viernes, 25 de octubre de 2013

Capítulo 48 (Final): ¿Qué No Podemos Superar Juntos?

Capítulo dedicado a Patricia, Paula, Andrea, Ana, Tania, Sofía, Marijose, Marina, Lucía, Irene, ENORME ETC, por todas esas chicas que han comentado tantas veces dándome tanto apoyo y ánimo.Esas chicas en Twitter, Tuenti e incluso los ánimos en el blog, en serio, MIL GRACIAS. Lo leo todo y siempre me sacáis una sonrisa. No miento :) 

Disfrutad el capítulo ;D

Narrador Omnisciente

Mientras Jason y ____ viajaban en un avión rumbo a Nueva Zelanda, Justin se encontraba en la parte trasera del coche de su peor enemigo.
Iba armado. Estaba preparado para terminar con todo de una vez por todas. Sean entró en su vehículo y lo encendió para empezar a conducir a través de la carretera. Unos minutos después, Sean sintió el cañón de una pistola en su sien.

  • Sigue conduciendo – le amenazó Justin – No te conviene hacer ninguna idiotez.
  • ¿Qué tramas Bieber? – preguntó cabreado. Aquel enfado disimulaba el temor que tenía por sus pocas posibilidades de salir vivo de allí.
  • Estás a punto de hacerte dueño de Delaware, ¿cierto cabrón? – rió Justin con sarcasmo – Es una pena que las cosas no vayan a ser como tu planeabas …
  • Bieber …
  • ¡Conduce! – espetó Justin – Hay cosas que debías saber antes de entrometerte en mi camino y es que nadie, escúchame bien, nadie sale vivo ni puede cumplir sus planes cuando se meten conmigo. Pero, ¿sabes lo que hiciste tú? Jodiste todos mis planes – apretó el arma contra su cabeza desde la parte trasera del asiento – Mataste a mi mujer, hijo de p*ta. Y ahí es cuando a mí me dan ganas de mataros a todos y que nadie salga vivo de aquí – respiró hondo y miró la cara de pánico de Sean en el espejo retrovisor. Se sintió satisfecho – Ni yo mismo – agregó con malicia.

Justin miró la bomba que había programado y los pocos segundos que quedaban. En ese momento su vida pasó por sus ojos, desde el día en que había escapado de sus padres, hacia como había empezado a sobrevivir en la calle, los amigos que hizo allí, el día que conoció a su mujer, el día en que la hizo suya por primera vez … pero se detuvo en un instante, el día de su boda.

Todos me miraban al final del pasillo de asientos que se habían organizado. La madre de ___ me sonreía tranquilizándome. ¿Quién iba a decirme que yo acabaría casado? Yo no era de vestir traje, ni de comprar flores, ni de música romántica. Pero aquel era el sueño de cuento de hadas de mi ___ y a mí tampoco era que me costara demasiado darle este gusto.
A pesar de que yo me mostraba escéptico al matrimonio, empezaba a sentirme nervioso. La gente me miraba. Todos estaban sonrientes. Era una boda, no se suponía que debiera haber alguien triste, ¿no? Además, ___ estaba embarazada. Nuestra felicidad debía ser doble … pero teniendo la vida que yo llevaba tenía dudas de como debía sentirme.

Empezaba a darle demasiadas vueltas a la cabeza. Miré al juez en el estrado, también me ofreció una sonrisa amable. Empezaba a cabrearme tanta sonrisa … yo empezaba a querer salir corriendo.
Entonces la música empezó a sonar de cualquier parte. Instintivamente miré al fondo del pasillo y vi a ___ salir del brazo de su padre. Todo a mi alrededor pasó a segundo plano. Solo la miré a ella y ella me miró a mí. Caminaba segura sujeta por su firme padre. Estaba hermosa, despampanante. Llevaba el vestido clásico de su madre y no podía sentarle mejor. Parecía un ángel. Sonrió. Se veía tan feliz que al instante se anularon mis dudas. George puso la mano de su hija sobre la mía. Lo miré dándole un asentimiento y ___ le dio un beso en la mejilla a su padre.
Entrelacé nuestros dedos rozando su anillo de comprometida. También llevaba el brazalete que yo le había regalado hacía un tiempo, aquel que decía “No matter what happens, you're the one”. Ella siempre iba a ser única para mí, pasara lo que pasara.
Por primera vez sonreí de verdad. El juez empezó a hablar y yo no podía hacer otra cosa que mirarla a ella. Estaba haciendo lo correcto, lo sentía de verdad, íbamos a ser felices juntos; ella, yo y el bicho que venía en camino.
Llegó el turno de decir nuestros votos. No había ensayado mucho, pero tenía algo en mente sobre lo que le iba a decir.

  • ____ – ella me miró con sus brillantes ojos. Sonreí por su ilusión – No creo que tú y yo nos juntáramos por una casualidad. Llegaste a mi vida para ser … la única persona que me ha hecho sentir lo buena que puede ser la vida – respiré hondo viendo lo emocionada que ella estaba. Yo también empezaba a sentir el momento – Te necesito para seguir disfrutando de mi vida. Tú eres mi felicidad. Por eso quiero pasar el resto de mi vida a tu lado. Prometo cuidarte y rescatarte todas las veces que sean necesarias con tal de que al final estés siempre conmigo – estreché sus manos entre las mías y ella sonrió anonadada.

El juez le dio el turno a ___. Me dio la sensación de que sus palabras no salían. Aún estaba estancada con mis promesas. Tragó saliva y respiró profundamente.

  • Yo, Justin … – se trabó con sus palabras. Sabía que lo había ensayado pero parecía que lo había olvidado todo – No creo que haya habido alguien en el mundo capaz de enloquecerme como tú lo haces – sonreí con humor. Estaba seguro de que eso era improvisado. Escuché alguna risita entre el público – Tú eres especial y me haces sentir especial. Tuve que esperar mucho para poder estar a tu lado. Si te marchas volveré a esperar. Si te pierdes te buscaré hasta encontrarte – solo nosotros sabíamos a que se referían esas palabras. Mi mundo era difícil – Yo me entrego como tu esposa para estar a tu lado en las buenas y en las malas, Justin. Sanaré tus heridas y te daré mi amor incondicionalmente cada día que estés a mi lado. Lo prometo.

La intensidad de sus palabras me caló hasta los huesos. Estábamos firmando un para siempre. Tras las firmas y que el juez nos declarará marido y mujer, cogí a mi esposa, a mi mujer, a mi alma gemela, a la persona por la cual mi vida tenía sentido, y la besé. La besé como nunca pensé que podría besarla delante de tantas personas. Y sentí su amor. Sentí que yo le transmitía el mío. Todo iba a ir bien … con ella.

Justin recordó el día en que nacieron sus dos hijos. Recordó las sonrisas familiares de las tres personas que más amaba en el mundo y sonriendo miró la cuenta atrás por la explosión: 3,
Os quiero, chicos. Pensó en sus hijos. 2, Voy contigo, cariño. Espero que si hayas esperado por mí. Justin vio la imagen de su esposa en su cabeza. 1, Se acabó el dolor por no haber cumplido mi promesa 00:00:00

Narra ____

Habíamos llegado a Nueva Zelanda. Jason me había dicho que su padre le había alquilado una casa en un sitio alejado de la humanidad. Al parecer, los Bieber apreciaban la soledad y la buena compañía antes que estar rodeado de un montón de gente en la ciudad.

Jase no estaba de muy buen humor. No le hacía ilusión dejar Delaware y su padre solo. Ellos se habían dado un gran abrazo por la mañana antes de despedirse. Jason se sintió extraño por la intensidad del abrazo y él intuía que algo no iba bien. Y la verdad era que yo no podía negárselo, cuando llegó mi turno de despedirme de Justin fue también bastante emotivo.

  • Él te va a necesitar tanto como tú a él. Cuidaros el uno al otro, ¿de acuerdo?

Asentí dándole un abrazo. Él me dio las gracias por todos los riesgos que había tomado en aquellos siete meses cuando le pasaba información de los Richards. Lo miré atentamente y vi un brillo en sus ojos que supe que indicaba algo, algo que no llegué a descubrir.

  • Gracias a ti por adoptarme – sonreí.
  • Eres una chica valiente, merecías estar dentro del grupo – se encogió de hombros.

Tras un último abrazo, Jason me dio la mano y cada uno cogimos nuestras maletas para irnos. No sin antes mirar atrás, me di cuenta de la gran persona que era Justin Bieber. Apreciaba mucho al padre de mi novio.

Cuando llegamos con un taxi a la dirección que nos había dejado Justin, Jason y yo nos quedamos boquiabiertos. Se trataba de una mansión mucho mayor que en la que alguna vez vivimos y acabó quemada. Estábamos sobre una colina donde se veían acantilados y el mar. Las nubes danzaban el horizonte.
Jason pagó al taxista y cogimos nuestras maletas para entrar en la casa. Moviendo las llaves en la cerradura, Jase abrió la puerta y me dejó pasar primero. Aquel edificio era sencillamente espectacular.

