme de sus ojos verdes claros.

– ¿Para mí? – se llevó una mano a su pecho con gracia.

Asentí. Había enmudecido. No encontraba palabras para describir lo feliz que me sentía en ese momento por llevarla a ese baile. Estaba tan perfecta que cualquier cosa que dijera no iba a ser
suficiente para definir la realidad que yo veía.
Ella cogió las flores y se las acercó para olerlas. Noté el rubor en sus mejillas y no pude contenerme para acariciar sus zonas encendidas.

– Son preciosas, Jase – sonrió.
– Créeme. Esta noche tú eres la belleza personificada, cariño – me incliné y besé sus suaves y sabrosos labios con dulzura – La misma Afrodita te podría envidiar – susurré sobre sus labios recordando cuanto le gustaba a ella la mitología griega.
– Oh, Dios mío … Jason Bieber, usted sabe como halagar a su chica – ella intentó sonar segura pero yo noté esa timidez que tanto me enternecía – Tú también te ves muy bien.
– ¿Qué Dios griego quieres que sea? – bromeé. Ella rió – ¿Qué? – exclamé divertido.
– Puedes ser Ares – se mordió el labio.
– ¿El Dios de la guerra? – me sorprendí.
– Me gusta mi chico malo – se encogió de hombros – Y como toda divinidad, eres perfecto Jason – susurró acariciando mi cuello – Gracias por las rosas.

Ella se dio la vuelta y se movió para dejar las flores en un jarrón que había sobre un mueble de la entrada. Ella sonrió acomodándolas y cuando volvió hacia mí vi su gargantilla. Llevaba todo tipo de joyas de las que su abuela le había regalado. Sin embargo, aquel collar era diferente al resto de su ornamenta. Coloqué mis dedos bajo el colgante para alzarlo y miré a ____.

– ¿Una “J”? – pregunté con algo de emoción.
– J de Jason – respondió orgullosa – Por ser lo más importante que hay en mi vida.
– _____ – siseé atónito.

Me quedé sin habla. Desde luego que me había emocionado aquello. Sin saber que respuesta darle me abracé a ella. Debido a su nueva altura no tuve que agacharme para nada y ella posó su cara en mi hombro. Cerré los ojos respirando su aroma a flores. Yo aún seguía sin creerme que una chica como aquella era mi novia … Empezaba a plantearme si era cierto poder amar de la manera en que lo estaba haciendo. Todo aquella felicidad se sentía irreal.
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@itsBieberFanfic  :) Hasta aquí por hoy. Prometo que el siguiente os encantará así que no seáis fantasmitas, ok? ;) 
Os quiero ^^