  • ¿Cómo puede tu padre costearse esto? – le pregunté viendo el gran hall de recibimiento.
  • No lo sé – negó con la cabeza – No entiendo porqué alquiló este sitio.

Paseándome por la casa vi enormes paredes de cristal que daban a las hermosas vistas. En la parte de atrás había una gran piscina. La televisión del salón parecía un cine y cada baño simulaba un salón de spa. Todo era lujoso. Incluso empezaba a temer tocar cualquier cosa y que se rompiera.

  • ¡____ ven aquí! – gritó Jason desde arriba.
  • ¡Voy! – vociferé dirigiéndome a la escalera.

Tras dieciséis escalones de madera que giraban en caracol, llegué a la planta de arriba y lo busqué por las distintas puertas que había. Después de dos habitaciones matrimoniales y un baño, lo encontré a él en un dormitorio totalmente equipado, con una cama de dos metros y dosel. Era precioso. Había espejo y un tocador. Armarios de madera y lámparas de cristal blanco.
La pared hacia el exterior era de cristal transparente con detalles de flores en opaco. Era hermoso ver el oleaje desde ahí. Las cortinas doradas estaban a cada lado de la ventana, listas para ser corridas y dar intimidad a una pareja. Al otro lado del cuarto había una puerta, supuse que daba a otro de esos espléndidos baños.

  • Yo declaro este dormitorio como el reino de Jase y ___ – dijo Jason rodeándome por detrás mirando todo a nuestro alrededor – Te parece bien, ¿no?
  • Claro – sonreí acariciando sus manos en mi vientre – Será mejor que deshagamos la maleta – comenté apartándome de él.
  • Está bien – me volvió a acercar a él por la cintura y me besó – pero no te alejes mucho de mí – dio otro pico en mis labios.
  • No más distancia – declaré.

Abrimos las maletas que él había subido mientras yo exploraba abajo y empezamos a desempacar la ropa ordenándola en cajones de las distintas cajoneras y armarios. Jason cogió un sobre del interior de su maleta y la miró con el ceño fruncido. En el destinatario tan solo ponía “Jase”.

  • ¿Qué es esto? – me preguntó confundido.
  • No sé, yo no lo puse – alcé mis manos inocentemente.

Él se sentó en la cama y abrió el sobre para sacar una carta doblada. Cuando empezó a leer lo vi relajarse por un instante y al otro cambiar su cara en completo horror.

  • ¿Qué pasa? – me senté a su lado.

Lo miré atentamente. Vi su vista perderse en el infinito a pesar de que sus ojos estuvieran fijos en el papel. Se lo quité y empecé a leer yo misma.

Jason, hijo. Quería que leyeras esto una vez que estuvieras allí, por eso metí la carta en tu maleta. La casa en la que estáis no es de alquiler, es tuya. Tu madre la compró antes de morir, tienes una cuenta llena de dinero gracias a todo lo que ella trabajó en sus negocios y gracias a tus abuelos que lo han sabido mantener. Janelle tiene otra cuenta que empezó a usar en su mayoría de edad. Tú tendrás los dieciocho dentro de una semana y entonces podrás disfrutar de tu herencia.
Tu madre y yo planeábamos ir allí algún día, ya sabes … para escapar. No lo pudimos hacer a tiempo. Ella murió y yo no podré disfrutar de nada sin ella. Para ti no es tarde, vive con tu chica y sé feliz allí. No vuelvas a Delaware, ni a Estados Unidos, NUNCA. Quédate allí.
Tenéis una nueva identidad, una nueva oportunidad de empezar de cero y olvidar toda la mierda que habéis tenido en este lugar. Siempre estuvo planeado que tu fueras Jesse Webber, (no me preguntes el motivo de ese nombre, fue idea de tu madre y yo no se lo discutí).

La casa ha sido mantenida todos estos años por el servicio. Espero que no hagas ningún desastre. No sé si lo habrás visto, pero los coches que también hay en el garaje son para ti.
Tu madre le dejó a ella su piso de vacaciones en Inglaterra. Como puedes ver, sois ricos Jason.
No vuelvas a entrar en líos, tienes toda una vida por delante para hacer algo que disfrutes. Olvida las armas, las venganzas … Tu madre me dijo una vez muy enfadada, “¿Por qué no te fumas algo y te centras en el amor?”. Sí, estaba muy loca, pero tenía razón. Ella era mi droga … solo que a veces es más difícil de lo que piensas centrarte en las personas que quieres. Yo tenía cosas que solucionar … No me voy a excusar más, solo te voy a decir que debes ser mejor que yo, y para ello debes centrarte en lo que te hace sentir bien. Deja de pelear contra el mundo y en su lugar trata de hacer aliados.

En estos momentos debes preguntarte qué demonios está pasando. Jason, no ha sido fácil decidir esto pero tú sabes bien que yo no podía parar hasta vengar el asesinato de tu madre. He puesto una bomba en el coche de Sean y yo voy a subir con él mientras conduce. He asegurado que ninguno de nuestros rivales se quede con el poder … la ciudad ha sido bombardeada en distintas zonas y todo el mundo debe estar como loco.
Lucas y Johnny se encargarán del trabajo. Ocuparan el sitio que yo dejo vacío, no va a haber más “el temible Justin Bieber”. Sabes lo mal que lo pasé por la perdida de tu madre, perdí el centro Jason … lo único que me movía era la venganza y ahora que todo ha acabado mi vida ya no tiene sentido. Vosotros estáis bien, sois mayores, sabéis cuidar de vosotros mismos. Sabéis lo que queréis. Me siento orgullosos de vosotros.

Yo falté mi promesa de cuidar a vuestra madre, pero he estado protegiéndoos a vosotros con mi vida. Espero que ella me haya esperado, espero reencontrarme con ella. No quiero que lloréis mi muerte, no quiero que estéis mal por mí. Si siguiera vivo no sería del todo feliz nunca. Me falta mi mujer, la persona que me enseñó todo lo bueno y no puedo disfrutar sin ella.

Lo siento, Jason. Siento haceros esta cabronada a ti y a Janelle, pero es lo mejor.
Os quiere,
Papá.

Una lágrima discurrió por mi mejilla y cayó hasta chocar con el papel, humedeciéndolo. Abracé a Jason con mi vida dejando la carta a un lado. Como si mi abrazo lo hiciera reaccionar, se sacudió y salió del cuarto como un alma despavorida.
Me quedé sola leyendo y releyendo la carta. No podía creer que Justin nos hubiera dejado a todos. Que se hubiese ido aún sabiendo el dolor que les podría causar a sus hijos a pesar de que ellos ya fueran mayores. No hacía más de un año que Janelle y Jason habían perdido a su madre y ahora debían enfrentarse a la perdida de su figura paterna.
Justin y su mujer se habían preocupado lo suficiente de dejar a sus hijos en una buena posición económica. Les habían dejado de todo para que vivieran cómodos durante toda su vida, sin embargo, aquellos objetos materiales no tenían ni punto de comparación con lo que suponía poder ver, hablar o abrazar a esas personas una vez más.

Entonces lo comprendí. Comprendí el dolor de Justin. Había tirado todo lo posible de su vida para vengarse … después, el vacío de no encontrar a su esposa lo debía consumir. No verla, no abrazarla … si yo no hubiera podido tener ni una sola noticia más de Jason, si algo malo le ocurriera … si el pilar que me mantiene en pie, Jason, desapareciera, yo querría terminar mi vida también. Una persona podía superar mucho dolor si al final había alguien que tendía una mano; pero si esa persona a la que le tomas confianza y amas, se va, todo pierde sentido. Te pierdes sin saber avanzar. Y si tu corazón late por esa persona, entonces no es solo el corazón lo que se detiene, sino el mundo bajo tus pies.

Me levanté de la cama esquivando la ropa que habíamos dejado desorganizada en las maletas y bajé. La casa se sentía totalmente silenciosa. Me moví sigilosamente por los pasillos y las distintas estancias hasta que finalmente me asomé por una ventana. Jase estaba sentado en el suelo más allá de la piscina de la parte trasera de la mansión. Las vistas de aquella casa eran pacíficas. Desde la colina el mar se veía infinito.

Acercándome por detrás me coloqué a su lado. Su mirada estaba petrificada en la nada. Tenía su barbilla apoyada sobre sus rodillas mientras se las abrazaba. Pasé una mano por su espalda para hacerle ver que estaba ahí para él. Jason respiró profundamente antes de inclinarse hacia mi lado y dejar su cabeza sobre mis piernas.
No hacían falta palabras. No lo quería molestar. Esperé a que él llorara, pero no lo hizo. Recordé que en la carta Justin le pedía que no llorase nadie porque en ese momento estaría feliz. Jase se lo iba a tomar al pie de la letra, sin embargo, nadie le iba a quitar la amargura de haber perdido el hombre del que había aprendido todo y del que seguramente aún le faltaban cosas que aprender.

Le acaricié el pelo mientras ambos mirábamos el horizonte y el único sonido que llegaba a nuestros oídos era el del viento. Estaba segura de que por la mente de Jason estaban pasando multitud de recuerdos con su familia.

* * *

Narra Jason

Habían pasado dos semanas desde que mi padre había muerto. ____ había tratado por todos los medios no dejarme solo … pero a pesar de que apreciaba su esfuerzo, yo siempre me acababa escapando para irme a pensar y darle vueltas a la cabeza. Todo lo contrario a lo que debía hacer, se suponía.
____ había llamado a Christian, el novio de mi hermana, para que le comunicara a Janelle lo ocurrido. Ella había venido dos días después desde Inglatera … sin embargo, tuvo que irse de nuevo a la semana siguiente para seguir con su vida en el trabajo.
Ninguno de los dos estábamos bien con todo lo sucedido pero teníamos que seguir adelante … Además, antes de que se fueran les contamos sobre el embarazo de ____ omitiendo la parte en que quizá el bebé no fuera mío.
Me sentía hecho trizas por todo pero no tenía más remedio que continuar la vida que me había tocado. Una parte de mí que gritaba auxilio, había llegado a escuchar que no todo podía ser tan malo y que quizá, después de pasar la tormenta, saldría el sol por mucho tiempo.

  • ¡Te encontré!

___ me sobresaltó, una vez más interrumpiendo mis meditaciones que de poco servían. Ella también estaba triste, lo podía ver. Por favor, ella había pasado por cosas peores y era yo el que se estaba aislando de todo. ___ no tenía a su madre, había sufrido en el hogar del que creía su padre, descubrió montones de mentiras, tuvo que aprender a defenderse con una pistola por el ambiente en el que YO la metí, había sido violada y abusada, además de que ahora estaba embarazada de un hijo que pudiera ser de la criatura más despreciable del universo.

  • ¿Qué tal estás, cariño? – le pregunté con ternura.

Ella frunció el ceño. Era cierto que nos habíamos distanciado. Ambos estábamos muy frágiles y nos habíamos dedicado pocas palabras de afecto a pesar de haber compartido todo nuestro tiempo.

  • Quiero ir a la playa – respondió sin más.
  • ¿A la playa? – pregunté arqueando mis cejas. Ella asintió seria – Esta bien. Voy a por un par de cosas. Ve al coche – dije levantándome de la silla en el porche.
  • ¿Cuál de ellos?
  • El que más te guste – bufé yéndome de allí.

Empezaba a odiar toda la riqueza que había heredado. Los coches, la casa, la habitación donde dormía y se suponía que debían habitar mis padres.
Fui hacia el dormitorio y saqué un bañador del fondo del cajón. Al sacarlo encontré uno de los recuerdos que había rescatado de mi madre. Sabía que Janelle tenía varios que ella le había regalado en vida y este lo apreciaba demasiado para dárselo, además, la inscripción en la parte trasera era algo que me indicaba que era destinado para que un hombre se lo regalara a la mujer que amaba, como mi padre había hecho en su día.

Tras ponerme el bañador, una gorra y las gafas de sol me fui al garaje para encontrarme con ___ en el Mustang del garaje. Cogí las llaves de donde colgaban y me senté a su lado. Ella veía su móvil distraída.
Encendí el coche haciendo clamar el caro motor que poseía. Saqué el coche y empecé a conducir por la carretera que nos debía llevar a la playa. Aún no habíamos ido allí. A penas habíamos salido de la casa desde que habíamos llegado. El personal nos mantenía abastecidos con todo lo que necesitábamos y no había necesidad de salir para nada, sobre todo porque ninguno había estado de buen humor. Realmente estaba sorprendido de que ella hubiera decidido salir ese día sin más.

  • Greg fue puesto en prisión hace unos días – me dijo con voz queda.
  • Bien – apreté el manillar marcando mis nudillos. La rabia fluía por mi sistema solo de recordar a aquel desgraciado – ¿Quién te lo dijo?
  • Papá – la miré y ella se sonrojó – Quiero decir … Zayn.
  • Es tu padre – me encogí de hombros – Solo que aún no me acostumbro.
  • Yo tampoco – torció los labios con una pizca de alegría – Greg está siendo juzgado en el tribunal … al parecer le van a caer muchos años de prisión.
  • Le deseo suerte entre todos los presos de los que algún día se habrá reído – dije con todo mi sarcasmo puesto en mis palabras – ¿Qué tal está Zayn?
  • Bien – sonrió – Nos mandamos mensajes a menudo. Ahora se ha ido a México. Creo que se va a dar un paseo por Latino América antes de venir a visitarnos – asentí sin entusiasmo. Ella se sumió en el silencio mirando por la ventana – También he hablado con mi primo – me tensé. No había hablado con Peyton en semanas – Mi tío y Johnny están bastante ocupados reorganizando todo como estaba antes de que los Richards se metieran en el camino de … – se interrumpió. Sabía que se refería a mi padre. Yo no quería hablar de todo lo que habíamos dejado en Delaware, sin embargo también quería saber – No están saliendo mucho porque la policía está revolucionada con todo el bombardeo que hubo el día … que nos fuimos – el día que había cambiado todo. Todas las bombas en las distintas puntas de la ciudad habían explotado por la programación de mi padre – Todo está volviendo a su cauce – Asentí sin dar más señal de atención – ¿Sabes? Peyton está saliendo con tu prima Sandy. Van en serio – rió levemente tratando de aligerar el ambiente.

Empezaba a preguntarme que quería ___ que yo dijera. No hacia más que hablar y hablar mientras yo solo asentía. No era que ella me molestara, más bien era que yo no sabía ya que decir y me sentía violento cuando no le contestaba.

  • ¿Quisieras volver a Delaware? – le pregunté por la reciente información del lugar donde habíamos crecido.
  • No – dijo rotundamente. La miré mientras seguía conduciendo en busca de aparcamiento – Es decir, ¿qué tenemos allí salvo malos recuerdos? – tragó el nudo en su garganta mirando la carretera – ¿Y tú? ¿Tú volverías?
  • No, no lo haría. Lo único que han quedado allí son los restos de mis padres y ellos no querrían que regresara – aparqué en un sitio que encontré libre y la miré a los ojos – ¿echas de menos ir a la tumba de tu madre? – negó con la cabeza y salió del coche.
  • No voy a encontrar lo que necesito hablando con una piedra. Estaba bien para desahogarse cuando no tenía a nadie, cuando no había leído el diario y mi vida era una mentira. Aún así le pedí a Zayn que encargara a una floristería que pusiera flores en su tumba una vez por semana – se mordió el labio y evitó mi mirada mientras iba al maletero para sacar una mochila – también encargué flores para tus padres – titubeó.
  • ¿Por qué? – le cogí la mochila que no sabía que llevaba y tomé su mano entre la mía. Ella la miró con aprecio – No conocías bien a mis padres.
  • Debería decirte que fueron las personas que te dieron la vida y eso es suficiente – apretó mi mano caminando hacia la arenosa playa – pero además, llevo el nombre de tu madre porque ayudó a la mía durante el embarazo y yo apreciaba a tu padre, Jason. Justin siempre me trató muy bien y me apoyó y … – noté que su voz se ahoga. Mi padre se había metido en el corazón de mi novia – Siempre me daba consejos para nosotros. Lo admiraba por lo entregado que era con su familia y sus amigos – me miró recelosa con sus ojos brillantes conteniendo las lágrimas – Si no te gusta que les mande flores te aguantas.
  • No me molesta, cariño – llevé su mano a mis labios para besar sus nudillos – Gracias.

Ella me sonrió. A pesar de que seguía habiendo distancia entre nosotros y de que ella aún se mostraba delicada ante el tacto, ambos seguíamos teniendo esa conexión inquebrantable que nos hacía permanecer juntos. Su mirada cálida era suficiente para saber que las cosas estaban bien entre nosotros sin que tuviéramos que hablar de nuestros sentimientos.

Caminando por la arena, la vi arrastrar los pies pesadamente por culpa de sus chanclas. Coloqué bien la mochila en mi espalda y pillándola desprevenida la cogí en mis brazos sujetando su espalda y la parte de atrás de sus rodillas. ___ dio un pequeño grito y después se relajó.
Mientras me dirigía a la orilla del mar ella empezó a registrar la mochila en mi espalda revolviéndose en mis brazos.

  • Estate quieta, nena – le di una palmadita en el trasero.

Eso hacía unos meses le habría vuelto loca y se habría reído. Hubiese soltado una carcajada y hubiera seguido molestándome moviéndose aún más apropósito. Esa era mi novia juguetona.
En el momento en que la puse sobre sus pies vi las lágrimas contenidas y supe que había hecho y dicho algo que la había aturdido. Me quise matar en ese instante. No había tenido ningún cuidado. Había veces que ella simulaba estar tan bien que yo acababa creyéndomelo por momentos. Pedirle a una chica que había sido usada sexualmente a la fuerza que se quedara quieta acompañado de un golpe en el trasero no era una buena manera de ayudarla a seguir adelante.

  • Lo siento, amor – sujeté sus mejillas consciente de lo estúpido que podía ser – Perdón, perdón. Yo … – ella negó con la cabeza agachando su rostro para ocultar su llanto – No era mi intención – la atraje hacia mí besando su cabello.
  • Lo sé, Jase. Lo sé – siseó envolviendo sus brazos en mi cintura – Tan solo quería sacar la toalla y nuestro picnick – dio un beso sobre mi camiseta en mi pecho y se separó – No pasa nada, vamos a seguir disfrutando del día, ¿vale?

Asentí viendo su determinación en hacer como si nada. La ayudé a poner todas las cosas en el suelo y yo me quité la camiseta para tumbarme en la toalla.
Ella se veía recelosa para quitarse la ropa. Me di cuenta de que hacía semanas que no la veía desnuda. Su inseguridad en sí misma y acerca de su cuerpo había vuelto más fuerte que nunca.

  • Déjame ver tu biquini, bebé – le insté con una sonrisa alentadora.

Ella me miró confusa y avergonzada. Terminé poniéndome de rodillas frente a ella para bajarle por mí mismo la larga falda ibicenca que llevaba. Braguitas fucsias. Puse mis manos sobre sus caderas buscando su mirada y ella conectó sus ojos con los míos asintiendo. Me incorporé para quitarle la camiseta por encima de sus brazos. Redondos y deliciosos senos tapados por triángulos fucsias.
Quería tocarla. Quería hacerla mía. Quería hacerla sentir bien. Quería que olvidara cualquier otro tacto que no hubiera sido el mío. Quería borrar las marcas de su memoria sustituyéndolas con mis besos y caricias por su admirable cuerpo.

  • Me deseas – susurró ____.

No era una pregunta. Era una afirmación. Y no se equivocaba. Mi mirada lo revelaba todo cuando la tenía ante mí de aquella manera. Sin embargo se veía tan frágil que tampoco quería poner un dedo sobre su cuerpo para no hacerla sentir mal.

  • No puedo ver a otra mujer que no seas tú – respondí para cerciorar mi interés en ella. Sabía que mi chica necesitaba escuchar aquello – Siéntate conmigo – dije volviendo a ponerme sobre la toalla y abriendo mis piernas para que se colocara entre ellas. Cuando la tuve cerca rodeé su cintura para ponerme mis manos en sus voluptuosas y sensuales caderas – Te quiero, ____ – dije besando su hombro y volviendo a apoyar mi barbilla para ver el oleaje. De pronto recordé una escena semejante a aquella, hacía meses, en Delaware.
  • ¿Recuerdas la primera vez que nos dijimos “te quiero”? – preguntó ella al mismo tiempo que yo estaba pensando en ello – Fui la chica más feliz del mundo, Jason.
  • Cariño, yo recuerdo hasta el primer día que te vi entrando con una coletitas al instituto – sonreí con amor recordando aquel día.

Flashback

Era un día lleno de nubes. No llovía pero si que hacía un gran bochorno. Odiaba esos días en Delaware. Hacía media hora que mamá me había traído al instituto porque ella tenía que llegar temprano al trabajo. Y todavía quedaba media hora más hasta que la primera clase diera comienzo ese curso. Mis amigos no vendrían hasta más tarde y no había nadie conocido en el edificio a aquellas horas. Seguramente habría algún profesor … pero no me iba a poner a hablar con ellos.

  • ¡Voy a sacarme el carnet de conducir en cuanto cumpla los dieciséis! – maldije dándole una patada a una piedra de la calle.

Miré a mi alrededor comprobando si alguien había visto mi arrebato. Para mi sorpresa, una chica se había quedado paralizada viendo mi actitud. Alcé mi mano para saludarla en la distancia. Hacer como si nada después de que te vieran en medio de un berrinche, parecía la mejor opción. Ella negó con la cabeza como si yo no tuviera remedio y empezó a hacer su camino hacia el interior del instituto. Fruncí el ceño. “¿Iba a entrar tan temprano?” Estaba seguro de que era nueva. Nueva y guapa. “¿Qué c*ño esperas aquí aburrido? Ve por ella, idiota” me instó una voz trasera. Empecé a correr por el camino hasta darle alcance y ponerme a su lado. Ella miró el suelo nerviosa y se ajustó la mochila sobre sus hombros.

  • Hola, ¿qué haces aquí tan temprano? – pregunté mientras subíamos las escalerillas hacia el interior.
  • No tenía otra cosa que hacer – respondió sin hacer contacto visual.

Ladeé mis labios pensando que si yo no tuviera nada que hacer retrasaría el momento de ir a clase hasta el último minuto. Su pelo oscuro y lacio caía en una coleta de la que se desprendían varios mechones por delante de su cara. Era menuda, se veía frágil. Me incliné hacia adelante para ver su rostro. Ella se detuvo y me miró por un momento. “Oh, Dios. ¡Qué ojos verdes!”

  • ¿Sabes cuál es la clase del profesor Collins? – preguntó insegura.
  • Claro, es mi tutor este año. ¿También eres de primer curso? – crucé los dedos ante la idea de una chica como ella en mi clase.
  • Sí – me enseñó el papel de su horario donde había otra información – Yo …
  • Eres nueva – asintió mirando los pasillos del instituto. Se veía perdida – Puedo enseñarte donde están tus clases … si quieres – dije mirando su ficha. Solo coincidíamos en unas tres materias – ¿Quieres? – pregunté alzando mis ojos hacia ella.
  • ¡Jason! – me llamaron por detrás. Me giré para ver a Ian – Creíamos que estarías fuera.
  • Puedo ir sola – me contestó la chica ante la interrupción.
  • Collins está en el piso de arriba, pasillo de la derecha – conté mentalmente las puertas hasta la clase que nos tocaba – la cuarta puerta a la izquierda – le devolví su ficha con la información del curso.
  • Gracias – sus mejillas se colorearon – Adiós.

Se dio la vuelta para cuando llegó Ian a mi lado. Este me codeó mientras veíamos la espalda de la chica subir por las escaleras.

  • ¿Ligando ya con una chica nueva? – negué con la cabeza riéndome – Tío, se nota que empiezas el instituto. Ya ves de guay – se burló Ian.
  • Tío, siempre he sido guay – me reí dándole unos golpecitos en el hombro.

Nos encontramos con Peyton y Dober en las escaleras de fuera y empezamos a hablar. Cuando vi que empezaba a llegar gente que circulaba por los pasillos y metían ya cosas en sus taquillas, decidí que era el momento de ir a mi clase.
Tras subir las escaleras y llegar a la cuarta puerta a la izquierda me di cuenta de que la chica estaba sentada al fondo de la clase, en una esquina pegada a la ventana.
Sin querer agobiarla, no me senté a su lado, pero fui hacia el fondo de clase en la otra esquina. Pasé inadvertido para ella a pesar del ruido que hice al mover mi silla para sentarme. Más gente empezó a entrar y a sentarse en sus sitios.

  • Uh, dos tíos solitarios ya en el primer día – dijo Richards con sorna al vernos en el fondo y ambos solos.

Tragué saliva aguantando mis ganas de estamparlo contra una mesa para que viera con quién debía meterse y con quien no. Nos habíamos llevado mal desde muy pequeños y con los años se fue acentuando hasta el punto de que nuestra presencia era insoportable el uno para el otro.
Cuando estuvimos todos, el profesor entró y empezó a pasar lista.

  • Jason Bieber – alcé mi mano – ____ Cooper – miré a toda la clase al no reconocer el nombre y después volví la vista a la chica que acababa de conocer.

Buen nombre” pensé. Ella desvió la atención de la ventana y alzó su mano para indicar que estaba presente. La miré estudiando sus rasgos y me di cuenta de que podría tener unas grandes vistas para todo el curso si me quedaba allí al fondo como ella. Además estábamos juntos por orden de lista. Sonreí. “Ojalá nos manden un estúpido trabajo juntos”.

  • Creo que tuve que esperar demasiado para que volviéramos a hablar – dije volviendo a la realidad.
  • Así que siempre te gusté – dijo deslizando su peso hacia abajo y reposando su cabeza en mi pecho. Yo asentí dando un beso en su coronilla – Yo pensé que eras muy guapo – suspiró.
  • Los dos nos sentimos atraídos – jugueteé con sus dedos en su vientre – Los misterios son atractivos, ¿no?
  • Eso dijiste cuando me llevaste a mi casa la primera vez – noté la sonrisa en su tono – Ese día me diste miedo, ¿sabes?
  • Siempre esperé que salieras corriendo – rebusqué en el bolsillo de mi bañador y noté la joya que había encontrado en el armario – pero nunca lo hiciste – puse el brazalete de platino en sus manos y ella se quedó quieta mirándolo – Debajo tiene un grabado.
  • “No importa lo que suceda, eres la única” – leyó en inglés – Es precioso, Jase.
  • Fue un regalo de mi padre a mi madre – ella se giró entre mis brazos con sus ojos desconcertados – ahora es tuyo – ella negó levemente con la cabeza – Escúchame – tomé sus manos poniéndome frente a ella – Tú y yo siempre hemos ido en serio juntos. No dudaría ni por un instante pedirte que te cases conmigo y que lleves mi apellido.
  • Jase …
  • No podemos hacer eso – la interrumpí – En el caso de que nos casemos aquí sería con nuestras identificaciones falsas y … No me importa, ____. Solo quiero asegurarme de que entiendas que no quiero un límite de tiempo a tu lado. Y eso es lo que refleja este brazalete – tomé aire para explicarme mejor. Ella me miraba anonadada – Mis padres pasaron por muchas dificultades y nunca dudaron que su lugar el uno con el otro. Yo diría que tú y yo hemos pasado por más que nadie este último año pero … ¿Qué no podemos superar juntos, cariño? – no dijo nada. Yo sabía que ella pensaba igual que yo. El uno dependíamos del otro en un nivel que nadie podía imaginar – Mañana es mi cumpleaños – sonreí – y el mejor regalo que me podrías hacer sería llevar esto.
  • ¿Cómo un compromiso? – preguntó ella sin aliento.

Sonreí ante la palabra “compromiso”. No lo había pensado, aunque realmente no había mejor palabra para definir aquella situación. Me levanté del suelo sin soltar sus manos y ella se incorporó frente a mí. No me importaba el público que pudiéramos tener en la playa, aunque en realidad no se veía a nadie por aquella zona.
Me hinqué en una rodilla tomando su mano y le besé el dorso mirando sus ojos cristalizados.

  • ¿Aceptarías este brazalete como señal de nuestra unión para toda la vida?
  • Claro que sí, Jase – respondió emocionada mientras le colocaba la joya que deslumbraba por el brillo metálico y las piedras preciosas que la decoraban.

Ella se inclinó para rodear mi cuello con sus brazos mientras yo me alzaba y la cogía por la cintura. Hacía demasiado que no la sentía tan cercana. La abracé y la alcé del suelo haciéndole dar vueltas en el aire. Ella rió apoyando su frente sobre la mía. La besé dejándola sobre sus pies y ella tiró de mí más cerca. Puse mis manos en sus caderas y las fui dejando caer hacia sus muslos. Se tensó. Me separé de ella viendo una señal de preocupación pero me sorprendió volviendo a tirar de mi pelo hacia su boca para besarme. Me agaché y cogí sus piernas para que me rodeara la cintura. Sentí una de sus manos caer por mi espalda por encima de mi hombro y los dedos de la otra revolviendo mi cabello. Caminé por la arena dando traspiés. Ella se burlaba de mí mientras la besaba. Pasé mi lengua por sus labios pidiendo entrada. No sabía si estaba empujando demasiado la situación pero ella no me detenía. Al contrario, ella dio paso a que jugáramos con nuestras lenguas dentro de nuestras bocas.
Me metí en el agua y cuando la profundidad me llegaba a la cadera, doblé mis rodillas haciendo que ella se mojara al completo conmigo. Se encogió un poco de frío y sonreí dándole un mordisquito a su labio inferior.

  • Te amo – murmuré sobre sus labios – Te amo como jamás he amado ni amaré a nadie, ____.

Ella clavó sus preciosos ojos verdes sobre los míos mieles impulsándome a querer besarla más. Fui arrastrando mis pies para introducirnos más en el mar. Cuando había más profundidad hice que nos sumergiéramos y la besé bajo el agua sujetándola con fuerza.

  • Guau – jadeó al emerger.
  • ¿Estás bien? – pregunté dando besos en su cuello salado por el mar. No quería detenerme pero tampoco quería presionarla – Puedo parar – dije inseguro.
  • Quiero intentarlo, Jase – pasó sus manos por mis bíceps sujetándose a ellos – Te necesito.
  • Como yo a ti – la besé.
  • ¿Para siempre? – ocultó su cara en mi cuello dejándome besos mojados.
  • Siempre – zanjé empezando a desnudarla.

La acaricié por todo su cuerpo con delicadeza. La besé con dulzura por cada rincón de su piel. Me introduje dentro de ella con cuidado, despacio, sin dejar de mirarla a los ojos. La hice sentir hermosa, mía y dueña de mí. Escuchar sus jadeos y gemidos, notar sus uñas clavarse en mi espalda, hacerla llegar al clímax para dejarse caer como un peso muerto en mis brazos … era como la certeza de que todo volvería a ir bien. Despacio, paso a paso, hasta que todo regresara a su cauce.

* * *

Siete Meses Después

Narra ____

  • ¡Jason, tranquilizate! – grité histérica.
  • ¡Joder, joder! – siguió resoplando Jase mientras conducía el coche hacia el hospital.
  • Chicos, callos y respirad hondo – intervino mi padre desde la parte de atrás.

Jase conducía todo lo rápido que podía por la carretera. Yo estaba respirando profundamente aguantando las contracciones que llegaban cada vez con más frecuencia y fuerza.

  • Van a llegar – exhalé el aire contenido en mis pulmones – Ya llegan – repetí.
  • Tranquila cielo – Zayn me tendió la mano desde atrás.
  • Ya llegamos cariño – me alivio Jase – todo va a ir bien – dijo manejando mejor sus nervios.

Para cuando llegamos al hospital me hicieron pasar enseguida por maternidad. El parto se me había adelantado un par de semanas y yo estaba aterrorizada.
La enfermera me sonrió viendo mi rostro de pavor mientras me cronometraba las contracciones. Jason estaba a mi lado sujetándome la mano … o más bien dejando que yo se la apretara cada vez que llegaba el dolor. Mi padre se había quedado en la sala de espera. Suponía que allí se encontraría con Janelle, Christian, Peyton, Lucas y Ally. Todos estaban allí, habían venido unos días atrás a nuestra casa para el momento en que llegaran los bebés. Sí, eran mellizos. Y sí, su padre era Jase. A los tres meses de embarazo me habían hecho una prueba y habían determinado que Jason iba a ser el padre de un niño y una niña.

Media hora después me encontraba empujando al primero de nuestros hijos en una sala que no me esforcé por mirar con detalles. Lo único que podía hacer era seguir las indicaciones del médico para empujar o dejar de hacerlo. Tan solo miraba al médico y los ojos de Jason. Su mano no dejó de estar con la mía en ningún momento para darme todo su apoyo. Tampoco faltaron palabras de aliento.

Cuando escuché el primer llanto de un bebé sentí el alivio inundarme.

  • La niña ha ganado la carrera a su hermanito – sonrió el doctor cortándole el cordón umbilical y pasándole mi hija a una enfermera – Vamos Gabriella, tu hijo también quiere nacer.

Lo miré confundida cuando me llamó Gabriella, aún no me había acostumbrado a mi falsa identidad. Jason me apretó la mano y yo obedecí al doctor empujando más. El segundo bebé llegó mucho más rápido. Jadeé cuando todo había acabado y me pusieron a mis dos hijos sobre mi pecho, cada uno sujetado por un brazo.

  • Hola – susurré a los pequeños. Miré a Jason y lo vi con sus ojos brillosos de la emoción – Ven – le indiqué – saluda a nuestros niños.
  • Dios, cariño – siseó Jase acercándose a ver sus diminutos rostros – Tienen toda la cara de Jeyden y Angelina – comentó con alegría.
  • Son tus hijos – dije en un sollozo.

Jason me dio un beso en la sien y me siguió sosteniendo la mano mientras la enfermera se ocupaba de los bebés, los medía, los pesaba y los bañaba.

  • Vamos a ser muy felices los cuatro, te lo prometo – me susurró Jason al oído.

* * *

Un par de días más tarde estábamos en nuestro hogar. Toda la familia se ocupaba con cariño de los bebés dejando que yo me recuperara del parto, además los estaban disfrutando mientras podían porque pronto se irían. El que más tiempo se iba a quedar era mi padre.
Tenía la sensación de que el no haberme tenido a mi de bebé le había afectado y por eso quería estar con sus nietos. No se lo negué, de hecho lo agradecí y aquello hizo que quisiera a mi padre más que por otros motivos que me había dado con anterioridad. Ni a Jason ni a mí nos importaba si él se quedaba en la casa a vivir por meses o años. La casa era lo suficientemente grande como para perdernos y compartirla con alguien daba mejor ambiente familiar.

Estaba preparando la comida con Janelle y Ally en la cocina cuando escuché a Jeyden llorar. Me disculpé con ellas y empecé a subir las escaleras hacia el cuarto de mi bebé. Teníamos a uno a cada lado de nuestra habitación para que estuvieran cerca por las noches y los pusimos separados para que no se despertaran el uno al otro cuando lloraran.
Jase y yo coincidimos en el pasillo y sonreí. Él tenía el mismo instinto que yo por cuidar a los pequeños. Me acerqué y le di un beso en los labios frente a la puerta de Jeyden.

  • Yo me ocupo, amor. Tú tienes que estudiar.

Jason se había apuntado a un curso para terminar el instituto. Quizá después iniciaría sus estudios universitarios pero no tenía nada definido. Él quería ocuparse de algo fuera de la casa a pesar de que tuviéramos un montón de dinero. Yo hubiera hecho lo mismo, pero en ese momento estaba más preocupada de nuestra familia. Quizá más adelante seguiría su ejemplo.

  • Me gusta estar con mis hijos – dijo adelantándose a mí abriendo la puerta – Mira este campeón, ¡Qué pulmones! – bromeó por los gritos que el bebé daba.

Jason cogió al bebé con cuidado y lo puso sobre su pecho. Jeyden enseguida bajó el nivel de su llanto pero seguía incómodo con algo. Jase lo balanceaba en sus brazos y le dio unos besos en su cabecita mientras se giraba para mirarme. Tenía un instinto natural con sus hijos.

  • ¿Será hambre? – me preguntó.
  • Les dimos de comer hace una hora – negué con la cabeza – Yo comprobaría el pañal – me crucé de brazos con un poco de burla.

Jason no se inmutó y puso a su hijo sobre la mesa de aseo para cambiarlo. Me puse a su lado comprobando como lo hacía. Ally nos había ayudado mucho para darnos consejos sobre bebés. Entre tanto, habíamos hecho bromas sobre Peyton cuando era un niño. Sonreí ante los buenos momentos que estaba pasando nuestra familia. Jason terminó de vestir a Jeyden y le dio un besito antes de llevarlo a la cuna.

  • Eres un padre increíble – le dije abrazándolo por detrás mientras mirábamos a nuestro hijo en la cuna.
  • ¿Tú crees? – me miró desde arriba – Tan solo cambio pañales y les doy de comer. Tú eres la que anoche se levantó tres veces para darles de comer a cada uno.
  • Doy gracias de que Angelina no coma tanto como Jeyden – suspiré.
  • Se parecen a ti – comentó acariciando mis manos sobre su abdomen.
  • Son muy pequeños para hacer comparaciones – besé su espalda abrazándolo más fuerte – ¿Sabes lo feliz que soy en estos momentos?
  • Creo que tanto como yo – se giró deshaciendo mi abrazo y se inclinó para besarme – Nos lo merecemos, ¿no crees?

Asentí abrazándolo nuevamente y él hundió su nariz para oler mi pelo. Al apoyar mi cara en su pecho me di cuenta de la mezcla de su aroma con la de bebé. Era delicioso.
Justo en ese momento escuchamos a Angelina empezar a llorar. Reí apartándome de él.

  • Es mi turno – besé sus labios.
  • Te quiero – susurró mientras me iba.

No le respondí con palabras, simplemente sonreí y me fui a ocuparme de nuestra hija.

* * *

Cinco Años Después …

Mirando como mis hijos jugaban en la piscina con sus manguitos puestos me sentí relajada. Era un acalorado día de verano en Nueva Zelanda y lo único que apetecía era refrescarse. Yo estaba sentada bajo un toldo impidiendo que el sol me alcanzara. Jeyden y Angelina no paraban de reír y chapotear.

Dejé mis manos sobre mi barriga mientras los vigilaba. Por lo general, no había ningún incidente entre ellos.
Estaba esperando a que Jason llegara del trabajo. Él se había sacado una carrera de ingeniería técnica industrial. Le apasionaba más de lo que yo podía creer que podría apasionarle una profesión. Se le veía feliz. Amaba recibirlo en casa con los niños y preguntarle cada día como le había ido la jornada. Me había convertido en una gran ama de casa que cuidaba de sus hijos y de su jardín. Para el resto de las cosas seguía teniendo ayuda del servicio pero era entretenido estar allí, además no podía hacer otra cosa ya que volvía a estar embarazada. En esos momentos estaba de seis meses y no tenía ni idea del sexo que iba a ser. Jason y yo queríamos que fuera una sorpresa. Los niños por su parte querían que fuera o un compañero para jugar con coches o una compañera para jugar a las muñecas.

Sentí unos besos en mi cuello mientras pensaba distraída. Miré la mesa donde había sido colocado un batido. Poco después Jase se colocó en cuclillas frente a mí que estaba sentada en la silla y se inclinó para besar mi vientre.

  • Hola cariño – se incorporó para besar mis labios – ¿Mucho calor?
  • Bastante – respondí reteniendo sus labios sobre los míos – Te he echado de menos.
  • Solo fueron unas horas, ___ – sonrió quitándose la camiseta y quedando vestido solo con un vaquero que caía de sus caderas – ¿Qué tal se han portado mis tres hijos, eh?
  • Bien, Jeyden y Angelina llevan toda la mañana en la piscina. Deberían salir ya. El sol a esta hora no es bueno aunque los haya recubierto de protector solar – me preocupé. Jason sonrió sentándose a mi lado y me acercó el batido – ¿Es de sandía?
  • Con nectarina – me guiñó un ojo. Últimamente tenía antojos con la fruta – ¿Y qué tal el bebé? – me acarició el vientre por debajo de la mesa.
  • Ha estado tranquilo – puse mi mano sobre la suya en mi barriga y justo sentimos una pequeña patada – Acaba de decir “Hola papi” – bromeé – Sabe que estás aquí – él me miró con adoración cuando fuimos interrumpidos por nuestros hijos.
  • ¡Papá! ¡Papá! ¡Papá! – corrieron empapados desde la piscina hasta lanzarse a su padre que los esperaba con los brazos abiertos para ponerlos sobre sus rodillas. Les dio un beso en la mejilla a cada uno y yo me derretí de ternura. Les susurró algo al oído y ellos vinieron conmigo dándome un abrazo más suave para no hacerme daño – No te pongas celosa, mami – dijo Angelina.

Miré a Jase, quién sonreía abiertamente. Yo sabía que les había dicho que yo también quería un poquito de amor. Les acaricié el suave cabello a ambos. Jeyden era un niño de pelo negro y lacio como el mío. Moreno como su abuelo Zayn, con los ojos mieles que Jason había heredado de Justin. Angelina por su parte tenía un tono de piel como el de Jase y los ojos verdes, aunque más oscuros que los míos. Además había heredado el pelo rubio de su padre. Un cabello que yo envidiaba de lo hermoso que era.

  • Tenemos hambre, mamá – se quejó Jeyden con voz infantil.
  • Id a ver que está preparando el abuelo en la cocina, corred – les dije soltándolos y dándoles una palmadita que los hizo correr riendo.
  • Son tan … – Jason suspiró. No había palabras para describir lo increíbles que eran nuestros hijos y cuanto los queríamos – Tengo tantas ganas de que nazca el tercero.
  • ¿Cómo lo vamos a llamar?

Una vez, cuando estaba embarazada por primera vez y ya sabíamos que él era el padre de los niños, le pregunté si él quería ponerle el nombre de su padre si nacía un niño pero como si sencillamente quisiera cerrar la historia y no dejar que ningún mal suceso se repitiese, decidió ponerle un nombre que no tuviera nada que ver con ninguna de nuestras familias.

En aquel momento, ambos estábamos mejor. Los dos habíamos superado todos los malos momentos que habíamos tenido. El día en que me dijo que quería tener otro hijo yo no dudé que en esa ocasión estaríamos totalmente preparados. Toda la situación era diferente y se sentía todo mucho más satisfactorio.

  • Cuando le veamos la cara decidimos – sonrió.
  • Ay, Jason – suspiré. Me levanté de la silla y fui a sentarme de lado entre sus piernas acariciando su fornido pecho – Eres de lo que no hay – puse mi cara en el hueco de su cuello y lo besé – pero me encantas.
  • Y tu a mí, amor – puso su mano en mi costado rodeando mi hombro y alzando mi cara me besó en los labios – ¿Vamos a ver qué hace tu padre con los niños?
  • Ve tú, yo os alcanzo ahora – señalé el folio sobre mi mesa – Tan solo quiero apuntar una cosa.
  • Bueno. No tardes – me levanté de su regazo y él me miró desde abajo aún sentado – amo verte embarazada, ____. Te ves preciosa – colocó sus manos en mis caderas – además, también me encanta el proceso de plantar un bebé en tu interior – me sonrojé. Él se levantó y me dio un apasionado beso entrelazando nuestros de dedos con una mano y acariciando el brazalete que llevaba en la otra muñeca – Vamos a tener muchos hijos – dijo con una sonrisa alegre pero sin pizca de broma.
  • Solo espero que vengan de uno en uno – bufé y él se carcajeó echando la cabeza hacia atrás – Espérame dentro. Voy enseguida, ¿vale?
  • Está bien – besó mi frente – sexy.

Rodé los ojos y Jason se fue con la sonrisa más hermosa en su rostro. Dándome su espalda donde se había tatuado las iniciales de su padre, “JB”. Lo había hecho para recordar de donde provenía a pesar de que ahora éramos los Webber. Lo había hecho en honor del hombre que había sido su ejemplo a seguir y aquello me pareció lo mejor que pudo hacer. Los tatuajes eran su ritual para marcar acontecimientos importantes. También se había tatuado en el interior de sus brazos los nombres de sus hijos.

Vi su típico anda inigualable y los músculos de sus brazos. Aquel hombre era mi perdición. No dudaba que sucumbiera a él con tanta facilidad por culpa de todos sus encantos.

Me senté de nuevo en la silla mientras con un bolígrafo empezaba a hacer apuntes en un folio. Escuchaba de fondo las risas de los niños y a mi padre haciendo bromas con ellos. Jason también se carcajeaba con ellos. Aquello era música para mis oídos.
Zayn pasaba largas temporadas con nosotros. Se iba en ocasiones pero básicamente vivía aquí. Era un abuelo dedicado a sus nietos y ellos lo adoraban. Me alegra que mis hijos tuvieran lo que yo no.

No había día que tampoco me acordara de Justin y de mi propia madre, pensando como sería tenerlos ahí para pasar juntos fiestas familiares. Los echaba de menos. Me hubiera encantado ver a Justin de manera tierna con sus nietos. Una lágrima corrió por mi mejilla mientras empezaba a escribir. Estaba haciendo un diario como mi madre lo había hecho durante mi gestación.

Querido diario:

Hoy los niños me han recordado la bendición que fueron el día en que nacieron. Sin lugar a dudas, ellos cambiaron al completo el rumbo de la vida de su padre y por supuesto de la mía. Por ellos maduramos aún más de lo que lo hicimos en el pasado por las difíciles circunstancias.
Quiero decir que no creo que mi estilo de vida cambie mucho más. No nos pensamos mover de aquí. Jason es feliz en su trabajo, yo lo soy aquí con mis hijos dándole vida al hogar. Nadie nos molesta. El pasado no puede alcanzarnos en Nueva Zelanda. Justin se encargó bien de ello y le doy las gracias día a día por darnos a nosotros la oportunidad que él no tuvo con su esposa, la mujer de la que heredé mi verdadero nombre.
Miro hacia atrás y veo a una adolescente maltratada y a un chico que intentaba ser valiente por su padre para vengar la muerte de su madre. Miro sobre mis hombros y sé que ya no hay más responsabilidades tan difíciles de asumir. Veo en el pasado las lágrimas, el dolor y la soledad.

No es que piense que todo vaya a ser perfecto de aquí en adelante, pero después de todo lo que ha pasado, ya nada puede ser peor y sé que superaré sin mucha dificultad todo lo que venga hacia mí.

McCann, fue enterrado por Jason en un rincón de su ser por el consejo que Justin le había dado en su carta de despedida. Aunque bueno, yo a veces aún presiento sus frustraciones y sus arrebatos. Jason tiene un carácter fuerte y no hay manera de borrar eso, no es que me queje. Una de las formas en que se desahoga es en la cama …
Tengo claro que McCann jamás dejará de existir por muy al fondo en un rincón que esté; en el momento en que Jase se sienta amenazado lo sacará para proteger a todos. Siempre tiene ese instinto protector aunque ahora lo lleve más controlado. No es que yo haya visto armas por aquí pero no dudo que él me las pueda esconder. No me importa. Sé que lo hace por nuestro bien.

No creo que haya peligro, pero como dice mi padre “Del mundo donde venimos, no podemos escapar”.

Jason y yo sabemos nuestros orígenes. Por espantosos que sea nuestros recuerdos en Delaware y la historia que dio pie su padre, ya no me importaba. Lo había asumido. Y lo tenía superado.


Lo tenía decidido. Si nuestro siguiente hijo era un niño, su nombre sería JUSTIN. 
------------------------------------------------------------------------------------

Habéis llorado mucho? Porque yo sí, y yo casi nunca lloro xD 
Quería decir que ya hace un año que empecé a escribir todo esto, desde Behind My Steps hasta ahora mismo. Es curioso que haya terminado OMS tres días después de que se cumpliera un año de empezar a escribir la primera temporada. 
Me habéis dado la oportunidad de expresarme y de mostrar un montón de cosas que imagino. Solo espero que vosotras os hayáis sentido conectadas con la historia y con los protagonistas. Que hayáis volado a otro mundo como yo lo hago cuando escribo y leo. 
Sé que muchas me querréis gritar por escribir que Justin moría ... bueno, tanto BMS como OMS siempre se han tratado de dramas románticos con una pizca de misterio. Muchas os lo veías venir. Yo personalmente decidí esto porque creo que es el final feliz que Justin merece, estar en paz con su esposa antes que arrastrándose fingiendo estar bien cuando él siente que nadie lo necesita porque sus hijos ya son mayores, además de que así acabó con todo el lío de la guerra en Delaware. 

Por otro lado, Jason ha sido un amor, ¿o no? Todo romántico y atento. Eso si es un final feliz. Y bueno, ya que Justin fue el que desencadenó todo el embrollo, pues decidí que el siguiente varón que naciera se llame como él para que así quede como que el propio Justin es el pone fin a la historia porque él hizo posible que se escaparan.

AAAH, Y SI QUERÉIS LEER MÁS, PUES PASAROS POR LA OTRA NOVELA QUE EMPECÉ HACE UN TIEMPO Y LLEVA 5 CAPÍTULOS. Mañana pondré el 6 :) http://wecangonowhere-butup.blogspot.com

Espero que os haya gustado. POR FAVOR COMENTAD FANTASMAS!! QUE YA NO HAY MAS ;)
Os quiere: Miriam @itsBieberFanfic http://ask.fm/itsBieberFanfic

domingo, 20 de octubre de 2013

Capítulo 47: Di algo. Grita. Llora. Pégale a algo.

Narra ____

Zayn me acababa de acompañar hasta el apartamento de Justin. Cuando entramos por la puerta vimos a Justin tumbado en el sofá descansando. Abrió los ojos para ver quién irrumpía su sueño.

  • Me alegra verte, ____ – me saludó – ¿Qué tal estás?
  • Voy tirando con mi vida – respondí sincera – ¿Dónde está Jase?
  • En la azotea – señaló el techo – él quería pensar un rato.
  • Iré a hablar con él – tragué saliva. Trataba más de convencerme a mí misma que ellos de que lo iba a hacer. Miré a mi padre por un momento y él me asintió – Te veo luego – me giré sobre mis pies para salir por la puerta pero me detuve un instante – Gracias por lo de hoy papá – dije lo suficientemente alto para que me escuchara.

No me giré a ver la reacción de ninguno de los dos. Suponía que Justin se sorprendería de la última palabra, aquella con la que había llamado a mi padre, “papá”. Cada vez parecía que fuese más adecuada. Durante todo el trayecto en coche había mirada a Zayn y en mi mente repetía constantemente la palabra “papá” para acostumbrarme y el caso era que no me costaba mucho llamarlo así, él al menos no me había hecho daño por su propia voluntad. Su ausencia había sido por no tener idea de mi existencia.
Le había contado mi secreto y él me aconsejó como actuar. Incluso me prometió que si algo no salía bien siempre podríamos irnos juntos. Tenía miedo …

Subí las escalerillas hacia la azotea. Vi a Jason de pie al borde del edificio y sentí temor por que cayera. La puerta metálica se cerró repentinamente creando un estruendo que llamó la atención de mi novio. Él se giró y me miró con sus ojos mieles llenos de incomprensión.

Hacía un ligero viento que revolvía su pelo. Su simple figura marcada por el sol poniente, me hizo estremecer. Él había cambiado en todos aquellos meses que habíamos estado separados, se veía más mayor. Más maduro. Su nuevo corte de pelo me encantaba.
Fui ascendiendo unas escalerillas oxidadas más hasta llegar a él. Jason bajó del saliente donde se encontraba con un salto ágil y me enfrentó.

Su intensa mirada perdida, sin saber que hacer conmigo, me desamparó. No sabía que estaba haciendo pero no pensé mucho cuando rodeé su cuello con mis brazos y presioné mi cabeza contra su pecho. Mi cuerpo había dominado a mi mente olvidándome de lo rehusada que era al contacto. A Jason siempre lo iba a necesitar quisiera o no.

  • Jase, perdóname – supliqué contra su pecho.
  • Tú no tienes la culpa de nada, ____ – respondió rodeando mi cintura con delicadeza – En todo caso fue mía por dejarte sola.

Sus manos se colocaron en mi cintura y me alejó de su cuerpo. Fruncí el ceño y fui golpeada por una ola de inseguridad. Él ya no quería que me acercara. Yo estaba sucia y marcada por otro hombre. Él tan solo sentía pena.

  • No fue tu culpa – susurré. A causa del viento, el cabello de su nuca rozó la piel de mis brazos aún rodeando su cuello a pesar de estar separados. Pasé mis dedos entre aquellas hebras rubias – Jason, te quiero.
  • Creía que ya no – agachó su mirada y volvió a mirarme inseguro. Me estremecí – Creo que te estoy perdiendo y ___, Dios … te juro que me matas por dentro con esa sensación.
  • Puede que … que haya cambiado p-pero – trastabillé con mis palabras – Sigo siendo yo, Jase. Sigo recordando todo lo que hemos pasado, lo bueno y lo malo. Todas esas cosas nos han unido. Esto puede hacer que lo nuestro sea aún más fuerte – lamió sus labios mirándome nervioso – Sé que nada entre nosotros ha sido fácil y …
  • ¿Te digo algo? – me interrumpió – Llegados a este punto tan solo podemos ir hacia arriba – suspiró frustrado y buscó algo en su bolsillo – ¿Podrías volver a ponerte esto? – me tendió la gargantilla con su inicial – Lo dejaste en casa de tu tío y Peyton me lo dio – explicó.

Me giré sobre mis pies y retiré mi cabello para que colocara el collar. Cuando el broche estuvo cerrado pasé mis manos sobre el colgante en forma de “J” y respiré con alivio. Aquel símbolo siempre había significado nuestra unión y a pesar de que esa era la ocasión en la que más distanciados habíamos estado en toda nuestras vidas, allí estábamos diciendo que lo nuestro no había acabado. Pero quizá acabe cuando le digas lo que está ocurriendo.

La advertencia en mi cabeza hizo que mis ojos pincharan por las ganas de llorar. Agaché la cabeza ocultando mi rostro a Jason. Él puso un dedo bajo mi mentón para alzar mi cuello y besar con suavidad mis labios. Fue el beso más triste e intenso de mi vida. Lo besé por si aquella iba a ser la última vez. Su dulce boca estuvo sobre la mía por un buen minuto.

  • Aún hay algo que te tengo que contar – me dijo Jason apoyando su frente sobre la mía – Nos tenemos que ir de aquí mañana mismo – di dos pasos hacia atrás para mirarlo estupefacta – Mi padre nos sacó un vuelo. Tenemos nuevas identificaciones para empezar de cero en otro país. Podemos irnos para siempre, juntos. Sin nada ni nadie que nos persiga. Podemos olvidar toda esta mierda de vida – me propuso convencido.
  • ¿Mañana mismo? – me alerté – ¿Cuál es la prisa?
  • Han encontrado a Drake muerto y Greg va a ser puesto en prisión. Tenemos que irnos por lo que pueda contar a la policía de nosotros.
  • Jason … – siseé aterrorizada.

Yo no contaba con ningún viaje para nosotros. Yo no creía que tuviera que irme con él a cualquier lugar del mundo para estar a salvo. No es que yo no quisiera irme sin más. No es que lo que él decía no sonase como una buena solución. El problema era yo, una vez más era yo.

  • Escápate conmigo, ___. No nos queda otra solución.

Me eché a llorar. No aguanté más y sollocé perdiendo la fuerza en mis piernas. Empezaba a marearme. Mis emociones, el mal estado de mi mente y de mi cuerpo eran los peores colaboradores para que yo no fuera una llorona ni una transición repentina de estados de ánimo.

  • Cariño – sentí sus brazos rodearme por los hombros – Tranquila, todo nos irá bien.
  • No, Jase. Tú quizá no quieras saber nada más de mí – hipé apartándome de su pecho y posando mi trasero sobre el suelo – Yo, yo …
  • ____ – me instó – Tranq-
  • Estoy embarazada – le interrumpí mirándolo a los ojos – Dime como demonios voy a estar tranquila cuando voy a tener un hijo y ni siquiera sé de quién – dije odiándome a mí misma – ¡Dímelo Jase! Podría ser tuyo por la noche en que nos encontramos o podría ser de … de … – un sollozo ahogó mis palabras al pensar la otra alternativa.

El shock chocó contra Jason. Su cara era una tabla sin emociones. Después de mirarme a mí se había quedando mirando el infinito. El sol ya apenas se veía y empezaban a asomar las primeras estrellas bajo un cielo cada vez más oscuro, tan oscuro como mi alma se encontraba.
Pasados unos minutos en silencio me cercioré de que Jason siguiera respirando. Me preocupé. Él se había quedado de rodillas frente a mí sin decir palabra.

  • Jason – lo llamé acariciando su hombro – Jase, por favor, reacciona – ni se movió. Me acerqué a él apoyándome en mis propias rodillas para sujetarle la cara y hacer que me mirara – Di algo. Grita. Llora. Pégale a algo. Pero por favor no te quedes así – supliqué – Haz algo.

Su mirada me penetró con sus afiladas pupilas. Se centró en mí, ya no se estaba perdido en el infinito. Yo era el núcleo de su atención. Temía lo que dijera. Temía que se fuera con un arrebato. Pero pasara lo que pasara sabía que tenía que enfrentarlo o quizá tirarme por el precipicio y acabar con todos mis problemas de un golpe sería una buena opción.

  • No vas a abortar, ¿verdad? – dijo en un murmullo.
  • Lo pensé … pero un aborto representa muchos riesgos y demasiado jodida está mi cabeza para que encima pase por una experiencia como esa – recordé lo que me dijo la psicóloga cuando se lo consulté. Ella también había mencionado los problemas físicos que podía conllevar y me asusté – Además, cabe la posibilidad de que sea nuestro.
  • Tú quieres tener a ese bebé – afirmó con su mirada fría.
  • No es que yo quisiera quedarme embarazada – respondí irritada – pero no me queda otra opción, Jase. Y si no quieres esto, si ves que es demasiado para ti, lo entenderé y me iré. Mi padre me ayudará – aclaré.
  • ¿Zayn? – abrió más los ojos – ¿Quién más lo sabe?
  • Se lo conté hace un rato … Obviamente también lo saben los médicos … y ya está – cuando callé, él miró hacia otro lado y el silencio nos rodeó – Piensa lo que quieres hacer – dije tras un minuto incómodo levantándome del suelo – Voy a …
  • Quédate conmigo – cogió mi mano para que no me fuera – Solo quédate en silencio y … ven junto a mí – pidió.

Él se sentó en el suelo con su espalda contra la pared y abrió sus brazos indicándome que me pusiera entre sus piernas. Lo hice con inseguridad. En cuanto sus manos se posaron en mi vientre y su barbilla se apoyó en mi hombro, me relajé. Sentía su cálida respiración golpear contra mi cuello.

Los minutos pasaban y la noche caía. Como Jason me había pedido, no dije nada. El viento azotaba aún y empezaba a tener frío pero no me quejé. Segundos después me recorrió un escalofrío. Sentí a Jase moverse detrás de mí y el sonido de un cremallera. Después me puso su chaqueta por encima de mi pecho y me pegó más a su cuerpo.

Sentí su olor penetrar por mis fosas nasales. Sus brazos rodeándome protectoramente. Me sentía segura a su lado y sabía que aquello era lo que más necesitaba y quería en el mundo. Mi vida debía estar junto a Jason para que yo fuera feliz. Sin embargo, todo dependía de su decisión y yo no me iba a entrometer por mucho que algo que me impulsara a rogarle que no se fuera sin mí.

  • No te quiero perder, ____ – habló por primera vez en mucho rato – Miro mi futuro y te veo a ti, solo a ti – sentí un nudo formarse en mi garganta. A mí me pasaba igual que a él – No podría vivir con mi consciencia llena de “¿Qué será de ella?” si te dejara. Y maldita sea, ___, prometí una vez que nunca te dejaría sola. Ya lo hice una vez pero no pienso volver a incumplir esa promesa – espetó.
  • Jason, ¿estás seguro de que estás diciendo? – pregunté con todo mi dolor – Se trata de un bebé … que quizá no sea tuyo.
  • Ese niño no tiene la culpa y Drake está muerto – suspiró – Siempre ha sido mejor enfrentar las cosas juntos que separados.
  • ¿No me vas a dejar? – pregunté sollozando con incredulidad.
  • Nunca, ____. Nunca – me giré en su regazo y lo abracé. Él me apretó por la cintura – Será mejor que vayamos dentro, aquí hace mucho frío para ti.

Nos levantamos juntos y él me dio un beso en la frente mientras me colocaba su chaqueta. Lo miré atónita. No podía creer que nada de aquello estuviera pasando. Que Jason fuera tan comprensivo. Que no mostrara miedo ante lo que nos íbamos a enfrentar.
Con sus pulgares retiró de mis ojos unas lagrimillas que habían escapado sin darme cuenta. Volvió a besarme, esta vez en los labios, y cogió mi mano para ir juntos al departamento.

No tenía ni idea de que pasaría a partir de ese momento pero me daba igual. Lo que viniera lo enfrentaría junto a la única persona que había amado.  

----------------------------------------------------------------------
HE AQUÍ LA MARATÓN DE FIN DE SEMANA!! Este ha sido un capítulo más corto que los otros ... bueno, solo nos queda el capítulo final. Estáis listas?? Al final no lo voy a poner mañana, sino el próximo fin de semana porque lo tengo que repasar y terminarle unas cosas que se me ocurrieron hace nada ~.~
Espero que os guste chicas!! Apostad, de quien es el bebé?? 
Comentad mucho, PLEASE!! :D @itsBieberFanfic http://ask.fm/itsBieberFanfic
Sed felices, os quiere, Miriam :P